Laicos Misioneros Combonianos

Comunidad LMC “Ayllu” en Perú

LMC Peru

Ser comunidad es compartir lo que somos con los demás, es ir hasta las periferias.
En este video compartimos lo que vivimos en Villa Ecológica (Arequipa, Perú) y el trabajo que desarrollamos con las personas mayores, niños, familias y enfermos a nivel social y pastoral.

Vean y conozcan nuestro camino, lo que somos, dónde estamos y con quién estamos.


LMC Ayllu en Perú

Dios anda entre los pucheros: Jesús carpintero, hijo, hermano, vecino

Comentario  a Mc 6, 1-6 (Domingo XIV T.O: 8 de julio del 2018)

Marcos nos muestra a Jesús como un maestro peregrino, que, después de recorrer aldeas y pequeñas ciudades de Galilea, en las cercanías del Lago de Galilea, vuelve al pueblo donde creció, Nazaret, y donde, al parecer, en vez de acogerlo, como hicieron tantos vecinos de los alrededores, lo rechazaron. Marcos lo explica con la famosa frase de Jesús: “Ningún profeta es aceptado en su propio pueblo y en su propia casa” y concluye diciendo que Jesús se maravillaba de su incredulidad.

La experiencia de Jesús –ser rechazado por los suyos– es una experiencia bastante común, que a mi modo de ver refleja dos errores que todos cometemos con frecuencia:

  • Imaginarnos a Dios como alguien lejano de la vida cotidiana.

Ha pasado en todas las etapas de la historia y en todas las religiones: Muchos piensan que a Dios hay que buscarlo en lo extraordinario: un lugar maravilloso, una gran catedral, un santuario muy especial, un personaje con cualidades extraordinarias, más allá de las nubes… Como si Dios no tuviera nada que ver con lo que somos y vivimos e nuestra cotidianidad. Sin embargo Jesús muestra todo lo contrario: que Dios se hace uno de nosotros (Emanuel): nace como emigrante, trabaja como carpintero, va los sábados a la sinagoga, suda, bebe, come, hace amigos… Y en y todo eso se manifiesta como el Hijo  amado del Padre.

La mejor manera que encuentro para explicar esta experiencia de Dios que hicieron los primeros discípulos de Jesús –y los que ahora siguen como discípulos-  es la famosa frase de Santa Teresa de Ávila: “Dios también anda entre los pucheros”. Lo dicho: No busquemos a Dios en lo extraordinario, sino en lo ordinario de cada día: en el trabajo, en las relaciones familiares, en las amistades, en la lucha sincera por los derechos de los pobres, en el esfuerzo por la justicia y la honestidad, también en la oración sencilla y sincera (sin aspavientos ni pretensiones retóricas)… “entre los pucheros”.

  • Volvernos escépticos y duros de corazón, con los que viven con nosotros.

Dice un viejo dicho que no hay persona menos respetuosa en un templo que el sacristán: acostumbrado a moverse en un lugar sagrado, termina por perder el respeto… Nos puede pasar a nosotros con las personas que viven cerca de nosotros: miembros de nuestra familia o de nuestra comunidad, compañeros de trabajo, los catequistas o el párroco de mi parroquia… Viviendo cerca de estas personas, corremos el riesgo de ver sólo sus límites y defectos, ignorando quizá el mucho bien que hacen. Lejos de aprovecharnos de su cercanía para amarlos y aprender de ellos, terminamos por enredarnos en una visión hipercrítica y dura que nos imposibilita para descubrir el mensaje que Dios nos quiere transmitir a través de ellos, a pesar de sus límites y defectos… Dios no se nos presentará con el disfraz de una persona perfecta, sino con la realidad de las personas concretas que nos rodean.

Al escuchar el evangelio de hoy, pido al Señor para mí y para todos esta humildad que nos hace capaces de reconocer a Jesús en el humilde profeta de Nazaret y en tantas personas que hoy viven conmigo y me ayudan a descubrir la presencia divina en medio de la realidad que estoy viviendo, con sus oportunidades y problemas, con  sus aciertos y fracasos.

