Laicos Misioneros Combonianos

¡Porque para Dios nada es imposible!

CLM EthiopiaUno de mis principales apostolados es el trabajo de fisioterapeuta en la casa de la Madre Teresa. Allí, hace algún tiempo las hermanas me pidieron visitar uno de sus pacientes – Addisu – joven que con cáncer de hueso. La madre de Addisu murió de cáncer, su hermana también. Él cayó enfermo hace un año y medio, pero como provenía de una familia pobre no tenían dinero para el tratamiento. Finalmente, llegó a una de las clínicas misioneras en un pueblo que dista aproximadamente 100 km de Awassa. Lamentablemente allí no le pudieron ayudar demasiado, ya era demasiado tarde para cualquier tratamiento, por lo que le enviaron la casa de la Madre Teresa en Awassa. Al llegar aquí se encontraba en un estado psicológico terrible, realmente con un gran sufrimiento a causa del dolor, pero también por el miedo a la muerte. Pero cuando lo conocí no podía creer que era el mismo chico. Estaba tan alegre, sonriente, tranquilo. Aunque a veces su cara mostrara alguna mueca de dolor (que debe ser inimaginable, la pierna en la que atacó el cáncer se ve horrible… y tampoco hay los medicamentos fuertes que se utilizan para los pacientes en cuidados paliativos), en un momento la sonrisa y deseo de hablar regresaron. Cuando le pregunté al chico cuál era su mayor sueño en el que yo le pudiera ayudar a cumplir, me dijo que lo que más deseaba ahora era el bautismo. Para mí fue una respuesta sorprendente. Pero al mismo tiempo todo quedó claro -que la paz de su corazón, esta alegría a pesar del sufrimiento… Es todo gracias a Dios, el Dios que lo rodeaba con tanto amor y paz en este difícil momento.

Desde que conocí Addisu, he empezado a rezar por él mucho y también a pedir las oraciones de todos mis amigos. ¡Y así podríamos experimentar cuan poderosa es la oración!

CLM EthiopiaExistía la posibilidad de consultar con otros médicos y ellos encontraron que las lesiones pulmonares no eran metástasis del cáncer y que no era demasiado tarde para una amputación, ¡lo que podría salvar su vida! En una de nuestras reuniones de Bible Fellowship (donde siempre tenemos una oración por diferentes cuestiones) he mencionado la situación de Addisu y resultó que el marido de una de los miembros de nuestro grupo ¡es cirujano! ¡Y es uno de las mejores en Awassa! Entonces pude comprender cómo Dios comienza a trabajar y conectar todos los puzles. Tuvimos cita con el médico en muy poco tiempo (porque el sufrimiento de Addisu comenzó a aumentar por la propagación de la infección de la herida en la pierna) y ¡al día siguiente lo operaron! ¡Addisu es tan increíble! Y la oración, probablemente, le dio tanta paz que cuando se lo llevaban a la sala de operaciones, no mostró ningún signo de miedo o tristeza por perder su pierna sino que irradiaba alegría. Porque ¡él va a vivir! Después de unos días, le dieron de alta en el hospital y ahora trabajamos intensamente con la fisioterapia con el fin de hacerle caminar de nuevo. Y también otro milagro en toda esta situación es el padre de Addisu, que tras la muerte de su esposa e hija, y viendo a su hijo moribundo se separó completamente del chico… Era demasiado para él ver otro miembro de la familia morir de cáncer y sin poder hacer nada al respecto. Trató de olvidar la tristeza y el dolor en el alcohol… Pero ahora, cuando vio que su hijo iba a vivir, vino a Awassa y cuida de él ¡tan bien! ¡Es tan hermoso! Dios sana no sólo el cuerpo del niño, sino también su relación con el padre… Aunque se sabe que aún queda mucho por delante, así que ¡continuemos rezando!

Madzia Plekan LMC en Awassa Etiopia

Peregrinando camino a Bangui para la visita del Papa

JesusEl día 25 de noviembre se inició la peregrinación a pie de los fieles de nuestra parroquia, desde Mongoumba a Bangui para participar en las ceremonias de la visita papal. Éramos cuatro grupos de 18 personas, una de ellas compuesta sólo por pigmeos recientemente bautizados.

