Laicos Misioneros Combonianos

Tú, yo y el nosotros que Dios nos llama a ser

LMC Peru

LMC PeruFuiste la comunidad que nunca escogí pero con la que siempre deseé hacer camino. Tal vez porque en la diferencia encuentro un poco más de mí y en el conjunto revelamos un poco más de nosotros.

Contigo aprendí que la misión no se hace sola, y lo que necesito de ti. Te cruzaste en mi camino y aunque incomprendidamente abriste el corazón y me aceptaste como compañera de camino, sí, en el fondo es un camino lo que hacemos todos los días en este pedazo de tierra del otro lado de la realidad que ambas conocíamos.

Tuviste la mano extendida cuando pensé que nada tenía sentido. Me di cuenta, aquella noche cuando orábamos juntas y todo en mí parecía desmoronarse que, no hay errores en los planes de Dios para cada uno de nosotros. Fuiste y eres el sostén cuando todo parece duro y difícil. Eres una palabra que no se esconde, ojos que hablan, eres tú.

Contigo aprendí las dimensiones del compartir y de la donación, en este triángulo del amor, en una dinámica entre el yo, el tú y el nosotros.

Eres muchas veces los ojos que ven más allá de lo que yo consigo ver. El corazón que me escucha, cuando necesito hablar. Los abrazos que apoyan y sostienen. La mano que siempre se hace presente cuando en el camino aparecen los obstáculos. Dios sabe porque te ha puesto en mi camino y ahora yo también lo sé. Que Dios me ayude a cuidarte y a saber descifrar tu presencia en mi vida y en nuestro caminar.

Lo que juntas conseguimos ser es lo que mueve a esta comunidad en busca de la misión que Jesús tiene para el mundo. Somos silencio, somos risas, somos críticas y exigencia, somos límites e infinito, somos también desde la terquedad de nuestras vidas pasadas y aprendizajes, somos lágrimas muchas veces compartidas entre mis lágrimas y tu hombro o abrazo. Somos oración muchas veces cuando en silencio miramos la misma realidad donde vivimos ahora.

Venga quien venga y diga lo que digan, no importa más. Lo que verdaderamente importa es lo que en nuestras imperfecciones logramos ser de Dios.

Somos testigos de quienes aceptan crecer juntas. Somos Andrea y Paola (Paula en su tierra natal), vidas que Dios unió para caminar en la dirección de un amor que se aprende diariamente, un amor fruto de errores, hecho de oración, hecho de silencios y muchas veces miradas que dicen todo, hecho, de manos extendidas y de tareas compartidas, de mal humor y terquedad, de perspectivas diferentes y de dos maneras que se completan al hacer las cosas.

Somos lo que cada una tiene de sí para dar. Somos en lo que eres y en lo que me enseñas a ser. Somos en lo que aprendemos mutuamente. Somos desde donde sabemos que somos. Amor.

CLMC Peruuando me reconocí llamada a la misión me supe llamada a ser comunidad. En ese camino supe que Dios me llamaba a ser comunidad con Andrea (como humildemente llaman a la Neuza en Perú). Llegar al Perú fue comprender que era un tiempo de travesía del desierto. Aun así cuando llegué al Perú me sentí feliz, irremediablemente feliz y reconocí que Andrea formaba parte de esa felicidad. Una felicidad repleta de obstáculos, dificultades, alegrías y carcajadas y por eso una felicidad completa. Cuando fui llamada a caminar con Andrea supe que Dios tenía y tiene algo que enseñarme a través de ella. Encontramos a la gente en nuestra vida para hacernos crecer, para hacernos más santas, para enseñarnos a caminar y acercarnos a Dios. Caminar con Andrea exige aceptar que van a haber momentos complicados, difíciles, pero que incluso en el silencio ella está siempre allí. Ella sabe cuándo te despiertas a llorar y viene a abrazarte y sólo se vuelve a acostar cuando está segura que te quedas bien. Ella está ahí mirándote cuando parece que el mundo te cayó encima e inevitablemente va a llorar contigo uniéndose a tu dolor. Vivir con Andrea es subir y bajar montañas con dolor en la barriga de tanto reír. Con Andrea me siento capaz de enfrentarme a las mayores dificultades que aparezcan en nuestro camino. Con Andrea no hay viajes o espera en autobús aburridos. Con Andrea hay alegría en cada paso en la misión. Andrea soporta el cansancio, dolor, sufrimiento y me acompaña calle arriba y calle abajo. Con Andrea encuentro a Jesús en cada esquina. Vivir con ella es un aprendizaje continuo y un camino que me propongo recorrer todos los días. Soy feliz y confío que somos felices incluso en los días en que estoy frágil y todo parece gris, tú estás ahí siempre a mi lado para amarme tal como soy. Tal como el amor de Dios, ser comunidad con Andrea no es fácil, pero simplemente basta con saber amar y ser amada. Ser comunidad con Andrea me recuerda continuamente la frase del Papa Juan Pablo II “Amar es un acto de voluntad” porque quiero amarla todos los días en cada paso de nuestro camino.