Señor, no permitas que me vuelva arrogante o cínico como los habitantes de Nazaret. Que mi corazón esté siempre abierto a reconocer  tu humilde presencia a mi alrededor, a pesar de mis propios límites y los de los demás.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Dos vidas recuperadas

Comentario a Mc 5, 21-43 (XIII Domingo del TO: 1de julio del 2018)

Marcos sigue presentando a Jesús actuando en las dos orillas del lago de Galilea, con un mensaje claro de cercanía divina a los pobres y a los corazones “rotos”; un mensaje que se expresa, no sólo en palabras inspiradoras, sino también en gestos concretos que confirman las palabras y les dan concreción “física”; Jesús realiza lo que podemos llamar “signos mesiánicos”, es decir, acciones concretas que se convierten en manifestaciones de la presencia de Dios en medio de su pueblo, tanto entre los habitantes de Gerasa (en la “otra orilla”) como entre los de Cafarnaúm.

De “impuras” a hijas
En la lectura de hoy se nos cuenta la historia de dos mujeres (una niña de doce años y una adulta enferma el mismo número de años), que, siendo impuras (una cadáver y la otra perdiendo sangre) son tocadas por Jesús y recuperan, no sólo la vida, sino también su dignidad de hijas, capaces de levantarse (“a ti te lo digo, levántate”), de creer (“tu fe te ha salvado”) y de participar en el banquete de la vida (“denle de comer”).

A veces leemos estos episodios como si Jesús fuera un mago que, con poderes especiales, produce efectos mágicos… Ciertamente, yo no dudo de los poderes extraordinarios de Jesús. Pero creo que esa no es la perspectiva adecuada para entender lo que pasó en la rivera del lago de Galilea ni lo que sigue pasando hoy. La perspectiva adecuada es la del “signo mesiánico”, es decir, una acción, un gesto que nace de la confluencia de dos elementos fundamentales:

-La extraordinaria capacidad de Jesús de amar y entrar en sintonía con las personas en su situación concreta, a pesar de estar condenadas por la tradición; su cercanía afectiva profunda, que, tomando muy en serio la realidad de cada persona, le transmite su propia experiencia de la cercanía amorosa del Padre. Como dice Benedicto XVI, sólo el amor salva. Cuando alguien se sabe amado, recobra su dignidad, es capaz de levantarse y de realizar una vida plena.
– La fe de personas sencillas, que, amenazadas por la enfermedad y la muerte, levantan sus corazones y sus esperanzas a Dios como único refugio… En mi vida misionera en África, Europa y América, he encontrado muchas personas que son como el papá de la niña moribunda o la mujer desesperada ante una enfermedad humillante, prolongada y esterilizante.

Ante una situación así, esas personas buscan una salida por cualquier parte: la medicina, la oración, el buen consejo… Cualquier cosa que ayude a recuperar la vida amenazada. Muchos les dicen que no hay nada que hacer, que se resignen; se burlan de su búsqueda, de su fe, de su no contentarse con lo peor. Sin embargo, esa búsqueda merece ser respetada y tomada muy en serio. Eso es lo que hace Jesús, que, desde una experiencia extraordinaria de comunión con el Padre de la Vida, se siente también en comunión con los hijos e hijas que pasan por momentos difíciles, que, marginados, dudan de su propia dignidad y de ser amados.
Palabras y gestos

Todos los seres humanos, incluso los que se creen más seguros y prepotentes, somos criaturas débiles expuestas a enfermedades, sufrimientos, desprecios, peligros y, en definitiva, a la muerte, aunque algún “milagro” aleje la muerte de nosotros por algún tiempo, como sucedió a la hija de Jairo, la hemorroísa o Lázaro. Por eso no creo que el objetivo de los milagros de Jesús fuese el de dar a las personas un poco más de tiempo en una vida, de todos modos, mortal, sino una vida diferente, una vida con amor y dignidad, como hijos e hijas de un Padre amoroso, que se interesa por nosotros y toma en serio todo lo que nos pasa. Las dos mujeres, después de la acción de Jesús, podían decir en verdad: “Yo soy importante para Dios, yo soy importante para Jesucristo, yo soy importante en la comunidad de los amigos de Jesús. Yo no soy una enferma o una muerta. Soy HIJA”.

