¡Hola a todos y todas¡
No quiero cerrar esta serie de entradas sobre mi visita a Kenia sin contaros mi corto viaje al norte a visitar la zona West Pokot.
Iba a ser una visita más larga pero después, por los imprevistos que nunca faltan, tuvimos que acortarla para regresar antes a Nairobi. De todas formas fue intensa y muy interesante.
En este viaje fui con el P Maciek y el hermano Cesar de la comunidad de Amakuriat.
Un viaje de 15 horas en la cabina de un Land Crusier que se antojaba un poco estrecha para los tres pero que compartimos con gusto.
Como siempre el coche estaba cargado hasta arriba, es común en el misión aprovechar cada viaje para comprar lo que no se encuentra en el interior, tanto para tu comunidad como para las otras comunidades de la zona que también tienen necesidades. Y así es normal que el coche de un misionero se llene cada vez que va de un sitio para otro.
Como no, también tuvimos tiempo para hacer alguna visita y algún recado por el camino como visitar al Obispo. Aunque no pudimos verle por estar en otro lugar en ese momento, al menos firmamos en el libro de visita de la diócesis.
Salimos a las 6 de la mañana y llegamos a la verja de la misión a las 9 de la noche. La verdad es que la carretera no estaba demasiado mal en la mayoría del camino, pero por el mucho tráfico todo se enlentece. Las últimas horas las hicimos por carretera de tierra que nos iba indicando como muchas cosas quedan atrás y mucho queda aún por hacer. Hubo un tramo especialmente complicado de una media hora donde se agradecía tener un cuatro por cuatro pues la carretera con las últimas lluvias había quedado bastante maltrecha de socavones y piedras. Afortunadamente no llovió mucho y no quedo cortada la carretera con algún río de los que se forman cuando llueve fuerte y que no te permite entrar o salir de la zona por unas horas o días.
Al día siguiente y tras cenar con la comunidad, que me acogió y me hizo sentir como en casa, pudimos aprovechar para visitar la zona “comercial” del pueblo y en la tarde alguna comunidad Pokot.
En esta comunidad comboniana estuvo muchos años el P Tomás Herreros, provincial en España cuando nos preparábamos a partir a misión y, del que había escuchado su testimonio entre los Pokot y ahora podía ver en primera persona esta misión. Por cierto, muy querido y recordado por todos, ha dejado una gran legado en la zona y entre sus gentes.
El pueblecito de Amakuriat es como casi cualquier otro pueblo africano, con sus pequeños comercios, un pequeño hostal e incluso algún restaurante local donde comer.
Pasear por sus calles es algo lento pues a cada 5 minutos te encuentras una persona que saluda al P Maciek, le pregunta, cuenta algo de su vida o queda para poder conversar en otro momento.
Esta parroquia es una de las posibilidades donde podríamos ir si algún día tenemos personal suficiente para abrir otra comunidad misionera en África, así que era importante verla.
En la tarde pudimos visitar un par de poblados tradicionales Pokot. Sigue siendo impresionante ver como mantienen sus costumbres, sus construcciones y maneras de vivir. Aunque haya escuelas en la zona todavía queda mucho por hacer. La educación es una puerta al futuro y el desarrollo de este pueblo que sigue viviendo como hace siglos. El ganado sigue siendo la fuente principal de riqueza, la poligamia es algo todavía extendido y el trabajo fundamental de las mujeres para mantener a la familia algo central.
Acceder al poblado es algo difícil, en un camino que se adivina entre las acacias y que en algún momento necesita que nos bajemos a colocar la tracción a las cuatro ruedas si queremos avanzar.
Pudimos visitar algún poblado y como siempre nos sorprenden con su acogida y amabilidad. Lo poco que tienen lo comparten y así hicieron ofreciéndonos un vaso de leche de sus vacas. Por cierto, ya algo fermentada ya que no tienen nevera ni nada que se le parezca y es en una calabaza donde la conservan. Cocinar con leña, dormir encima de pieles de vacas o en alguna cama rudimentaria, sin luz o agua potable y con el poblado rodeado de espinos para protegerse de las hienas sigue siendo su medio de vida. Afortunadamente me cuentan que ahora la zona está pacificada, ya no sufren los robos de ganado por parte de los Turkana (vecinos del norte) que también traían a veces muerte por los enfrentamientos entre ambos pueblos.
Al día siguiente fuimos a otro de los tres sectores de la parroquia. Una parroquia con tres sectores donde 8 horas pueden separar una punta de otra, por caminos de tierra y donde el misionero descansa a veces en un pequeño cuarto tras la capilla o al raso con su saco de dormir.
Chelopo nos permitió descansar un poco en nuestro camino de regreso a Nairobi. Pudimos estar un rato con el grupo de jóvenes que nos inundaron con sus muchas iniciativas. Quieren tener un campo de vóley, ya tienen la red y solo falta limpiar la zona y traer cemento para los postes, también organizarán un campeonato de vóley con los grupos de jóvenes de las comunidades vecinas. Pretende aprovechar algunos ordenadores viejos que están en el almacén de la escuela para ponerlos en una sala e intentar aprender cómo usarlos, hacer convivencias con otros grupos y ver cómo ayudar a la comunidad. Ahora están de vacaciones de verano y tiene más tiempo libre.
Una juventud con iniciativas y ganas de hacer cosas.
Después continuamos nuestro viaje. El hermano Cesar nos acercó a un pueblo para coger un bus nocturno a Nairobi con el cual terminar nuestro viaje relámpago al norte.
A las 5 de la mañana ya estábamos en Nairobi y d la estación fuimos a la casa provincial donde saludar a muchos misioneros que allá estaban de paso o reunidos, hablar con el provincial sobre lo vivido y descansar un rato.
Fue una visita relámpago pero muy interesante. Quién sabe si en el futuro alguna comunidad LMC estará por la zona. Sin duda una misión muy bonita y con mucha necesidad.
Solo Dios sabrá
Un saludo
Albero de la Portilla. LMC