Laicos Misioneros Combonianos

¿Dios quiere visitar a ESTE hombre? – Reunión de los LMC en Núremberg

LMC AlemaniaEn la reunión de los LMC se trabajó, además del tiempo compartido juntos, fundamentalmente en dos cosas: ¿Cuáles son los puntos principales para el plan de trabajo de grupo para el próximo año y qué nos dice hoy el Evangelio del domingo de Zaqueo desde el punto de visa misionero?
El punto de partida que usamos para planificar el trabajo fue el documento con las conclusiones de la asamblea europea de Viseu, en agosto de este año, en la que habíamos participado 4 LMC y el hermano Friedbert.
Como resultado, en 2017, el grupo quiere dedicarse con fuerza al simposio de los MCCJ sobre la “Misión en Europa” y quiere fomentar el trabajo en red con los MAZ (misioneros por un tiempo determinado). También queremos mejorar la comunicación entre los miembros del grupo.

El resultado del trabajo bíblico fue presentado en la misa dominical de la comunidad de “Santa Kunigunde” durante la homilía.

Además del trabajo, la oración y el intercambio personal nos reímos mucho este fin de semana y hasta pudimos probar una bebida peruana.

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El amor no muere nunca

Un comentario a Lc 20, 27-38 (XXXII Domingo ordinario, 6 de noviembre de 2016)

saduceos
Caminar en compañía es una experiencia agradable, que, además, se presta a una conversación distendida en la que se comparten pensamientos, emociones y confidencias. Quizá por eso Lucas emplea gran parte de su evangelio en describirnos el viaje de Jesús hacia Jerusalén y aprovecha ese viaje para transmitirnos reflexiones, parábolas, propuestas y polémicas del Maestro con los más variados personajes. El domingo de hoy nos presenta la polémica que tuvo con unos “saduceos” sobre el tema de la resurrección, un tema muy debatido entonces y ahora. Veamos si logro compartir con ustedes algunas reflexiones al respecto:

1.- La “trampa saducea” de la visión materialista de la vida
Podemos decir, para entendernos, que los “saduceos” eran algo equivalente a la burguesía acomodada de nuestro tiempo, gente apegada a las realidades de este mundo, a la riqueza y al poder. Ellos realmente creen sólo en las cosas tangibles y en lo que produce bienestar material. Por eso no tienen inconveniente en aliarse con los colonizadores romanos, con tal de sacar provecho de ello, sin demasiados escrúpulos. Y por eso se ríen de la fe, de la confianza en Dios y de la vida eterna. Para justificar esa actitud recurren a lo que se conoce hoy como “una trampa saducea”, es decir, recurren a una simplificación que falsifica las cosas, con la famosa pregunta sobre cuál de los siete maridos de una mujer será el verdadero marido en la otra vida.
Me parece que tampoco hoy faltan en nuestro entorno los saduceos, que piensan sólo en las cosas materiales y se ríen de cualquier visión de fe, que supere su pequeño mundo materialista y “corto-placista”, negando toda transcendencia, con razonamientos aparentemente inteligentes, pero que en realidad responden a una visión muy corta de las cosas.

2.- La respuesta de Jesús
Jesús responde a estos orgullosos materialistas con un doble razonamiento, que ustedes pueden leer directamente en Lucas y que yo presento a mi modo, con mis propias palabras:

a) Miren más allá de su nariz y no confundan la semilla con el fruto. La vida presente, viene a decir Jesús, es como la semilla, que contiene en sí todas las virtualidades del fruto, pero no se le parece en su realidad externa. De la misma manera, la vida que vivimos ahora es ya la misma “vida eterna”, pero sólo en germen. Lo que seremos más adelante será bien distinto, algo que no podemos imaginar. Sólo podemos afirmar que seremos “como ángeles”, “hijos de Dios” y, como tales, viviremos para siempre.

b) Dios es un Dios de vivos, no de muertos. Es decir, en Dios y para Dios nadie está muerto, ni Abrahán, ni Isaac, ni Jacob… ni Antonio, ni Pedro, ni Carmen, ni Juanita… En Dios todos viven para siempre (aunque no sepamos cómo).

