Laicos Misioneros Combonianos

Semana Santa entre los Gumuz

CLM EthiopiaEste año nuestra comunidad LMC pasó la Semana Santa y Pascua en las misiones combonianas entre la tribu Gumuz. Madzia y yo nos quedamos en Gublak la mayor parte del tiempo; Adela y Tobiasz se quedaron en GilgelBelez. Sin embargo, todos visitamos ambos lugares. Me gustaría compartir con vosotros un poco de esta impresionante experiencia.

El viaje de Addis Abeba a GilgelBelez fue agotador. Pasamos 13 horas en un autobús lleno de gente. A veces, sólo el hermoso paisaje nos daba un poco de alivio. Llegamos por la tarde y, mientras cenábamos juntos, los padres nos contaban muchas historias sobre la gente local. Muchas de ellas sonaban increíbles. Nos sentimos muy felices de tener la oportunidad de conocer a estas personas y a los misioneros durante sus actividades diarias.

Pasamos el día siguiente en GilgelBelez, una ciudad donde viven muchas tribus diferentes, incluyendo la Gumuz. Los Gumuz enfrentan la discriminación en su vida diaria debido al color oscuro de su piel. Incluso fueron discriminados por las iglesias hasta que llegó la Iglesia Católica. Hoy la comunidad parroquial se compone enteramente de gente de Gumuz. En los días previos a la Pascua pudimos observarlos trabajando juntos, preparándose para la fiesta. Todos trabajaron duro por el bien de la comunidad. También fuimos a visitar a un chico y a su familia, a quienes Madzia ayudó hace dos años. Ella le enseño a él y a sus padres algunos ejercicios y encontró muletas para él. Ahora es capaz de caminar por su cuenta. Fue agradable ver los buenos resultados del trabajo de Madzia. También visitamos la ciudad y el jardín de infancia perteneciente a la parroquia.

Después de nuestra breve visita a GilgelBelez nos trasladamos a visitar Gublak, una misión fundada hace cinco años. Antes del Triduo pudimos ver el trabajo diario de los misioneros. Ellos celebran la misa en la mañana y luego cada uno va a realizar su trabajo. El trabajo principal es visitar las aldeas para enseñar a la gente acerca de Cristo y de nuestra fe. Fuimos a algunas aldeas junto con ellos. Lo primero que hacen cuando llegan a un pueblo es saludar a la gente. Sólo después de los saludos puede comenzar la reunión. La gente ora y canta, y luego los padres, las hermanas o los catequistas les dan alguna catequesis. Algunas de las personas ya están bautizadas mientras que otras todavía son catecúmenos. Los catequistas actúan como traductores del amhárico a la lengua gumuz. Hay muy pocos textos en este idioma y los misioneros hablan sólo amhárico. Durante una reunión con las mujeres, Adela y Tobiasz les dieron testimonio sobre la vida familiar. Lo habían preparado durante algunos días con su maestro amárico y fue su primer discurso en amárico (¡después de un curso de tres meses!). ¡Felicidades a los dos!

CLM EthiopiaDespués de este tiempo de visita comenzamos el Triduo. Fui con el padre Isayas a traer a los catecúmenos al recinto de la parroquia el jueves. Comenzando desde el pueblo más lejano trajimos a algunos de ellos en la parte de atrás del coche. Los catecúmenos que viven cerca de la misión llegaron a pie a la iglesia por la tarde. El jueves por la noche, fui con el P. Isayas a una capilla donde celebramos la Misa de la Última Cena. Había alrededor de 50 personas (la mayoría de ellos niños o adolescentes). Durante su homilía el padre describió lo sucedido en la Última Cena y explicó cómo fue la institución de la Eucaristía. Luego lavó los pies de doce jóvenes escogidos. Después de la Misa, tuvimos un tiempo de adoración del Santísimo Sacramento. Debo decir que los jóvenes se comportaron y participaron muy bien.