No es fácil vivir en comunidad y compartir todo en nuestra vida. Pero cuando queremos y lo hacemos con amor y por amor, cuando lo hacemos sabiendo que es Dios quien nos une, quien está en medio de nosotros, en todo momento y a todas las horas, todo está bien. Ser comunidad es estar disponible a caminar no en mí ni en ti, sino en nosotros. Ser comunidad es permanecer unidos en las alegrías y compartir las cruces. Ser comunidad es saber dar espacio y abrazos de oso. En comunidad compartimos el mayor don que Dios nos ha dado, nuestra vida. Juntas, en comunidad, alegramos cualquiera casa que podamos visitar, rezamos allá donde sea, cantamos allá donde sea y vivimos en Vila Ecología en nuestra hermosa casa a la que llamamos hogar.

Somos yo y tú, somos nosotros.

LMC Peru

Comunidad Ayllu, Neuza (Andrea) y Paula (Paola)

Relaciones humanas y vida en grupo – 4ª formación FEC

LMC Portugal

LMC PortugalRelaciones humanas y vida en grupo, fue el tema de la formación de la FEC el fin de semana del 14 y 15 de abril de 2018, impartido por la formadora Paula Silva.
El tema fue muy interesante ya que nos hizo reflexionar sobre varios temas musicales y nos planteó preguntas sobre la letra de las canciones, proyectándolas para la realidad de nuestra vida y para la misión.
Por ejemplo; la “Lista” de Oswaldo Montenegro sobre la que nos hizo 10 preguntas sobre nosotros, que nos hicieron recordar el pasado y reflexionar sobre el presente.
Otra fue los”Contenedores” de Xutos & Pontapés, con 7 preguntas que nos hicieron reflexionar sobre nuestra salida a misión, cuestionándonos sobre lo que llevábamos, lo que dejábamos, lo que conocíamos del lugar a donde íbamos y cómo creíamos que nos sentiríamos a la llegada, empezando una nueva vida, partiendo de cero, con la posibilidad de poder ir más allá y fijar los objetivos de nuestra permanencia en el voluntariado.
Oímos el testimonio de Susana Querido que estuvo seis meses en Angola y pertenece al grupo misionero Ondjoyetu.
Terminamos con la Eucaristía, seguida del almuerzo y la salida hacia nuestras casas.
LMC Portugal
LMC Nelly Gomes

“Diario” Camino – noticias de la misión en Perú

LMC Portugal

LMC PortugalCompartimos un pedazo del Diario Caminho de Abril de la Parroquia de Cristo Rey de la Vergada. Hoy con noticias de Perú de la LMC Neuza Francisco.

Amar es salir

Desde que llegué aquí, he descubierto cada día que pasa, el amor. Un amor que exigió y exige continuamente salir, salir de nosotros mismos, salir de todo lo que ya conocemos, un salir que exige que te pongas en camino. Necesitamos amar el mundo y todo lo que en Él refleja el amor de Dios. Aquí encontré otra forma de amar, encontré un amor disponible, un amor simple, un amor que brota de la honestidad de lo que tengo y de lo que compartiendo permitimos dar y recibir del otro. Así de forma desinteresada. Un amor que brota de un crecer juntos, como hermanos. Es aquí donde siento ardientemente que tengo que estar. Es en este hermano que siento todos los días la llamada de Dios. Es en las subidas y bajadas de los grandes montes que me rodean que encuentro constantemente sonrisas, lágrimas, encuentro brazos que me esperan, ojos que reflejan historia, mucha historia.

