Laicos Misioneros Combonianos

La misión no es experiencia, es VIDA

LMC Peru

LMC PeruTal vez la percepción que tenemos de nosotros mismos aquí disminuyó dada la grandeza del mundo al que te sientes llamado. Tal vez, poco a poco, nos fuimos desprendiendo de las cosas para agarrarnos al mundo, a las personas, al amor. Ya no tenemos cosas. Ya nada es nuestro. Ya no hay nada que no pueda ser dado, ser compartido con todos los que caminan a nuestro lado con nosotras. Hace mucho que no somos solo nosotras, que todo lo que somos es compartido no solo entre nosotras, sino con el mundo. Somos parte de un todo que sólo tiene sentido en el compartir de cada día y de las vidas que somos y que sabemos ser junto a los otros.

El paisaje refleja la grandiosidad de lo que llevamos dentro, la grandiosidad de los pequeños milagros de los cuales no somos sólo espectadoras, somos el grano plantado en tierra fértil, somos riego constante de vidas con sentido. Ya no somos solamente nosotras, somos más que la suma de las partes. Somos de Dios. Somos su instrumento, somos sus manos, sus pies y sus abrazos. Somos imperfectas y heridas en un mundo lleno de dolor y de sufrimiento donde con amor osamos sembrar el paraíso del amor de Dios.

LMC PeruEn cada amanecer salimos al encuentro del otro, salimos de la comodidad de lo que no tenemos, de lo que no nos pertenece, vamos al encuentro del amor. Vamos en la esperanza de que en cada calle o esquina tendremos siempre dos brazos listos para crecer con nosotras. No somos nada y en nuestra humildad somos lo que de más verdadero existe en nuestro interior. No conseguimos enumerar la cantidad de vidas que ya cruzaron la nuestra, ni la cantidad de sonrisas, lágrimas y abrazos que compartimos en la sencillez del umbral de la puerta. Es así, el amor es despojado de la superficialidad, es integro no tiene color ni raza, es porque es. Y estamos llamados diariamente a dejarlo ser y crecer.

Damos la vida todos los días sin horarios, sin planes. Nos entregamos. Son muchas las veces que apartamos nuestros planes porque Dios nos llama a través de una historia. Son muchas las veces en que sentimos que es Dios mismo quien nos llama a la puerta a través de tantos rostros, historias y personas. Estamos disponibles al amor que nos golpea, que nos llama en cada momento. Estamos abiertas a la llamada de Jesús que sentimos que nos llama diariamente.

LMC PeruSomos terreno de cultivo abierto al cuidado del otro y abierto a la posibilidad de crecer de la mano en el camino de Jesús. Somos cruz cargada en hombros y brazos de quienes perdidos no pueden caminar. Eso es misión. Aceptar diariamente la invitación de Jesús a un estilo de vida menos nuestro y más de Él. No es fácil. Sabemos con nuestra vida que el camino no tiene nada de fácil. Pero solo así tiene sentido para nosotras.

La misión es vida, es nuestra vida, son sus vidas y la vida que sabemos ser y donar en el anuncio de un Evangelio vivo en cada uno de nosotros. Somos en cada paso testigos de un Jesús que quiere habitar en la sencillez de nuestros corazones. Es en el sabernos familia, que cada día, en cada visita, nos entregamos y somos más.

La tierra es árida y los montes que nos rodean son a menudo el camino de muchos a su casa. Protegidas por la fuerza imponente del volcán Misti y Chachani, de vara en mano, atravesamos los límites de lo visible y partimos en busca del rostro de Dios en los más lejanos. Subimos y bajamos los montes, recorremos el camino más sinuoso. Superamos los límites físicos de nuestro cuerpo que a veces pide descanso. Hemos superado nuestros límites, seguras de que Él es nuestra fuerza y ​​nuestra vida. Con la certeza de que es nuestra la misión de llevarlo y anunciarlo donde Él ya habita, donde ya hay semillas de Él, donde ya hay Dios, donde sólo falta quien lo recuerde, quien lo nombre y anuncie. Superamos nuestras periferias para ir a las periferias del mundo para allí ser símbolo de vida, de amor, ser símbolo de Él.