Después de esto llevamos a algunos de ellos a nuestro recinto donde se unieron a los 130 jóvenes que ya estaban allí. Desde el jueves hasta el domingo la juventud se quedó en el recinto de la parroquia. Tuvieron oración, catequesis, trabajo en grupo y participaron en el programa principal de los oficios: en el Via Crucis, en la Liturgia del Viernes, la Liturgia de la Pascua y la Misa de Pascua del domingo. Estaba muy impresionado por la gente. Participaron muy activamente. Los catequistas, que son también muchachos jóvenes, sirvieron todo este tiempo, desde la mañana hasta la noche. Lo hicieron con alegría, sin quejarse. Tradujeron, organizaron las oraciones, los servicios, las comidas manteniendo siempre orden y disciplina. Durante la liturgia de la Pascua, 102 catecúmenos fueron bautizados, el domingo hubo un grupo de 24 adultos que también recibieron el bautismo. A pesar de que la misa se prolongó bastante, fue maravilloso ver a todas las personas que se convirtieron en cristianos. Era algo muy significativo en sus vidas. Algunos de ellos estaban muy conmovidos.

La mayoría de los nuevos cristianos son muy jóvenes, niños o adolescentes. La mayoría de los adultos que recibieron el bautismo fueron las madres de los niños que fueron bautizados en años pasados. Es increíble cómo la Iglesia Católica está creciendo donde no había ningún cristiano hace sólo unos pocos años. Muchas de esas personas no saben cómo leer o escribir y no saben Amhárico. Sin embargo, escucharon a los misioneros y creyeron. Por supuesto, todavía necesitan formación cristiana y por eso es tan importante el trabajo de los misioneros. San Daniel Comboni debe estar muy feliz de ver los frutos de su trabajo.

CLM Ethiopia

LMC Etiopía

Reunión del grupo de “Amigos de Comboni” en Awassa.

Ethiopian CLMLos Laicos Misioneros Combonianos de Etiopía están colaborando con el grupo de Amigos de Comboni.
Parte de esta colaboración está en la organización y formación de este grupo de laicos.
Hemos celebrado una reunión en Awassa donde hablamos sobre la Enseñanza Social de la Iglesia, pero también sobre cómo San Daniel Comboni cuidaba de los esclavos y de las personas más abandonadas.
También hubo tiempo para meditar algunos fragmentos bíblicos en los que se basa la ESI y tiempo para compartir.
Fue una reunión muy buena.

Ethiopian CLM
Madzia Plekan. LMC Etiopía

El tiempo va pasando

Misionera en UgandaExactamente hace un año todavía estaba en Polonia, ahora estoy en St. Jude Children’s Home, pero no sólo ahí.

Desde mi regreso a Gulu no ha pasado un año todavía pero todo parece diferente de lo que era antes. Como todo el mundo piensa el regreso es más fácil: lugar familiar, gente, cultura. A pesar de esto, todavía estoy aprendiendo cosas nuevas. Esto también como resultado de los cambios en mi servicio misionero: no sólo estoy en el orfanato, sino también en la escuela que dirige la comunidad de Santa Mónica, en la prisión y también en la casa de nuestros chicos mayores.

El área de nuestro servicio misionero se ha ampliado considerablemente, no sólo el mío, sino también el de Asia y el de Carmen, cada una de nosotras ha encontrado nuevos lugares de compromiso que enriquecen nuestra comunidad en compartir y experimentar la misión.

Como he mencionado anteriormente, además de mis actividades diarias con niños en St. Jude (ayudando en clases de educación compensatoria, apoyo motivacional y trabajo de autoestima de los niños, alimentación y cuidado de los niños con discapacidades, actividades de tiempolibre y oración junto con las jóvenes), también me he involucrado en otros proyectos también.

