Laicos Misioneros Combonianos

… Era la tercera vez que volvía

LMC RCA

Envuelta en el regazo de su madre, ¡¡¡los paños cubrían un pequeño latido!!!

Su cuerpo era delgado, casi transparente, y se podía ver el llanto que salía de sus pequeños pechos.

Su madre, con una sonrisa serena y delicada, ¡pedía ayuda en silencio!

Unos días antes, la esperanza había ganado la batalla contra una malaria apenas curada y Annie había vuelto a casa.

Pero en esta guerra de combates desiguales, de equidad y desigualdad de valores completamente irracionales, ¡Annie no podía resistir!

A su lado, Jean Luca, con todos los recursos posibles, en esta parte remota de África, ¡está librando el combate de su vida!

Aquí no hay perdedores ni vencedores.

Héroes, ¡sí! ¡Muchos de ellos!

Actualmente, en el hospital de Mongoumba, en la República Centroafricana, hay muchos casos de malaria.

Supongo que quizás debido a las inundaciones de la temporada de lluvias del año anterior, los mosquitos de la malaria se han triplicado en número y la resistencia a los medicamentos también ha aumentado.

Aquí pasé mi Semana Santa:

¡¡¡Entre el Suspiro de Esperanza de Morir o Vivir!!!

¡Dios mío! ¡Mi vientre estalla en lágrimas al ver el aliento que se evapora de estos frágiles cuerpos!

¡Cuerpos tan “Jesús”!

¿Cuándo lloraré estas lágrimas?

No lo sé, ¡sólo Él lo sabe!

¡¡¡Porque ahora lo que veo son las sonrisas de los niños que pasan por la calle…!!!

¡¡¡Y “Él” una vez más me hace Creer…!!!

Cristina Souza, LMC Mongoumba

Entre palmas y cantos

Domingo de Ramos

Un viaje de fe y reflexión

Todavía con clima pascual, una invitación a revisitar los intensos días previos al Día de Resurrección, una semana única en la que intentamos recrear con fervor los últimos pasos de Cristo como Hombre.

A la entrada del pueblo, bajo la sombra acogedora de los mangos, niños y adultos, hombres y mujeres se reunieron con fe para iniciar la celebración del Domingo de Ramos. Cada uno tenía su propia palma, algunas de ellas adornadas con esmero.

Al son vibrante de los cánticos “Hossana”, la comunidad recorrió la calle principal en procesión, un mar de palmas ondeando en el aire, un canto unísono que se hacía eco de la alegría de la fe.

En la iglesia, la celebración se prolongó durante más de dos horas.

Así comenzó la Semana Santa, preparando el terreno para un tiempo de reflexión, un tiempo para meditar sobre el sacrificio de Cristo y la promesa de Redención.

En esta jornada se nos invita: a revivir los pasos de Jesús, a meditar sobre el significado de su entrega y a reflexionar sobre el sentido de nuestras propias vidas.

Una oportunidad única para fortalecer nuestra fe y renovar nuestra esperanza.

Élia Gomes, LMC RCA

Be Afrique = Corazón de África

Élia Gomes

“Donde una vez dejé mi corazón”

Después de siete años en Portugal, cinco de ellos dedicados al apoyo familiar y al trabajo en residencias de ancianos (en las Misioneras de la Caridad de Faro y en el Centro Parroquial de Paderne) y otros dos años de misión en la parroquia de Camarate, me voy para volver a la RCA, donde ya estuve cinco años.

Este regreso no será fácil, pero sé que este es el camino que Dios tiene para mí.

La República Centroafricana (RCA) es el lugar donde siento que he sido llamado a servir a Dios y al prójimo con alegría, con la esperanza de llevar el mensaje del Evangelio y ayudar a construir un mundo mejor y más justo, junto a los más pobres y abandonados, según el estilo misionero de Comboni.

Me enfrentaré a nuevos retos y dificultades, pero confío en que, con la ayuda de Dios y la protección de Nuestra Señora de la Esperanza, podré superarlos.

Doy las gracias a mi familia y a mis amigos por apoyarme en esta decisión.

Doy las gracias a mi parroquia de Paderne y al Centro Parroquial por acogerme siempre con afecto a pesar de mis largas ausencias.

Doy las gracias a mi comunidad de Fetais y a todos los que me ayudaron durante mi estancia en Camarate.

Finalmente, agradezco al Movimiento LMC y a la Familia Comboniana por haberme transmitido la esencia que me inspira a seguir adelante.

“Si tuviera mil vidas, daría mil vidas por África”.