c) El amor no muere nunca. A este respecto, recuerdo las expresiones de Jesús en el capítulo sexto de Juan: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y tiene vida eterna”.La vida eterna es la comunión con Jesús, que nos hace entrar en la comunión con el Padre. Sólo el amor es más fuerte que la muerte. Comer a Jesús (es decir, creer en él, estar en comunión con él), nos hace entrar en la comunión con el Padre. En ese amor-comunión la vida se transciende a sí misma, porque el que ama y es amado no muere nunca. En Jesús amamos y somos amados eternamente. Por eso Dios es un Dios de vivos. Dios vive eternamente y nosotros vivimos en él.
Ojalá la Eucaristía de hoy sea una celebración de esta comunión, que nos hace vivir eternamente.
P. Antonio Villarino
Quito

“¡La misión no se hace sin amor!”

LMC PortugalElia María Cabrita Gomes nació el 29 de enero de 1955 y es natural de Paderne (Albufeira). Es enfermera, ya jubilada. En 2006 tuvo su primer contacto con el continente africano en un proyecto de siete meses con la Asistencia Médica Internacional (AMI) en la República Democrática del Congo. En 2011 se fue con los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) durante dos años a la República Centroafricana. Terminó quedándose cinco años en esta misión.
Cuando sólo tenía 16 años de edad se presentó la oportunidad de hacer una experiencia de dos meses en Angola que ella considerada como “el click para cumplir un sueño.” Por desgracia, su padre no estaba de acuerdo y no salió. Mientras está estudiando enfermería seguía pensando en salir, pero en 1976 al terminar su formación comienza a trabajar en el Hospital de Faro, donde permaneció hasta la fecha de su retiro, se casó y tiene una hija. En 2006, finalmente, tiene su primera experiencia cuando parte por siete meses para la República Democrática del Congo con la AMI. “Fue una experiencia de sólo siete meses que me sirvió de estímulo y aumentó mi deseo de volver a África, de salir de mis comodidades e ir al encuentro de otros pueblos”, compartir.

Empezó como voluntaria en el Hogar de la Parroquia de Paderne, su parroquia natal, y descubrió los LMC por la revista Além-mar que encuentró en sus primeros días de trabajo. “Hice la formación con los LMC (2008 – 2010), conocí a Comboni, su lema” Salvar África con África” tenía todo el sentido para mí, así como salir, salir a los más pobres y abandonados, contribuir a la mejora de la calidad de la vida y el desarrollo humano”, nos dice.

¡Fue por dos años y permaneció cinco!
En febrero de 2011 llegó a Bangui (capital de la República Centroafricana – RCA, a Mongoumba, por un período de dos años, “sin expectativas, preparada para a aceptar y dar lo que la misión me pidiese”. Terminó quedándose cinco años “con experiencias de vida muy intensas. Los primeros momentos fueron de aprendizaje: ver y oír, aprender a estar, aceptar y respetar, en fin, dar los primeros pasos en una cultura y costumbres tan diferentes de los nuestros “, nos dice. Acerca de su destino en Mongoumba nos comenta que es la sede de uno de los diez municipios del distrito Mbaiki: “es un pueblo de unos 8.000 habitantes, situada a 190 km de Bangui, en plena selva ecuatorial, haciendo frontera con la República Democrática del Congo y Congo Brazzaville. El municipio de Mongoumba tiene una población de 25.000 personas de diferentes grupos étnicos contando entre ellos los pigmeos Aka. Los pigmeos son discriminados por el resto de la población que los utilizan como mano de obra barata, son los más desfavorecidos de la sociedad, que viven en diferentes campamentos dispersos en la selva, casi todos viven en casas de hoja, son pocos los que hacen casas de barro y ladrillo, se alimentan de lo que recogen en la selva. Sus bienes se reducen a lo que pueden llevar cuando cambian de campamento y se adentran en la selva, para las temporadas de pesca, recolección de miel, orugas… productos que venden o cambian por sal, telas para cubrirse y pequeños adornos. Rara vez tienen dinero y lo poco que tienen no es suficiente para pagar la atención médica.

