Laicos Misioneros Combonianos

Comunicado encuentro de la Familia Comboniana a nivel general

El día 2 de junio de 2017, se celebró en Roma en la Casa General de las Misioneras Combonianas, la reunión anual del Comité Central de los Laicos Misioneros Combonianos y los Consejos Generales de los Combonianos, las Misioneras Seculares Combonianas y las Hermanas Misioneras Combonianas. Un día completo, vivido con momentos de oración, intercambio, reflexión, programación, comidas juntos y la Santa Misa. Los MCCJ acababan de terminar su Simposio con motivo de los 150 años de su fundación, y por lo tanto han compartido con todos nosotros los frutos y las provocaciones recogidas durante el simposio.

Quince años después de la carta escrita conjuntamente por los tres Consejos Generales sobre la “Colaboración para la Misión” queríamos ahora retomar las intuiciones, reconociendo el camino hecho, reforzando determinados aspectos y explorando nuevas propuestas de cooperación. Los Laicos Misioneros Combonianos son una parte integral de la Familia Comboniana que ahora también quiere abrirse a nuevas formas de laicado Comboniano que surgen en las distintas realidades.
La publicación, en definitiva, de dos cartas, una para todos los miembros de los Institutos y otra para los encargados y encargadas de la formación recogerá el trabajo y las directrices que hemos trabajado durante este día.

familia comboniana

Consejeros Generales de MCCJ, SMC, MSC y el Comité Central de los LMC

“Romper el cordón umbilical”

Un comentario a Mt 10, 37-42 (XIII Domingo ordinario, 2 de julio de 2017)

Este domingo leemos cinco versículos del capítulo décimo de Mateo en el que se nos habla de la misión que Jesús encomienda a sus discípulos. Jesús les advierte que las cosas se pueden poner duras y difíciles y que deben preparase para una fidelidad a toda prueba, libres incluso ante la propia familia o la propia vida. Por otra parte, Jesús afirma que quien hace un pequeño gesto de acogida a sus misioneros, se hace a sí mismo parte de esa misión.
Veamos con un poquito más de detalle.

1. Antes de proseguir, aclaremos una expresión que puede resultarnos falsamente escandalosa. Se trata de la expresión que en algunas biblias dice: “Si alguno no odia a su padre y a su madre…”. A este propósito la Biblia de Jerusalén, una de las principales ediciones de la Biblia, afirma que se trata de un “hebraísmo”, es decir, un dicho coloquial propio de la cultura hebrea que, como otros tantos que hay en español, no hay que entender literalmente, sino buscar su fuerza expresiva. Y la Biblia de Jerusalén explica; “Jesús no pide odio, sino desprendimiento completo e inmediato”.

2. El desprendimiento de la familia, por el contrario, es una actitud necesaria, no sólo para seguir a Jesús, sino también para madurar como personas. Se sabe que algunos hijos nunca abandonan la protección de las “faldas de la mamá” y eso les impide crecer y desarrollar su propia vocación; por ejemplo, les impide realizarse en el matrimonio o en una vocación religiosa… La familia es algo muy valioso, que nos da la vida, nos sostiene y nos abraza con un amor gratuito y hermoso. Pero no podemos quedarnos en eso. Cada uno de nosotros tiene que “romper el cordón umbilical” y construir su propia historia. Y parte importantísima de esta historia es nuestro seguimiento de Jesús, para lo cual necesitamos ser libres y desprendidos incluso de afectos muy queridos. Los misioneros, que parten a tierras lejanas, conocen bien esta experiencia.

3. Pero Jesús dice más: A veces hay que saber renunciar incluso a la propia vida, porque sólo quien pierde la vida la ganará. De hecho, las personas que tienen miedo de arriesgar la propia vida terminan por no vivirla de manera completa. También para seguir a Jesús hay que saber arriesgar. Un misionero, por ejemplo, puede exponerse a enfermedades, como la malaria, o a peligros de conflictos y guerras, pero eso mismo le permite vivir plenamente una historia de amor y entrega que le da “más vida”. Lo mismo se puede decir de una madre que se “desvive” por sus hijos: pierde la vida, pero la recupera más plena de amor.

