Laicos Misioneros Combonianos

Nuevo equipo coordinador de los LMC en Polonia

LMC PoloniaEntre 30 de septiembre y 2 de octubre tuvo lugar el inicio del nuevo ciclo formativo para los jóvenes quienes quieren ser Laicos Misioneros Combonianos (LMC), en Polonia. Reunidos 17 jóvenes, provenientes de diversos lugares del país, acompañados por el nuevo responsable de los LMC en Polonia, el hermano Tomek Basiński y por el padre Maciej Miąsik, siguieron el discernimiento de su vocación.

El último día del encuentro tuvo lugar el nombramiento oficial del nuevo grupo coordinador. Kinga Piwecka (a la izquierda en la foto) fue escogida como la nueva coordinadora y Krysia Tarnawska (a la derecha) sigue en el puesto de ecónoma. Agradecemos, de corazón, a Michał Kędzior por su servicio que realizó hasta este momento con mucha dedicación, capacidad y voluntad.

LMC Polonia

Meskel

EtiopiaLa Fiesta de la Santa Cruz (llamada ‘Meskel’) es una de las mayores celebraciones en Etiopía. Se celebra especialmente en la región Gurage donde tuvimos la oportunidad de pasar unos días y ver las celebraciones por nosotras mismas. Nuestro amigo Desalegn nos invitó, con lo que pudimos compartir la vida en su pueblo. Dormimos en una cabaña tradicional que compartimos con los parientes de Desalegn.
Durante las celebraciones de Meskel, familias enteras llegan a los pueblos para pasar este tiempo tan especial juntos. El sacrificio de un toro es una de las tradiciones más importantes donde todo el mundo está involucrado. Después de las oraciones se proclama: los hombres del pueblo de Desalegn han sacrificado el animal cortando su garganta. Entonces todo el mundo ayuda con la carne y la prepara para ser comida cruda durante la fiesta. La carne cruda es un manjar muy popular en Etiopía, sobre todo cuando es fresca.
Ese mismo día, las mujeres preparan una especialidad tradicional llamada kitfo – corte de carne cruda en trozos muy pequeños que se sirve con mantequilla y especias muy caliente. Nadie nos preguntó si queríamos – nos dieron a todos una porción por lo que no pudimos rechazarla. A Magda, mi tocaya, le gusta bastante, pero para mí fue un gran reto comer carne cruda. Comí sólo un poco.

Según la tradición, Santa Helena, que quería encontrar la Santa Cruz para Etiopiasalvarla de profanación, la descubrió siguiendo el humo de un fuego. En memoria de este evento, la gente de toda Etiopía encienden hogueras en la víspera de Meskel. En la región Gurage, las personas de todo el pueblo se reúnen en un gran espacio abierto y luego encienden juntos la hoguera.

Tras los discursos de uno o más líderes, la gente se desea un Feliz Año Nuevo. De hecho, es el comienzo del Año Nuevo según el calendario local. A continuación empiezan a bailar una danza tradicional Gurage en círculo. Después de algún tiempo se van a casa y cada familia enciende una hoguera en frente de su casa. Muchas personas se mueven de una hoguera a otra.
Nos dimos cuenta que cuando un número de personas se reúnen en una hoguera en particular, muchos de los vecinos se unen a ellos. Luego todos juntos van de un lugar a otro bailando y cantando la misma canción tradicional. Esto duró hasta altas horas de la noche.

Al día siguiente fuimos a una iglesia para la misa. Después, otra gran hoguera se encendió. Hubo baile y canciones. Las canciones religiosas fueron las primeras en ser cantadas y luego la misma canción tradicional Gurage como en la víspera de Meskel.

Muchas personas visitan a sus familiares y amigos en el Día de Meskel. Nosotros también fuimos con Desalegn para visitar a sus parientes. En todas partes nos recibieron con comida y bebida, comenzando con el café y varios aperitivos y terminando con kitfo.

EtiopiaEn resumen, puedo decir que fui testigo de las tradiciones Gurage asociadas con la fiesta de la Santa Cruz. Es un momento muy especial de la familia de esta tribu. Al igual que en Polonia que pasamos la Navidad con nuestros parientes cercanos y amigos, compartiendo comidas especiales juntos, comiendo comidas típicas de Navidad. La gente Gurage pasan la mayor parte del tiempo sentados, hablando y comiendo juntos. Por supuesto, también hay diferencias. Por ejemplo, las personas Gurage no utilizan mesas para las comidas y no pasan horas viendo la televisión.
Durante nuestra breve visita, tuvimos una visión privilegiada de una familia Gurage. Nos permitieron entrar en su vida, sentir la atmósfera del lugar, conocer la forma en que saludar a los demás, compartir sus comidas, beber café y hablar unos con otros. Vimos de cerca cómo trabajan, descansan, celebran y viven su vida cotidiana. Fue una experiencia muy interesante y enriquecedora. Agradecemos sinceramente a Desalegn, a sus familiares y a las personas Gurage por este gran honor.

