Laicos Misioneros Combonianos

El Evangelio es imparable

Jesus

JesusComentario a Lc 4,21-30 (IV Domingo ordinario, 3 de febrero del 2018)

Este domingo continuamos la lectura del evangelio de Lucas exactamente donde lo habíamos dejado el domingo pasado. Recordemos. Jesús había anunciado su programa: anunciar un año jubilar, un tiempo de gracia, en el que todos podríamos comenzar una nueva vida, dejar atrás los pecados y los errores del pasado para empezar de nuevo.

La reacción de sus vecinos fue muy parecida a la que tenemos nosotros en muchas ocasiones: por un lado se admiraban de las palabras de Jesús y se alegraban ante la esperanza de un nuevo comienzo. Pero, por otro, se dejaron llevar por el escepticismo, la desesperanza y hasta por la cerrazón, hasta el punto de querer eliminar a Jesús, como si fuera algo escandaloso.

Con el párrafo que leemos hoy sobre el rechazo de Jesús por sus vecinos el evangelista nos anuncia que la vida de Jesús despertaba admiración y esperanza, pero también oposición y enemistad.

Y eso es lo que espera al discípulo de Jesús y a su comunidad. Nos engañamos si pensamos que cuando evangelizamos y hacemos el bien, vamos a encontrar siempre aplauso y alabanza. Uno desearía que el bien fuera siempre aceptado y difundido por todos. Pero no siempre es así. Existe en el mundo un espíritu de desconfianza, envida y escepticismo que no deja que la semilla del bien se afiance y dé todo su fruto. No podemos ser ingenuos: el bien se enfrenta al mal, la esperanza a la desconfianza, la luz a la tiniebla, la vida a la muerte.

Jesús enfrentó esa oposición y nosotros no seremos menos que el Maestro. Si emprendemos el camino del bien, encontraremos resistencia interior y exterior.

Pero, como Jesús, estamos seguros de vencer el mal con el bien, el odio con el amor. “El, abriéndose paso, se marchó”, dice Lucas en una clara alusión al triunfo de la resurrección (Jesús, escapando de la tumba, se puso en pie y volvió al Padre). La comunidad-familia de Jesús, guiada por el Espíritu del Resucitado, se levanta también continuamente, superando las amenazas exteriores y sus propias caídas para continuar la misión (el anuncio del tiempo de gracia) hasta el día de hoy y seguirá adelante a pesar de la oposición exterior y del pecado de los mismos misioneros. A pesar de la oposición y del pecado, el Evangelio es imparable.

P. Antonio Villarino, Bogotá

El programa de Jesús

Jesus

JesusUn comentario Lc 1, 1-4; 4, 14-21 (Tercer Domingo Ordinario, 27 de enero de 2019)

Comenzamos hoy la lectura continuada del evangelio de Lucas durante los domingos ordinarios de este año 2019.

Después de leer la breve introducción metodológica de Lucas (1, 1-4) y, saltando los primeros capítulos (sobre la infancia de Jesús, sus relaciones con el Bautista y su paso por el desierto), la liturgia nos presenta hoy el gran proyecto apostólico que Jesús, “lleno de la fuerza del Espíritu”, anuncia en la sinagoga de Nazaret.

Es un texto que conviene leer pausadamente, situándolo en el contexto de la promesa salvadora del Antiguo Testamento, específicamente del profeta Isaías.

Por mi parte destaco los siguientes puntos:

1.- “Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu”

Después de haber compartido con el Bautista el deseo profundo de cambio y conversión, expresado en las orillas del Jordán, río que el pueblo de Israel atravesó para entrar en la tierra prometida y que ahora tiene que cruzar de nuevo  (bautismo) para renovarse profundamente. Después de haber superado en el desierto las tentaciones de un mesianismo “patriótico”, orgulloso y prepotente, Jesús regresa a Galilea para tomar, “con la fuerza del Espíritu”, la misión para la que ha sido ungido y consagrado: anunciar un año de gracia, un jubileo.

2.- En la sinagoga y en sábado

La actividad de Jesús, según Lucas, empieza un sábado (en Nazaret) y termina otro sábado (en Jerusalén). Toda ella se extiende a lo largo de siete semanas, como si quisiera decir que con Jesús la Creación comienza de nuevo. Y la predicación de Jesús se da en la SINAGOGA, que representa a Israel; en la CASA, que representa a la comunidad cristiana; en LOS CAMINOS, que representan la misión abierta a la humanidad entera.

Pienso que también hoy Jesús predicaría en los templos, en las casas y por los caminos, es decir, en todas partes. Lo importante no son los lugares, si no el Espíritu que acompañaba a Jesús y que hoy acompaña a sus discípulos.

3.- Proclamar un año de gracia, un jubileo

Recordemos que en la tradición judía el jubileo –o año de gracia- era precisamente eso: un tiempo de gracia y perdón, para perdonar las deudas del pasado y tener la oportunidad de empezar de nuevo, de enmendar los errores de una vida pasada.

Y eso es precisamente lo que Jesús anuncia de mil maneras a lo largo de su ministerio:

  • Al paralítico le permite superar su enfermedad y volver a caminar
  • A Zaqueo le da la oportunidad de superar el error de una vida centrada en la riqueza y encontrar la alegría de la vida compartida en fraternidad y justicia
  • A la mujer adúltera la libera de una muerte segura y la invita a “no pecar más” y aprovechar el perdón para enderezar su vida.
  • A Pedro no le tiene en cuenta su traición y simplemente le invita a “cuidar sus ovejas”.

Todo el evangelio de Jesús es un anuncio concreto, hecho de palabras y de acciones, de la misericordia de Dios para con los pobres, los enfermos y pecadores. El objetivo es que “los oprimidos” por otros o por sus propios errores olviden un pasado equivocado y aprovechen la oportunidad de empezar de nuevo. En eso consiste el Jubileo. Para eso ha sido consagrado y enviado Jesús. Y en eso consiste la misión de la Iglesia hoy: en anunciar con palabras y hechos la misericordia de Dios para todos aquellos que se sienten atrapados en sus dependencias, opresiones y pecados.

P. Antonio Villarino, Bogotá

La Iglesia de Cristo en misión en el mundo

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Logo-mes-misionero-ESEsta guía para la celebración del Mes Misionero Extraordinario, con el tema “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo”, es un texto elaborado por iniciativa de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y las Obras Misionales Pontificias, que contiene aportaciones de todo el mundo y se dirige a los cristianos de todo el mundo. Un texto hecho posible gracias a la intervención de las Direcciones Nacionales de las Obras Misionales Pontificias presentes en los distintos países.

El propósito de la Guía es servir a cada diócesis en sus necesidades de formación y animación misionera, preparando a los fieles a vivir el Mes Misionero Extraordinario querido por el Papa Francisco con ocasión del centenario de la promulgación de la Carta Apostólica Maximum Illud del Papa Benedicto XV (30 de noviembre de 1919).

La Guía ayudará a inspirar la creatividad de las Iglesias locales y de los fieles para abordar los desafíos inherentes a la evangelización a partir de la missio ad gentes y de su propio contexto, sin ninguna pretensión de exhaustividad o de sistematicidad en la reflexión teológica o catequética sobre la misión.

Las partes que componen la Guía corresponden a las dimensiones espirituales, indicadas por el Santo Padre al convocar el Mes Misionero Extraordinario: el encuentro personal con Jesucristo vivo en la Iglesia, el testimonio de los santos y mártires de la misión, la formación catequética a la misión y la caridad misionera. El texto, además de en español, está publicado en inglés, italiano, francés y portugués. Este próximo febrero se publicará la versión en papel.

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