4. En esa misma línea, hay que entender el gesto de acoger generosamente a los apóstoles de Jesús, con “un vaso de agua”. El que se encierra en sí mismo nunca será capaz de acoger la riqueza que supone otra persona. Sin embargo el que sabe salir al encuentro del otro, no sólo ayuda al otro, sino que se enriquece él mismo. Por eso “el que recibe a un profeta”, él mismo participa de la condición de profeta; el que recibe a un “enviado de Jesús”, él mismo participa de la misión de Jesús.
Todo lo que leemos en los evangelios nos presenta a un Jesús que ama la vida, que sabe gozar de la vida y de los bienes de este mundo. Jesús no es un anacoreta que desprecia la vida o los bienes de este mundo. Pero Jesús es libre y se muestra disponible a renunciar a todo con tal de cumplir la voluntad del Padre.

Ojalá el Espíritu nos haga comprender esto y hacer de nosotros personas libres, capaces de desprendernos de cualquier cosa que nos impida seguir a Jesús y amar plenamente.

P. Antonio Villarino
Bogotá

Compartir la vida y los saberes

saberes¿Qué tiene en común una señora rusa con formación universitaria, de más de 70 años, y una señora de Guinea-Bissau, con cerca de 50 años, sin ninguna formación escolar? Pues en este caso que ambas se encuentran en Portugal, viven en un barrio periférico de la gran Lisboa y desean aprender portugués.
Y es que en la Quinta das Mós, en un espacio cedido por el Ayuntamiento para uso de la Parroquia de Camarate, y a partir de la necesidad concreta de estas dos personas, nace el proyecto de alfabetización de adultos.
Basado en el método de Paulo Freire, adaptándolo a esta realidad específica, iniciamos las clases en las tardes. Los niveles de aprendizaje y las necesidades son muy diferentes. Pero en este método, que busca el aprendizaje a partir de la realidad, y permite a la persona tener una mirada crítica sobre sí misma, posibilita esa interacción, y más que eso, la solidaridad entre las personas involucradas.

Poco a poco otras personas se van uniendo al grupo, y se abre una nueva clase por la mañana, ya que algunas de las interesadas trabajan por la tarde. El movimiento es constante. Hay abandonos por cuestiones de trabajo, de salud, de casa.
Las dos clases están formadas por mujeres. Un grupo termina, continúan tres. Las dos del principio y otra chica, más joven, que estudió sólo hasta segundo de primaria.
Las clases son más que letras y palabras. Son conversaciones, compartir dificultades, apoyos, ayuda en la gestión de documentos, encontrar pisos para alquilar, traducir conversaciones, aclarar dudas del día a día, mejorar la pronunciación… Una precisa salir de donde está, la otra tiene una habitación para alquilar; Una quiere aprender costura, la otra sabe y se dispone a enseñar; Una recibe alimentos, comparte con la otra que no tiene ningún salario… ¡Y así seguimos, compartiendo la vida y los saberes, promoviendo el aprendizaje y la valorización de la persona, el compartir y la solidaridad! “Salvar África con África”!

LMC Flávio Schmidt

Feliz Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús

Sagrado CorazonLa solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús se celebra el próximo viernes, 23 de junio. “Vivamos esta fiesta tan querida por todos nosotros, mirando hacia el Corazón de Jesús, dejándonos enriquecer con el testimonio de aquellos que nos han precedido a lo largo de la historia de nuestro Instituto, y comprometiéndonos siempre más en la fidelidad diaria a los valores del Evangelio. ¡Feliz fiesta del Sagrado Corazón! En el 150 aniversario de la Fundación de nuestro Instituto.” (El Consejo General).

“Tanto amó Dios al mundo”

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él
(Jn 3,16).

Queridos hermanos,
Saludos y oraciones.
Feliz Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

Dios nuestro Padre envió a su único Hijo como muestra de su amor por la humanidad necesitada y sufriente y nos consuela a todos a través del Espíritu Santo, el don de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor Crucificado y resucitado. Creemos que cada discípulo y discípula, son llamados y enviados a predicar, testimoniar y servir este amor de Dios. Todos agradecemos al Señor que hizo de San Daniele Comboni y de nosotros, sus hijos, Misioneros Combonianos, mensajeros, testigos y servidores de su amor.

Todo lo que nuestro Padre Fundador, San Daniele Comboni, comprendió del gran amor de Dios, le llevaba al Sagrado Corazón de Jesús, símbolo del amor de Dios por la humanidad.