Magda Fiec, LMC Awassa (Etiopía)

FIESTA DE SAN DANIEL COMBONI 10 DE OCTUBRE

ComboniLo menos que podemos hacer por la conversión del África, es ofrecer nuestra vida a Jesús, sabiendo que Él murió por nosotros. (S 5822)

Queridos hermanos:
Les enviamos un saludo afectuoso hasta esos lugares donde están prestando su actividad misionera, porque deseamos estar en comunión con ustedes en ocasión de la fiesta de nuestro Fundador.

Hace pocos días, el Consejo General se trasladó a Limone sul Garda, para asistir a la clausura del Capítulo General de nuestras Hermanas, las misioneras Combonianas, y concluir de ese modo la visita canónica a las comunidades de la Provincia italiana.

Limone, como sabemos, además de ser un lugar turístico de belleza sinigual, es un lugar que habla particularmente a todos nosotros, seguidores de las huellas de San Daniel Comboni. Visitar la Iglesia parroquial en la que San Daniel celebró los sacramentos empezando con el Bautismo, entrar en aquella casita cuyas paredes oyeron sus gritos infantiles, caminar por los senderos de la huerta que siendo niño recorrió de arriba a abajo, subir por el sendero tortuoso que comunica Limone con otros pequeños pueblos y, desde lo alto, contemplar el azul del lago de Garda, permite echar a volar nuestra fantasía y entender mejor sus cartas y todo aquel escenario que, poco a poco, iba ensanchando su corazón y lo preparaba a los retos de la misión africana.

Continuadores de una herencia

Limone ha sido la cuna y crisol de un sueño. Ha sido interesante escuchar el modo como algunas personas, habitantes de allí, se expresan de su paisano misionero y obispo. Está vivo y presente en la vida de aquellos hombres y mujeres y es motivo de orgullo y bendición para todos ellos.

La fiesta que nos disponemos a celebrar puede ser la ocasión para preguntarnos: ¿Qué lugar ocupa el Fundador en nuestra vida? Somos continuadores de un carisma recibido de Dios y llegado a nosotros a través de San Daniel. ¿Cómo podemos testimoniar allí donde nos encontramos esa misma pasión que sentía él por la causa misionera? Es un don que puede ser enriquecido o empobrecido. Lo enriqueceremos si ofrecemos lo mejor de nosotros, trabajando con generosidad y sin cálculos para alcanzar la utopía del Reino, como ha hecho Comboni. Lo empobreceremos si nos contentamos de lo que tenemos y no compartimos los dones que cada uno posee, más bien los escondemos por miedo a quedar mal o porque nos resulta más cómodo quedarnos donde estamos, sin ir más allá de lo conseguido.

Vivir la comunión no obstante nuestras diferencias

Limone está enclavado en las faldas de un monte. San Daniel ha sabido ir más allá, buscando nuevos horizontes; ha tenido el valor de salir de un ambiente conocido aventurándose en un nuevo continente, representado en su mente sólo por la descripción que hacían de éste los misioneros que pasaban y supo así enriquecerlo con su fantasía juvenil, iluminada por la fe en el Hijo de Dios. Comboni ha sabido descubrir otro tipo de belleza en pueblos diferentes al suyo. Se ha involucrado en la vida y la suerte de tantos hombres y mujeres a quienes consideraba hermanos y hermanas. Por tanto, también nosotros estamos invitados a descubrir la belleza de las personas, la de aquellas que viven con nosotros y aquellas que encontramos en nuestro trabajo, pese a las diferencias, seguros de que no podemos amar lo que no conocemos.

Nuestro Instituto, hoy más que nunca, es internacional, es decir católico, porque así nos ha querido San Daniel desde el inicio. ¿Cómo vivimos el reto de la internacionalidad? Comboni invitaba a todos a trabajar por la misión. ¿Nos sentimos en grado de transmitir la misma pasión misionera que habitaba en el corazón de nuestro Fundador, a la cual hace referencia el último Capítulo General? Queremos vivir una relación de comunión con Dios y compartirlo con quien está a nuestro lado. Queremos leer la vida y la historia a la luz de la fe y asumir un nuevo estilo de vida y de comunión, fundado sobre opciones evangélicas (DC 2015, 29).

