Laicos Misioneros Combonianos

Encuentro anual LMC peruanos en Pangoa

LMC PangoaComo en años anteriores, los Laicos Misioneros del Perú hemos tenido el Encuentro Anual LMC. Este año lo hemos realizado en San Martín de Pangoa – Junín los días 5, 6 y 7 de febrero en la Parroquia comboniana de ese lugar de la selva. Nos encontramos casi todos los LMC de Lima y Trujillo, y algunos que están en periodo de conocimiento del grupo.
Durante esos tres días pudimos dialogar y profundizar sobre nuestro trabajo y estilo misionero, compartiendo experiencias vividas en los diferentes campos de misión donde estamos presentes los LMC. Nos acompañaron los Padres Valentin García, asesor de los LMC en Perú y el P. José Chinguel acompañante de los LMC en Trujillo. Los padres combonianos de la parroquia nos acogieron muy bien y nos dieron todas las facilidades para nuestra convivencia.
Iniciamos nuestro encuentro reflexionando sobre el tema de primeras comunidades cristianas. Haciendo una comparación con la forma de vida en las comunidades nativas, donde hasta nuestros días se vive aún el sentido de la pertenencia a la comunidad y se comparte sentados al lado del fuego las alegrías y tristezas del día y si alguien de la comunidad tiene la suerte de cazar algún tipo de animal comestible se reúne toda la comunidad para compartir como familia la presa, narrando con detalle las peripecias de la caza. Un nativo del lugar nos mostró su arte, cultura y la forma de afrontar los retos ante la avalancha de modernidad que pone en peligro las tradiciones nativas.
El segundo día compartimos nuestras vivencias del campo de misión de un mes que concluimos con esta convivencia, además de reflexionar sobre justicia, paz e integridad de la creación (JPIC).
LMC PangoaEl domingo, último día, visitamos la comunidad nativa de San Antonio de Sonomoro que es una de las comunidades nativas donde se ha relizado el campo de misión en otras oportunidades. Allí dialogamos con las autoridades de esta comunidad nativa y con la gente.
Este encuentro anual nos fortalece como grupo y a ejemplo de las comunidades nativas nos motiva a seguir trabajando en fortalecer la comunidad LMC-Perú y sentirnos familia no sólo de palabra sino de corazón y vocación como las primeras comunidades cristianas.

