Laicos Misioneros Combonianos

“Tú vales mucho para mí”

salud
salud

Un comentario a Jn 13, 31-33ª. 34-35 (V Domingo de Pascua, 18 de mayo de 2019)

El breve texto que leemos hoy forma parte de los discursos que Juan pone en boca de Jesús durante su última cena, cuando se despide de sus discípulos con una especie de testamento. En estos versículos de hoy se usan dos términos de gran espesor significativo: Gloria y Amor. Detengámonos un poquito en cada uno de ellos.

  1. La gloria: “Glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti”.

Según el Vocabulario Bíblico de León-Dufour, el término “gloria” significa algo así como “peso”,  “espesor”, importancia, respeto que se inspira. En ese sentido, la expresión “glorifica a tu hijo” significa “reconócele la importancia” (que otros no quieren reconocerle), “dale la estima” que se merece. De hecho, esta “gloria”, estima o importancia a los ojos propios y de los demás es algo que todos buscamos afanosamente. Sin eso parece que no somos nadie, casi como que estuviéramos “muertos” socialmente.

Pero la pregunta es: ¿Qué es lo que me hace importante y valioso ante mí mismo y ante los demás? ¿Cuál es la base para mi “gloria”? Según la Biblia, algunos ponen la base de su “gloria” en lo siguiente:

               -las riquezas, como en el caso de Abraham (Gn 13, 2)

               -la elevada posición y “autoridad” social, como José en Egipto (Gen 45, 13)

               -el poder e influencia que irradia una persona (Is 17, 3ss)

               -el resplandor de la belleza, como en Aarón (Ex 28,2)

               -la dignidad, como la del ser humanos “coronado de gloria” (Sal 8, 6).

En contraposición con estas actitudes, al final de su vida, a la hora de entregar su “testamento”, Jesús proclama que su “gloria” (su auto-estima, su importancia) se basa solamente en Dios, no en el éxito, ni en el triunfo humano, ni en las riquezas, ni en un grupo poderoso de amigos, ni en la eficacia de su metodología apostólica o sus estudios bíblicos… solamente en Dios. El sentirse en comunión con el Padre es lo que le hace sentirse “glorificado”, “reconocido”, “estimado”, “valioso”, como dice Isaías:

“Tú vales mucho para mí,

Eres valioso y te amo…

No temas que yo estoy contigo”

 (Is 43, 3-4).

b) El amor: “Como yo os he amado, amaos también unos a otros”

La “gloria de Dios es el hombre”, dijo San Irineo. Dios se siente “reconocido” cuando el hombre encuentra su “gloria”, su importancia. Y esto sucede cuando los seres humanos e reconocen y se aman mutuamente. Jesús sembró la semilla de una humanidad nueva, “gloria de Dios”, reuniendo una comunidad de discípulos cuya ley básica sería el amor mutuo. Quisiera recordar brevemente algunas de las características de esta comunidad en la que los discípulos se aman como Jesús amó:

1.- En la comunidad de Jesús, se lavan los pies mutuamente.  “Si yo que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo unos con otros. Os he dado ejemplo para que hagáis lo que yo he hecho con vosotros” (Juan 13, 15). Lavar los pies es reconocer la importancia del otro. Sólo Dios puede ser tan humilde de ponerse al servicio de los otros, sin perder su identidad. Sólo lava los pies, es decir, sólo se pone al servicio del otro, el que se siente tan amado y tan seguro en el amor que no tiene miedo de humillarse.

2.- El que tenga más dones es el que más sirve: “El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9, 31). De hecho, Jesús insistía en que entre ellos no hubieras jefes, ni maestros, ni padres. La suya es una comunidad de hermanos, cuyo único Padre es Dios y el único Maestro es Jesús.

3. Escuchan la Palabra y la cumplen: “Y señalando a sus discípulos, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt 12, 49-50).

4.- Se corrigen y se perdonan: “Si tu hermano te ofende, ve y repréndelo a solas…” “¿Cuántas veces debo perdonar? ¿Siete veces? No, hasta setenta veces siete” (Mt 18, 15-35).