Nos poníamos en marcha cada el día sobre las 2.30hs de la mañana con un papilla de arroz bien azucarada, para que todo el mundo pudiera tener energía para caminar. Iniciábamos con la oración, y luego todos en marcha, cantando hermosas canciones en Sango.

Cada día se cubrían aproximadamente 30kms, con alegría, a pesar de las “ampollas” en los pies…

Cuando se llegaba al lugar previsto para pasar la noche, se almorzaba y por la tarde, después de un merecido descanso, se hacía una catequesis sobre el tema del día, seguido de la Eucaristía.

Los temas presentados fueron: “Reconciliación”, “Laudato Si”, “La alegría de Evangelio” y “Bienaventurados los pacificadores”, temas interesantes que los peregrinos apreciaron mucho. En cada catequesis se distribuía a cada peregrino una cinta simbólica del tema: violeta, verde, roja y blanca.

Al terminar la misa se cenaba aprovechando los últimos rayos de luz.

Para las 20hs todo el mundo estaba en la cama, quiero decir, a dormir en una lona tendida en la tierra, dentro o fuera de la capilla. Las comunidades en las descansamos nos acogieron cálidamente y mostraron todo su apoyo, trayendo el agua y la leña. En dos de ellas prepararon comida que llegó para más de 70 personas.

EliaElia, yo y tres cocineras (voluntarias) íbamos en coche llevando todo lo necesario para cocinar durante seis días, que finalmente resultaron ser siete.

Elia estuvo incansable, con todos los que se acercaron a ella con los pies heridos o doloridos…

La llegada a Bangui fue el sábado por la mañana. La gente en la calle se detuvo asombrado al ver a toda esta gente peregrinando, cada uno con su cruz más alta que uno mismo, y con un grupo de pigmeos muy animados en el medio. Todos de Mongoumba.

Las actividades en la casa de los Misioneros Combonianos en Bimbo, donde estábamos alojados, fueron iguales a las de los días anteriores.

Fueron cuatro días de caminata en los que nadie se rindió a pesar de la fatiga… esperamos que esta peregrinación dé frutos; conversión al Señor, en cada corazón, personas protectoras de la Tierra “golpe Sopo/bata Sesse” anunciadores alegres del Evangelio, hombres y mujeres de paz.

Un abrazo

Maria Augusta, LMC Mongoumba

¡Familia!

Comentario a Lc 2, 41-52 (Fiesta de la Sagrada Familia, 27 de diciembre del 2015)

Natale etiopico

Lucas concluye su “evangelio de la infancia”, antes de comenzar a narrar la “vida pública” de Jesús, con una magnífica escena en la que se ve a Jesús como miembro de una familia y de un pueblo. Les invito a releer este texto desde la experiencia de su propia familia, como quien se ve en un espejo. Por mi parte destaco cinco breves reflexiones:

1.- La importancia del ritmo de la vida.  “Sus padres iban cada año a Jerusalén, por la fiesta de Pascua”, dice Lucas. ¡Qué importante es, para cada uno de nosotros y para la educación de los más jóvenes, esta inserción en el ritmo de una familia, de una comunidad, de un pueblo! Todos recordamos con gran cariño las celebraciones familiares de la Navidad, de los cumpleaños o de otros acontecimientos, que se repiten regularmente y a los que todos tratamos de ser fieles. Personalmente, recuerdo el hecho de ir a la iglesia con mis padres, hermanos y vecinos. Eso me daba una gran identidad y orgullo de ser lo que era: miembro de una familia y de una comunidad orante. Pienso que Jesús se sintió también así: orgulloso de sus padres y de su pueblo; la relación con sus padres, con sus vecinos y con su Dios eran parte de una misma realidad de vida que.

2.- Atención al camino de cada uno. “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?”, dijo María a Jesús.  María, como todos los padres, amaba tanto a su hijo que lo quería proteger en todo momento y controlarlo. Pero eso no es posible ni conveniente, porque Jesús (y cada uno de nosotros) no agota su personalidad y su vocación como hijo de María. Él es también Hijo del Padre (con mayúsculas). Por eso es tan importante en las familias y comunidades reconocer la singularidad y la vocación de cada uno. Los hijos no pertenecen a sus padres, pertenecen a Dios, que tiene para ellos un camino propio.

