Laicos Misioneros Combonianos

“No me olviden”

Comentario a Mc 14, 12-16.22-26: Solemnidad del Cuerpo de Cristo, 7 de junio
La fiesta del Cuerpo de Cristo (o Cuerpo del Señor) se celebra en algunas partes en jueves, pero en otras muchas en domingo. Lo importante es que es una excelente ocasión para tomar conciencia de lo que con ello celebramos. Después de leer la narración de Marcos, que la liturgia nos ofrece hoy, comparto con ustedes las siguientes reflexiones:

DSC004311) Recordar a una persona amada
Pienso que a todos ustedes les pasa. A medida que vamos creciendo, hacemos colección de recuerdos de personas que amamos. Estos recuerdos toman cuerpo a veces en una foto, otras en algunos objetos particularmente entrañables, que representan mucho más de lo que son en sí mismos y que, cada vez que los vemos, remueven nuestras entrañas y nos hacen sentir especiales, porque sabemos que hemos sido amados, que hemos amado y que, de alguna manera, ese amor sigue vivo en nosotros. Yo, por ejemplo, conservo como algo muy valioso una gorra de mi papá y, cuando, me la pongo, me siento unido a él, me siento parte de una familia, de una saga de amor. No soy una persona aislada, sino una persona que vive en comunión con tantas otras, cuya memoria y presencia me enriquecen y me hacen ser más y mejor.
Algo así es lo que ha ocurrido con los discípulos, a parir de aquella última cena, en la que Jesús, antes de afrontar la muerte con gallardía, cenó con los suyos, partió el pan (imagen real de su propio cuerpo), repartió el vino (imagen de su propia sangre) y les dijo unas palabras que suenan así: “No me olviden nunca, permanezcan unidos, ámense unos a otros, continúen con la obra del Reino. Yo sigo siempre con ustedes”. Y los sucesivos discípulos, desde hace 2.000 años, se han mantenido fieles a este recuerdo, a este compromiso de amor. A esto le llamamos “memorial eucarístico”, “cuerpo y sangre del Señor”.
No sé por qué la Eucaristía se nos volvió a veces como una “obligación pesada”, como una “cosa de curas”, como un rito mágico o tantas otras cosas. La Eucaristía es hacer memoria del Amigo y Maestro Jesús, es gozar de su presencia, es entrar en comunión con Él, es sentirse alimentado y fortalecido por un amor que no falla nunca, es jurar cada domingo que no le olvidaremos ni a Él ni a su proyecto para la humanidad, ni a sus preferidos, los pobres.

P10008442) Lo mejor está por venir
La cena de Jesús se inserta en una tradición de siglos que tenía el pueblo de Israel. Los judíos lo tenían muy claro: por su historia había pasado Dios de una manera tangible y extraordinaria: en la liberación de la esclavitud, en la difícil travesía de un desierto estéril e incapaz de sostener la vida, en la victoria sobre enemigos que lo querían destruir, en la superación del trauma del exilio… Todo eso lo celebraban –y lo celebran– cada año en la Pascua, como una fiesta de la Memoria, pero también de la esperanza. Si Dios ha sido grande con nosotros en el pasado, lo será también ahora y en el futuro.
Con ese mismo sentido celebramos los cristianos la Eucaristía: celebramos la memoria de Jesús y, haciendo eso, reafirmamos la esperanza (a pesar de nuestros límites, fracasos y pecados) y el compromiso con un futuro más acorde con el mensaje de Jesús: en nuestra vida personal, en nuestra comunidad, en el mundo. Lo mejor de nuestra vida, en cierto sentido, está por venir.

P10105343) La habitación del piso superior: el cenáculo
Para celebrar la Pascua, Jesús mandó a sus discípulos buscar una habitación. Casi parece recordarnos como José buscó un lugar en Belén para que María diese a luz a su Hijo. Es que Dios para “nacer”, para “hacerse pan y vino”, para mostrarse presente necesita un espacio humano que lo acoja. De hecho, es difícil que una comunidad pueda reunirse si no tiene un espacio, un cenáculo, para ello: puede ser la sombra de un árbol, un salón comunal, una vivienda familiar, un templo rural o una catedral… Pero más que ese “lugar” geográfico, Dios necesita una vida, un corazón, una persona, una comunidad abierta, una familia disponible. Sólo así puede repetirse el milagro de su presencia en las personas, en las familias, en la sociedad. ¿Soy yo un lugar abierto para Dios o me encierro en mi propio orgullo y aislamiento?
P. Antonio Villarino
Roma

[Portugal] Vivimos la llamada a la misión como cristianos movidos por la fe y no por el trabajo

LMC PortugalEl pasado viernes 22 de mayo tuvimos una nueva reunión de los candidatos LMC en la casa de Viseu. El tema de esta unidad formativa fue Laicos en la Iglesia – Espiritualidad laical y misionera, presentado por Carlos Barros.