La prioridad de la misión de Mongoumba es la evangelización de los pigmeos y la mayor parte de nuestras actividades están dirigidas a la mejora de las condiciones de vida de las personas y su integración social. En una pastoral de proximidad y trabajando en la sensibilización y promoción de la salud me permitió visitar muchos campamentos, visitar a los enfermos, desparasitar niños y en los dos primeros años, con la colaboración del ejército francés, hicimos varias campañas de tratamiento del pian (enfermedad contagiosas e incapacitante). Hice muchos kilómetros a pie en la selva… En una dura realidad que no se puede cambiar, sólo retocar con un poco de creatividad y esperar que las semillas sembradas den frutos. Después de varios años de trabajo, donde la Misión sirvió como puente entre el pueblo y el centro de salud pública, el resultado empieza a ser visible y gratificante, los pigmeos siguen siendo los últimos en ser atendidos en las consultas, pero son atendidos y cuando necesitan ser hospitalizados lo hacen en la misma sala que el resto de la población. Durante cinco años, una de mis actividades vigilar a los pigmeos hospitalizados, para que no sean olvidados, ¡porque es muy fácil olvidar el tratamiento o dar la inyección a los que no tiene voz! Ayudándome en este trabajo siempre conté con la valiosa colaboración de los dos trabajadores de la salud que trabajan en el centro de rehabilitación física de la Misión. Gran parte de nuestro trabajo es despertar conciencias porque todo el mundo es persona en Sango “Zo Zo kwe” y como tales deben ser tratados y respetados”.

Nos dice que después del golpe de estado en de marzo de 2013 “el país se sumergió en el caos viviendo bajo el imperio de las armas durante tres años. La pobreza y el sufrimiento de la población alcanzaron niveles nunca antes imaginables. A pesar de las muchas organizaciones no gubernamentales en el campo, la misión católica es casi la única institución que sigue, de manera constante, trabajando para defender y promover la dignidad de este pueblo tan sufrido, desarrollando actividades en las áreas de educación, salud, promoción humana, pastoral, justicia y paz… En los últimos dos años, mi gran dedicación fue la detección y el tratamiento de los niños desnutridos, la sensibilización y educación de los padres sobre la higiene y la nutrición. Un trabajo agotador tanto física como psicológicamente, pero con la recompensa de cada niño que se recuperó y volvió a sonreír. Tuve la posibilidad de trabajar con un buen equipo, gente de la localidad, disponible e interesada”.

Partir sin ninguna expectativa, regresar llena de sueños
Finaliza diciendo que a pesar de haber llegado en 2011 sin expectativas, vuelve en 2016 con el sueño de algún día regresar a la misión en RCA y encontrar “casas que no sean arrasadas por la lluvia, con techos que no sean llevados por el viento; niños sanos y bien alimentados que tienen libros y van a la escuela; carreteras sin agujeros (incluso los caminos de tierra) y medios de transporte que aproximen las aldeas, pueblos y ciudades; pigmeos que conocen sus deberes y son capaces de luchar por sus derechos; una nueva legislación en que las “brujas” no van al tribunal, sino las que las denuncian y atacan; centros de salud y hospitales que trabajen con médicos y enfermeras con formación, donde se hacen operaciones, análisis y pruebas, donde hay nombre y la causa de la enfermedad, dejando de existir enfermedades místicas; sueño que voy a encontrar un país donde los pilares de la educación, los maestros, van a la escuela y tienen más que el sexto o noveno grado; y, porque “Dios ama a su pueblo”, tengo fe en que el odio que todavía existe conducirá a una paz duradera en un clima de amor y tolerancia. Es un sueño y una esperanza de que la riqueza del país no sólo va a parar a los bolsillos de algunos, sino que sirvan para mejorar la calidad de vida para todos.