5.- Oran para no caer en la tentación: “Velad y orad, para que podáis hacer frente a la prueba; que el espíritu está bien dispuesto, pero la carne es débil” (Mt 26, 41).

6. Se comprometen juntos en la misión que Jesús les encomienda: “Vayan por el mundo entero…”. Sienten que son sal del mundo, pero que tienen que cuidarse para no perder su sabor y su función purificadora; son luz del mundo, pero sólo si se dejan iluminar por la Luz del mundo, es decir, Jesús mismo.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Noticias de la misión en República Centroafricana

RCA
RCA

Desde la Misión de Mongoumba (República Centroafricana) la LMC María Augusta escribe para el Diario de su parroquia – El Astrolabio.

He venido aquí a Bangui [capital de la República Centroafricana], porque el padre Fernando sufrió un accidente y está aquí en el hospital. Él tuvo el accidente cuando volvía de Mbaiki [Mongoumba pertenece a la Diócesis de Mbaiki], después de participar en la Misa Crismal. Iban con él la LMC Cristina y al padre Maurice y atrás viajaban siete personas. Afortunadamente Cristina y el P Maurice no resultaron heridos ni con grandes dolores físicos, pero siempre e s difícil asumir emocionalmente un accidente. Sin embargo, pudieron estar siempre al lado del padre Fernando, que era lo más importante y necesario.

Las personas que iban detrás tuvieron algunas heridas, pero, afortunadamente, nada de grave, sólo uno de ellos fue hospitalizado, pero no estaba mal, gracias a Dios. El padre Fernando salió despedido por el cristal de la puerta. Tuvo dos traumatismos: uno en la frente junto a los ojos y otro detrás. Fue operado el domingo de Pascua y todo corrió bien.

Ana y yo llegamos el martes [a Bangui] y nos quedamos en el Postulantado, porque se estaba celebrando la Asamblea de los Combonianos. Pasamos la Pascua muy preocupados, porque no sabíamos cómo estaban… Cuando vimos al padre Fernando todavía estaba mal. Sólo hoy he venido un poco a la Maison Comboni [casa de los misioneros Combonianos en Bangui], porque hemos estado muy ocupadas con él. Gracias a Dios, él se ve mejor día tras día. Todavía necesita comer todo pasado, porque la mandíbula superior no toca la inferior y así no puede masticar. Tenemos esperanza de que a nivel de cabeza estará todo bien, porque él habla bien y todos los sentidos funcionan… Damos muchas gracias a Dios, que protegió a todos los que viajaban. La Providencia Divina estaba con ellos, porque el accidente ocurrió a 1 kilómetro de la Misión de Mbata y también porque apareció un vehículo que los transportó al hospital de la villa (donde el padre Fernando fue suturado) y luego hasta Bangui.

El padre Fernando será trasladado a Benín a hacerse un TAC de cabeza, para verificar si está bien, y después descansar y recuperar fuerzas para continuar la misión que el Señor tiene para él. ¡Tengo confianza que va a estar todo bien, con la gracia del Señor!

Cristina se hizo exámenes y está todo bien. ¡Ella ha ayudado mucho al padre Fernando! Ella se quedará descansando en Bangui hasta sentirse recuperada para volver a Mongoumba.

El padre Maurice está bien, pero muy cansado… hasta el miércoles hizo todas las noches y de día preocupado por los otros siniestrados. Gracias a Dios, el jueves y viernes pudo descansar y ya se le ve mejor…

El padre Samuel regresó el miércoles, bien y animado para la Misión que le espera. Durante los meses de julio y agosto realizará una animación misionera en los Estados Unidos.

Esperamos que en ese momento el padre Fernando ya haya vuelto repleto de salud.

La asamblea corrió bien. Vino a participar un hermano de Togo, amigo del padre Maurice.

La niña gemela de la que os hablé en el último mensaje acabó por morir… El Señor la acogió en sus brazos, porque ella sufrió mucho.

Siempre unidos en la oración.

¡Os deseo un tiempo Santo de Pascua para todos!

¡Un abrazo para todos del tamaño del mundo! Gracias por vuestras oraciones.