Ese es el mensaje central de Jesús. Para manifestarlo se sirve de palabras, pero también de signos “mesiánicos”, que, tal como aparecen en Marcos, tienen una doble condición:
-son concretos y prácticos, ligados a la vida de la gente; ayudan a las personas de manera “física”; resuelven un problema real de la vida.
-transcienden la materialidad, para transmitir algo que va más allá del gesto concreto en su estricta materialidad: no se reducen a una “ayuda material”, sin alma, desconectada del amor; comunican una confianza en la persona y la llevan a superarse a sí misma, a levantarse y ponerse ella misma a servir.

Por eso, tomando como modelo a Jesús, la misión cristiana camina siempre por ese doble raíl de la palabra y la acción, de la caridad y la fe, de lo material y lo espiritual. Ambas dimensiones son esenciales y se reclaman mutuamente: la palabra sin acción se hace mentirosa, la acción sin palabra pierde su sentido.
P. Antonio Villarino
Bogotá

Retiro sobre “la misión de los Laicos Misioneros Combonianos: desafíos, sueños, esperanzas”

retiro LMC

retiro LMCDurante el sábado 16 y domingo 17 de junio nos encontramos en la Osservanza en Bolonia para un tiempo de convivencia, rezar juntos y reflexionar sobre la “Misión de los Laicos Misioneros Combonianos: desafíos, sueños, esperanzas”, dirigido por el Padre João Munari.

El sábado por la tarde estuvieron presentes del grupo de Bolonia: Micaela, Emma, ​​Chiara, Eileen, Agostino, Giuliana, Annalisa y Michele y del grupo de Padova: Fabrizio, Francesca, Dorella y Roberto.

Comenzamos a partir del significado del término “Misión” y de la Palabra.

Para empezar, el padre Juan nos recordó que el Evangelio es una propuesta para todos, tanto para los laicos como para los sacerdotes, hermanas, etc. Las bienaventuranzas son un ideal de vida para todos, no sólo para los religiosos.

El bautismo recibido da pleno derecho (y deber) a cada uno para sentirse parte integrante de la Iglesia, anunciar el Evangelio, trabajar por la Iglesia, es un “derecho de ciudadanía” dentro de la Iglesia para todos los bautizados. Y si queremos construir algo, debemos hacerlo desde la Palabra, no desde documentos.

Nos hicimos algunas preguntas: ¿Qué significa hacer del Evangelio el ideal de nuestra vida? ¿La iglesia se perdió hoy? ¿Qué es lo que el Espíritu nos pide? ¿Por qué el Papa Francisco habla tanto sobre la necesidad de renovar la liturgia? ¿También sentimos esta necesidad? ¿Sentimos fe y vida en las liturgias de nuestras iglesias?

Partiendo de quiénes somos y recordando que el fundamento de nuestra fe es la Palabra, que celebramos en la liturgia, nos concentramos en nuestra relación con el mundo como Iglesia.

La gran revolución es entender que la Iglesia no es el centro del mundo, sino que es la Iglesia la que gira en torno al mundo, así como ocurrió en la revolución copernicana.

Y la renovación de la Iglesia también pasa por la liturgia.

Más adelante dimos tiempo para hablar de los dos grupos: como grupos de Bolonia y Padua hablamos sobre los compromisos asumidos en el territorio durante este año. Hemos enfatizado la riqueza que cada uno de nuestros grupos tras años de camino y que se corre el riesgo de perderlo, disipándolo y no reconociéndolo, por falta de una memoria común.

Después de reflexionar, en torno a la Palabra, cada uno de nosotros presentó una señal del camino de este año: el folleto de los “aperitivo de los Pueblos” organizados en Padua, el folleto de reuniones en las parroquias sobre los “nuevos estilos de vida” organizados en Bolonia, algunos libros significativos (incluyendo Ave María de la escritora Murgia), Wipala, un lápiz 80% reciclado que no rompe y hasta escribe sin punta, la tarjeta con nuestro nombre, el aceite de Nardo.