Fisher Ayquipa P.
Coordinador LMC-Perú

Noticias de Centro África

Maria Augusta Hola a todos,
Espero que se encuentren así como toda su familia.
Estoy en Bangui, llegué anoche. Yo y toda la comunidad apostólica estamos bien gracias a Dios.
Pasé hoy por la puerta Santa de la catedral de Bangui. Yo estuve allí el día de su apertura, pero no pude pasar, salimos por una de las puertas laterales. Me gustó mucho pasar por allí hoy.
¡En Centro África fue abierta en primer lugar la puerta de la catedral de Bangui, por el Papa, antes que las demás! El 20 de diciembre se abrió la puerta Santa de la catedral de Mbaiki, nuestra diócesis. El día de Navidad abrió la puerta Santa cada parroquia. Del 17 de enero hasta ayer, las puertas Santas se abrieron en todas las capillas que tenían puerta y el Santísimo Sacramento estuvo expuesto en todas ellas para la adoración, en la custodia que el Santo Padre ofreció a nuestra diócesis y que también ofreció a todas las otras de Centro África. Las personas fueron en peregrinación a pie las capillas cercanas. Nosotros, el domingo, fuimos a entregarla a la parroquia de Safa. Vinieron a buscarla a 6 km de la ciudad y luego fuimos en procesión a la iglesia y permanecieron en adoración. La custodia con el Santísimo visitará todas las parroquias de la diócesis hasta terminar “El Año Santo de la Misericordia”.
Desde el 13 de diciembre, no vengo a Bangui, siempre hay mucho que hacer en la Misión…
Desde principios de enero un profesor y yo estamos dando algunas clases por la tarde a los estudiantes para ver si empiezan a leer. Hay muchos estudiantes en CE2 (4º grado y que no leen nada). Gracias a Dios, parece que comienzan a leer un poco las primeras letras. Con la ayuda de Dios, que nos da la fuerza y paciencia para el trabajo, y el deseo los estudiantes de aprender, vamos a conseguir que aprendan. Este mes estuve con una clase tres días, pero es muy difícil porque los estudiantes no entienden francés y yo no sé Sango para traducirles lo que digo. A partir de mayo estaré como directora de la escuela. Recen para que Dios me ayude en este nuevo trabajo.
Desde el 2 de diciembre no llovía, solamente el 17 de febrero se produjo un aguacero como de costumbre aquí. Fueron 75 días sin lluvia… Ya había arbustos secos, algún aguacatero también, veremos si todavía dan frutos. Hubo muchos incendios en el bosque y muchos campos de yuca se quemaron. Muchos árboles cayeron quemados. La atmosfera estaba llena de humo sólo olía eso. ¡Era tanto que hasta te hacía llorar! Esperamos que no cause más hambre de la que ya hay. Gracias a Dios que llegaron dos aguaceros y toda la naturaleza ha cambiado… pasadas 34 horas ya se veían diminutas hierbas a salir donde parecía que todo estaba seco. En realidad, ¡el agua es la sangre de la tierra! Aquí a la lluvia le dicen “ngu ti Nzapa” = agua de Dios, y es verdad. Aquí, en Bangui, no ha llovido y todo está muy seco… ¡hace mucho calor!
Elia sigue cuidando a los niños desnutridos y no sólo. En enero comenzó a ir a Batalimo y encontró casos muy graves, niños muy enfermos. Cuando las madres hacen lo que se les pide (dar a los niños todo lo que se distribuye se pueden recuperarse bien). Cuando se trata de casos más graves son hospitalizados algún tiempo en el hospital.
Los Pigmeos siguen siendo ayudados con medicamentos cuando están enfermos. Menos mal, porque muchos morirían pues no tienen dinero para comprarlos.
En la misión que tenemos un hogar para que los estudiantes pigmeos pueden aprovechar mejor la escuela. Aquí comer, duermen, por la mañana van a la escuela y por la tarde vienen a estudiar durante una hora a la biblioteca. Son una docena de estudiantes.
La semana pasada estuvieron cuatro días en la misión el médico Omnimos y su esposa, como siempre muy amables. Fueron operadas, 16 personas (adultos y niños). Gracias a Dios todo salió bien. Esta semana aquí en Bangui también están operando. ¡Si hubiera más gente como ellos, el mundo sería mejor!
Les deseo una Cuaresma bien vivida.
Unidos por la Oración
Besos
Maria Augusta LMC

Africanizarme

África, un grito que resuena desde la infancia.
Un grito que silencio… Que espero desde hace tanto tiempo.
¡África que me hace soñar! Que hace latir el corazón desacompasadamente. ¡África que me fascina!
Fantasía y realidad que se encuentran ahora, utopía y concreción se dan y me inspiran a africanizarme.
Que mis pies te toquen sin invadirte.
Que mis manos te saluden sin hacerte daño.
¡Que mi corazón pueda amarte más de lo que ya te ama y que tú, oh África, me enseñes tu amor!
Un amor que no aprieta. Amor que no destruye.
Que nuestros saberes se sumen sin que los míos ahoguen los tuyos, sin que los tuyos inhiban los míos.
África… África… África…
¡Acógeme! ¡Acéptame! ¡Enséñame!
Que el sueño infantil de tocarte, ahora maduró y posibilitado se pueda realizar en un encuentro de almas, en un verdadero encuentro de mi Yo con su TU. Que todo lo pueda hacer con amor.


Priscila Garcia. LMC

Carta a la familia comboniana en ocasión del ‘año de la misericordia’

Daniel ComboniEste Corazón adorable, […] exuberante de toda gracia, no conoció un instante desde su formación en que no palpitase del más puro y misericordioso amor por los hombres. Desde la sagrada cuna de Belén se apresura a anunciar por primera vez la paz al mundo: niño en Egipto, solitario en Nazaret, evangelizador en Palestina, comparte su suerte con los pobres, invita a que se le acerquen los pequeños y los desdichados, conforta y cura a los enfermos, devuelve los muertos a la vida, llama al buen camino a los extraviados y perdona a los arrepentidos; moribundo en la Cruz, en su extrema mansedumbre ruega por sus mismos crucificadores; resucitado glorioso, manda los Apóstoles a predicar la salvación al mundo entero (E 3323).