Viviendo las orientaciones del Capítulo

Cuando descubrimos el don que ha llegado gratuitamente a nuestras manos, estamos invitados a vivir en actitud de constante gratitud a Dios que nos invita a ponernos en movimiento. Y, cuando agradecemos, vivimos en la alegría que brota de descubrirnos portadores de buenas noticias, como nos ha propuesto el Capítulo General, siguiendo las líneas de la Evangelii Gaudium.

En casi todos nuestros encuentros que tenemos, se ha vuelto una praxis acercarnos a la realidad en la que nos movemos para conocerla y permitir que nuestro trabajo sea eficaz, porque se inspira y contextualiza en ese lugar o situación donde nos encontramos. Vivimos momentos difíciles y desafiantes para todos, pero tenemos la promesa que no estamos solos. Evitamos de caer en el desaliento cuando tenemos presente que no sólo nos acompaña el Resucitado, como hizo con los discípulos de Emaús (Lc 24), sino también cuando descubrimos que San Daniel Comboni está presente con su testimonio misionero permitiéndonos así comenzar este tramo de nuestra vida: Yo permaneceré firme en mi lugar hasta la muerte (E 5329) no obstante todos los obstáculos del mundo (E 5584).

En esta fiesta, conviene que nos preguntemos, ¿cómo asegurar lo que es específicamente comboniano en lo que estamos haciendo? El Capítulo nos recuerda: Sentimos la necesidad de recuperar el sentido de pertenencia. La alegría y la belleza de ser verdadero ‘cenáculo de apóstoles’, comunidad de relaciones profundamente humanas. Estamos llamados a valorar, ante todo, la interculturalidad, la hospitalidad y la ‘convivencia de las diferencias’, convencidos de que el mundo tiene una necesidad inmensa de este testimonio (DC 2015, 33).

El pequeño pueblo de Limone su Garda, donde nació San Daniel, y la ciudad de Jartum, donde murió, nos recuerden a todos que Dios puede hacer maravillas cuando lo dejamos actuar en nosotros, como ha hecho nuestro Fundador. ¡Buena fiesta a todos!
Cordialmente,
EL CONSEJO GENERAL MCCJ

Saber pedir ayuda

Un comentario a Lc 17, 11-19 (XXIX Domingo Ordinario, 9 de octubre de 2016)

leproso

En su camino hacia Jerusalén, Jesús se encuentra con diez leprosos, que, como sabemos, además de tener una muy seria enfermedad, vivían marginados de toda vida social. Les invito a imaginar esta escena y a reflexionar sobre su significado para nosotros hoy. De mi parte, se me ocurren las siguientes observaciones:

1.– El grito de los leprosos: “¡Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros!”
Es el grito de un grupo de personas desesperadas, que no tienen ninguna salida en la vida, pero que, al saber que el Rabí de Galilea pasaba cerca, ven un rayo de luz, se le abre una ventana de esperanza. Es una experiencia humana de mucha profundidad. ¿Nos hemos sentido así alguna vez? Sólo desde la experiencia de pobreza y necesidad total surge una verdadera oración de súplica. Y en ese caso no hace falta alargarse mucho en palabrerías y frases bien hechas. En esos momentos de necesidad profunda basta abrir el corazón y decir simplemente: “Señor, ten piedad”. En la vida es importante saber pedir ayuda.

2.- La respuesta de Jesús:”¡Vayan a mostrarse a los sacerdotes!”.
Es lo que mandaba la Ley. Cumplirlo era a la vez sencillo y difícil. Sólo requería obedecer, ponerse en camino y creer que Dios se puede manifestar en las cosas más pequeñas. Pero eso mismo se nos hace frecuentemente difícil, porque pensamos que la solución a nuestros problemas tiene que venir de alguna decisión extraordinaria, cuando la solución posible está a la mano: cumplir con los mandamientos, ponernos en camino, aceptar las humildes mediaciones que están a nuestro alcance…
Para curar nuestras heridas personales, se nos puede pedir algo aparentemente insignificante (una confesión, la visita a un santuario, una obra de caridad). Lo importante no es la pequeñez de ese gesto o de ese rito. Lo importante es la fe que me permite, a través de esa pequeñez, confiar en Dios y ponerme en marcha.

3.- La reacción del samaritano: “Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano”.
El samaritano supo reconocer el don recibido, supo ver que la curación no era algo que él había merecido, sino un don gratuito. La gratitud es una virtud que diferencia al pobre del rico (orgulloso y pagado de sí mismo) . El rico (en dinero o en otros dones) piensa que todo le es debido, se lo merce; el rico nunca está contento con lo que tiene y piensa que todo debe girar en torno a él; como decimos vulgarmente, va como “perdonando la vida” a todos, incluso a Dios. Sin embargo, el pobre sincero, el que se reconoce creatura limitada y débil, como el samaritano, sabe que lo que tiene es don recibido. Por eso está siempre pronto a a agradecer y a vivir la vida como maravillado de tanto regalo.

