Laicos Misioneros Combonianos

Una nueva comunidad internacional de Laicos Misioneros Combonianos se pone en marcha en Kenia

CLM Kenya

Desde hace algunos años, los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) están pensando en abrir una comunidad internacional en Kenia. Para responder a este deseo, los Misioneros Combonianos están terminando la construcción de una casa en Kitelakapel (Parroquia de Kacheliba), entre los Pokot, que acogerá a los laicos misioneros. Con la llegada de Linda Micheletti, LMC italiana y Josephine Loree, LMC de Kenia, este sueño empieza a hacerse realidad. Ahora estamos a la espera de más candidatos que puedan ir a hacer comunidad con Linda y Josephine.

“Subira huvuta heri” es una expresión swahili que significa que las cosas buenas llegan a los que esperan. Jueves, 7 de abril de 2022, y Linda Micheletti, nuestra esperada invitada, está por fin aquí. Estamos muy contentos de que por fin haya llegado. Culturalmente, mantenemos los valores de la familia y de la acogida de los invitados en alto, por lo que estamos más que contentos de dar la bienvenida a nuestra invitada a nuestra creciente familia de los LMC de Kenia.

Los Laicos Misioneros Combonianos de Kenia son un pequeño grupo compuesto por cuatro miembros que han completado su formación en diciembre. Otros están todavía en formación. El grupo se reúne mensualmente en Nairobi y también está creando una comunidad en Kitelakapel que ha sido impulsada por la llegada de Linda. Linda, junto con Josephine, serán los primeros miembros de la comunidad.

Estamos contentos de que nuestra familia crezca y esperamos dar la bienvenida a más miembros en el futuro.

https://www.comboni.org/en/contenuti/114332

Mensaje de Pascua del Consejo General MCCJ: “El Resucitado que no nos deja solos”

Pascua

“Para millones de personas, esta Pascua sigue siendo de sufrimiento, conflicto, guerra, desplazamiento, hambre, muerte y destrucción. Observar este escenario desde una perspectiva humana nos da una sensación de miedo, de angustia, de pérdida: un callejón sin salida. En cambio, para nosotros, discípulos misioneros, no es el momento de quejarnos, sino de ver, a través de la mirada de nuestra fe, al Resucitado que no nos deja solos” (Consejo General)

Mensaje de Pascua

“Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, y el mar ya no existía… Entonces oí una voz potente que salía del trono y decía: “¡He aquí la tienda de Dios con los hombres! Habitará con ellos y serán su pueblo y será el Dios con ellos, su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado”.
(Apocalipsis 21:1-4)

Queridos hermanos,
Con gran alegría nos dirigimos a vosotros, para compartir la Buena Noticia de que el Nuevo Cielo y la Nueva Tierra ya están entre nosotros: ¡Ha resucitado! “Esta es la tienda de Dios con los hombres“. ¡Aleluya!

Tiempo de pasión

Hablar de Pascua, Resurrección, Cielo Nuevo, Tierra Nueva en tiempos de pandemia y guerra parece una contradicción. En lugar de ver signos de vida, vemos destrucción y muerte, porque las guerras y las enfermedades son signos de la pasión y la muerte de Jesús que continúan en la vida de su pueblo. Para millones de personas, esta Pascua sigue siendo de sufrimiento, conflicto, guerra, desplazamiento, hambre, muerte y destrucción. Observar este escenario desde una perspectiva humana nos da una sensación de miedo, de angustia, de pérdida: un callejón sin salida. En cambio, para nosotros, discípulos misioneros, no es el momento de quejarnos, sino de ver, a través de la mirada de nuestra fe, al Resucitado que no nos deja solos: “Él habitará con ellos y ellos serán su pueblo y él será Dios con ellos, su Dios”. Y enjugará toda lágrima de sus ojos“. El Resucitado es el Crucificado. En su glorioso cuerpo hay heridas indelebles que se han transformado en destellos de esperanza. Como dice el Papa Francisco: “… la indiferencia, el egoísmo, la división, el olvido no son realmente las palabras que queremos escuchar en este momento. ¡Queremos desterrarlos de todos los tiempos! Parecen prevalecer cuando el miedo y la muerte prevalecen en nosotros, es decir, cuando no dejamos que el Señor Jesús triunfe en nuestros corazones y en nuestras vidas. Que Él, que ya ha vencido a la muerte y nos ha abierto el camino de la salvación eterna, disipe las tinieblas de nuestra pobre humanidad y nos introduzca en su día glorioso que no conoce el ocaso” (Mensaje de Pascua Urbi et Orbi – 12 de abril de 2020).

Tiempo de escucha y discernimiento

La luz del cirio pascual que enciende nuestras velas es la luz del Señor resucitado que ilumina nuestras acciones y nuestras obras, el fruto de nuestra escucha. La escucha de los gritos de millones de seres humanos que aún viven en situaciones de muerte; la escucha de los Hermanos que caminan con nosotros tras las huellas de la misión; la escucha de la Palabra y de la voz del Espíritu Santo que nos ayuda, a través del compartir y de la oración, a discernir los signos de los tiempos que vivimos como sociedad, como Instituto y como Iglesia. Es en la intimidad con el Señor Resucitado donde hacemos nuestro ser de discípulos misioneros combonianos llamados a vivir la alegría del Evangelio en el mundo de hoy. Somos una misión y a través de nuestro testimonio, de nuestro ministerio, proclamamos el Nuevo Cielo y la Nueva Tierra, porque “el antiguo cielo y la antigua tierra habían desaparecido y el mar ya no existía… las primeras cosas han pasado“. Resuena la voz de la esperanza: ¡Cristo ha resucitado! Es la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “esquiva” el sufrimiento y la muerte, sino que los atraviesa, abriendo un camino en medio del abismo, transformando el mal en bien: la marca exclusiva del poder de Dios.