Queridos todos, miembros de la Familia Comboniana:

Con esta carta, fruto de la oración y reflexión que compartimos juntos al final del Año de la Vida Consagrada y al inicio del Año Jubilar de la Misericordia, queremos ofrecer a todos ustedes, miembros de la Familia Comboniana, algunas reflexiones y, sobre todo, deseamos invitar a cada uno(a) de ustedes a vivir en profundidad los desafíos y las oportunidades que el Año Jubilar nos ofrece a cada uno y a todos, como familia.

Con este propósito, les proponemos una Jornada de oración, recordando aquello que decía nuestro Fundador: la omnipotencia de la oración es nuestra fuerza (E 1969).

Miserando atque eligendo: amados-perdonados / llamados-perdonados

Llamadas(os), por gracia de Dios, a seguir a Cristo en las huellas de San Daniel Comboni – nos ha escogido antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados ante Él en la caridad” (Ef 1, 4) – tenemos, como parte integrante del DNA carismático, la invitación a contemplar el Corazón traspasado de Cristo en la Cruz, expresión más elocuente de la misericordia infinita de Dios por la humanidad entera para dejarnos transformar, y para que también nosotros nos convirtamos en abrazo de amor y misericordia para todas(os). Esto, “para alabanza y gloria de su gracia che nos ha sido dada en su amado Hijo, en el cual obtenemos la redención por su sangre, la remisión de los pecados según la riqueza de su gracia” (Ef 1, 6-7).

Como todas(os) discípulas(os) de Cristo, somos conscientes que el evangelio que queremos anunciar nos supera. Sabemos bien que el seguimiento de Jesucristo, que nos llama a testimoniarlo con nuestra vida y palabras, es exigente y no siempre estamos a la altura del mensaje que Él nos confía: nos falta, a veces, la profundidad para vivir conforme a nuestra vocación.

En la oración personal, en la vida sacramental, en la dirección espiritual y en el encuentro con nuestras hermanas y hermanos experimentamos la misericordia de Dios. Estamos agradecidos con el Espíritu Santo que actúa en nuestro corazón, donándonos el espíritu de arrepentimiento y purificación. Agradezcamos a Dios por esa alegría de sentirnos perdonadas(os) pues nos renueva y hace capaces de recomenzar cada día.

Misericordes sicut Pater: dentro de nuestras comunidades y familias

Dios nos ama y perdona haciéndonos experimentar este misterio a través del encuentro personal con Él y expresa su misericordia a través de nuestros hermanos y hermanas. En nuestras comunidades y familias estamos llamados(as) a reconocernos recíprocamente, gracias al Espíritu Santo que nos une alrededor de Jesús y nos convierte en cenáculos de apóstoles.

En la vida diaria, en los momentos de corrección fraterna y en nuestros encuentros y reuniones, descubramos la manera en la que podemos experimentar la misericordia recíproca. Nos ayudamos a crecer, a purificarnos y a reconciliarnos cuando todos nos esforzamos en vivir la buena noticia del amor misericordioso de Dios.

Los hermanos, hermanas y familiares demuestran que nos perdonan cuando caminan pacientemente a nuestro ritmo; nos acercan al amor cuando nos dan confianza, pese a nuestros límites. Cuando la comunidad y la familia viven la misericordia, convirtiéndose en espacio de gracia, lugar de sanación y reconciliación en el que se construye la comunión de vida, sin negar las fatigas, debilidades y limitaciones propias y ajenas.

Todo esto califica la experiencia de misericordia que se vive entre nosotros. La misericordia no es contraria a la justicia cuando expresa la actitud de Dios hacia el pecador, ofreciéndole siempre la posibilidad para arrepentirse, convertirse y creer” (MV 21).

Misericordes sicut Pater: en la comunidad apostólica

Dios nuestro Padre nos ha llamado a servirlo y a trabajar juntos, como comunidad apostólica. En este lugar de colaboración, nosotras(os) somos desafiadas(os) a ponernos en actitud ‘de salida’ saliendo de nosotras(os) mismas(os) para configurarnos a Cristo, siervo obediente. Llamadas(os) a vivir el nuevo mandamiento del amor: que se amen unos a otros; como yo los he amado, así ámense también ustedes unos a otros (Jn 13, 34-35), el Señor nos dona las gracias necesarias para compartir su misericordia y nos da la capacidad de perdonarnos.