4.- La observación final de Jesús: Vete, “tu fe te ha salvado”.
Como decíamos el domingo pasado, el leproso tuvo fe, es decir, supo “dar el corazón”, entrar en comunión con Jesús y esa comunión lo sanó, no sólo de su lepra, sino de su aislamiento, haciendo de él un “hijo amado”.
Señor, ten piedad de mí. Creo, pero aumenta mi fe.

P. Antonio Villarino
Quito

La fe que mueve montañas ¿Qué es la fe?

Un comentario a Lc 17, 5-10 (XXVI Domingo Ordinario, 2 de octubre de 2016)

montaansLucas sigue avanzando con Jesús y sus discípulos hacia Jerusalén. En ese viaje pasa de todo: curaciones, enseñanzas por medio de parábolas, polémicas con los fariseos y otros adversarios, liberación de espíritus malignos, etc. Entre otras cosas, Lucas recoge algunos dichos de Jesús que seguramente circulaban ya en la comunidades a la que él pertenecía, como recuerdos y “apuntes” de algunos discípulos. Hoy leemos dos de estos “dichos”, uno sobre la fe y otro sobre el servicio humilde.
Para no alargarme, voy a concentrarme en el primero, que es bien conocido: “Si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este sicomoro: arráncate y plántate en el mar y les habría obedecido”. Comentemos un poquito este dicho.

En primer lugar, está claro, que a Jesús nos le interesa trasladar el árbol de lugar ni, como se dice en otro evangelio, mover las montañas. Evidentemente, el árbol de Lucas o la montaña de Marcos son imágenes que representan algo más importante de nuestra vida. Preguntémonos, por ejemplo:

¿Cuál es el obstáculo más importante para que yo viva mi vida con plenitud, con libertad y con amor? ¿Qué me está deteniendo en mi camino hacia la madurez humana y espiritual?: ¿Será un rencor que no logro vencer? ¿Será un pecado que no quiero dejar atrás? ¿Será un temor que me paraliza? Ante estos obstáculos Jesús me dice: si tienes fe, nada te puede detener; no hay ninguna dificultad tan grande que te impida salir vencedor. ¿Lo crees? En esta y en otras muchas ocasiones, Jesús dice: “Si tienes fe, todo es posible”; “tu fe te ha salvado”; “anda y que se haga conforme a tu fe”.

¿Qué quiere decir tener fe?
El teólogo italiano Bruno Forte, partiendo de la etimología italiana- credere, que viene de “cor dare”- dice: creer significaría “cor dare”, dar el corazón, ponerlo incodicionalmente en las manos de Otro… “Creer es fiarse de Alguno, asentir a su llamado, poner la propia vida en las manos de Otro”.

Y una nota de la Biblia de Jerusalén, comentando Lc 1,20 (Zacarías que no cree) y Lc 2, 45 (María que sí cree), define la fe como “un movimiento de confianza y abandono por el cual el ser humano renuncia a fiarse de sus propios pensamientos y de sus propias fuerzas para confiar en la palabra y en el poder de aquel en el que cree”.

Teniendo en cuenta estos aportes y, a partir de mi pequeña experiencia, yo definiría la fe como una actitud vital (que incluye pensamiento/emociones/voluntad/acción) de adhesión tal a Alguien que la persona que cree termina por pensar, sentir y actuar en comunión con la persona en la que cree. La fe me hace entrar en comunión con otra persona, me libera de mi aislamiento y me hace fecundo. De la misma manera, y en el más alto grado, la fe me hace entrar en comunión con Dios, fundamento y meta de toda mi existencia, liberándome de mi pequeñez, de mi angustia, de mi propio pecado. Por eso la fe no es nunca una “obligación”, sino un don que me sana, me libera y me hace fecundo, capaz de “mover montañas”.

CREER, abrir el corazón desde la realidad de la propia vida, es desnudarse delante de Dios, ponerse en sus manos y decir: AMÉN, ENTRA EN MI VIDA.

Creer es un acto humilde y arriesgado. Podría equivocarme, pero la experiencia me dice que, lejos de equivocarme, he encontrado el gran sentido de mi vida. Los frutos de liberación y sanación, de sentido profundo que experimento muestran que no me he equivocado al creer. Pero a veces el viento de las dificultades es tan fuerte que dudo. Por eso repito con los discípulos:

Señor, creo, pero aumenta mi fe.

P. Antonio Villarino
Quito