Empezamos viendo una película que me tocó mucho “Selma la marcha de la libertad”, que narra la lucha que Martin Luther King tuvo que luchar para conceder el derecho de voto a cada persona, que termina con una marcha épica desde la ciudad de Selma a Montgomery, Alabama, y ​​que provocó que el presidente Lyndon B. Johnson firmase la Ley de Derecho al Voto en 1965.

El sábado Carlos nos habló de la espiritualidad, se ha hablado mucho, pero algunas de las frases que me marcaron fueron “la espiritualidad es un camino hacia Dios”, “es una relación de amor con Cristo,” que es la “vida alimentada por Cristo”. Espiritualidad cristiana no es sólo de algunos, es un estilo de vida…

Tuvimos la oportunidad de reflexionar sobre la identidad de los LMC en los artículos 4 y 5 del directorio en el que nos pidieron que pensásemos en algunas preguntas:

  • ¿Cómo evalúo mi espiritualidad a la luz de estos artículos del directorio de los LMC?
  • A través de este proceso de formación ¿he ido ganando conciencia sobre algunos aspectos contenidos en estos artículos?
  • ¿Hay algunos puntos en estos artículos cuya finalidad siento que todavía no he conseguido? ¿Cuáles son? ¿Por qué?
  • ¿Crees que algún día podrás guiar tu vida por los principios contenidos en estos artículos?

Durante el sábado por la mañana todavía tuvimos la sorpresa de recibir la visita de Palmira Pinheiro – Misionera Secular Comboniana recién llegada de la misión, que compartió un poco de su vida misionera.

LMC PortugalDespués de la comida, que fue muy agradable, y con las energías reforzadas, ya era hora de volver al trabajo. Carlos continuó hablando de espiritualidad, y más específicamente Espiritualidad Laical donde hablamos del papel de los laicos en la Iglesia y, ciertamente, seguir a Jesús es “una tarea exigente y comprometida”, tenemos que tomar un papel activo, estando disponible para SERVIR y no para ser servido, debemos ser radicales para asumir que “vivimos la llamada a la misión como cristianos movidos por la fe y no por el trabajo.”

Durante la oración vespertina reflexionamos sobre “Id también vosotros a mi viña”, donde Jesús nos invita a ser parte de su viña, no sólo a los religiosos o religiosas, sino a todos los fieles laicos, todos los bautizados, porque todos estamos unidos por el Bautismo. Cada uno de nosotros es parte de la Iglesia, cuando alguien no está presente, la iglesia es más pobre.

Jesús nos invita también a vivir una vida diferente como Laicos, nos invita a vivir despegados de los bienes materiales, los lazos familiares (que es para mí lo más difícil de pensar o imaginar…) y tener el valor de ir… de no tener miedo de decir “Sí Padre, aquí estoy…”.

Por la noche nos presentó el testimonio el P. Ginno Pastor por Skype (las nuevas tecnologías hacen maravillas como esta) donde escuchamos su experiencia en la misión, siempre en Mozambique, donde se notaba que el P. Ginno hablaba de esto con mucho amor. Su sonrisa al hablar de la misión, sus palabras irradiaba amor por los demás, un ejemplo del que fue pobre con los más pobres, alguien que fue sin duda uno de ellos mientras vivía en la misión… La frase que me tocó más en su testimonio fue “la sonrisa del otro lo paga todo 🙂 “.

La noche se fue alargando, ya que fue una gran noche, Pentecostés, donde tuvimos una pequeña vigilia donde cada uno de nosotros pudo compartir lo que es “ser Iglesia” escribiendo en un racimo de uvas cuándo nos sentimos Iglesia… “Soy iglesia cuando… “.

El domingo por la mañana participamos en la Eucaristía con la comunidad de Viseu, y fue bonito sentir la presencia del Espíritu Santo… fue un momento muy especial. Sentí de nuevo el deseo de ser radical, ser diferente y hacer lo que hago por fe y no por obligación, como alguien dijo, “Si es interior y no por obligación esto se refleja”. Es necesario creer en las palabras del Papa Juan Pablo II: “Cristo no quita nada, sólo da” y es con la certeza de este amor por nosotros, que continuo comprometida como cristiana… y espero cada día poder decir al Señor “Heme aquí…”.