El don de la misericordia nos permite salir de nosotras(os) mismas(os), de practicar gestos de ternura y de ser caritativas(os) entre nosotras(os), es decir, practicar las obras de caridad espirituales y corporales entre nosotras(os).

Con frecuencia, es difícil para nosotros ‘vivir la misericordia’, hacer nuestros los sentimientos del corazón de Jesús. A veces, nos es fácil ser caritativas(os) con las personas que están fuera de nuestras comunidades/familias, olvidando aquellos con los cuales vivimos y trabajamos cotidianamente, como comunidades evangelizadoras. Dios, que nos quiere misericordiosas(os) desea que practiquemos la misericordia, antes de todo, entre nosotros y con los más cercanos.

Misericordes sicut Pater: con el pueblo de Dios

Nuestro ministerio, nos invita a confiar en el pueblo de Dios que nos acoge en Su nombre. La experiencia nos enseña que si somos humildes y abiertas(os), nuestras(os) y hermanas(os) serán misericordiosas(os) con nosotras(os). Actitudes arrogantes o de superioridad de parte nuestra darán pie a otro tipo de respuesta. La llamada a vivir de misericordia, como la vivió Comboni, nos obliga a emprender un camino de conversión y sanación, para poder vivir nuestras relaciones con sencillez, humildad y humanidad.

Misericordes sicut Pater: con nuestros institutos

El hecho de sentirnos miembros de un Instituto, grupo o familia comboniana, tendría que fortalecer el sentimiento de amor, de sano orgullo y de gratitud hacia el mismo. Pero, a veces, en su lugar encontramos sentimientos de amargura, crítica destructiva, “el terrorismo de las habladurías”, como lo llama el Papa Francisco. Se podría decir que esto es parte de nuestra condición humana, marcada por el pecado, todavía en el camino de la transformación. Nuestras debilidades no deberían sorprendernos o ser motivo de escándalo, poniendo en riesgo nuestro sentido de pertenencia y la alegría de ser combonianas(os), o disminuir el deseo y el propósito de vivir, en forma digna, la llamada a ser Santos y Capaces, siguiendo las huellas de san Daniel Comboni.

En este año de la Misericordia, dejémonos reconciliar con nuestros límites y heridas y revistámonos verdaderamente… de sentimientos de misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia…” (Col 3, 12) y, así, reavivar nuestro amor hacia la gran Familia Comboniana.

Misericordes sicut Pater: instrumentos de la misericordia

La experiencia de la misericordia nos llena de alegría y nos empuja a proclamar que su misericordia y su amor es desde siempre (Sal 25, 6).

A ejemplo de san Daniel Comboni, la experiencia de la misericordia divina nos dilata el corazón y hace que abramos los brazos hacia la humanidad sufriente a fin de que …podamos también nosotros consolar a aquellos que se encuentran en cualquier tipo de aflicción con el consuelo con el cual también nosotros somos consolados por Dios (2 Cor 1, 4). A través de nuestro testimonio, servicio y presencia entre el pueblo de Dios, a través de nuestro ser misión, somos llamadas(os) a participar en la obra salvadora del Dios misericordioso revelado en Jesús.

Y entonces… Celebramos la misericordia

En este Año Jubilar, por intercesión de María, Madre de la Misericordia, pedimos a Dios Padre el regalo de reconocernos necesitadas(os) de su Misericordia y deseosas(os) de ser reconciliadas(os): con nosotras(os) mismas(os), con las hermanas y hermanos en comunidad, con nuestros parientes, con nuestras(os) colaboradoras(os), con los Pueblos a los que servimos, con nuestros Institutos y grupos combonianos.

Les invitamos, pues, a todos los miembros de la Familia Comboniana; SMC, ISMC, MCCJ, LMC y a los otros Grupos/Movimientos que se inspiran en el carisma comboniano, a celebrar, el 17 de marzo próximo, el XX Aniversario de la Beatificación de San Daniel Comboni, con una Jornada de oración-contemplación de la Misericordia de Dios en Comboni. Es una invitación, como hijas e hijos a dejarnos transformar por la Misericordia de Jesús y reavivar nuestra compasión y compromiso de anunciar, con palabras y acciones, al Dios-Misericordia a las hermanas y hermanos más abandonados y sufrientes.

