Laicos Misioneros Combonianos

Arequipa: ¡un lugar magnifico!

Misner in Peru¡Saludos a todos de la Familia Misner desde Perú!

Nuestras hijas se están adaptando muy bien. Lydia nuestra hija mayor va a cumplir 7 años en próximo día 26 de mayo. Ella está estudiando en el colegio de los Sagrados Corazones donde está aprendiendo español, inglés, y francés.  Nuestra hija menor tiene 4 años y está estudiando en la cuna jardín para los niños aquí en la parroquia del Buen Pastor. Las dos quieren mucho a los padres y a las hermanas que están trabajando con los misioneros Combonianos.

Karissa y yo empezamos nuestro trabajo médico hace una semana en Villa Ecológica, que está a las afueras de la ciudad. Karissa está especializada en los adultos y yo soy pediatra. Tenemos mucho amor y respeto por el Padre Conrado y su pasión por hacer este lugar especial para poder atender a estas personas sin cuidados médicos.

Por favor, ténganos presentes en sus pensamientos y oraciones.

Gracias por la posibilidad de este servicio misionero y por la gente de Arequipa.

Matt, Karissa, Lydia, y Violet Misner. Familia LMC de la NAP en Perú

Una alegría resistente

Un comentario a Lc 24, 46-53 (8 de mayo de 2016; Ascensión del Señor)

papa_francisco_Leemos hoy los últimos versículos del evangelio de Lucas, que sorprendentemente termina con las siguientes palabras:

Se volvieron a Jerusalén con alegría y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”.

El mismo Lucas en su segundo libro, Los Hechos de los Apóstoles, explica un poco más el ambiente que reinaba en aquella primera comunidad de discípulos cuando el Maestro ya no estaba con ellos:

“Unánimes y constantes, acudían diariamente al templo, partían el pan en las casas y compartían los alimentos con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y se ganaban el favor de todo el pueblo”.

Alguien ha dicho que esta descripción lucana del ambiente positivo, alegre, orante, fraterno y lleno de “bendición ” de las primeras comunidades es una visión utópica y poco realista, porque la realidad suele ser bastante más prosaica y llena de sombras, sin que falten los conflictos, las traiciones y los pecados.
Pero Lucas no ignora esta realidad. Por el contrario,en el texto que leemos hoy, se nos recuerda que “el Mesias padecerá”. De hecho, Jesús padeció y murió, fue insultado, traicionado y negado. De hecho, padecieron los primeros discípulos, que fueron perseguidos y asesinados y contaron también con traidores y pecadores entre sus filas.

Así sigue sucediendo también con nosotros. La vida no siempre es de color de rosas. La vida es una lucha, en la que no faltan los sufrimientos, las separaciones, las batallas perdidas, las traiciones y los pecados, propios y ajenos. Pero nada de eso tiene la última palabra. Jesús concluyó su paso por este mundo bendiciendo, encomendando a los suyo la misión que tenía en el corazón y prometiendo el Espíritu Santo. Por eso la Ascensión es una separación, pero con una presencia que continúa, una presencia que da alegría, fidelidad, misión.

En cada etapa de nuestra vida personal o familiar, en cada época de la historia tenemos que renovar nuestra fe en esta promesa del Espíritu, en el triunfo de Dios, en la victoria del amor, de la verdad y del bien. En esa promesa y en esa esperanza está anclada nuestra fidelidad, nuestra alegría y nuestra determinación de continuar la Misión. Ante cada nueva batalla sabemos que el Espíritu prometido por Jesús no nos fallará, sino que estará con nosotros y nos impulsará a ser testigos y anunciadores de cambio y conversión.

Esa certeza íntima nos da una alegría resistente, que no se apaga y nos lleva a vivir siempre bendiciendo, anunciando el perdón de los pecados, testimoniando el permanente amor misericordioso del Padre de Jesús y padre nuestro, creando fraternidad, hasta que concluyamos, como Jesús, retornando al seno del Padre, donde ninguna vida se acaba sino que se transforma.

P. Antonio Villarino
Madrid.

¡Perdónanos nuestras deudas!

Emma assembleia prisoesDel 22 al 24 de abril he participado en Uberlandia, una ciudad de Minas Gerais, en la Asamblea Regional de Pastoral penitenciaria, un encuentro anual que reúne a todos los representantes del Estado de Minas Gerais que trabajan en este ministerio. El tema era: Ecumenismo, Justicia y Misericordia.

Una justicia que es la madre de la paz, una justicia que se realiza con Misericordia y Verdad, una justicia no sólo se realiza con la razón, no sólo con el corazón, sino la Justicia que es razón y corazón juntos.