Es por estos caminos de tierra que todos los días camino, que encuentro testimonios que me convierten y me hacen agradecer a Dios, el milagro de la vida. Agradezco, haber sido una de sus elegidas. Poco a poco, voy conociendo no sólo sus rostros, su expresión, voy conociendo cada nombre, cada casa, cada familia. Ya son muchas las veces en que escucho de lejos que me llaman “Andrea, hermanita Andrea”. Sí, aquí todos somos hermanos y hermanas.

Un día os contaré la historia de mi nombre. Me siento uno de ellos. Somos una familia.

¡Ay, Perú, que has robado mi corazón!

En el compartir de lo que tienen, sí, te dan muchas veces lo poco que tienen y lo mucho que son. Te cuestionan. Muchas veces en el regreso, traigo el regazo lleno con media docena de manzanas del señor que viene al encuentro de ancianos, con un plátano que durante el camino el señor de la pequeña tienda de comestibles me ofreció, con los granos de maíz que me ofreció una de las familias que visité o con dos o tres patatas, que la señora que estaba enferma me ofreció.

Aceptamos cada día crecer juntos. Aceptamos cada visita, ayudarnos a llevar la cruz de cada uno. Somos palabras de consejo mutuo, somos sonrisas, somos silencios que se confiesan, somos lágrimas. Somos, en la consecuencia del ser, frágiles y muchas son las veces en que de rodillas nos reconciliamos con el amor.

En la humildad de cada persona que cruza mi camino encuentro el rostro de Dios, un Dios misericordioso.

En la alegría y el dolor del día a día encuentro el sentido de la vida. Y cada vez que a lo lejos, veo a una familia, un conjunto de niños que me esperan, veo dos brazos, los brazos de Cristo.

LMC Portugal

Neuza Francisco, LMC en Misión, en Perú

Revista “El Camino” – entrevista a Márcia Costa

LMC

LMCEn abril los LMC estuvieron presentes en la Parroquia de Cristo Rey de la Vergada. Como tal, su revista “El Camino” del mes de abril, estuvo especialmente dedicado al Movimiento de los LMC. En esta edición especial, podemos leer una entrevista a nuestra LMC Márcia Costa, un testimonio del matrimonio LMC formado por Carlos y Sandra y noticias de Perú sobre nuestra LMC Neuza Francisco.

La entrevista a Márcia Costa, por Sofia Coelho

Márcia Costa, Laica Misionera Comboniana, natural de Aveiro, nació el 18 de julio de 1982. Conocí a Márcia, en Mozambique, en agosto de 2015 y allí es donde tuve el privilegio y conseguí realizar este trabajo, un nuevo testimonio misionero. Ya pasaron más de dos años y llegó la hora de publicar estas páginas de Misión. ¡Un rostro más de la misión!

Sofía Coelho: ¿Cómo encontraste a Comboni? Cuéntame un poco de tu recorrido.

Marcia Costa: Bueno, yo digo que encontré a Comboni, un poco por casualidad, yo estaba en la universidad en Viseu y en ese momento era animadora de la Juventud Obrera Católica (JOC).Y unas amigas me hablaron de Comboni y del grupo Fe y Misión, me invitaron a participar en una semana de animación misionera y recuerdo que en aquel momento coincidía con el campamento anual de las JOC. Con esfuerzo conseguí conciliarlos y pude participar de esta semana, pero no conocía a Comboni, lo que sabía de él era todavía era muy poco. Cuando estás caminando, estás en tu camino, respetas naturalmente el camino de los demás, pero vas pasando al lado.  Y como decía, participé, me gustó mucho la experiencia, pasamos una semana trabajando en un hogar de ancianos y con otros jóvenes y ahí fue donde empecé a conocer un poco a Comboni.

SC: Y ¿entonces…?

MC: Entonces decidí hacer el camino de “fe y misión” para aprender más, un poco más de Comboni. Porque yo siempre quise partir a otros países, pero yo pensaba… partir a través de la Cruz Roja, o de alguna otra institución. Siempre quise esta parte social, trabajo social, ayudar a las personas.  Pero al ir caminando y avanzando en la espiritualidad comenzó a tener sentido hacerlo desde un servicio a Cristo. Como una vocación…

SC: ¿Marcia y Comboni tenían sentido?