LMC Elia

Élia Gomes LMC – Portugal

¡¡André el chico al que le gusta soñar…!!

Mongoumba

Sus ojos brillan cristalinos de deseo.

Ojos que buscan el horizonte en el denso bosque.

Con la misma intensidad que ayer, su sonrisa está llena de esperanza y alegría.

Hoy, los días de escuela forman parte de un pasado cercano pero a la vez lejano.

Juega a sobrevivir con su familia

Sueña con ser algún día pasajero, conductor o simplemente observador del hermoso coche que pasa por delante de su casa.

Sueña con ropa limpia, siempre que el hombre blanco reluzca.

Sueña con el simple roce de la mano, con el saludo prolongado

Este niño descalzo de sonrisa fácil quiere ser algún día como “Tú”.

Dentro de su casa de papel verde y cola roja está el pequeño fuego que insiste en calentar el frío que se siente.

El manto rojo de esta tierra consumida por el sol, se pinta ahora con el calor incandescente de los cuerpos que se acurrucan unos con otros formando un gran lienzo, hecho de pintura humana.

Este niño quiere ser algún día como “Tú”.

Sueña con tener algún día un árbol propio, lleno de frutos para comer y compartir.

Sueña con poder entender lo que dicen los libros.

El sol asoma entre la bruma matinal, es hora de levantarse y escuchar lo que dice el viento.

El día está marcado por la pereza de la rutina diaria y repetitiva.

Hoy el pequeño André se adentra en el profundo bosque

Va al encuentro de los árboles majestuosos y antiguos, ellos son los amos de su mundo.

En esta época del año, se visten con sus más bellas y deliciosas mariposas.

Mongoumba

La familia está feliz, el perfume de las flores habla de abundancia.

En un acto rápido, todo está listo para el viaje.

Mamá, con un bebé atado al pecho, una cesta a la espalda y sobre la cabeza lo que se olvidó, serpentea por el camino ya trazado por el tiempo.

Papá, machete en mano, se abre paso, pues los árboles insisten en tapar lo que es suyo.

André imita a su padre con el pequeño cuchillo sin mango, rasga las densas hojas como un verdadero niño del bosque, hace vida con su alegría, puede soñar con cosas que no son suyas, pero su piel sudorosa brilla con el orgullo y el honor de ser pigmeo.

Cristina Sousa, Laica Misionera Comboniana

Bangui, República Centroafricana.

Un pedazo de corazón

Cristina Mongoumba

“El Amor es un fuego que arde sin ser visto…”

¡Tengo en mí este fuego que sofoca pero da vida!

¡Fuego que en lava fluye y brota en lo más escondido de mi ser…!

¡Él nos ha dado a comer Su Pan y a beber Su Vino…!

¡Y en esta sencillez nos ha hecho Sus Hijos más amados y deseados por todos los que buscan Vivir…!

Vivir de, con y para Su Amor…

Él está en mí, y yo en Él.

Mi corazón es el Tabernáculo, el Templo de la Resurrección.

Renace en las heridas más profundas de este Pueblo Hermano.

Pueblo que sufre de un Sagrario abierto a Todos.

Pueblo que clama en silencio a los oídos enfermos de ambición.

Pueblo de pies descalzos, de pies agrietados por la tierra seca y embarrada.

Cuerpos delgados, secos, fuertes, bien definidos, cubiertos por venas palpitantes cargadas de la misma lava que me sostiene.

La diferencia entre nosotros es ninguna, las lágrimas, las sonrisas, los dolores, los suspiros ahogados en las manos llenas de esperanza y deseo de Amor. Son iguales, los mismos, auténticamente los mismos…

Son muchas las veces que te veo en la carne roja y caliente de las heridas que intento cuidar con el tacto de mis manos.

Con ternura y dulzura arropo tu dolor en mi pecho y dejo que llore mi corazón, porque eres Tú quien te presentas ante mí en el rostro del papá, de la mamá, de los niños…

¡¡¡La desigualdad, la indiferencia, el egoísmo, los derechos humanos mutilados me dejan completamente desintegrada…!!!

El peso de mi realidad aumenta mi capacidad de discernimiento y resiliencia.

¡Con mucho cariño envuelvo con tela blanca impregnada de tu bálsamo de amor, tus heridas que también son mías…!

Muchas son las veces que en mi conciencia tengo presente el “No” a tu llamada.

Pero aquí estoy, Señor, a tu disposición, dame las herramientas para trabajar en la cosecha de tu vasto y gran Amor…”.

¡La misión se hace en “Cada” Lugar donde “Tú” estás…!

Cristina Sousa, Laica Misionera Comboniana en Mongoumba