Todavía con clima pascual, una invitación a revisitar los intensos días previos al Día de Resurrección, una semana única en la que intentamos recrear con fervor los últimos pasos de Cristo como Hombre.
A la entrada del pueblo, bajo la sombra acogedora de los mangos, niños y adultos, hombres y mujeres se reunieron con fe para iniciar la celebración del Domingo de Ramos. Cada uno tenía su propia palma, algunas de ellas adornadas con esmero.
Al son vibrante de los cánticos “Hossana”, la comunidad recorrió la calle principal en procesión, un mar de palmas ondeando en el aire, un canto unísono que se hacía eco de la alegría de la fe.
En la iglesia, la celebración se prolongó durante más de dos horas.
Así comenzó la Semana Santa, preparando el terreno para un tiempo de reflexión, un tiempo para meditar sobre el sacrificio de Cristo y la promesa de Redención.
En esta jornada se nos invita: a revivir los pasos de Jesús, a meditar sobre el significado de su entrega y a reflexionar sobre el sentido de nuestras propias vidas.
Una oportunidad única para fortalecer nuestra fe y renovar nuestra esperanza.
Reciban un caluroso saludo de Pascua de parte de los Laicos Misioneros Combonianos – Kenia (LMC-K).
El tiempo de Pascua es el corazón y el alma de nuestra fe católica. Cristo murió por nosotros y, a través de Él, obtenemos la vida eterna. Durante el tiempo de Cuaresma, estamos llamados a recordar nuestra naturaleza pecadora, a arrepentirnos y a creer en el Evangelio. Nuestro Salvador carga con todos nuestros pecados a través de Su pasión y Su muerte en la cruz. El tiempo de Pascua es un nuevo amanecer. Cristo ha resucitado y en Él tenemos una nueva esperanza. San Pablo, en su segunda carta a los Corintios, capítulo 5, versículo 17, dice: “Por tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación; lo viejo ha pasado, ¡ha llegado lo nuevo!”. ¡Debemos celebrarlo! Nuestro Salvador ha vencido a la muerte. A través de Cristo, ¡tenemos una nueva vida!
El LMC-K celebró la resurrección de Cristo en grande. Viajamos a nuestra misión de Kitelakapel, en el condado de Pokot Occidental, para celebrar la Pascua con la comunidad internacional del LMC que trabaja allí. Llegamos a la misión el Jueves Santo por la mañana, y estuvimos en West Pokot hasta el Lunes de Pascua. Tuvimos la suerte de tener con nosotros a nuestro asesor, el P. Maciej, que celebró misa para nosotros durante toda la Semana Santa y el comienzo del Tiempo Pascual. El Viernes Santo nos acompañó un gran número de católicos de la comunidad de Kitelakapel y celebramos el Vía Crucis más solemne, reflexionando sobre el sufrimiento y la muerte de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. La Vigilia Pascual del sábado por la noche fue muy hermosa. Mientras estábamos reunidos alrededor de la hoguera, no pude evitar mirar las estrellas, tan bellamente alineadas, brillando con esperanza. A partir de ese momento, todo lo que podíamos decir era ¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado! Nos alegraremos y regocijaremos. Cuando Jesús se apareció a sus once discípulos después de la resurrección, les dijo “…ciertamente yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20. De la misma manera, debemos vivir nuestras vidas con confianza sabiendo que Cristo está siempre presente.
Agradecemos a la comunidad internacional del LMC con sede en Kitelakapel, Maya (Polonia) y Pius (Uganda), por ser tan amables anfitriones. Gracias por todo y por el trabajo que siguen haciendo en West Pokot. ¡Todo por la gloria de Dios!