Justicia que a menudo sufren de una burocracia sofocante, vieja y conservadora, de una corrupción que es el mal del mundo, que se olvida de ser restaurativa, que busca el bien de todos, para ser punitiva y elitista. Hay un proverbio africano que dice que “a los juicios hay que ir con una aguja de coser y no con un cuchillo para cortar”, una justicia que trabaja para traer la humanidad perdida, incluso cuando usted es culpable, porque sólo a través de un acto de misericordia y no de condena vendrá el cambio, la vida y la esperanza. Si yo no lo creyera, no podría hacer mi servicio misionero en la Pastoral Penitenciaria, donde tres veces por semana me encuentro a los presos y presas de la cárcel masculina y femenina. Es mi Evangelio cotidiano, donde las heridas de la culpa sangran y causan dolor, del que cometió el crimen y el que lo recibió: “perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”.

Saber perdonar, escuchar, a través de un recorrido que se realiza en conjunto, culpable y víctima, a través de una reconciliación que cambia completamente la vida, el peso de la culpa y el peso del odio.

En los días de la Asamblea sentí fuertemente mi compromiso con este camino, así como mis colegas que son voluntarios en las cárceles. Ninguno de nosotros recibe un salario, ni elogios de la gente, por el contrario, nos ven más como “amigos de los bandidos y vagabundos” debido a que los prisioneros son considerados los desechos del mundo, un mal a ser erradicado y no para recuperarse.

Todo lo que hacemos es el resultado de nuestra pasión y nuestra convicción de fe por una prisión que puede educar y no sólo castigar, que puede ser más digna y respetuosa, que sabe cómo crear misericordia y paz.

Brasil ocupa el cuarto lugar entre los países con el mayor número de presos en el mundo, después de Estados Unidos, Rusia y China. Los derechos humanos no son bienvenidos en las prisiones brasileñas y otras prisiones en el mundo, esta es también nuestra “lucha” su pleno reconocimiento.

El hacinamiento, el saneamiento inexistente, los ratones que hacen compañía a los detenidos, la violencia física y psicológica, actividades ilegales. Todo esto sucede al visitar las cárceles, donde la humanidad y la legalidad no tienen ningún significado, en una contradicción completa en una estructura que debe reconstruir y asegurar estos valores. Estas son las reflexiones, propuestas y compromisos que conversamos en nuestros días de reunión, que alentó e inspiró nuestro SÍ a esta pastoral, recordando que no hay delito ni pecado que pueda eliminar al hombre del corazón de Dios Misericordioso.

Emma assembleia prisoes

Emma, ​​LMC

Campo misión en Semana Santa.

Campo mision MexicoConfirmamos que Dios es ternura y misericordia y que los jóvenes están muy comprometidos con la gente que sufre.

El grupo LMC de Guadalajara atendimos a la invitación de los padres Gustavo Covarrubias y David Tena, para asistir al campo misión 2016, en Tala Jalisco. Nos integramos con el grupo juvenil éxodo. La preparación se llevó a cabo algunas semanas antes por medio de lecturas y un retiro espiritual durante el cual acordamos con los jóvenes y los padres el programa de trabajo. Reconocemos la buena logística pues nos entregaron horarios, material y rosarios benditos para ofrecerlos a los enfermos; así como las instrucciones por si alguien quería confesarse, recibir la comunión o la extrema unción.

Durante la Semana Santa, por las mañanas acudíamos de forma individual cada quien a un centro de catequesis para apoyar a las catequistas en la exposición del tema central que fue la misericordia, hacíamos dinámicas y tareas con los niños. A media mañana, nos dividíamos en equipos de 6 o 7 personas para ir al hospital, asilo o centro penitenciario respectivamente.

En el hospital visitamos a los pacientes en su cama individualmente, hacíamos oración y cantos. Los enfermos agradecían nuestra presencia, algunos nos compartían sobre su enfermedad y la relación con su familia. Al principio, los jóvenes entusiasmados querían hacer actos de magia y vestirse de payasitos pero no se pudo, aún así hacían sentir un ambiente muy alegre.  Llegamos a pasar hasta más de una hora con algún paciente que no quería que lo dejáramos de escuchar.  Llevamos cartas de aliento a los enfermos y de felicitación a las señoras que acababan de tener a su bebé.

Campo mision MexicoEn el asilo, de igual forma, saludábamos y reuníamos a los ancianos, hacíamos oración y dinámicas para conocernos, leer la biblia, o jugar algún juego de mesa como la lotería. La gente tuvo mucha apertura y confianza para compartir sus dolores, sus alegrías y lo que estaban viviendo. Se notó siempre la ayuda del espíritu santo para iluminarnos con palabras de amor y de paz.

En el centro penitenciario sólo nos autorizaron convivir con un grupo de presos. Con ellos hacíamos dinámicas y reflexiones sobre pasajes de la escritura como el hijo prodigo, la crucifixión y muerte de Jesús. Una actividad fue leer la carta que la presa de Cd. Juárez dirigió al papa Francisco. Algunos recibieron el sacramento de la confesión y el Padre David celebraba la eucaristía. Al terminar la visita, comíamos algo con ellos para fomentar la convivencia. Se notaba que les alegraba nuestra presencia, les daba esperanza y ganas de seguir adelante.