Santa Mónica es un lugar administrado por una Comunidad de Hermanas. Tienen muchos proyectos y actividades diferentes como la Escuela de Alfabetización para Mujeres Adultas, la Escuela de Costura, la Clínica y el Jardín de Infancia. En este Kindergarten, dos veces por semana, tengo clases con niños que tienen dificultades de aprendizaje. Nuestras clases tienen lugar en el aula donde trato de mostrar al niño, en media hora (las clases se llevan a cabo individualmente), que él es capaz de escribir, contar o responder preguntas. Sin embargo, lo más importante es hacer que el niño se sienta aceptado y que alguien cree en él. Desafortunadamente, el mayor problema entre estos niños es que tienen la autoestima muy baja, son tímidos y no se sienten especiales. Vienen familias donde son muchos y todos son iguales y si son más lentos en aprender o escribir, significa que son peores, estúpidos.

El otro lugar donde voy es la prisión, donde ya he pasado dos semanas junto con un grupo de oración, celebrando la Misa o compartiendo el Evangelio con los prisioneros – hasta ahora este es el comienzo, así que todavía soy nueva en esto, pero estoy muy contenta de poder estar allí. Espero también ir con las mujeres presas, pero comenzaré después de Pascua.

La casa de los muchachos forma parte de St. Jude pero es una casa separada cerca de 2 kilómetros del orfanato. Los sábados por la tarde, voy allí a leer con ellos el evangelio del domingo siguiente, a hablar de sus problemas, a ayudarles con el estudio. Por ejemplo, tenemos un chico que está en la clase P.3 (Escuela Primaria) pero todavía tiene problemas para escribir su nombre, así como problemas de concentración o memorización – pero esto no es porque sea perezoso. Su dificultad para adquirir conocimientos es causada por que la madre del niño estuvo bebiendo alcohol durante el embarazo. Desafortunadamente el síndrome fetal alcohólico (FAS) y el SIDA (tienen medicamentos tan fuertes que sufren efectos secundarios) han tenido un gran impacto en su capacidad y funcionamiento en la vida diaria así como en la escuela.

El tiempo pasa muy rápido, cada día es muy parecido, pero los acontecimientos, las caras y otras situaciones son diferentes. Todo ello me enseña algo, principalmente sobre mí misma. Estoy agradecida a Dios por el don de esta vocación, a veces difícil pero con certeza llena de Su amor y poder. Porque ninguno de nosotros haría nada si no fuera Su voluntad.

Para este tiempo extraordinario de Semana Santa, deseo a todos nosotros momentos de silencio y desierto, que en nuestra tan organizada vida cotidiana encontremos tiempo para Él y en el Día de la Resurrección que nuestras almas estén llenas de Fe, Esperanza y Amor.

Misionera en Uganda

Ewa Maziarz, LMC polaca en Uganda

Exposición y Convivencia Misionera en Guatemala

LMC GuatemalaSantos y Capaces, haciendo causa común por los más pobres y necesitados” (San Daniel Comboni)

Los LMC PCA en Guatemala, queremos compartir que el pasado sábado 1 de abril festejamos una exposición y convivencia misionera en la Casa Comboni, Guatemala.  Participamos junto a los misioneros de la parroquia Santa Catarina de Alejandría, con quienes desde febrero del 2016, estamos colaborando en su formación misionera.

La parroquia de Santa Catarina de Alejandría está ubicada en Santa Catarina Pinula que es un municipio del departamento de Guatemala ubicado a 15 kilómetros de la ciudad capital.

Este pueblo sufre, en algunas zonas, de pobreza extrema y delincuencia a causa de las “maras”.  Es una de las “zonas rojas” de nuestra ciudad.

LMC GuatemalaEl objetivo de esta actividad fue invitar a los MCCJ que viven en la ciudad de Guatemala, para que, las dos comunidades de misioneros, nosotros LMC y los misioneros catarinos (como cariñosamente les llamamos), les compartiéramos de forma oral y por medio de fotografías, algunas experiencias vividas durante el 2016, y los proyectos misioneros que tenemos para el 2017.

Tuvimos la grata presencia de los MCCJ: P. Pasquale Mineira, P. Carlos Rodríguez, P. Antonio María Bruyel, P. Vicente Clemente y por supuesto, nuestro asesor, Hno. Humberto Rua.  También estuvo presente y fue quien tuvo la iniciativa de esta actividad, P. Walter Santizo, sacerdote diocesano guatemalteco, y párroco de Santa Catarina de Alejandría.