3.- El amor es más grande que las incomprensiones y las diferencias. “Ellos no comprendieron lo que les decía”, afirma Lucas. Todos los padres conocen bien esta experiencia: ¡Cuántas veces no comprenden lo que los hijos están viviendo o por qué dicen o hacen ciertas cosas! Lo mismo les puede pasar a los hijos respecto de sus padres o a los hermanos entre sí. Pero el amor es más fuerte y resiste los problemas, los fallos y las contradicciones. A veces en la familia hay ideas políticas distintas, experiencias religiosas contrastantes, gustos diversos, fracasos y ofensas… pero el amor es único y lo supera todo, como dice San Pablo en la Primera Carta a los Corintios, capítulo 13.

4.- Guardar la memoria. La frase de Lucas -“Su madre guardaba todos estos recuerdos en el corazón”- es una de las que mejor definen a María y a todas las madres. El amor puede pasar por crisis, incomprensiones, aparentes desapariciones, pero el amor verdadero nunca muere. Permanece siempre en el corazón de quien ama y allí, en la intimidad más auténtica, espera su victoria sobre el mal y la duda; espera su plenitud total cuando logre entrar en comunión con el corazón del Padre, que nos espera siempre, como el Padre del Evangelio (Lc 15).

  1. Crecer en sabiduría y en gracia. “Iba creciendo… ante Dios y ante los hombres“. La familia no es un castillo en el que nos encerramos para defendernos contra el mundo, sino la tierra fértil en la que cada uno de nosotros va creciendo en sabiduría y en gracia hasta “llegar a la plenitud de humanidad” que Dios nos tiene reservada a cada uno.

Gracias, Señor, por la familia. Ayúdanos a permanecer fieles y constructivos, creciendo siempre en sabiduría y amor compartidos.

P. Antonio Villarino

Madrid

No un rey poderoso, sino un niño en pañales

Comentario a Lc 2, 1-14 (Primera Misa de Navidad, 25 de diciembre del 2015)

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Leemos una parte de lo que se conoce como “evangelio de la infancia”. Puede parecer un cuento de hadas o una fábula. Pero es mucho más. Es ciertamente una historia muy bella, pero, al contrario de lo que puede parecer, está pensada, no tanto para niños, cuanto para adultos bien conscientes, críticos y deseosos de una humanidad nueva. Permítanme que se la cuente a mi manera, partiendo de la ciudad de Roma donde viví los últimos cinco años.

Hace unos dos mil años en la ciudad de Roma y en todo el mundo conocido entonces dominaba un sucesor del emperador César Augusto, que tenía a su disposición miles de soldados y maravillosas estructuras económicas, comerciales y sociales, así como mucho poder político, cultural y religioso.

Mientras en aquella gran urbe, sede de aquel fabuloso Imperio, celebraban las fiestas del invierno con mucho “pan y circo”, en la una periférica ciudad del Imperio, en Jerusalén, había una pequeña comunidad de “pobres de Yahvé”  que se encontraban cada semana en la casa de uno de ellos. Eran personas de corazón sencillo, honesto y creyente, que se reunían en la noche para hacer memoria de Jesús de Nazaret, en quien habían “tocado con mano” la presencia extraordinaria de aquella “sombra divina” que acompañaba al pueblo de Israel en el desierto y que ahora se había hecho Palabra luminosa, mano sanadora, perdón gratuito, esperanza firme. Aquellos discípulos se sentían totalmente unidos a Jesús y entre ellos por lazos indestructibles de una nueva “familiaridad”.

Claro que no siempre habían comprendido lo que el Maestro les había enseñado. Y aquello era una razón más para seguir reuniéndose; ponían en común los recuerdos y las experiencia que cada uno había hecho con Él: Meditaban y confrontaban lo que Él había dicho con las Escrituras santas (la Ley, los profetas, los salmos…). Uno de los libros que más les ayudó a comprender lo que les había pasado con Jesús fue el libro de Isaías, un texto poético, lleno de sabiduría y profecía.

Gracias a Isaías, comprendieron que Jesús era el cumplimiento de la promesa hecha a David, nacido precisamente en Belén, de la estirpe de Jesé y Rut, la migrante que había llegado del extranjero con la suegra Noemí. Hablando del  rey David, los discípulos de Jesús recordaban que Dios, ante el fracaso de los reyes de Israel (que más que pastores habían sido lobos para su pueblo), había prometido un verdadero “rey”, que no sería un “lobo” (como los reyes de Israel o los emperadores), sino un verdadero pastor, dispuesto a dar la vida por las ovejas.