LMC PeruNo tenemos mucho. Vivimos simples y humildes entre el pueblo de Dios. Somos con ellos pueblo de Dios. En la simplicidad y pobreza de la vida que llevamos habita el tesoro en los vasos de barro de cada uno de nuestros corazones: el amor de Dios.

Es bueno, muy bueno, dejarnos emocionar con todos aquellos que hoy forman parte de nuestra historia. Es bueno ser apoyo y hombro, es bueno ser lugar de refugio, es bueno poder ser Neuza y Paula en todo lo que somos y compartir en la simplicidad ese don que es nuestra vida. Y ayudar al otro a descubrir el don de la suya. Somos de los que nos llegan, somos de los que se marchan, somos de los que vienen y de todos los que dejamos en el camino. Y paso a paso no descubrimos la misión, somos misión. Somos una misión que no es nuestra sino de Aquel que nos envía todos los días a un amor mayor.

Somos dos de las mil vidas para la misión de Comboni. Juntas redescubrimos nuevas Áfricas, nuevas periferias. No nos llega el poco, no nos llega la llanura de la comodidad. Vamos. Juntas vamos más allá de los montes, más allá de nosotras mismas. Juntas vamos al encuentro de las nuevas periferias, aquellas donde aún no estamos y que aún no hemos llegado. Si supieran ustedes, si supiéramos todos cuántas Áfricas faltan por descubrir, cuántas periferias existen sedientas de Dios, de su amor y de ese milagro de Amor que es la Eucaristía. Por eso estamos aquí. Por eso vamos al encuentro del amor haciendo de nuestra vida la misión.

En la oración diaria descubrimos los caminos a seguir, descubrir la belleza de una misión sin fin, sin fronteras, sin límites. Él es el límite. En realidad, Él no tiene límites. Caminamos en la certeza de que no estamos solas pues son sus brazos los que encontramos en cada amanecer y al final del día. Caminamos en la certeza de que llegamos siempre donde Él nos espera. Y aunque el día sea largo y muchas sean las historias de vida que nos llegan y nos hacen partícipes y muchas veces son las lágrimas lo que compartimos unos con otros. La respuesta es siempre la misma. Sí, Señor, estamos aquí, llévanos donde quieras que estemos. Y aunque la vida nos lleve lejos de aquí, somos Perú en el mismo amor que nos trae aquí y nos hace hermanos hasta el final.

Desde Perú con amor,

LMC Peru

Neuza Francisco & Paula Ascenção. LMC

El Evangelio es imparable

Jesus

JesusComentario a Lc 4,21-30 (IV Domingo ordinario, 3 de febrero del 2018)

Este domingo continuamos la lectura del evangelio de Lucas exactamente donde lo habíamos dejado el domingo pasado. Recordemos. Jesús había anunciado su programa: anunciar un año jubilar, un tiempo de gracia, en el que todos podríamos comenzar una nueva vida, dejar atrás los pecados y los errores del pasado para empezar de nuevo.

La reacción de sus vecinos fue muy parecida a la que tenemos nosotros en muchas ocasiones: por un lado se admiraban de las palabras de Jesús y se alegraban ante la esperanza de un nuevo comienzo. Pero, por otro, se dejaron llevar por el escepticismo, la desesperanza y hasta por la cerrazón, hasta el punto de querer eliminar a Jesús, como si fuera algo escandaloso.

Con el párrafo que leemos hoy sobre el rechazo de Jesús por sus vecinos el evangelista nos anuncia que la vida de Jesús despertaba admiración y esperanza, pero también oposición y enemistad.