Tiempo de celebrar

“…y no habrá más muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor“. La certeza de que el Señor resucitado está vivo entre nosotros nos llena de alegría, reconfirma nuestra misión en la construcción del Reino que es vida en plenitud para todos, especialmente para los más pobres y abandonados. Por eso debemos celebrarlo. Celebrar las pequeñas y grandes victorias que se producen a diario en los gestos de solidaridad, intercambio, reconciliación, fraternidad, justicia y paz en nuestras comunidades religiosas y parroquiales. Celebrar la victoria de que la muerte es superada por la ternura del amor a través del servicio de las personas que son el ángel de la guarda de la puerta de al lado, en medio de las guerras, pandemias, conflictos, violencia, etc. Celebremos el XIX Capítulo General en este contexto de Pascua como un Kairós pascual, un Kairós del Espíritu: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: ‘He aquí que hago nuevas todas las cosas‘”. (Apocalipsis 21:5).

¡Feliz Pascua para todos!
El Consejo General
Roma, 17 de abril de 2022

El asno, la cena y el servicio

burro

Comentario a Lc 19, 28-44 y a Lc 22, 14-23,56b5, (Domingo de Ramos, 10 de abril de 2022)

La liturgia nos ofrece hoy dos lecturas del evangelio de Lucas: la primera, antes de la procesión de ramos, sobre la bien conocida historia de Jesús que entra en Jerusalén montado sobre un pollino (Lc 19, 28-44);  la segunda, durante la Misa, es la lectura de la “Pasión” (las últimas horas de Jesús en Jerusalén), esta vez narrada por Lucas en los capítulos 22 y 23.

Con ello entramos en la Gran Semana del año cristiano, en la que celebramos, re-vivimos y actualizamos la extraordinaria experiencia de nuestro Maestro, Amigo, Hermano y Redentor Jesús, que, con gran lucidez y valentía, pero también con dolor y angustia, entra en Jerusalén, para ser testigo del amor del Padre con su propia vida.

Toda la semana debe ser un tiempo de especial intensidad, en el que dedicamos más tiempo que de ordinario a la lectura bíblica, la meditación, el silencio, la contemplación de esta gran experiencia de nuestro Señor Jesús, que se corresponde con nuestras propias experiencias de vida y muerte, de gracia y pecado, de angustia y de esperanza. Por mi parte, me detengo en dos puntos de reflexión:

  1. El rey montado sobre un pollino.

Hace algunos años he podido visitar Jerusalén durante diez días. Y, entre otras cosas, pude caminar desde Betfagé hasta el Monte de los olivos, desde el cual se contemplan los restos del antiguo Templo y la ciudad santa en su conjunto. Es un tramo no muy largo, pero en pendiente, por lo que exige un cierto esfuerzo. Según el texto de Lucas, Jesús hizo este recorrido montado sobre un pollino y aclamado por la gente.

Se trata de una escena que se presta a la representación popular y que todos conocemos bastante bien, aunque corremos el riesgo de no entender bien su significado. Para entenderlo bien, no encuentro mejor comentario que la cita del libro de Zacarías a la que con toda seguridad se refiere esta narración:

                “Salta de alegría, Sion,

                lanza gritos de júbilo, Jerusalén,

                porque se acerca tu rey,

                justo y victorioso,

                humilde y montado en un asno,

                en un joven borriquillo.

                Destruirá los carros de guerra de Efraín

                y los caballos de Jerusalén.

                Quebrará el arco de guerra

                y proclamará la paz a las naciones”.

                (Zac 9, 9-10).

Sólo un comentario: ¡Cuánto necesitamos en este tiempo nuestro lleno de arrogancia, terrorismo y conflictos de todo tipo  la presencia de  este rey humilde y pacífico que no se impone por “la fuerza de los caballos” sino por la consistencia de su verdad liberadora y su amor sin condiciones!

2. La cena y el servicio

Lucas pone especial énfasis en la cena pascual, que es una cena de hermandad. Jesús, que comía con publicanos, pecadores, fariseos, come ahora con sus amigos y discípulos, fiel a la tradición e innovando un nuevo ritual que dura hasta hoy en forma de Misa. En torno a la Cena Jesús sella una nueva alianza con los más allegados, una alianza que nosotros renovamos cada vez que participamos conscientemente en la Eucaristía.

Seguir a Cristo hasta la cruz es disponerse a entregar la propia vida por amor.

Pero llama la atención que, inmediatamente después de la Cena, Lucas coloca el tema del servicio cristiano, como Juan coloca en el mismo contexto el lavatorio de pies. Me parece que el mensaje es claro: los discípulos de Jesús sellan entre sí y con Jesús un pacto de alianza cuyo sello es precisamente el servicio mutuo, no como los reyes de esta tierra. Eucaristía y servicio van juntos, son dos caras de la misma alianza.

 Contemplar a Cristo en la cruz es identificarse con Él, es ponerse a caminar sobre  las huellas de su entrega, confiando en que, aunque se rían de nosotros, el amor es más fuerte que la muerte.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Una historia en Centro África

Jesus Ruiz

Recuperamos un video grabado por el programa español, Pueblo de Dios, donde Jesús Ruiz (actualmente obispo de la diócesis) nos cuenta su experiencia misionera cuando era misionero en Mongoumba donde comparte presencia con nuestra comunidad LMC.

Es un video de hace unos años, pero nos ayuda a entender nuestra presencia misionera en la zona. La vida del misionero y la realidad del pueblo centroafricano.