Necesitando extremadamente la ayuda del Sagrado Corazón de Jesús, Soberano de África Central, el cual es la alegría, la esperanza, la fortuna y el todo de sus pobres misioneros, me dirijo a usted, amigo… para encomendar y confiar al Sdo. Corazón los intereses más preciosos de mi laboriosa y difícil Misión, ¡a la que he consagrado toda mi alma, mi cuerpo, mi sangre y mi vida!” (Escritos, 5255-5256).

Queridos hermanos, en este año en que celebramos el 150 aniversario de nuestro Instituto Misionero, queremos seguir contemplando y dando gracias a Dios, por el amor experimentado en la vida de San Daniel Comboni y en la de tantos hermanos combonianos y por la gran generosidad hacia el pueblo de Dios, a pesar de nuestra fragilidad, nuestros límites y nuestros pecados.

Quiero hacer causa común con cada uno de vosotros, y el día más feliz de mi existencia será aquel en que por vosotros pueda dar la vida” (Escritos, 3159).

Sí, Comboni y nuestros hermanos se han dejado ensanchar el corazón para que parecía un poco más al de Jesús, para que poder hacer causa común y participar generosamente en la misión de Dios entre los pueblos, en los que estamos, especialmente entre los que sufren, son marginados y empobrecidos.

Siempre estoy con mis queridos leprosos, les hablo de la bondad del Señor, y les enseño la palabra de Dios. Tengo la antigua iglesia al lado de mi casa, Jesús junto a Josué, ¿Quien más dichoso que yo? ¿No es éste un pequeño paraíso? En cuanto al mal que me ha visitado, oh, beso la mano del Señor que me ha regalado la lepra; poder sufrir así; por estas almas, ¿no es una gracia? Solo tengo un deseo: morir leproso entre mis leprosos” (Fr. Josué Dei Cas, 1880-1932).

Sí, seguimos dando gracias al Señor por cada uno de nuestros hermanos que hacen causa común y anuncian a Jesucristo y su Evangelio para construir el Reino de Dios, recordándonos que algunos han testimoniado con sus vidas.

La Cruz es la solidaridad de Dios, que asume el camino y el sufrimiento humano, no para hacerlo eterno, sino para suprimirlo. La forma en que quiere suprimirlo no es por la fuerza o por el dominio, sino por el camino del amor. Cristo predicó y vivió esta nueva dimensión. El miedo a la muerte no le hizo desistir de su proyecto de amor. El amor es más fuerte que la muerte” (P. Ezechiele Ramin, Homilía a los fieles, Viernes Santo, Cacoal, 5.4.1985).

Por tanto, vivamos esta fiesta tan querida por todos nosotros, mirando hacia el Corazón de Jesús, dejándonos enriquecer con el testimonio de aquellos que nos han precedido a lo largo de la historia de nuestro Instituto, y comprometiéndonos siempre más en la fidelidad diaria a los valores del Evangelio.

¡Feliz fiesta del Sagrado Corazón!
En el 150 aniversario de la Fundación de nuestro Instituto
El Consejo General MCCJ

Una reflexión sobre la misión y el laicado

Laicado y misionDurante los días 13-18 de febrero de 2017 se celebró en el Centro Internacional de Animación Misionera (Roma) un seminario sobre la relación entre laicado y misión. La iniciativa surgió como respuesta a la creciente preocupación de los responsables de la animación misionera en las comunidades cristianas y por el incremento de la incorporación del laicado a la cooperación misionera entre las Iglesias. El tema era objeto de continuas conversaciones entre los directores nacionales de las Obras Misionales Pontificias, que buscan algún tipo de respuesta a este fenómeno eclesial.

La presencia del laicado en la actividad misionera de la Iglesia es cada vez más significativa, independientemente de los contextos sociales, eclesiales o culturales en los que se promueven. En las últimas décadas, Dios está suscitando vocaciones laicales a la misión. Por una parte, enviadas por las Iglesias locales y acogidas por aquellas otras Iglesias en formación. Es una hermosa realidad, un nuevo Pentecostés. Su atractivo, sin embargo, no oculta alguna de las carencias que pudieran estar socavando la vocación misionera de otros laicos igualmente llamados vocacionalmente para la misión. A nadie se le oculta que algunas urgencias evangelizadoras pudieran empañar la misma identidad laical de estos servidores del Evangelio. Se hace necesaria una reflexión teológica.