Y eso es lo que espera al discípulo de Jesús y a su comunidad. Nos engañamos si pensamos que cuando evangelizamos y hacemos el bien, vamos a encontrar siempre aplauso y alabanza. Uno desearía que el bien fuera siempre aceptado y difundido por todos. Pero no siempre es así. Existe en el mundo un espíritu de desconfianza, envida y escepticismo que no deja que la semilla del bien se afiance y dé todo su fruto. No podemos ser ingenuos: el bien se enfrenta al mal, la esperanza a la desconfianza, la luz a la tiniebla, la vida a la muerte.

Jesús enfrentó esa oposición y nosotros no seremos menos que el Maestro. Si emprendemos el camino del bien, encontraremos resistencia interior y exterior.

Pero, como Jesús, estamos seguros de vencer el mal con el bien, el odio con el amor. “El, abriéndose paso, se marchó”, dice Lucas en una clara alusión al triunfo de la resurrección (Jesús, escapando de la tumba, se puso en pie y volvió al Padre). La comunidad-familia de Jesús, guiada por el Espíritu del Resucitado, se levanta también continuamente, superando las amenazas exteriores y sus propias caídas para continuar la misión (el anuncio del tiempo de gracia) hasta el día de hoy y seguirá adelante a pesar de la oposición exterior y del pecado de los mismos misioneros. A pesar de la oposición y del pecado, el Evangelio es imparable.

P. Antonio Villarino, Bogotá

El programa de Jesús

Jesus

JesusUn comentario Lc 1, 1-4; 4, 14-21 (Tercer Domingo Ordinario, 27 de enero de 2019)

Comenzamos hoy la lectura continuada del evangelio de Lucas durante los domingos ordinarios de este año 2019.

Después de leer la breve introducción metodológica de Lucas (1, 1-4) y, saltando los primeros capítulos (sobre la infancia de Jesús, sus relaciones con el Bautista y su paso por el desierto), la liturgia nos presenta hoy el gran proyecto apostólico que Jesús, “lleno de la fuerza del Espíritu”, anuncia en la sinagoga de Nazaret.

Es un texto que conviene leer pausadamente, situándolo en el contexto de la promesa salvadora del Antiguo Testamento, específicamente del profeta Isaías.

Por mi parte destaco los siguientes puntos:

1.- “Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu”

Después de haber compartido con el Bautista el deseo profundo de cambio y conversión, expresado en las orillas del Jordán, río que el pueblo de Israel atravesó para entrar en la tierra prometida y que ahora tiene que cruzar de nuevo  (bautismo) para renovarse profundamente. Después de haber superado en el desierto las tentaciones de un mesianismo “patriótico”, orgulloso y prepotente, Jesús regresa a Galilea para tomar, “con la fuerza del Espíritu”, la misión para la que ha sido ungido y consagrado: anunciar un año de gracia, un jubileo.

2.- En la sinagoga y en sábado

La actividad de Jesús, según Lucas, empieza un sábado (en Nazaret) y termina otro sábado (en Jerusalén). Toda ella se extiende a lo largo de siete semanas, como si quisiera decir que con Jesús la Creación comienza de nuevo. Y la predicación de Jesús se da en la SINAGOGA, que representa a Israel; en la CASA, que representa a la comunidad cristiana; en LOS CAMINOS, que representan la misión abierta a la humanidad entera.

Pienso que también hoy Jesús predicaría en los templos, en las casas y por los caminos, es decir, en todas partes. Lo importante no son los lugares, si no el Espíritu que acompañaba a Jesús y que hoy acompaña a sus discípulos.

3.- Proclamar un año de gracia, un jubileo

Recordemos que en la tradición judía el jubileo –o año de gracia- era precisamente eso: un tiempo de gracia y perdón, para perdonar las deudas del pasado y tener la oportunidad de empezar de nuevo, de enmendar los errores de una vida pasada.

