Laicos Misioneros Combonianos

Os deseamos una Feliz Pascua

Pascua

«Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo… Pusieron allí a Jesús»

(Juan 19,41-42)

Queridísimos hermanos,

obreros de la esperanza y compañeros de misión, sembradores de vida donde a menudo parece que solo hay muerte, en estos días santos, mientras celebramos la Pascua, sentimos con fuerza el deseo de llegar hasta vosotros con un pensamiento, una oración, un abrazo fraterno.

Estáis donde la vida a menudo parece ceder ante la muerte, donde la dignidad humana es humillada, aplastada, ofendida, a veces completamente negada. Y, sin embargo, precisamente allí, estáis llamados a ser presencia viva del Resucitado de muchas formas: al elegir estar junto a los últimos, al levantar a quien ha caído, al devolver la dignidad a quien ha sido pisoteado…

Muchas veces el mundo os puede parecer un desierto árido, pero es entonces cuando debéis creer que, sostenidos por el Espíritu, podéis contribuir a transformarlo en un “jardín” exuberante de vida. Sí, porque la Resurrección no es solo un acontecimiento del pasado que recordamos con devoción. Es un fuego que aún arde, una fuerza que sigue abriendo sepulcros, rodando piedras demasiado pesadas, haciendo brotar vida incluso en los terrenos más áridos.

Vosotros lo sabéis bien, aunque a veces os cueste creerlo. A veces os sentís solos, abrumados por el cansancio, desanimados por la dureza de la realidad y por los escasos frutos de vuestro compromiso. Y sin embargo, seguís dando testimonio cada día de la victoria de Cristo sobre la muerte con gestos simples y silenciosos: un niño alimentado, una herida curada, una mano tendida, una palabra dicha en la oscuridad, una división sanada, un odio borrado… Cada uno de vuestros actos de amor es una negación de la lógica de la muerte.

¡Es Pascua, es vida nueva! Aunque muchas veces estéis rodeados de ambientes fétidos y venenosos, sabéis seguir creyendo – y viendo – que incluso el más terrible y oscuro “sepulcro” está siempre situado – de modo misterioso pero real – en un “edén”. No todos creen y ven esto. ¡Vosotros sí!

En medio de un mundo que a veces parece enloquecido – marcado por guerras, muertes, miserias, violencias, indiferencia, opresión y explotación, desastres ecológicos, y terribles crisis humanitarias y ambientales, causadas en su mayoría por la humanidad – vosotros seguís creyendo en “jardines en el desierto”, plantándolos y expandiéndolos, en el espíritu de una verdadera “ecología integral”, y sembrando belleza incluso donde parece imposible, apostando por el bien, la fraternidad, la vida plena, el Evangelio.

Sabemos bien que no es fácil. A veces el peso del dolor que os rodea parece mayor que vuestras fuerzas. Pero no lo olvidéis: el sepulcro está vacío. El Señor ha resucitado. Y con Él, cada uno de vuestros gestos tiene sentido. Cada decisión es luz. Cada paso es Evangelio encarnado. Cada niño que vuelve a sonreír, cada enfermo sanado, cada injusticia combatida, cada acto de amor realizado es señal de que la piedra del sepulcro puede ser rodada y que la vida vuelve a florecer.

No estáis solos. Cristo camina con vosotros.

Y nosotros, vuestros hermanos, estamos a vuestro lado con la oración, la amistad, la admiración y la gratitud. El mundo os necesita a vosotros, que no os rendís ante la oscuridad, sino que persistís en encender lámparas, aunque parezcan inútiles.

La Pascua es precisamente esto: saber que, a pesar de todo, la Vida tiene la última palabra; que donde el mundo pone una tumba, Dios construye una cuna; que hay salvación incluso donde parece haber solo desesperación y muerte.

Os llevamos en el corazón. Os encomendamos al Resucitado. Y rezamos para que viváis una verdadera Pascua: de luz, de esperanza, de consuelo y de renovado impulso. ¡Es Pascua! El Amor ha vencido. Y seguirá venciendo. Con vosotros, en vosotros, gracias a vosotros.

Con afecto y solidaridad, os deseamos una Feliz Pascua de esperanza y vida nueva.

El Consejo General MCCJ

Un tico misionero en Sahuayo

LMC Mexico

El paso 21 de enero emprendí un viaje que estaba esperando con mucha ilusión, en el cuál comencé a vivir una experiencia de vida comunitaria y formación específica, para luego ponerme a disposición de la misión Ad Gentes, dentro de la experiencia se ha tenido la posibilidad de ir a algunos estados a visitar y vivir experiencias por particulares, una de estas fue la de Sahuayo.

El sábado 01 de febrero salimos de Xochimilco, México, rumbo a Sahuayo, después de aproximadamente 7 horas de viaje junto a mis hermanas de comunidad y el Padre Filomeno Ceja, MCCJ, llegamos al Seminario Menor de los Combonianos, donde nos hospedamos y compartimos unos Ejercicios Espirituales que fueron dirigidos por el Padre Juan de Dios, los cuales finalizaron el día viernes con la Santa Eucaristía a medio día, me sirvieron de mucho para reafirmar mi espiritualidad y el llamado a la misión.

