El fin de semana del 13 y 14 de febrero tuvo lugar en Fátima la formación del 3º Encuentro FEC (Fundación Fe y Cooperación) con el tema “Misiones, culturas y religiones” en los que tuvimos el placer de tener como formador al Provincial de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, padre José Vieira. Como en otras reuniones, hubo una gran diversidad de instituciones, grupos y organizaciones misioneras que estaban presentes. Agradecemos a Dios por la presencia de todos, la unión fraterna y la alegría que siempre sucede cuando nos encontramos en su nombre.
De esta reunión nos quedó como principal mensaje la importancia de ir al encuentro del otro. Ir a su encuentro implica conocerle a él y a su cultura. Y este encuentro de culturas a menudo implica que, por un momento, nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestros hábitos culturales y de las rutinas que son tan naturales en nosotros. Aceptarlo a él y a su cultura es un desafío necesario para la completa experiencia del amor de Dios en tierra de misión. Más que testigos Dios nos invita a ser, a su ejemplo, Evangelio vivo de su amor. Y para ello hay que conocer a la gente, su cultura y sus costumbres… debemos inculturarnos y así amar a las personas de una forma plena.
De hecho Jesús es el verdadero ejemplo de inculturación. Él que para testimoniar el alcance infinito de su amor por nosotros se hizo hombre como nosotros. Siguiendo su ejemplo también nosotros debemos no sólo respetar sino conocer y participar en la cultura, las rutinas y los hábitos del lugar donde vamos. Y este es un ejercicio más complicado de lo que pensamos, en primer lugar, porque todos somos intrínsecamente etnocéntricos y vemos el mundo a partir de nosotros, de nuestra experiencia y de nuestra cultura. Sin embargo, nunca nos podemos olvidar que la diversidad cultural es un don querido y respetado por Dios. Cada uno de nosotros se le presenta con todo lo que es: defectos, cualidades, historia de vida y también la cultura ya que nuestra fe es el resultado de una relación personal con Dios. Sin embargo, es importante no olvidar que las culturas que nos dan la bienvenida y reciben son territorio sagrado ante el cual tenemos que descalzar las sandalias de los pre-juicios y preconceptos. De aquí nace la importancia de aprender el idioma, aprender la cultura, aprender, sobre todo, a celebrar y estar con las personas compartiendo nuestras vidas con ellos. Por lo tanto, partir a una nueva cultura requiere la disponibilidad para nacer de nuevo aprendiendo la vida de manera diferente.
Durante esta reunión, el 13 de febrero tuvimos el honor de dar gracias a Dios por la vida de Marisa, que cumplió 23 años. Agradecemos a Dios por la gracia de caminar y celebrar la vida a su lado. La vida se hace más grande y mejor cuando estamos rodeados de personas con Dios en el corazón.
Marisa y Paula