De manera especial, queremos dar las gracias a nuestro asesor, el P. Maciej. Gracias por su naturaleza desinteresada y gracias por guiarnos en nuestro camino de fe. Te agradecemos tu trato afectuoso y tu paciencia mientras cada uno de nosotros discernimos nuestra vocación. Que cumplas muchos años más y experimentes la bondad del Señor en la tierra de los vivos. (Salmo 27:13)
¿Recuerdas las palabras de la señorita Clara Williams? La señorita Clara Williams es un personaje del galardonado libro y película de 2015, War Room. Ella es una poderosa mujer de Dios, que va a la ‘guerra’ (oración) por el bien de su familia. Hay algo que dice que me encanta y que se me ha quedado grabado. Dice: “Mi Dios es fiel, mi Dios es poderoso, mi Dios está al mando. ¡No puedes despedirle y nunca se jubilará! Gloria ¡Aleluya!” Esto es verdad. Él es todo esto y más. Él es nuestra luz y nuestra salvación. Nos ha dado una vida nueva. Debemos vivirla para su gloria. ¡Aleluya! ¡Ha resucitado!
Que este tiempo de Pascua renueve tu fe, fortalezca tu espíritu y llene tu corazón de profunda alegría. ¡Feliz Pascua a ti y a todos tus seres queridos!
“HOLA, SOMOS ANNA Y GABRIELE, Y ESTO ES CIRANDA, EL PODCAST QUE CUENTA NUESTRA EXPERIENCIA MISIONERA EN BRASIL. EN EL QUE INTENTAMOS ADENTRAROS EN LAS OPCIONES DEL DÍA A DÍA DE QUIENES VIVEN EN ESTA PARTE DEL MUNDO”.
Hoy mismo, tras una mañana de sol a raudales, nos ha visitado la lluvia, media hora de una potente tormenta que se ha disuelto en pocos segundos, como el rápido paso de un avión. La temporada de lluvias se ha convertido en esto, en un breve chaparrón frío, todo el mundo se pregunta si es casualidad que ya no llueva durante semanas enteras como ocurría en el pasado, pero está claro que el cambio climático también grita con fuerza aquí.
No se llega a estos niveles de la noche a la mañana, siempre hay un camino y una historia detrás, y la historia de esta tierra tiene raíces muy profundas.
Todo empezó hace mucho tiempo. De hecho, desde la época de la invasión colonial hasta hoy, Brasil nunca ha aplicado una reforma agraria popular. Pensemos que en un territorio inmenso como el de Brasil, sólo el 1% de los propietarios posee casi el 50% del total de la superficie cultivable del país, y la mitad de estas grandes propiedades son totalmente improductivas y, por lo tanto, podrían ser expropiadas para la reforma agraria. Brasil es también el mayor territorio del mundo en términos de tierra cultivable posible. Es por ello que desde hace décadas el derecho a la tierra se conquista y no se recibe por derecho, es una lucha contra el sistema que ha visto nacer grandes movimientos como el de los SIN TIERRA (MST), movimientos que luchan por poder vivir allí donde muchos, con raíces en la tierra y el campo, siempre han querido y querrían seguir viviendo.
Así nació la idea de una ocupación: cientos de familias reunidas, organizadas, ocupando grandes parcelas de tierra para llamar la atención del gobierno federal. Raimunda, a la espera de recibir esta tierra, vivió acampada con su familia durante años, en tiendas hechas con láminas de plástico y 4 palos, dentro de las cuales había ollas y carbón para cocinar, ropa, hamacas para engancharse entre un árbol y otro, y luego niños nacidos en medio del bosque, criados lejos de la vida en la ciudad. Todo en un verdadero sentido de comunidad, de lucha, de vida compartida con poco, esperando el gran día en que por fin podamos recibir un pedazo de tierra para construir nuestras propias casas, rodeados de árboles y campos que cultivar.
Los habitantes de la Asentación Francisco Romao han conseguido el derecho a la tierra tras 10 años viviendo en un campamento.
Cuando llegaron a ese territorio descubrieron que se trataba de tierras del Gobierno, que habían sido ocupadas por un terrateniente de forma ilegal, ya que toda la zona había sido deforestada para crear un inmenso pastizal de vacas lecheras, destruyendo la vegetación circundante.