Campo mision MexicoPor las tardes, las familias del pueblo nos recibían en sus casas para darnos de comer, ofreciéndonos siempre lo mejor que ellos tenían. Después de comer nos trasladábamos a la capilla que nos correspondía en grupos de tres o cuatro para dar charlas a jóvenes y adultos sobre el triduo pascual y la misericordia de Dios, durante las cuales hubo muy buena participación.

Cada una participó en las actividades del triduo pascual en las diferentes capillas; sólo algunos nos reunimos el viernes durante la participación en el viacrucis en la parroquia del centro. Esta experiencia fue muy agradable, el haber conocido jóvenes sanos con ideas muy solidarias y que expresaban mucha ternura. También creemos que ellos estuvieron muy contentos de interactuar con nosotras y con todo el trabajo que realizamos. Nos adaptamos al trabajo en equipo y había responsabilidad en su forma de trabajar, eran muy activos y atentos, compartían su alegría, bailando, cantando y gritando. Nos quedamos con esa dulzura de saber que si siguen perseverando con esa entrega y amor, llegaran muy lejos en el amor a Dios y a sus hermanos.

Campo mision Mexico

Adri, Oli y Mire. LMC México

Obras son amores y no buenas razones

Un comentario a Jn 14, 23-29 (VI Domingo de Pascua, 1 de mayo de 2016)

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El texto que leemos hoy forma parte de los discursos de despedida de Jesús en el evangelio de Juan. El texto, que hay que leer como un gran testamento de amor que Jesús deja a sus amigos y discípulos, se presta a muchas reflexiones. Yo me detengo apenas en una de sus frases: “El que me ama guardará mi palabra… El que no me ama no guarda mis palabras”.
Todos estamos de acuerdo que el amor, en todas sus dimensiones, es la esencia de la vida. Pero, mi modo de ver, el amor puede estar falseado por dos actitudes contradictorias: un “eficientismo”, que todo lo cifra en “obras”, sin tener en cuenta los sentimientos, las palabras, las sonrisas, la mirada…; y un “espiritualismo” o “sentimentalismo”, que todo lo cifra en palabras bonitas, arrumacos o apariencias, sin hacer nada concreto.
Sin embargo, el amor tiene que tener estas dos dimensiones complementarias:

1) El amor debe ser concreto, hecho de obras y actitudes concretas, que buscan el bien de la persona amada (sea Dios mismo, sea mi esposo o esposa, sea mi comunidad o cualquier persona. Jesús dice: “El que me ama, guarda mi palabra, cumple mis mandatos”. San Pablo concreta aun más:

“El amor es paciente y bondadoso: no tiene envidia, ni orgullo ni jactancia. No es grosero, ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal” (1Cor 13,4-5).

Y Santiago es mucho más concreto y “tierra-tierra”:

“Si un hermano o una hermana están desnudos y faltos del alimento cotidiano, y uno de vosotros le dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les da los necesario para su cuerpo, ¿de qué le sirve?” (Sant 2,15-16).

En esta línea de pensamiento, podríamos concluir: Tú dices que amas a tu esposa o esposo (o tu comunidad), pero no le ayudas en su vida concreta o no la comprendes en su manera de ser, ¿de qué le sirve tu amor? Tú dices que amas a Dios, pero no le haces caso a sus mandamientos, no haces nada por los pobres, no ayudas en la Iglesia, ¿es verdadero tu amor?

2) Por otra parte, el amor es mucho más que sus manifestaciones concretas. Sin hechos no hay amor, pero los hechos no bastan, porque pueden estar contaminados de orgullo, egoísmo, afán de ser importantes, afán de dominio… El amor es algo más,quizá intangible, pero muy real. Es una implicación de vida, es una cercanía incondicional a la otra persona, incluso cuando uno no puede hacer nada por el otro, por las circunstancias en las que vive. Por eso San Pablo dice también:

“Aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada mi sirve” (1Cor 13,3).

En este sentido, Jesús alaba a aquella mujer que hace un gesto totalmente “inútil” derramando un frasco de perfume caro para honrar a Jesús. Es que el amor no siempre es eficiente, no siempre es calculador, no siempre es “lo más útil”. El amor es un gran don que no puede “comprarse ni venderse”. El amor es, en buena parte, un don del Espíritu Santo que Jesús prometió a los suyos.

Como decía el abbé Pierre, “la vida es un poco de tiempo que Dios nos ha regalado para aprender a amar”. A vivir se aprende viviendo y a amar se aprende amando. Y en la medida que aprendemos a amar, no de palabra sino de verdad, hacemos experiencia del Padre que “habita en nosotros”, de Jesucristo que nos ilumina con su Palabra y del Espíritu que nos hace crecer continuamente en ese amor.
P. Antonio Villarino
Madrid