Laicos Misioneros Combonianos

Experiencia misionera en Mazaronquiari

LMC Peru

LMC PeruDamos gracias a Dios por permitir nuestra llegada a San Pablo de Mazaronquiari. Con alegría pascual muy temprano estamos aquí para compartir la vida con los hermanos de esta comunidad. Ellos aún nos miran con desconfianza aunque con esperanza también de que algo bueno recibirán. El coordinador de este poblado nos recibe en su casa y con diligencia nos habilitaron una cama con algunos troncos y una mesa para la cocina. No necesitamos más, estamos cómodas a pesar de las limitaciones.

El padre Oscar, MCCJ tiene ya 10 años recorriendo estos caminos y acompañando a las comunidades de esta parte de Pangoa. Él nos ha encargado una labor especial, la catequesis de niños. Él ya había preparado y administrado los sacramentos a los adultos, los niños quedarán bajo nuestra responsabilidad. Será un mes de catequesis intensiva.

Los niños son pura energía, animosos y con deseos de aprender asistieron hoy a nuestro primer día de catequesis. En sus miradas la inocencia nos alienta, no hay mejor lugar para llevar la Palabra. Reflexionar sobre la creación y leer el génesis con el hermoso panorama del lugar fue incomparable. No se necesitaban imágenes para admirar la obra de Dios. Hemos cantado, jugado y los que más gustó, demostraron su arte dibujando la creación.

Hoy aprendí dos palabras shinana y sarara que significan mujeres y varones. Cantamos y agregamos las palabras en nomatsiguenga. El trabajo como en otras comunidades es tranquilo y se suelen comportar dentro de lo normal. Algunos niños colonos sí hacen desorden.

He visto cooperación, interés y confianza para realizar la tarea.

Luego agradecimos al Señor con una oración.

LMC Peru

Rocío y Rosa. LMC Perú

Mi escuela

CLM Ethiopia

CLM EthiopiaEstoy a punto de regresar a Polonia desde mi misión en Etiopía. Una gran parte de mi servicio fue enseñar a niños en dos escuelas infantiles. Les enseñé inglés. Las escuelas pertenecen a las Misioneras de la Caridad (Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta). Mi primer año como profesora me enfoqué más en aprender que en enseñar. Observé lo que otros profesores estaban haciendo. Simplemente solía ir a la escuela y les enseñaba a los niños lo que se me ocurría o lo que encontraba en Internet.

Durante el primer año, a veces, estaba realmente frustrada con la situación en la escuela, especialmente con la actitud de los profesores. Algunos de los maestros prefieren sentarse sin hacer nada, mientras que los estudiantes repiten el alfabeto 100 veces e incluso si no reconocen las letras. Podría dar muchos ejemplos como este. Traté de hablar con el coordinador de las escuelas y luego también con las Hermanas. Sin embargo, ninguno de ellos esperaba cambiar nada. Sabían cómo funcionan, intentaron hablar con ellos, organizar una formación con un psicólogo, pero nada ha cambiado.

CLM EthiopiaSin embargo, todavía quería trabajar con ellos. El año pasado comencé a organizar la formación de profesores cada dos semanas (un viernes en una escuela, la semana siguiente en la otra escuela). Antes de cada formación tenía que preparar algunos materiales. Aprendí mucho para poder compartir este conocimiento con otros. Todavía seguía trabajando con los niños, sin embargo, al principio preparé el programa de inglés para todo el año. Incluí muchos juegos, canciones, diversas técnicas y actividades para que los niños se divirtieran más y estuvieran motivados para estudiar. Incluso cuando no tenemos clase, los profesores todavía debemos seguir el programa e informar de lo que hacemos. Cambié mi horario para poder tener una cantidad similar de lecciones por semana con cada grupo en ambas escuelas.

Desearía poder cambiar algo, especialmente la actitud de los profesores. Aprendí una cosa muy importante sobre la motivación. Aquellos que luchan diariamente para satisfacer las necesidades básicas de ellos y sus familias generalmente no están motivados para servir a los demás, para hacer un buen trabajo para la sociedad. De alguna manera, está psicológicamente justificado. Solo Dios puede dar la motivación más allá de eso. Algunos de los maestros realmente se preocupan por los niños y su futuro, por la eficacia de su enseñanza. Estoy seguro de que es la influencia de Dios.

CLM EthiopiaSi los profesores no tienen ninguna motivación que venga de dentro, entonces habrá que motivarles desde afuera. Es por eso que estoy luchando ahora para organizar la puesta en marcha del nuevo sistema de evaluación. Hasta ahora, todos los trabajadores son muy libres de hacer lo que quieren porque no hay muchas consecuencias. Si trabajan duro o son flojos, nada cambia. Por ello, antes que nada, estoy tratando de animar al coordinador y a la Hermana Superior para que preparen el nuevo sistema y lo implementen.