Maria Augusta, LMC

para el Astrolabio

ANO V – Nº 147 – 5 de Maio de 2019

Paróquias de Cabril, Dornelas do Zêzere, Fajão, Janeiro de Baixo, Machio, Pampilhosa da Serra, Portela do Fôjo, Unhais-o-Velho e Vidual

La “voz” que resuena dentro de mí

ovejas
Ovejas

Un comentario a Jn 10,27-30 (Cuarto domingo de Pascua, 12 de mayo de 2019)

Leemos hoy unos pocos versículos del capítulo 10 de Juan, que forman parte de una fuerte polémica entre Jesús y las autoridades de su pueblo, que muy pronto le matarían, porque no quisieron reconocerlo como Mesías.

Ante la oposición tenaz de aquellos “falsos pastores”, que, como denunciaba ya el profeta Ezequiel, pensaban en sí mismos más que en el pueblo, Jesús afirma que “sus ovejas” reconocen su voz y entre él y los suyos se establece una alianza irrompible de vida eterna.

Tengo un amigo ciego que, cuando voy a visitarlo, incluso después de mucho tiempo, me reconoce enseguida, apenas lo saludo desde lejos. Es que él, más que mis palabras, reconoce el timbre de mi voz, mi manera de hablar. Apenas me oye, mi voz encuentra un eco en su memoria y él me reconoce y me acoge como a un amigo. De hecho, mi timbre de voz denota mi personalidad y mi historia, mucho más que las palabras con las que, frecuentemente, pretendo esconder la verdad de mí mismo. Lo mismo sucede –dice Jesús– entre él y “los suyos”.

A veces pensamos que debemos convencernos –o convencer a otros–  de la verdad religiosa. Pero no se trata de convencer a nadie, porque la belleza, la verdad y el bien se reconocen por sí mismos. Los que son sinceros ante Dios, los que tienen un corazón puro y abierto, al escuchar la voz de Jesús, lo reconocen como el pastor que les lleva a la verdad, al amor, al perdón, a la generosidad y se corresponde con sus deseos más profundos, inscritos en su ADN espiritual. No les hacen falta muchas más explicaciones: La voz de Jesús encuentra en ellos un eco, se saben del “mismo rebaño”, se reconocen como hijos de Dios. Por eso entre ellos se establece una sintonía, una alianza, una amistad que es la base de la vida eterna, la vida de Dios.

Por el contrario, aquellos que han recubierto su corazón de orgullo, vanidad o mentira, no encuentran dentro de sí mismo el eco de la voz del Buen Pastor y lo rechazan.

Esto lo cuenta en pocas palabras Etty Hillesum, una conocida judía holandesa, muerta en Auschwitz en 1943. Era una joven atea, que llevaba una vida bastante confusa, pero a un cierto momento decide acompañar libremente a los judíos encarcelados, para ayudar en lo que pueda. Un día siente la necesidad de arrodillarse porque  reconoce el eco de Dios en su interior. Así lo escribe en su Diario:

26 de agosto (1941), martes tarde. Dentro de mí hay un manantial muy profundo. Y en este manantial está Dios. A veces logro alcanzarlo, pero más frecuentemente está cubierto de piedras y arena: en aquel momento Dios está sepultado, hay que desenterrarlo de nuevo”  (Diario, 60; Citado por el Card. Ravasi, L’Osservatore Romano, 17 de enero 2013).

¿Descubro el manantial que hay en lo profundo de mí mismo? ¿Hay demasiada basura tapándolo? ¿Están mis oídos y mi corazón suficientemente limpios para reconocer la voz del Buen Pastor?

P Antonio Villarino

Colombia

Después de cada noche, siempre aparece Jesús vivo

Jesus
Jesus

Un comentario a Jn 21, 1-19 (Tercer Domingo de Pascua, 5 de junio de 2019)

El capítulo 21 de Juan, que leemos hoy, es una especie de epílogo, un segundo final, añadido con posterioridad a la redacción del evangelio mismo. En este epílogo se nos habla de  la misión evangelizadora de la Iglesia, una vez que Jesús había “vuelto al Padre”. Me permito compartirles unos breves comentarios a modo de lectura orante:

Refugiarse en el pasado

La primera parte está construida sobre un relato de Pesca milagrosa (Cfr Lc 5, 1-11). La escena sucede en el lago de Genesaret o Tiberíades, donde Jesús había conocido y llamado a Simón Pedro, Andrés y los hijos del Zebedeo (Santiago y Juan).