MC:   Sí. A medida que fui conociendo un poquito mejor, tuvo sentido, su carisma. Su lema de “Salvar con África”,   es en lo que creo, creo que debemos trabajar para formar líderes, debe ser el propio pueblo a proclamar su autonomía, su desarrollo y su reino de justicia y paz. Ayudar a las personas a creer en sí mismas, a creer que Dios está en medio de ellos.  Entendí que era por aquí mi camino.

SC:   ¿Y ese camino? ¿Preguntas? ¿Cómo llegaste a los LMC’S (Laicos Misioneros Combonianos)?

MC:   Claro que tuve muchas dudas. Sabe que Comboni decía que, “para las misiones, debemos ser Santos y Capaces…” Y pensé a menudo que yo no era Santa, ni Capaz, y si eso es lo que quieren, entonces no es para mí… (risas …)

SC: entiendo bien (risas…)

MC: Pero yo estaba queriendo conocer mejor y más a Comboni. Y después del camino del grupo Fe y Misión fui que conocí a los LMC.

SC: Marcia nuestros lectores, en su mayoría, es posible que nunca hayan oído hablar de los Laicos, tendrás que explicar un poco para que todo el mundo entienda.

MC: Un laico, es una persona común… un cristiano común que decide dedicar su vida a una Vocación. En nuestro caso, hemos compartido la espiritualidad Comboniana… este Salvar África con África, estar disponible a partir al encuentro de otras personas, de otras culturas y aprender el camino de la salvación / conversión, tenemos la certeza de no caminar para salvar, sino que nos salvamos con el pueblo. Porque es Dios quien nos salva.  Ser Laica es hacer este camino de Cristo.

SC: ¿Qué edad tenías cuando asumiste este camino?

MC: Ups… dos años de formación… estaba a punto de cumplir los 26 años, cuando hice mi compromiso. En seguida a Francia para aprender el francés y sólo después fui a la República Centro África.

SC:   Muy bien. Antes de contar tu experiencia misionera en la República Centro África e incluso antes de hablar de esta que hoy vives aquí en Carapira, Mozambique, dime qué es la Misión?

MC: Oh… (vacila…) ¿Qué es la misión?  (Risas…)   No es una respuesta fácil, porque la Misión tiene varios aspectos en la Misión. Tiene la dimensión del yo; la dimensión de los Otros y la dimensión de Cristo. ¡La Misión es Cristo! Y dentro de la dimensión que es Cristo, tiene el encuentro con el Otro. Y dentro del encuentro con el Otro, tienes el camino de conversión personal. Sofía, digo esto porque a veces cuando pensamos en la Misión, pensamos sólo en lo que vamos a dar, porque queremos dar. Nosotros somos así, gente que le gusta dar, y cuando llegamos a la Misión encontramos a otros pueblos que viven de otra manera, que viven de forma diferente, que viven con diversas dificultades pero que son felices y viven Cristo, no a tu manera, sino a la manera de ellos. Es complicado porque cuando ves a Cristo piensas en la manera “correcta”, la manera que te transmitieron, que lo ves desde pequeñita y por eso es correcto. Y es difícil a veces aprender esta abertura. Es todo un camino que hay que hacer, parece fácil cuando hacemos el curso de misionología, cuando hablamos de la inculturación, estamos “súper disponibles”, somos “súper tolerantes”, “capaces de un amor incondicional”, y aquí hablo por mí misma, pero de la teoría a la práctica, llegar y verte confrontada con toda la realidad es diferente y, naturalmente, tienes reservas … no es tan sencillo, por eso hablo de la conversión personal, porque vas aprendiendo de tus limitaciones y en la medida en que estás a “lavar los pies a los demás” ellos están lavando los tuyos también y así te muestran que también tienen a Dios.  Y entiendes que Dios es mucho más que aquel Dios que has conocido desde pequeñita, Dios es mucho mayor. Y nosotros ¡somos la imagen de Dios! No sé si me estoy haciendo entender, no te puedo hablar de misión con una palabra, o en una frase.