Mi trabajo en la escuela ha estado evolucionando mientras también desarrollaba mis conocimientos, habilidades y comprensión. Sé que lo más importante no fue el conocimiento que compartí con los estudiantes o los profesores, sino mi presencia. Soy consciente de que los niños son demasiado pequeños para recordar el vocabulario de inglés en el futuro cercano. Pero seguramente me recordarán como alguien que les dio alegría y amor. Si logré enseñarles algo útil a los maestros, será para el bien de los niños. La actitud es lo más difícil de cambiar. Si hay un poco de mejora, doy la gloria a Dios, porque solo Él puede renovar el corazón de la gente.
Mi presencia en las escuelas fue una gran lección para mí. Aprendí mucho, no solo sobre la profesión docente y la metodología, sino también sobre la cultura, las personas, sus necesidades y sus pensamientos. Ahora puedo entenderlos mejor. Sé que mi perspectiva es diferente. Ya no estoy frustrada. Yo no los juzgo. Hice lo mejor que pude. El resto del trabajo lo dejo a Dios.
Entonces… ¿Quién ha aprendido más: los estudiantes, los profesores o yo? Yo diría que yo… Pero Dios sabrá… Creo que todos hemos aprendido algo.

CLM Ethiopia

Magda Fiec, LMC Etiopía

Una entrañable declaración de amistad

Comentario a Jn 15, 9-17: VI Domingo de Pascua, 6 de mayo de 2018

Seguimos leyendo el evangelio de Juan, como en los domingos anteriores, pero esta vez pasamos de las alegorías (el Buen Pastor, la Vid y los sarmientos) a una directa y conmovedora declaración de amistad en un círculo del que forman parte Jesús, el Padre y los discípulos. Les invito a leer este texto, como si nosotros mismos estuviéramos en aquella habitación del “piso superior” de una casa de Jerusalén, en la que el Maestro estaba con sus amigos, antes de enfrentarse a la hora decisiva de su vida. Vayamos por partes:

1.- La hora decisiva, la hora de la verdad

Desde el capítulo 13 hasta el 17, Juan nos cuenta gestos, sentimientos y palabras de Jesús en aquellas últimas horas de su vida, cuando él ya percibía la gravedad del enfrentamiento que estaba viviendo con las autoridades de su pueblo y cuando parecía que todo su proyecto de renovación profunda, el proyecto del Reino de su Padre, se venía abajo. El texto respira una especial fuerza emotiva, porque está en juego mucho más que una idea o un proyecto, están en juego las relaciones profundas entre Jesús, sus amigos y el Padre.

En efecto, aquella tarde del Jueves Santo era uno de esos momentos cruciales, en los que podemos volvernos cobardes y traidores (escapando para salvar nuestra piel) o llegar al máximo de la generosidad, reafirmando nuestra fidelidad sin condiciones y nuestra capacidad de dar incluso la vida en un acto supremo de confianza en Dios y en el proyecto de vida al que nos Él llama. En ese momento supremo y sublime, Jesús celebra con sus amigos el rito más importante de su tradición religiosa, la Pascua, actualizándolo y haciéndolo suyo, y, como el pueblo en Egipto, se prepara a “pasar”, en su caso, “pasar de este mundo al Padre”. En un momento así la vida se juega en su valor más auténtico y uno se centra en lo más fundamental, en lo que más le importa.

2.- Al final, sólo queda el amor

Jesús ha compartido tres años muy intensos con sus discípulos y discípulas; juntos hicieron largos viajes, juntos realizaron extraordinarias acciones de sanación de enfermos, anuncio del perdón a los pecadores, banquetes fraternos, disputas con los fariseos, propuestas de renovación moral…  Ahora, cuando el final está cerca, todo eso parece hasta cierto punto secundario. En efecto, lo que más le importa a Jesús en estos momentos aparece bien claro en este texto que leemos hoy: “Como el Padre me ama a mí, así os amo yo. Permaneced en mi amor”. Esto es la clave de todo. Lo demás “vendrá por añadidura”.

Este es el secreto de su vida: Jesús no duda, ni siquiera en los momentos más trágicos en los que experimenta el fracaso, de ser una persona amada por el Padre. Esa es la fuente de su serenidad profunda, de una alegría que le permite gozar de la belleza de los lirios y los cantos de los gorriones, proclamar su alegría porque los sencillos encuentran a Dios y los corazones rotos son recompuestos. Esa es la fuente segura de su libertad frente a moralismos fanáticos de derechas o de izquierdas.  Y esa experiencia de ser amado por el Padre, él la extiende con toda naturalidad y fidelidad al pequeño grupo de sus amigos, aquellos que le han seguido desde Galilea y que, aunque no lo entienden del todo, le permanecen fieles. No necesita que sean perfectos, ni que entiendan siempre sus palabras o el proyecto en el que ha querido embarcarlos. Todo eso importa, pero lo que más le importa es que tangan clara una cosa: que  Él les ama por encima de todo. No son sus “siervos”, no son funcionarios de un proyecto o de una causa; son sus “amigos”, sus “hermanos” y con ellos lo comparte todo: las tristezas y las alegrías, los sueños y los fracasos y, sobre todo, el amor del Padre.