Con ello se nos dice que, de alguna manera, los discípulos habían vuelto a un lugar familiar, tanto por su propia familia natural cuanto por su experiencia de “nueva familia” con Jesús. En momentos de confusión y dolor, después de la muerte de Jesús y de su propia infidelidad, los discípulos buscan refugio en experiencias positivas del pasado.

La crisis

Los discípulos reunidos era siete: cinco identificados por su nombre, dos anónimos. ¿Dónde estaban los otros cuatro? Puede que estuvieran ausentes por alguna razón válida o que su crisis fuera más fuerte que la de los otros. El grupo se mantiene razonablemente unido, pero no unánime. ¿No es demasiada pretensión querer que en la Iglesia todo funcione a la perfección, que nadie entre en crisis?

Tenemos que aceptar los límites, las frustraciones y hasta las divisiones. Entre los presentes estaba Tomás, al que en el capítulo anterior se nos había mostrado como dubitativo, a pesar de que en Jn 11, 16 está dispuesto a morir con Lázaro.

El liderazgo de Pedro

Pedro aparece como líder, pero no se impone. Simplemente toma la iniciativa, algo que esperaban los demás. El liderazgo se muestra, no en asumir privilegios o hacer gala de poder, sino en tomar iniciativas que todos están necesitando y esperando. Iniciativas no impuestas sino propuestas.

-“Vamos contigo”, dicen los demás. La comunidad se une a la iniciativa, con buen ánimo. Entre ellos reinaba un aprecio y respeto mutuo. Ese ambiente se crea cuando nadie se quiere imponer sobre los demás, cuando se permite que todos se expresen libremente, cuando se crea en el grupo un sentimiento de pertenencia. “Salieron juntos”.

Entre la noche y el día

-“Pero aquella noche no lograron pescar nada”. Los discípulos seguían en la noche, un periodo negativo, en el que nada parecía funcionar. La comunidad, incluso bien avenida, puede encontrarse en tiempo de esterilidad.

-“Al clarear el día”. Si a pesar de no pescar nada, aguantamos toda la noche pescando, en la tarea estéril, aburrida, llegará el amanecer con nuevas esperanzas. Lo preocupante no es la noche, sino nuestra falta de fe, nuestro cansancio, nuestra falta de perseverancia.

-“Se presentó Jesús en la orilla del lago”. En la historia de la Iglesia, después de cada noche, siempre aparece Jesús como lucero del alba. ¿Aparecerá ahora? Hombres de poca fe. La duda no es si aparecerá, sino si lo estamos esperando? “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿habrá fe sobre la tierra?

-“Pero los discípulos no lo reconocieron”. Lo mismo le pasó a la Magdalena, a los discípulos de Emaús y a los reunidos en el Cenáculo. Es que Jesús, siendo el mismo, tiene ahora una apariencia diferente. Ahora es el Resucitado que, por obra del Espíritu, aparece de maneras diversas. ¿Por dónde aparecerá Jesús después de nuestra noche? ¿Estamos con los ojos abiertos y el corazón disponible para reconocerlo?

-“Echen la red a la derecha” ¿Alguien se preocupa por nosotros? ¿Alguien nos da un consejo? No lo desechemos.

-“Echaron la red y se llenó”. Si sabemos escuchar, si aprendemos, si nos abrimos, se hará el milagro.

-“Es el Señor”. Es el momento de reconocer la presencia del Señor. Llega un momento en el que tenemos que desprendernos de nuestras pequeñas seguridades racionales, hincar la rodilla y adorar la presencia misteriosa y real del Señor.

-“Venid a comer”. Celebrar, gozar de la comunidad, servirse mutuamente, aportar el pescado.

P. Antonio Villarino

Bogotá