Laicos Misioneros Combonianos

Donde hay misericordida, ahí está Dios

Un comentario a Lc 15, 1-32 (XIV Domingo ordinario,  11 de septiembre de 2016)

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Leemos hoy el capítulo 15 de Lucas, que es el centro de este evangelio y una obra literaria majetuosa, con enseñanzas de gran valor para la convivencia humana. Con tres parábolas maravillosas (la moneda perdida, la oveja descarriada, el hijo pródigo) Jesús responde a los que le criticaban por comer con pecadores y publicanos, mostrando que el gran signo mesiánico (el signo de la presencia de Dios en el mundo) es la cercanía de los pecadores a Dios. Al leer estas parábolas surge espontánea la pregunta:

¿Dónde me coloco yo? ¿Entre los necesitados de misericordia o entre los que se sienten con derecho a juzgar y condenar?

Podemos decir que Jesús es la expresión histórica de la misericordia divina, porque, como dice San Pablo, “en él habita corporalmente la misericordia de Dios”. En efecto, donde hay misericordia, ahí está Dios. Esa es la demostración más clara de que en Jesús está Dios, porque en él está la misericordia, que se hace palabra acogedora, gesto de bendición y sanación, esperanza para la pecadora, amistad para Zaqueo…

La Iglesia  es cuerpo de Cristo (presencia  de Cristo en la historia humana) en la medida en la que vive y ejerce la misericordia para con los ancianos y los niños, los pobres y los indefensos, así como para con los pecadores que se sienten abrumados por el peso de sus pecados.

En este sentido, somos cristianos y misioneros en la medida que experimentamos la misericordia y la testimoniamos hacia otros, de cerca y de lejos.

¿Cómo son nuestras relaciones familiares, por ejemplo? ¿Duras, condenadoras? ¿Sabemos mirar con ojos de misericordia a los que nos rodean? ¿Acepto la misericordia de otros hacia mí o me creo perfecto e intachable?

Pero, ¡atención!, misericordia no es indiferencia ante el mal, la injusticia, la mentira, el atropello, el abuso y el pecado en general. Misericordia es creer en la conversión del pecador.

Misericordia no es irresponsabilidad, sino creer en la posibilidad de re-comenzar siempre de nuevo, creer que el amor puede vencer al odio, el perdón al rencor, la verdad a la mentira.

La misericordia no juzga, no condena; perdona, da la posibilidad de comenzar de nuevo

Para ser misericordiosos se requiere un corazón que no se endurezca, un “yo” que no se hace “dios”, con derecho a juzgar y condenar. El juicio, la condena, la acumulación obsesiva de bienes, el resentimiento…  son armas de defensa del “yo”, ensoberbecido y auto-divinizado, que teme perder su falsa supremacía. Por eso sólo quien acepta a Dios como Señor de su vida es capaz de “desarmarse”, no necesita defensa y se vuelve generoso y  misericordioso con los demás.

Para concluir, les dejo con una breve reflexión de Juan Pablo II soibre la parábola del Hijo pródigo:

“El Padre ama visceralmente a su hijo perdido, hasta el punto de sentir la pasión humana más profunda. Hemos encontrado el mismo verbo en el desarrollo de la parábola del buen samaritano: “Sintió compasión” (Lc 10, 33; 15, 20). La compasión del samaritano por el moribundo es la misma del padre por su hijo perdido. Sin compasión es imposible correr al encuentro del hijo, echarse a su cuello y reintegrarlo en la dignidad perdida (Cfr  Dive sin misericordia, capitulo cuarto”.

P. Antonio Villarino

Quito

XX Capítulo General de las Misioneras Combonianas

CombonianasDel 05 al 30 de septiembre tendrá lugar en Verona (Italia) el XX capítulo general de las misioneras combonianas bajo el lema: “OSAR LA MÍSTICA DEL ENCUENTRO PARA VIVIR LA MISIÓN COMBONIANA HOY”.

 …La vida misionera está hecha de encuentros y desencuentros o choques y, a veces, también de indiferencia: encuentro con Dios, encuentro con las personas, encuentro con nosotras mismas, encuentro con la realidad, encuentro con la Creación. Insertos/as en un mundo globalizado y plural, estamos desafiados/as a cultivar y nutrirnos de una mística del encuentro, para que la otra/o se convierta en una compañera/o de camino, una hermana, un hermano y no una amenaza de eliminar o de la que huir.

Hoy, cuando las redes y los instrumentos de la comunicación humana han alcanzado un desarrollo inaudito, sentimos el reto de descubrir y transmitir la “mística” de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos del brazo, de apoyarnos, de participar a esta marea un poco caótica que puede transformarse en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación” (EG 87).

Mirando los retos de nuestra vida misionera, de ayer y mucho más de hoy, notamos que se focalizan en las relaciones, sobre el encuentro con las muchas diversidades de nuestro mundo, con una misión plural, con el ser misión más que con el hacer misión.” (tomado de la carta del Consejo General)

Como familia Comboniana nos unimos en oración a todas las hermanas y pedimos, por intercesión de S. Daniel Comboni, que este tiempo sea un tiempo de gracia y de escucha para descubrir los retos que la misión plantea al mundo de  hoy.

Salida de Marisa para Londres

Marisa LMCAyer salió, del aeropuerto Francisco Sá Carneiro, Marisa Santos, con destino a Londres como primera fase de su preparación específica antes de dirigirse a la misión de Awassa (Etiopía). Permanecerá allí hasta finales de octubre para mejorar el estudio del idioma Inglés.
Su familia, amigos y los LMC quisieron estar presentes en su despedida.
Sabemos que llegó bien y ya está en la casa de los MCCJ Dawson Place.
Le deseamos a Marisa que tenga un tiempo fructífero para su aprendizaje. Que el Señor y San Daniel Comboni la proteja y acompañe.

Marisa LMC
¡Estamos juntos!
Carlos Barros, LMC Portugal