Ese mismo viernes a las 5 pm, llegaron otros LMC de varias partes de México, para participar del Retiro Nacional, este encuentro nos sirvió para integrarnos como familia, buscar y comprender nuestros ideales, trabajando con y para un mismo objetivo, gracias al apoyo del Cura Párroco del Sagrado Corazón de Jesús el domingo realizamos animación misionera, esto con el fin de captar fondos para la misión que abrirán en Metlatonoc, Guerrero. Dentro del retiro vivimos momentos para conocernos a nosotros mismos, adoración Eucarística, reflexión, convivencia y compromiso en miras a la misión.

En la vida todas las experiencias nos sirven para crecer y desarrollarnos como personas integrales, les cuento que en lo personal lo vivido además del retiro, entre viernes, sábado y domingo sobrepasó mi imaginación, porque sí te cuentan, pero vivirlo es otra cosa muy diferente.

Acá en México dentro de su abundante historia, se relata la famosa “Guerra de los Cristeros”, donde se obligaba al pueblo a repudiar o mejor dicho a negar a Dios, en esta ciudad y otras murieron muchísimas personas asesinadas por el gobierno de México, ordenó el cierre al culto de la Fe Católica, hoy en día son Mártires en nuestra Iglesia.

En la “Calzada de los Mártires”, donde a ambos lados de la calle está llena de árboles, donde colgaban a las personas que eran descubiertas profesando su fe para que murieran a vista del pueblo, esa es una de las formas de martirio que recibían todos esos soldados de Cristo que con valentía decidieron entregar su vida antes de negar a Cristo, entre los muchos mártires que existen destaca uno, muy joven, pero valiente, su frase “… nunca fue tan fácil, ganar el cielo…”, José Sánchez del Río o San Joselito como cariñosamente se conoce hoy en día, quien siendo un muchacho de apenas 14 de años se unió a los Cristeros para defender la fe, siendo asistente del General Gorostieta, llevando en la bandera de los Cristeros el Estandarte de la Virgen de Guadalupe. Fue capturado en la ciudad de Cotija por el gobierno al quedarse sin caballo porque lo puso al servicio de su General.

Fue trasladado a la ciudad de Sahuayo donde su cárcel fue la Parroquial de Santiago Apóstol, donde tenían su cuartel los militares, lo tenían lleno de animales, en el altar mayor estaban los gallos, esto hizo enojar a Joselito y en la noche los mató diciendo … “El templo es casa de Dios y no lugar para estos animales” … esta fue la causa que hizo adelantar su ejecución, enfureciendo al Capitán. El líder político de su pueblo, quien era su Padrino de Primera Comunión fue quien dio la orden de matarlo, por presión del Capitán, por no arriesgar su vida o puesto público procediendo con las torturas desde golpes, puñaladas, hasta cortarle la piel de la planta de los pies, hacerlo caminar más o menos un kilómetro, hasta llegar al cementerio, y en cada paso que daba gritaba a Viva voz “VIVA CRISTO REY Y SANTA MARÍA DE GUADALUPE”, este grito me atrevo a decir fue el lema de todos los mártires que murieron en esa guerra, y para Joselito fue su seguro directo para llegar a los altares, porque además de mártir, el Papa Francisco lo Canonizo el 16 de octubre de 2016, y su fiesta se celebra todos los 10 de febrero.

Para los Sahuayenses es motivo de alegría y fiesta, se organizan y realizan diferentes actividades: “Los Tapetes” desde el cerro de Cristo Rey hasta la casa natalicia de Joselito con mucho amor realizan tapetes con diseños artísticos de aserrín pintado que forman imágenes religiosas de colores; “La Molienda” se realiza en la  Calzada de los Mártires donde llega la peregrinación que sale del Cementerio para vivir la Eucaristía en memoria de las personas asesinadas, todos los vecinos que viven en esta calle se organizan colocando altares presentando escenas de lo que se vivió, así como platillos típicos del lugar para regalar a todo aquel visitante que así quiera, sin costo alguno, entre tortillas, guacamole, mole, carnitas, en fin toda una variedad de platillos mexicanos, en lo particular esto me llamó muchísimo la atención de saber que por aquel mismo sitio, que fue en su momento una avenida donde corrió muchísima sangre, hoy la han convertido en un símbolo de amor fraterno, solidaridad y misericordia; “La Cabalgata” y “La Caminata”. La fiesta y el recuerdo es grande, miles de personas vienen de pueblos circunvecinos a caballo o caminando saliendo el sábado temprano de Cotija donde fue capturado Joselito y llegando a Sahuayo donde fue martirizado, llegan al Santuario de Joselito, que actualmente se encuentra en construcción, pero que sin duda alguna es un lugar de peregrinación y devoción, al llegar participan de la eucaristía programada a las 14:00 horas.

Que nuestra fe siga creciendo y sea tan firme como la de San José Sánchez del Río, San Joselito de cariño.

¡VIVA CRISTO REY Y SANTA MARÍA DE GUADALUPE!

SAN JOSELITO, ruega por nosotros…

José David Rojas Quesada, LMC Costa Rica en México