Este fenómeno de apropiación ilegítima de tierras se conoce como “Grillagem”, una práctica de envejecimiento forzado de documentos falsos que se colocan en una caja con grillos, lo que hace que amarilleen y se roan, dándoles una apariencia antigua y más creíble, un fenómeno de falsificación para tomar posesión ilegalmente de tierras baldías o de terceros. Las familias denunciaron esta ilegalidad para pedir al gobierno la posibilidad de tener parte de esas tierras y poder cultivarlas y reforestarlas. Tras años de lucha y de reclamar la tierra, cada familia consiguió tener una propiedad donde poder hacer lo que siempre habían soñado: vivir de la tierra de forma sostenible. Es una historia increíble la de los assentamentos, lugares donde la vida fluye al ritmo del campo.
Entras en el asentamiento por caminos de tierra, de un rojo intenso, y enseguida te ves rodeado de casas y patios llenos de árboles frutales y plantas medicinales de todo tipo, de las que las familias conocen todos sus beneficios y las valorizan con fines hasta la última hoja. Cuando vamos a visitarles nos hablan con gran nostalgia de aquellos tiempos pasados: los tiempos de la precariedad, pero también de la unión, la alegría y el compartir. Al principio, las casas eran de barro y paja, la gente vivía muy poco. La vida en el asentamiento era un compartir constante de los bienes propios, el objetivo era que todos pudieran vivir de esa tierra y que los asuntos se resolvieran juntos, bajo el toldo en el centro del pueblo, un espacio dedicado a las reuniones comunitarias. Juntos decidimos qué cultivar (maíz, judías, castanha), decidimos dónde construir la escuela, juntos luchamos para conseguir tractores, luchamos para tener un edificio de salud pública. Eran los cimientos para permitir una vida digna, y se construyeron juntos. Una vida digna que permitiera al menos 3 comidas al día, con arroz, judías y mandioca, elementos básicos de la cocina brasileña. En todo este proceso, las mujeres fueron las verdaderas protagonistas, ocupándose de la casa, cuidando a los niños y ayudando a los hombres en el campo, un verdadero ejemplo de fuerza y liderazgo.
Comunidad, solidaridad y hacer juntos, este es el hilo conductor que ha permitido ganar muchas batallas y con el que se construyeron y aún resisten los assentamentos, lugares de vida, lucha y defensa de la vida campesina. Las familias campesinas siempre han tenido un gran objetivo: plantar y cosechar alimentos, pero también reforestar y proteger la vegetación autóctona. Por eso los llamamos Guardiões: los guardianes. Guardianes de la naturaleza, guardianes del bienestar del suelo y de ese pedazo de la Amazonia que les ha sido confiado. Guardianes de la comunidad y de la vida campesina, de la lucha contra un sistema que quiere quitar la vida a los últimos y dar fuerza a los poderosos. Guardianes de esa tierra que ahora ha sido completamente destruida.
En el próximo episodio conoceréis otras historias de mujeres que han decidido luchar frente a todo esto. Os deseamos una buena continuación y una feliz y pacífica Pascua y resurrección en el Señor.
El 7 de marzo para mí no es un día cualquiera, es un día muy especial: el día que Dios eligió para que yo viniera a este mundo.
Y el 7 de marzo de 2024, día de mi cumpleaños, fue muy, muy especial porque, además de los mensajes, abrazos y canciones de cumpleaños feliz, y de estar con amigos y personas a las que quiero, tuve un regalo muy, muy especial. Fue el mejor regalo.
Estoy de misión en Mozambique, África, y tuve el privilegio de poder visitar a los desplazados por causa de los ataques terroristas en la provincia de Cabo Delgado, que están en Namapa, en la provincia de Nampula.
Fue un gran regalo de cumpleaños para mí estar con la gente, poder llevar cariño, amor y palabras de fe y esperanza a ellos, que viven en una situación muy difícil de pobreza y hambre.
Doy gracias a Dios por haberme hecho este gran regalo de cumpleaños.
Vivir la misión significa estar con la gente y caminar con la gente.
“Lo esencial es invisible a los ojos”. Empezamos con esta hermosa frase, sacada de El Principito, porque resume perfectamente lo que más nos ha impactado durante estos meses de vida vivida a tope aquí en Módica.