SC: Sí, entendí, y creo que fuiste clara, creo que el lector también lo entenderá, aprecio la manera sincera responder a la pregunta sin clichés, contando de hecho una realidad. Marcia tengo aquí algunas preguntas más, pero primero dame algunos ejemplos donde ves a Dios, dónde ves esta imagen de Dios de la que hablas, ¿puedes darme ejemplos concretos? ¿A partir de tu experiencia personal?

MC: Me acuerdo de esta imagen que tenemos de Dios, de la creación del mundo, mira por ejemplo en la RCA, que tenía un pigmeo, Gabriel, que al que quiero mucho, muy sonriente, siempre con una sonrisa era fantástico. Iba muchas veces por casa. Nosotros teníamos un árbol de mango que estaba seco delante de nuestra casa, y pensábamos cortarla para luego plantar otro árbol. Así que hablé con Gabriel, “Gabriel puedes cortar el árbol, nosotros te pagamos”, dijo que sí. Se tomó días para cortar el árbol y me fascinó su respeto por la creación de Dios. Como te comentaba el árbol estaba seco, pero a menudo se detenía y hablaba con el árbol, con respeto, para disculparse y agradecerle por todo lo que ella ya nos había dado. Ahí está la imagen de Dios, cuando estás allí (en tu país) luchando con el mundo porque estás enojada con unas cuantas cosas y porque tienes tu manera de pensar… tú tienes allí una persona a hablarte de Dios, no aquel “tu” Dios tradicional, de la Iglesia, del bautismo, sino aquel Dios que nos creó a todos, aquel Dios que creó toda esta naturaleza fantástica para nosotros. Por ejemplo cuando el hombre iba a coger la miel, mientras el hombre subía al árbol, las mamás hacían una danza de agradecimiento abajo, para agradecer al árbol que acogió la colmena, para agradecer a las abejas que produjeron la miel.  Allí con los pigmeos, aprendí esta sencillez, vi la Laudato Si, en vivo y a todo color.  Porque nosotros cuando partimos, a veces decimos que vamos a ayudar a los “pobrecitos”, a ayudar la “miseria humana” y aquí de nuevo os digo que hablo por mí misma, cuando llegué a la misión entendido que “la miseria humana” existe realmente, pero muchas veces ella vive dentro de mí, con mis limitaciones, con mis dificultades de saber amar a los demás, o de saber escuchar al Otro con el respeto que él merece. O de promover más su dignidad.  Muchas veces parece que estamos con un pie arriba, porque estamos con una actitud de quien llegó para enseñar, cuando debemos estar en actitud de aprender. Y esto a veces es difícil, sobre todo cuando partes por primera vez, y nosotros vamos por dos años, tu primer pensamiento es a menudo querer “salvar el mundo”, todos somos muy capaces … (risas …) muy soñadores (más risas …).  Entonces tú quieres llegar y “hacer” y ante todo hay que escuchar. Dar tiempo de entender la cultura. Y tiempo para no enojarse.  Yo en la RCA al principio me enfadaba mucho. No fue fácil, nosotros vivíamos en una situación muy pesada a nivel social. El Pueblo Pigmeo era esclavo, existía un sentimiento de posesión. El niño Pigmeo, no nace libre. También está todo el tema de la brujería, es casi imposible no enfadarse. Pero necesitas aprender que más que hablar es mejor escuchar.  Y es necesario caminar juntos. Después es cierto, son “tus católicos” que están matando a la persona que fue acusada de brujería, es cierto, pero la pregunta es, “¿Qué pasaría si yo hubiera nacido aquí?”.”¿Cuál sería mi actitud?” Es necesario este camino. Y no es más que un camino de amor. Y Dios es amor. Pero el amor tiene diferentes maneras de ser interpretado. Entonces la manera como experimento el amor es diferente, será diferente en el Pueblo Macúa, diferente en el Pueblo Pigmeo… Hay que aprender cómo se vive el amor.

SC: Bueno, en la RCA, tu primer destino misionero, ¿tenías portugueses? ¿Cuéntanos un poco?