Andreia Martins (candidata LMC)

Iglesias y minería en América Latina

MInasUn vídeo de denuncia y esperanza: grandes minas a cielo abierto, deforestación y expulsión de familias y comunidades enteras. Pueblos indígenas y comunidades tradicionales amenazados por intereses mineros sobre sus territorios. Contaminación del agua, la tierra y el aire. El transporte de minerales afecta a centenares de comunidades que viven en las proximidades de los mineroductos o de las ferrovías construidas para la exportación de la inmensa mayoría de nuestros recursos. Conflictos y manifestaciones populares, espionaje y criminalización de líderes comunitarios. Muertes y persecución de personas, familias y comunidades.

A pesar de todo esto, la minería en América Latina continúa creciendo. Los Estados nacionales están a remolque de estos intereses y se comportan como aliados de las multinacionales mineras, colocando a su servicio los sistemas de inteligencia y las fuerzas de seguridad o flexibilizando la legislación para facilitar la expansión de los proyectos extractivos.

Numerosas comunidades afectadas son apoyadas, asesoradas y defendidas también por las Iglesias, que se han posicionado con determinación en diversos contextos y han denunciado recientemente estas violaciones en una audiencia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Agentes de pastoral de las iglesias cristianas de América Latina se están articulando para buscar alternativas a las agresiones que supone la minería.

“Iglesias y Minería” es un grito de resistencia y de esperanza, el grito de las comunidades y de la vida que no se dejará callar.

Iglesias y Minería es un grupo ecuménico de seglares, religiosos y religiosas, comprometidos con la defensa de las comunidades afectadas por la minería en los diversos países del continente. Desde 2013 el grupo ayuda a la articulación de las comunidades afectadas, junto a la jerarquía de las Iglesias que puedan y quieran apoyarles y con organizaciones de defensa de los derechos humanos.
[iglesiasymineria@gmail.com]

Aspirantes LMC en Ghana: meditando sobre la fe

GhanaEste 9 de mayo de 2015, en nuestro Centro, hemos reflexionado sobre la fe gracias a la ayuda de nuestro Capellán. De hecho, esta meditación es continuación del tema que comenzamos en nuestra última reunión. El Rev. padre compartió con nosotros algunos autores, visiones y experiencias sobre la fe.
De acuerdo con Thomas Merton: “En última instancia, la fe es la única clave para el universo. El sentido último de la existencia humana y la respuesta a las cuestiones sobre las que toda nuestra felicidad depende no se puede encontrar de ninguna otra manera”. Para otro autor, la fe se relaciona con el amor y los dos encuentran su sentido en Dios. “Por la fe, dice San Ignacio de Antioquía, en el principio y el final es amor y Dios son los dos puestos en unidad. Después de esto viene cualquier otra cosa que hace un caballero cristiano”. La fe, dice el padre no está en contra de la razón. Él apoyó ese punto de vista citando a Armiger Barclay y Blaise Pascal. El primero dijo: “Las personas sólo piensan que vale la pena creer en una cosa si es difícil de creer”. El segundo declaró que: “La fe declara lo que los sentidos no ven, pero no lo contrario de lo que ven. Es sobre pero no contrarios a ellos”. El padre insistió en la fe como un don de Dios. No somos capaces de nada, dijo Soren Kiekegaard, es Dios el que nos da todo. Él es el que nos da la fe. La fe determina lo que somos y somos lo que es nuestra fe, dice un proverbio hindú.
GhanaDespués de este tiempo de reflexión y meditación, nos presentaron a algunos laicos de España. Ellos pertenecen a una asociación llamada Youcanyolé. Son cristianos motivados por su fe que testimonian la Buena Nueva a los pobres a través de su trabajo. De hecho, hicieron un servicio maravilloso aquí en IMFH (en la casa de mi Padre) sobre todo en Lume donde IMFH tiene una clínica. Nuestro encuentro con ellos fue para promover la colaboración. Pueden constituir un vínculo entre nosotros y el grupo LMC en España. Quizás algunos de ellos se quieran unir a nuestro Movimiento Internacional. Después del breve encuentro con ellos, nosotros continuamos nuestras actividades. Nos informaron de nuestros dos amigos accidentados. Ahora también tenemos una cuenta bancaria para nuestro grupo. Decidimos tener la próxima reunión el día 13 de junio en Dadome, un lugar perteneciente a Mafi-Kumase donde reside nuestro capellán. Después de esto, tuvimos nuestra comida comunitaria.

Justin Nougnui, coordinador.