¡La misión no se hace sin amor! Me gusta el país y me gusta la gente, un pueblo que sufre, pero continúa riendo, canta y baila. ¡Es mi pueblo! Los más pequeños son los que guardo con más cariño en mi corazón, recordar a los niños, sus sonrisas puras y sinceras serán calor en las noches frías de invierno”.
Texto de Catherine Anthony, FEC – Fundación Fe y Cooperación

«Cuidado con el hueco»

LMC PortugalEstoy pasando mis últimos días en Londres, donde llegué hace un mes y medio. Me estoy viendo en este momento, mientras escribo, como en una escena de película: estoy sentada en la estación de metro, esperando el que me llevará a casa, ‘mirando para atrás’, ‘para todo y’ para nada’. Al mismo tiempo que estoy mentalmente anticipando el viaje a Polonia, cada vez más cerca, no puedo evitar recordar los días pasados “por aquí”.
En todo esto, casi sin darme cuenta, puedo ver la advertencia pintada en el suelo, “cuidado con el hueco”, que llama mi atención. Guardar la distancia… ¿Cuánto espacio es necesario para que podamos estar seguros? ¿Desde cuándo y hasta cuándo debemos mantener este espacio? ¿Y esperando qué? ¿Del “tiempo justo”? ¿Para ir a dónde?
El Papa Francisco nos recuerda a menudo que estamos invitados a salir de nuestra zona de confort y tener el coraje de llegar a todas las periferias. Debemos sentirnos impulsados a ir más lejos, más cerca, más alto, más profundo. A peregrinar más.

Estas semanas han sido, y siguen siendo, esenciales en este tiempo de preparación para la misión. No sólo por las oportunidades de estar en lugares donde nunca estuve, por conocer gente nueva, por la formación lingüística y el aprendizaje,… Sino también por lo que estoy aprendiendo sobre la vida en comunidad y el «espacio». He aprendido que este tiempo en que vivimos, sea el que sea, es tiempo de aprendizaje.

Somos aprendices y herederos del gran amor, el amor de Cristo. Incluso si algunos momentos parecen difíciles de enfrentar y pensamos que no hay salida; Incluso si nuestra «apreciación» nos lleva a la impaciencia, estoy madurando la idea de que amar a Dios significa aceptar con paciencia y atención los encuentros con otros, como mensajes con pleno sentido, aunque no nos sintamos capaces de comprenderlos de manera inmediata y forma adecuada.
Recuerdo que en mi primer día de clase, en una de las guías que me fueron entregadas después de la inscripción, estaba escrito con letras grandes “el presente es ahora y el futuro comienza ahora mismo”. De hecho,

siempre estamos comenzando y construyendo el futuro. Cada día que el Señor nos da es una bendición y un signo de fe en nosotros.
En esta comunidad he aprendido la importancia de construir una vida que no sea una vida cerrada e intransigente;

Estoy aprendiendo la importancia de no quedarme detrás de la línea donde todo parece seguro o cómodo. Sin embargo, estoy aprendiendo que la espera y la paciencia serán siempre las demandas esenciales y partes de nuestras vidas que necesitan ser maduras.
Confío en que mi viaje no empezó aquí, y tampoco terminará aquí. En los verdaderos viajes, en los grandes viajes, no creo que las preguntas sobre lo que hacemos tengan mucho interés. Vinimos, somos y vamos. Entonces tiene sentido sentir y realizar en nuestras vidas las palabras de los Libros Sagrados: no tenemos en este mundo una casa permanente. El escenario del mundo es pasajero, todo tiene una dimensión provisional.
Heidegger una vez comparó el viaje de la vida a una persona que camina en un bosque enorme donde está oscuro, donde está lloviendo, tronando, y podemos perder el camino por completo. Cae un rayo y por un instante el camino se muestra con claridad. Luego vuelve a oscurecerse y todo lo que uno puede y debe hacer es seguir avanzando en la dirección que conseguimos ver iluminada por el relámpago.

Este es nuestro desafío y nuestra oportunidad: seguir adelante, confiar en que Dios es fiel, recordar el camino a la luz de esos momentos claves donde Dios interviene en nuestras vidas.
Marisa Santos. LMC Portugal

Hay más alegría en dar que en recibir (el gran descubrimiento de Zaqueo )

Un comentario a Lc 19, 1-8; XXXI Domingo ordinario, 30 de octubre 2016

zaqueo

Leemos hoy la conocida historia del encuentro de Jesús con Zaqueo en Jericó. Yo me he permitido re-escribirla a mi modo, por si nos ayuda a captar mejor alguna parte de su mensaje.