MC: Fui sola. Pero fui a conocer y hacer comunidad con Susana Vilas Boas y María Augusta, ambas portuguesas y LMC. Después fui a casa de las Hermanas, para aprender la lengua local, y me quedé allí unos tres meses, cuando regresé, ya no estaba María Augusta, y me quedé en comunidad con Susana. Después Susana regresó y llegó Élia también portuguesa y LMC. No nos conocíamos antes, pero éramos de la misma cultura.

SC: ¿Cuáles eran tus funciones en la RCA? En la actualidad, en Mozambique ya he visto que existe una mezcla, auxilias en la escuela, trabajas en la cocina, realizas tareas de enfermería, en la pastoral, trabajas con grupos de Infancia Misionera, en la concienciación y evangelización y en la República Centro África como era, porque ya sentí que son realidades diferentes y si me permites sentí una cierta pasión por tu parte por la Misión en RCA?

MC: Allá no teníamos funciones específicas, nos ocupábamos entre todas de todo. Existían escuelas de integración para los Niños Pigmeos, una en el centro de la misión y las otras quedaban en medio del Bosque. Mi trabajo era acompañar un poquito el trabajo realizado en las escuelas y acompañar a los padres, pues intentábamos incluir a los padres en el proceso de la educación, mostrar la importancia de aprender a leer y a escribir hasta por una cuestión de defensa del propio pueblo.

SC: ¿Cómo vives la espiritualidad comboniana, tienes alguna frase con la que te identifiques?

MC: Tengo varios pensamientos de Comboni que hacen mucho sentido para mí, pero como he dicho antes estoy muy de acuerdo con el lema “¡Salvar África con África!”

SC: Marcia agradezco tu buena disposición para responder a estas preguntas, tengo muchas otras, por supuesto, pero quedarán para una próxima oportunidad. Y quién sabe tal vez en Portugal o en otro país de Misión. ¡Gracias! Y en nombre de mi equipo joven, agradezco el testimonio.

Gracias Márcia.

Por: Sofía Coelho

Rezando se entiende la gente

LMC Portugal

LMC Portugal“Rezando se entiende la gente”, este fue el lema de la 8ª unidad formativa que tuvo lugar el fin de semana del 13 al 15 de abril. Como de costumbre, los misioneros combonianos nos abrieron su casa en Viseu, donde siempre nos sentimos bien acogidos y en nuestra casa. Damos gracias a Dios por esta acogida. La formación fue orientada por Carlos Barros y Susana Vilas Boas.

Esta unidad formativa tiene una importancia singular frente a las demás. Sin oración, la misión se vuelve estéril y sin sentido, se debilita en los momentos difíciles; sin oración, podemos ser voluntarios pero no verdaderos misioneros.

Nuestro santo Daniel Comboni alude insistentemente a la necesidad de la oración, ya sea a solas o en comunidad. La relación íntima con el Sagrado Corazón de Jesús impregna toda su acción evangelizadora, la misión “nace a los pies de la cruz” y se concreta con el envío de sus apóstoles por Cristo resucitado.

El centro de esta formación fue la Liturgia de las Horas, la base de la oración en comunidad y que los laicos misioneros deben saber manejar para aprovecharla bien. Las orientaciones de la Iglesia se encuentran en la “Instrucción General sobre la Liturgia de las Horas”, emanada del concilio Vaticano II. Los extractos más significativos se encuentran al inicio del breviario. Su lectura es imprescindible, donde podemos resumir o subrayar los aspectos más relevantes.

La campana de mi infancia, en la Vacariça, también marcaba el compás del tiempo. El sacristán (o un familiar) no se olvidaba de tocar la campana todos los días al amanecer, los “maitines” (y nos despertábamos), al mediodía (y se interrumpía el trabajo en el campo para la comida) y al caer el sol, las “trinidades” (y el trabajo terminaba y se regresaba a casa). En cada uno de esos momentos la gente hacía una pequeña oración silenciosa. En ese tiempo los cristianos eran convocados, en alto y con buen sonido, a orar al ritmo de las horas; pero esto son memorias del pasado que la sociedad contemporánea va apagando.

Que esta formación constituya también una campana que nos despierte y nos convoque a la oración, diálogo íntimo con el Padre, como savia de nuestra vocación y acción misionera.

LMC Portugal

Mário Breda