Ayudados por Isaías y otros textos del AT, los discípulos comprendieron que aquel Rey mesiánico, Señor e Hijo del Hombre, no se parecía en nada al poderoso emperador romano ni a sus reyezuelos corruptos. Por el contrario, el Maestro y Mesías al que ellos siguieron, no sólo no disponía de ejércitos y riquezas, sino que había nacido de María, una mujer sencilla que confiaba solamente en Dios. Las palabras de Isaías –“El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz… porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado”- se habían hecho verdad en Jesús de Nazaret; ellos han podido verlo con sus propios ojos, han podido escucharlo con sus oídos y tocarlo con sus manos; en Él se había hecho presente la “gracia d Dios que trae la salvación para todos”; él traía la paz para todos… De eso habla en realidad el “evangelio de la infancia”  que Lucas nos transmite y leemos en estos días.

Nosotros, reunidos en la fe, lo leemos también con corazón sencillo y abierto, no como una fábula, sino como un texto profético, que nos ayudan a comprender cada vez más y mejor este misterio de un Dios que se revela hoy, como ayer, en la sencillez y en la humildad, porque en la arrogancia sólo actúan los falsos reyes y emperadores, los que quieren suplantar a Dios.

El mensaje del “evangelio de la infancia” es claro: No debemos buscar a Dios en los palacios de los poderosos, en nuestro propio orgullo o en ideologías muy elaboradas… Busquémoslo en la cercanía de los emigrantes, en compañía de las personas sencillas que sirven con generosidad a los enfermos o a los pobres, en nuestra propia debilidad.

Que el Señor nos conceda un corazón humilde y atento, como el de María y el de los pastores, para saber ver a este Dios “niño” que quiere seguir naciendo entre nosotros con su mensaje de “paz desarmada” y de gozo universal. Y que como los pastores podamos cantar “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra  paz a los hombres y mujeres de buena voluntad.

P. Antonio Villarino

Madrid

Retiro misionero en Mozambique

Mozambique

Los/as laicos/as de la diócesis de Nacala se reunieron el 7 de diciembre para la celebración de un retiro de adviento.

Asistieron 16 laicos de diferentes misiones de la diócesis. El retiro fue dirigido por el P. Damasceno, espiritano, presente en la misión de Itoculo.

Por la mañana después de nuestra llegada, hicimos una oración inicial reflexionando sobre el poder transformador del amor y nos invitaba a utilizarlo para cambiar lo que nos cierra sobre nosotros mismos, recordando que el adviento es un tiempo propicio para ello.

A continuación, p. Damasco nos ayudó a reflexionar sobre el Evangelio del segundo domingo de Adviento, y a ver que, después de describir los “poderes” del mundo, político y religioso, concluye con la afirmación de que la Palabra fue dirigida a Juan en el desierto. Dios revela su Palabra a los pequeños, en los lugares olvidados. ¡Por eso se nos invita a retirarnos al desierto para escuchar a Dios! El desierto es el lugar privilegiado de la relación de Dios con su pueblo. También nos propone reflexionar algunas preguntas sobre nuestra experiencia misionera, desafiándonos a revisar algunas actitudes y compromisos.

Después del almuerzo, para continuar con la reflexión, hemos elegido la playa, un lugar tranquilo y apacible, lo que nos facilitó el contacto con la naturaleza, magnífica obra de Dios. Este entorno iluminó muy bien la reflexión de la tarde, que traía la segunda lectura del 3er domingo de Adviento, el domingo de la alegría. “¡Regocijaos siempre en el Señor!”, una relación con algunos de los párrafos de la encíclica Laudato Si ‘y también algunos extractos de la vida de San Francisco de Asís.

Por la tarde, al regresar de la playa, celebramos la misa como cierre de este día, donde también, en el momento de acción de gracias, se produjo la despedida de 5 laicos que regresábamos a nuestras tierras: 3 laicas Vicentinas españolas, Cristina, Nina y Virginia, la laica comboniana portuguesa Marcia y el laico comboniano brasileño Flávio.

¡Terminamos la reunión con una cena y convivencia, en la alegría de la espera del Señor que viene!

¡Buena vivencia de Adviento para Todos!

LMC, Flavio Schmidt