Y eso es precisamente lo que Jesús anuncia de mil maneras a lo largo de su ministerio:

  • Al paralítico le permite superar su enfermedad y volver a caminar
  • A Zaqueo le da la oportunidad de superar el error de una vida centrada en la riqueza y encontrar la alegría de la vida compartida en fraternidad y justicia
  • A la mujer adúltera la libera de una muerte segura y la invita a “no pecar más” y aprovechar el perdón para enderezar su vida.
  • A Pedro no le tiene en cuenta su traición y simplemente le invita a “cuidar sus ovejas”.

Todo el evangelio de Jesús es un anuncio concreto, hecho de palabras y de acciones, de la misericordia de Dios para con los pobres, los enfermos y pecadores. El objetivo es que “los oprimidos” por otros o por sus propios errores olviden un pasado equivocado y aprovechen la oportunidad de empezar de nuevo. En eso consiste el Jubileo. Para eso ha sido consagrado y enviado Jesús. Y en eso consiste la misión de la Iglesia hoy: en anunciar con palabras y hechos la misericordia de Dios para todos aquellos que se sienten atrapados en sus dependencias, opresiones y pecados.

P. Antonio Villarino, Bogotá

21 años de vida, “y vida en abundancia”

LMC Portugal

LMC PortugalEs día de agradecer al Señor por el camino que hemos hecho como Laicos Misioneros Combonianos. Hoy cumplimos 21 años de historia y misión; 21 años desde aquel 25 de enero de 1998 en el que iniciamos este camino de discernimiento y formación para Laicos, animados por el Espíritu Santo y por San Daniel Comboni, en Maia.
Ha sido un camino muy bonito. Un camino hecho a los pies de la Cruz, delante del Señor. Y es de este camino que brota la misión -la que está hecha de obras de Dios que “nacen y crecen a los pies de la Cruz”. Un camino como familia, inspirados por San Daniel Comboni que nos conduce a “Salvar África con África” ​​- esta maravillosa África que hoy en día ya no tiene límites, que está en nuestras periferias.
LMC PortugalMuchos fueron los que con nosotros caminaron. Unos fueron, otros continúan comprometidos como LMC, pero todos, de algún modo, fuimos dejando buches y gotas que completan hoy este océano de amor que somos y que une continentes. A todos los que nos acompañaron y nos siguen acompañando se lo agradecemos desde el fondo de nuestro corazón.
LMC PortugalEn estos 21 años fueron varios los LMC que vivieron su vocación misionera en diferentes lugares más allá de nuestras fronteras: en Mozambique, Brasil, la República Centroafricana y Perú. Hoy seguimos difundiendo nuestra alma misionera en estos mismos países: Marisa en Mozambique; Liliana en Brasil; María Augusta y Cristina en la República Centroafricana; Paula y Neuza en Perú. Por no hablar de todos aquellos que están comprometidos y que se encuentran en Portugal, en la periferia, en sus familias, en la vida, tratando de vivir la misión que Dios pide de ellos, y todos los candidatos que buscan desde el discernimiento en el carisma de San Daniel Comboni la llamada de Dios.
Misioneros en Cristo y por el bautismo, avanzamos como nos animaba San Daniel Comboni:
«Tengan siempre los ojos puestos en Jesucristo, amándole tiernamente y procurando entender cada vez mejor lo que significa un Dios muerto en la cruz por la salvación de las almas» (Escritos 2721).
LMC PortugalY este salvar almas para Comboni iba mucho más allá de una simple evangelización: la salvación de la humanidad en la pasión y en la muerte de Cristo, que nace y vive de la identificación del misionero con este misterio pascual, en este morir para nacer, para vivir. “Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, se queda solo, pero si muere, produce mucho fruto”. – (Jn 12,24)
Con mucho ánimo seguimos el camino, las huellas de San Daniel Comboni, de manos entrelazadas para que su obra no muera, un camino de ardua y entusiasmante misión entre los pueblos y naciones sedientos del amor de Cristo.

LMC Portugal

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