Después de la cena nos reunimos para escuchar los testimonios de vida misionera de las Hermanas Elisabetta y Federica, Misioneras Combonianas, respectivamente, en Chad y en Centroáfrica. Fue bueno sentir como la alegría y la pasión guían sus pasos, incluso en las dificultades que encuentran diariamente en sus trabajos entre esas poblaciones. Elisabetta, una médica que trabaja diariamente con heridos muy graves debido a las armas de fuego a causa de la guerra interna en Chad; la hermana Federica, una enfermera que trabaja entre los pigmeos en el bosque.

El domingo por la mañana partimos del Evangelio de Juan (6.1-14): Jesús pide a los discípulos, después de la multiplicación de los panes, que recojan las sobras: “Recoger los pedazos que quedan para que no se pierda nada”.

¿Qué hicieron? “Recogieron los pedazos y llenaron doce cestos con las sobras de los cinco panes, dejados por los que habían comido. ¿Cuál será el motivo de tanta riqueza?

Debemos tener cuidado para que nada se pierda. Pensando en nuestros grupos este Evangelio nos invita a redescubrir la riqueza de nuestros grupos en toda Italia.

A continuación, leímos algunas partes de la carta de 1994: Carta del Superior General y su Consejo a todos los cohermanos sobre el Laicado Misionero Comboniano. Aconsejamos a todos para releerla, nos sorprendió leer algunas definiciones, negro en el blanco, afirmando la importancia de la identidad del laico misionero comboniano (“tocado, inspirado y contagiado por el carisma de Comboni”) “Los LMC constituyen un hecho nuevo que nos obliga como religiosos a confiar, tener disponibilidad y creatividad…”, escribe el padre general y muchas otras cosas bonitas que fortalecen la fuerte relación entre religiosos y laicos dentro de la familia Comboniana. En primer lugar, sin embargo, este documento nos recuerda que ser LMC es una vocación. Y aquí todos debemos reflexionar sobre nuestra vocación.

En septiembre, comenzaremos nuevamente a dar forma y contenido a nuestra caminata para el próximo año, preparándonos para enfrentar con fe y coraje los desafíos que nos serán presentados, ¡seguros de que no estamos solos en este camino!

retiro LMC

Grupo LMC de Bolonia, Italia

Encuentro de los Consejos generales de la Familia comboniana en Pesaro

Consejos generales familia comboniana 2018

Consejos generales familia comboniana 2018El encuentro de la Familia Comboniana ha tenido lugar en Pesaro (Italia) los días 2 y 3 de junio, que como ya viene siendo habitual, reúne a los consejos generales de combonianas, seculares y combonianos, así como al coordinador de los Laicos Misioneros combonianos. En ocasión del Sínodo sobre la juventud que se celebrará este año, se ha aprovechado para reflexionar sobre los jóvenes y la vocación misionera.

Se ha invitado a la Secular María Pia dal Zovo, la Hna. Daniela Serafin y al P. José de Jesús Villaseñor a compartir su experiencia de trabajo en la pastoral juvenil y el acompañamiento vocacional. Todos ellos han insistido en la necesidad de acercarse al mundo juvenil desde una óptica distinta que abra las puertas a la escucha atenta de sus sueños y expectativas. La experiencia religiosa de los jóvenes es muy diversa de la de generaciones precedentes y esto puede causar dificultades a la hora de comunicar la misión como experiencia de vida. La dificultad a comprender ese mundo nos puede llevar a una visión negativa, estamos llamados a descubrir en ellos la acción de Dios en una era nueva donde las relaciones interpersonales desempeñan un papel fundamental.

En la segunda parte del encuentro se han evaluado los ecos recibidos del mensaje que se escribió el año pasado: “Más allá de la colaboración”. Se ha percibido como un buen instrumento para caminar y profundizar en ministerios comunes ya existentes y otros por explorar. Se han discutido brevemente las propuestas emanadas del Foro Comboniano, recientemente celebrado en Salvador de Bahía. Son intuiciones válidas para continuar elaborando un camino como Familia en un sector tan misionero y urgente como la Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC). P. Jeremías ha realizado una breve presentación sobre el carisma comboniano a la que siguió un momento donde se pudo compartir cuáles son los elementos carismáticos que se sienten en este momento más fuertes.

Finalmente, todos los participantes han expresado su satisfacción y la validez de estas reuniones para favorecer el conocimiento mutuo y poder animar así el desarrollo de actividades concretas.