La montaña y el nombre de Dios

Comentario a Mt 28, 16-20, Solemnidad de la Santísima Trinidad, 31 de mayo del 2015

Este domingo dedicado a la Santísima Trinidad es, de alguna manera, el punto álgido del año litúrgico. Al discípulo misionero, que trata de identificarse con Jesucristo, se le ofrece en contemplación y adoración una aproximación al el misterio de Dios, una realidad que le es la más íntima que su propia intimidad (como dice San Agustín) y, al mismo tiempo, le supera por todos los lados. La Iglesia nos ofrece hoy los últimos versículos del evangelio de Mateo, en los que, casi de pasada, se nombra al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Detengámonos un poco a meditar sobre algunos conceptos que aparecen en estos últimos versículos de Mateo:

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1) Subir a la montaña:
Jesús encuentra a sus discípulos en una montaña de Galilea. Parece una anotación geográfica casi sin importancia, pero no creo que sea así. De hecho, todos nosotros estamos marcados por la geografía. En mi vida personal, hay muchas montañas que han dejado huella. Pienso, por ejemplo, en los majestuosos picos del Sinaí que me han ayudado a intuir como Moisés y Elías pudieron experimentar allí la presencia inefable de Dios (Ex 19, 20; 1Re 19,8); pienso en la montaña del Machu Pichu (Perú), donde tuve la impresión de estar en el centro de la Tierra y entrar en comunión con las tradiciones de los antiguos peruanos… Para muchas religiones y culturas, la montaña es el lugar de la manifestación de Dios. Y se entiende, porque la montaña me ayuda a ir más allá de mí mismo, a salir de la rutina y la superficialidad, a buscar el más alto nivel de la conciencia personal… Y es precisamente ahí, en el nivel más alto de mi conciencia, que Dios se me manifiesta, con una presencia que difícilmente se puede encerrar en palabras, pero que uno percibe como muy real y auténtica.
Por su parte, Jesús subía continuamente al monte, solo o con sus discípulos, logrando unos niveles de conciencia y comunión con el Amor Infinito, que son un regalo para nosotros, sus discípulos y seguidores. También nosotros necesitamos, más que grandes elucubraciones, subir constantemente la “montaña” de nuestra propia conciencia, con la ayuda de un lugar geográfico que nos invite a apartarnos del ruido y de la rutina superficial.

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2) Adoración y duda
Ante un Jesús que se manifiesta en la “montaña”, en la que se identifica con la Divinidad, los discípulos experimentan un doble movimiento: de adoración y de duda. Por una parte, sienten la necesidad de postrarse y reconocer esta presencia de la Divinidad en el Maestro, porque sólo con la adoración uno puede acercarse al misterio de Dios. Las palabras sobran o casi parecen a veces como una “blasfemia”, ya que nunca las palabras pueden contener la realidad que uno apenas alcanza a vislumbrar desde lo hondo de su conciencia. Por eso los discípulos experimentan también la duda, porque, por una parte parece casi imposible que Dios se nos manifieste en nuestra pequeñez y, por otra, somos conscientes que todas nuestras palabras y conceptos se quedan cortos y, en alguna medida, son falsos. Nuestros conceptos sobre Dios son siempre limitados y deben ser constantemente corregidos, con la ayuda de la duda, que nos obliga a no “sentarnos” en lo aparentemente ya comprendido.

3) El nombre de Dios
Los pueblos, culturas y religiones intentan acercarse, como pueden, al misterio de Dios, dándole nombres según sus propias experiencias culturales. Israel ha preferido abstenerse de darle nombre, porque comprendió que es innombrable. Cuando uno da nombre a una cosa, de alguna manera, toma posesión de ella y la manipula. Pero de Dios no se puede tomar posesión ni se lo puede manipular. De hecho, Jesús tampoco le da un nombre. Lo que Jesús hace es hablarnos del Padre, de su experiencia de identificación y comunión con Él y del Espíritu que ambos comparten. Y manda a sus discípulos bautizar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu”. Al bautizar, no damos nombre a Dios, sino que somos nosotros quienes, en su nombre, somos consagrados, para ser parte de esta “familia” divina. Nosotros –y toda la humanidad–estamos llamados a ser parte de este misterio divino, uno y múltiple.

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4) Dios-Comunión
Las religiones más importantes se han esforzado por llegar a la elaboración del concepto de un Dios único. Y ese es un dato importante. Pero Jesús, desde su experiencia en la “montaña” de su conciencia, nos manifiesta que Dios, siendo único, no es “monolítico” sino plural; no es “individualista” sino comunitario. De la misma manera nosotros, creados a imagen de Dios, somos llamados a vivir en comunidad. Ninguno de nosotros es completo en sí mismo, sino que necesita de los otros para parecerse a Dios Padre, Hijo y Espíritu. Cuando uno niega a un miembro de su comunidad está negando a Dios. Por eso adorar a Dios es acogerlo, al mismo tiempo, en el santuario de la propia conciencia y en la realidad concreta de cada ser humano, en su maravillosa singularidad y diversidad.

P. Antonio Villarino
Roma