Con grande afecto les saludamos:

Los Consejos Generales y el Coordinador del Comité Central de los LMC:

SMC – Hermanas Misioneras Combonianas,

ISMC – Instituto de las Misioneras Seculares Combonianas

MCCJ – Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús

LMC – Laicos Misioneros Combonianos

 

Roma, 28 de febrero de 2016

Algo termina, algo nuevo comienza…

EwaNuestros niños acaban de terminar su periodo de vacaciones. Que fue inusualmente largo – 3 meses. La razón de esto fue la elección del nuevo presidente de Uganda, que se realizó en 18 de febrero de 2016. Afortunadamente todo ha estado en calma, y ​​no hubo problemas mayores. En menos de 3 semanas estaré en Polonia de nuevo. Bueno, algo termina, algo nuevo comienza…

Durante la temporada de vacaciones, pasé más tiempo con los niños más pequeños, que tienen algunos problemas en la escuela. Era una especie de clases de recuperación. Después de la renovación, las clases que estaban en el comedor se han cambiado a la habitación de estudio 🙂 . Pasamos mucho tiempo allí, para aprender, pero también para divertirnos. Pintamos, creamos cosas de plastilina, coloreamos y recortamos – en Polonia es algo habitual, pero para mis niños en Uganda siempre es algo especial y nuevo. A pesar de trabajar en la administración, aquí también hago funciones entre el servicio de niñera y trabajadora social. Durante todo este tiempo que he estado aquí he ido descubriendo que este es el mejor lugar para mí, es increíble y sorprendente al mismo tiempo, porque nunca fue algo de lo que quería hacer. La misión enseña a obedecer y participar en los lugares donde es necesario, no en los lugares donde uno cree que debería estar. A veces nuestra imaginación no encaja con la realidad; nuestro punto de vista es diferente a la realidad y a las verdaderas necesidades del mundo. Descubrimos que nuestras verdaderas necesidades son – el tiempo, la oración y la más importante la apertura al Espíritu Santo. Necesitamos todas ellas para descubrir lo que Dios quiere de nosotros en este lugar en particular. No puedo decir que lo sé completamente, pero lo sigo buscando todo el tiempo. Estoy empezando a entender por qué fui enviada aquí. Ahora, cuando termina mi periodo misionero de 2 años, sé que voy a volver aquí, con mis niños, a St. Jude.

EwaSt. Jude es no sólo los niños, sino también las personas que trabajan aquí. Niñeras, cuidadoras- con las que paso mucho tiempo. Al comienzo de mi servicio misionero, estaba dedicada a la gestión de todos los empleados, lo cual era muy difícil, ya que era la persona más joven aquí, y debía convertirme en supervisora. Se suponía que debía comprobar y evaluar. No era una situación cómoda, porque llegué aquí para ayudar, no para controlar. Sin embargo, como he mencionado antes – la misión enseña humildad, y también te ayuda a comprender y entender la visión sobre una misma, tus conocimientos y comportamientos. Tengo que admitir que, a veces, las cosas más fáciles terminaron con un malentendido. La forma de ser, de hablar, los gestos fueron interpretados incorrectamente. Afortunadamente, hemos aprendido unos de otros con el tiempo.

La misión es también comunidad, muy extraordinaria en mi caso. Nos enviaron a lugar totalmente nuevo y creamos una comunidad en Gulu, como había en Matany, donde fue Danusia (otra LMC). Éramos cuatro, muchachas jóvenes sin experiencia – tres polacas y una española. Todo este tiempo rezando, hablando, descansando, pero también discutiendo y con malentendidos – ha sido precioso e intenso. Lo que siempre nos unió fue la misión, la gente, y sobre todo la oración. Cada una de nosotras es una imagen diferente de Dios, pero con la misma fe y con un gran corazón abierto.

En nombre de mi comunidad y de mí misma, me gustaría darles las gracias a todos ustedes, por cada pequeño gesto, postales, mensajes de correo electrónico. En nombre de mis niños, me gustaría dar las gracias por todo el apoyo financiero – gracias a él nuestros niños tienen nuevos uniformes, mejor comida, hemos sido capaces de examinar su salud y… coloreamos su mundo. Pero, sobre todo, me gustaría dar las gracias por cada oración, cada pensamiento sobre nosotras – sin vosotros, no estaríamos aquí.

Ewa

Ewa Maziarz, LMC