Al finalizar compartimos todos un delicioso almuerzo.

La idea fuerza con que los LMC PCA en Guatemala, iniciamos este año, es: “Santos y Capaces unidos en una causa común en favor de los más pobres y necesitados”.  Así es como Comboni desea que sean sus misioneros.

Confiamos en la Providencia, y nos encomendamos a los Sagrados Corazones de Jesús y María, así como nos lo enseñó San Daniel Comboni.  Dios va siempre delante de nosotros, iluminando el camino para llegar a aquellos que más lo necesitan.

Misioneros de la Parroquia de Santa Catarina de Alejandría

LMC Guatemala

El milagro de la Bendición

LMC Awassa EtiopiaEn el Hogar de la Madre Teresa donde trabajo, la mayoría de los pacientes permanecen sólo unas pocas semanas-meses, sólo para el tratamiento. Sin embargo, también hay un pequeño grupo de personas para quienes el centro es su hogar. Son principalmente personas con discapacidad intelectual que no tienen parientes, que fueron encontradas por las hermanas en la calle. Entre ellos está Bereket (que significa Bendición) – hombre con síndrome de Down. Él ha estado viviendo aquí por muchos años, así que desde que vine a Awassa lo he estado encontrando casi todos los días – ya sea en el centro o en algún lugar de la calle cuando regresa de la escuela o en una iglesia donde hace de acolito en la misa. Cada vez que nos vemos me saluda, por lo general con una amplia sonrisa y gran alegría, le gusta hablar de varias cosas, un momento genial para mí fue cuando una vez vino y me dijo que quería mostrarme algo… Me llevó a la habitación, abrió el armario y con orgullo me mostró una colección de pegatinas con jugadores de fútbol 🙂 Una cosa muy pequeña, pero para mí fue muy conmovedor que él quisiese compartir algo tan importante para él conmigo, un gran signo de amistad.

Pero recientemente, Bereket ha comenzado a enfermar gravemente. Un día, cuando me vi a solas con él en la habitación y se sentía un poco mejor, me acerqué con la Biblia en Imágenes y juntos empezamos a leer y contar historias bíblicas, ¡fue tan hermoso! ¡Su fe en Dios, tan sencilla y tan fuerte! Y me pareció que tenía muy buena salud, que estaba recuperando fuerzas… Pero cuando volví al centro al día siguiente, estaba inconsciente, con el rostro lleno de contusiones, con la gente reunida a su alrededor en oración. Resultó que sufrió ataques de epilepsia durante toda la noche (por primera vez en su vida), y al caer de la cama sufrió algunas heridas y magulladuras. Durante los siguientes días, su estado empeoró, se repitieron los ataques epilépticos, no quiso comer ni beber nada, las hermanas hicieron todo lo posible por ayudarlo, pero las medicinas no funcionaron… El sacerdote vino y le dio el sacramento de la unción de los enfermos. Parecía que iba a morir pronto… Fue un tiempo muy difícil, lleno de oración y esperanza. Quedé tan sorprendida cuando, después de volver de Addis, donde estuve durante el fin de semana, ¡Bereket me saludó en la puerta! Excepto por los moretones en su cara, ¡él estaba lleno de salud! ¡Milagro! Y cuando empezamos a hablar, lo primero que me mostró fue la imagen de Jesús Misericordioso y me dijo: “¡gracias a él estoy sanado!” Después de que el sacerdote me diese la Santa Comunión, me sentí mucho mejor”. Qué testimonio tan fuerte del poder de Dios y de la oración. Cuando continuamos la conversación, me preguntó cuándo se haría el Viacrucis de Awassa a Getsemaní (un centro de retiro situado a unos 7 km fuera de la ciudad), porque ya está deseando ir allí. Escucharlo de un hombre que apenas estaba vivo unos días antes… E increíble… ¡Gloria al Señor que hace tales milagros! Y estoy muy agradecida por el testimonio de fe de Bereket, que me ayuda a fortalecer mi propia fe.

Madzia Plekan. LMC Awassa (Etiopía)