Después de pasar unas semanas en Verona, para asistir al curso del Centro Unitario de Formación Misionera (CUM) y recibir el mandato del Obispo, volvimos a esta tierra tan rica en vida y pasión, que tanto echábamos de menos. Pasamos unos días por la comunidad de Avola, para dar testimonio en la parroquia y en algunas escuelas. También aquí hemos tocado con nuestras propias manos tanta generosidad, calurosa acogida y graciosa amabilidad, pero sobre todo la “sed” de un Dios que es plenitud de vida y de verdad, y también ese gran deseo que cada uno de nosotros lleva en el corazón de ser siempre hermana/hermano, o “casa”, para alguien.
Cuando volvimos a Modica, como siempre, la gente nos acogió con los brazos abiertos, y nos implicamos en las diversas actividades en curso, como la escuela de italiano, por la mañana, con las mujeres inmigrantes y, por la tarde, con los niños del centro educativo “Crisci Ranni” y los chicos de la Badia.
Mucho más allá de las actividades que se desarrollan, la belleza de esta experiencia reside en ver y sobre todo en sentir que las personas son verdaderamente generosas y hermosas, siempre dispuestas a dedicarse, con todo el amor y la pasión que poseen, a ayudar a los demás y a crear una comunidad ampliada en la que todos se sientan llamados a hacer causa común y a sentirse como una sola familia.
Lo que más nos impresionó -y sentimos como un “gran regalo”- fueron los jóvenes que conocimos en las escuelas, durante las clases de catequesis, sobre todo en la preparación a la Confirmación. Los jóvenes de los institutos (en particular, los del Liceo Classico y Ginnasio de Modica Bassa) eran maravillosos, capaces de regalarnos tanta “belleza” hecha de valores, esperanza y alegría. Percibimos en ellos un gran deseo de vivir una “gran vida”, de gastarse en algo grande. Pero necesitan que los adultos aprendamos a escucharles, estando cerca de ellos y acompañándoles.
Ha habido algunos momentos en clase en los que se han “entregado” de una manera profunda, y hemos comprendido con qué delicadeza y cuidado hay que cuidar sus vidas. Cuántas veces los adultos, por el contrario, juzgamos a estos jóvenes, “etiquetándolos” quizá sólo por su forma de vestir. En cambio, ellos tienen su propio mundo de expresión, y hay que ayudarles a “sacar” lo que llevan dentro.
He aquí un hecho que nos impresionó. Una tarde, dimos un pequeño paseo por Modica Alta, para ver el paisaje, para contemplar la belleza de la creación. Cuando llegamos a “Il Pizzo”, vimos a un grupo de 20 o 30 jóvenes riendo y bromeando. Nos acercamos y, despacio, con mucha delicadeza, les saludamos y luego charlamos un poco con ellos. Nada especial, eso sí. Pero grande fue nuestra sorpresa cuando nos dieron las gracias por el simple hecho de habernos atrevido a saludarles, a pararnos, a compartir nuestras vidas con ellos, y también a escucharles. Nos dijeron: “Normalmente, por no decir casi siempre, nos “critican” y nos mantienen alejados”.
Con estas pocas líneas, queremos invitarles a tener el valor de ‘ensuciarnos las manos’, de atrevernos en nuestras vidas. ¡Vale la pena gastar la vida por los últimos! Y cuando nuestro camino encuentre obstáculos, sigamos impertérritos nuestro camino, sabiendo que el Señor está siempre presente y dispuesto a guiarnos. Lo importante es no ceder a compromisos de ningún tipo, sino continuar fielmente por “el camino del Señor”.
Gracias, chicos. Vosotros sois la “belleza de esta vida”. Y estamos seguros de que la “belleza” y la “plenitud creada” permanecerán siempre indelebles en el corazón de cada uno de nosotros.
Gracias, Modica, por dejarnos vivir seis meses súper llenos de plenitud. ¡Siempre te llevaremos indeleble en nuestros corazones!
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