3.- Permanecer

A sus amigos sólo les pide eso: que se amen los unos a los otros, que permanezcan en su amor. Pero el amor que corre entre Jesús y sus discípulos no es un sentimiento “barato” para personas de poco calado personal o superficiales, sin raíces (como una planta en tierra arenosa). Es más bien una amistad sólida, enraizada en la conciencia de ser hijos del mismo Padre y en compartir el sueño de una humanidad nueva.  No se trata de una amistad de conveniencia (que dura mientras duran los beneficios), sino una amistad que va más allá de los fracasos  y los  éxitos, una amistad que permanece en el tiempo y que se abre a todos aquellos y aquellas que aceptan el camino de Jesús. Una amistad que implica “aceptar los mandamientos”, seguir la enseñanza del Maestro, no tanto porque “está mandado”, sino porque vienen de Él y a Él queremos ser siempre fieles. Una amistad que se traduce en cercanía afectiva, concreta ayuda mutua, capacidad de perdón y comprensión, fidelidad gratuita y tantas otras cosas que cada uno de nosotros está llamado a nombrar en su experiencia concreta de vida.

En cada Eucaristía que celebramos, sellamos esta amistad, la hacemos crecer y esperamos que se vuelva fecunda, haciendo que nuestra alegría sea plena, como Jesús nos prometió

P. Antonio Villarino

Bogotá

Visita del coordinador internacional LMC a Balsas

LMC Brasil

LMC BrasilEl pasado 8 de marzo de este año tuvimos la alegría de recibir al coordinador internacional de los LMC, Alberto de la Portilla en visita al Grupo de Espiritualidad Comboniana de Balsas-MA. Oportunidad que nos ha permitido profundizar en el conocimiento del trabajo realizado por los LMC a nivel mundial.
Fue un bonito compartir que contribuyó mucho al fortalecimiento de nuestro grupo.
Nuestra gratitud y que Dios bendiga a todos.
Paz y Bien
Ortegal
Grupo de Espiritualidad Comboniana de Balsas

Rezando se entiende la gente

LMC Portugal

LMC Portugal“Rezando se entiende la gente”, este fue el lema de la 8ª unidad formativa que tuvo lugar el fin de semana del 13 al 15 de abril. Como de costumbre, los misioneros combonianos nos abrieron su casa en Viseu, donde siempre nos sentimos bien acogidos y en nuestra casa. Damos gracias a Dios por esta acogida. La formación fue orientada por Carlos Barros y Susana Vilas Boas.

Esta unidad formativa tiene una importancia singular frente a las demás. Sin oración, la misión se vuelve estéril y sin sentido, se debilita en los momentos difíciles; sin oración, podemos ser voluntarios pero no verdaderos misioneros.

Nuestro santo Daniel Comboni alude insistentemente a la necesidad de la oración, ya sea a solas o en comunidad. La relación íntima con el Sagrado Corazón de Jesús impregna toda su acción evangelizadora, la misión “nace a los pies de la cruz” y se concreta con el envío de sus apóstoles por Cristo resucitado.

El centro de esta formación fue la Liturgia de las Horas, la base de la oración en comunidad y que los laicos misioneros deben saber manejar para aprovecharla bien. Las orientaciones de la Iglesia se encuentran en la “Instrucción General sobre la Liturgia de las Horas”, emanada del concilio Vaticano II. Los extractos más significativos se encuentran al inicio del breviario. Su lectura es imprescindible, donde podemos resumir o subrayar los aspectos más relevantes.

La campana de mi infancia, en la Vacariça, también marcaba el compás del tiempo. El sacristán (o un familiar) no se olvidaba de tocar la campana todos los días al amanecer, los “maitines” (y nos despertábamos), al mediodía (y se interrumpía el trabajo en el campo para la comida) y al caer el sol, las “trinidades” (y el trabajo terminaba y se regresaba a casa). En cada uno de esos momentos la gente hacía una pequeña oración silenciosa. En ese tiempo los cristianos eran convocados, en alto y con buen sonido, a orar al ritmo de las horas; pero esto son memorias del pasado que la sociedad contemporánea va apagando.

Que esta formación constituya también una campana que nos despierte y nos convoque a la oración, diálogo íntimo con el Padre, como savia de nuestra vocación y acción misionera.

LMC Portugal

Mário Breda