Zaqueo era un hombre pequeño. Una condición que él nunca pudo aceptar; contradecía las ambiciones de grandeza que sentía en su interior. Zaqueo quería ser importante. Tenía inteligencia y coraje para serlo y le molestaba que no se lo reconociesen. Tenía hambre de ser estimado, de ser apreciado en lo que creía que era su auténtico valor.

Y se dedicó a amasar dinero y poder, sin importarle los medios. De hecho, Zaqueo se vende a los romanos y explota a sus conciudadanos con mano dura. ¡A ver quién se ríe ahora de él!

Zaqueo se hace rico y poderoso, pero no obtiene el aprecio que busca. La gente no le estima, le aborrece y le desprecia. Muchos le odian… Y él empieza a sospechar que ha equivocado el camino; le parece que carga un peso insoportable y se siente insatisfecho. Ha perseguido el poder y la riqueza, pero experimenta el vacío y la soledad. Busca algo, pero no sabe qué ni en qué dirección…
Estando él en esa actituid vital de insatisfacción y descocierto, un profeta llamado Jesús pasa por Jericó, su ciudad. Dicen que es un maestro impresionante y que no tiene prejuicios. Algo por dentro le mueve a intentar verle y escucharle. ¿Quién sabe? Quizá le ilumine en algo. Cuando uno está insatisfecho, todo vale; hay que intentar cualquier cosa.

Y Zaqueo, machacando su orgullo de persona importante, se adelanta a la multitud y se sube al sicomoro. Se busca así hábilmente un lugar privilegiado y quizá hasta secreto; quizá nadie se dé cuenta de que también él está insatisfecho y busca algo. Quiere ver a Jesús, pero no quiere ser visto ni definirse. Quiere mantener su autonomía, sin comprometerse más de lo debido. Quiere ver a Jesús “desde el árbol”, es decir, sin jugarse la vida del todo, a la expectativa, sin mezclarse con una multitud que, a su juicio, no sólo huele mal, sino que buscan “milagros”, que él no sólo no necesita sino que desprecia. Su anonimato es una especie de autodefensa de quien no quiere jugarse la vida confortable que tiene, de quien ve los toros desde la barrera (aplaude o critica, pero sin exponerse ni ensuciarse).

Jesús pasa debajo del sicomoro. Se da cuenta de la presencia de Zaqueo y sus ojos muestran un sentimiento de cercanía afectiva y comprensión profunda. Podía pasar de largo, hacerse el desentendido. Pero no, se para, mira hacia arriba y se dirige cordialmente a aquel hombre marginado por pequeño, por raro y por explotador sin escrúpulos: “Zaqueo, baja, quiero ir a comer en tu casa”. Y el hielo se rompe, las confusiones se aclaran, la vergüenza y la falsa soberbia desaparecen, abriendo paso a la sinceridad, la autenticidad y la posibilidad de enderezar su vida por nuevos derroteros, con un nuevo sentido.

El pequeño hombre baja, más ancho que alto, y acompaña al profeta a su casa. Aunque no las tiene todas consigo, decide mostrarse grande. Organiza una fiesta como merece la pena… Después no sabemos muy bien lo que pasó entre Jesús y el Maestro. Sólo sabemos que el explotador se volvió justo, el avaro generoso, el desconfiado abierto. Nació un hombre nuevo. La amistad de Jesús ha sacado a relucir en Zaqueo ese corazón grande y generoso que latía bajo la pesada losa de sus recelos y falsa fortuna. Ahora puede amar. Ahora puede ser tan grande como su corazón le exigía desde hacía tiempo. Pero no por el camino del abuso y el poder, sino por el camino del servicio y la justicia. Ahora sabe que hay más aegría en dar que en recibir y que la alegrúa de vivir coniste en dar la vida.

P. Antonio Villarino
Quito