Laicos Misioneros Combonianos

Proyecto Memoria de África: Daniel Villaverde

P Daniel Villaverde

Seguimos esta serie con el P Daniel Villaverde, misionero comboniano.

Durante 20 años, el P Daniel trabajó en el norte de Kenia junto con poblaciones nómadas como los Turkana. Nos habla de esta y otras tribus, de la dificultad del terreno y de la creciente (y tal vez imparable) influencia de los valores occidentales sobre las nuevas generaciones urbanas de Kenia.

La semilla crece por sí misma

Semilla
Semilla

Comentario a Mc 4, 26-34 (XI Domingo ordinario, 13 de junio de 2021)

En este XI domingo ordinario, leemos una pequeña parte del capítulo cuarto de Marcos, pero yo les invito a leer todo el capítulo, para tener una idea más global de lo que el evangelista nos quiere transmitir. A partir de esa lectura les comparto dos reflexiones:

  • Una multitud junto al lago de Galilea

Como sabemos, Jesús tuvo su sede por algún tiempo en Cafarnaúm, una pequeña ciudad costera del lago de Galilea. Allí su presencia causó gran entusiasmo y la gente se agolpaba para escucharle, porque tenía palabras de una claridad, de una sencillez y de una relevancia que saltaba a la vista y “calentaba el corazón”.  Jesús, campesino entre campesinos, pescador entre pescadores, obrero entre obreros, se sentía a sus anchas con aquella gente sencilla, sometida a tantos sufrimientos y durezas de la vida, hambrienta de verdad y de sentido, que no encontraba respuestas en unas tradiciones religiosas rutinarias, esclerotizadas y poco relacionadas con la realidad de sus luchas cotidianas. Por el contrario, desde una cercanía afectiva a sus preocupaciones y luchas, así como desde una experiencia de contemplación en el desierto y la montaña, Jesús se explaya en relatos parabólicos, que explicaban el misterio de Dios y de su “Reino” en un lenguaje ligado a las experiencias del campo, del mar y del trabajo cotidiano.

Todos los que tenemos alguna responsabilidad en la transmisión del Evangelio de Jesus (padres, maestros, catequistas, sacerdotes…) debemos fijarnos en este Maestro que habla en parábolas, que expresa la fe en las categorías de la vida ordinaria, sabiendo que nuestra vida espiritual se mide, no por las palabras refinadas que usamos, sino por nuestro estilo de vida concreta, del que las palabras son expresión.

  • El trigo no necesita que tiren de él

Discúlpenme esta obviedad, pero me parece que sirve para entender bien lo que nos dice Jesús en el evangelio de hoy: “la semilla brota y crece… la tierra produce espontáneamente primero el tallo, luego la espiga y el grano”.

Jesús nos dice que el Reino de Dios es como una semilla que Dios siembra en nuestro corazón, en nuestra comunidad, en nuestra familia… y crece por sí solo, en la medida en que la tierra acoge la semilla y está bien cuidada. Para que el trigo produzca fruto no sirve de nada tirar de él hacia arriba, como quien quisiera estirarlo y hacerlo crecer a la fuerza, en contra de su naturaleza. No, el trigo debe crecer por sí mismo, según la fecundidad que Dios mismo le ha dado.

¿No les parece que a veces hay padres que pretenden hacer crecer a sus hijos a la fuerza, como si quisieran jalarlos hacia arriba y hacerles dar un fruto para el que a lo mejor no les ha destinado Dios? ¿No les parece que a veces, en la vida comunitaria o de familia queremos sustituirnos a las personas y obligarlas a ser como a nosotros nos gustaría que fueran? ¿No nos pasa a nosotros mismos que nos empeñamos en parecer todopoderosos, infalibles e inmaculados en un esfuerzo prometeico que nos vuelve amargos, hipercríticos y perenemente negativos?

Me parece que, con la parábola de la semilla que crece por sí sola, Jesús nos invita, no a ser indiferentes, pasivos o perezosos, pero sí serenos y confiados; confiados en la semilla de Verdad y de Amor que Dios ha sembrado en nosotros y alrededor de nosotros. Esa verdad y Amor crecen y dan su fruto de buenas obras por sí mismos. Lo que tenemos que hacer cultivar la tierra y liberarla de espinas y escombros que pueden ahogar la semilla y no permitir que brote y se desarrolle.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Proyecto Memoria de África: Enrique Bayo Mata

P Kike

Seguimos esta serie con el P Enrique Bayo Mata, misionero comboniano, ha pasado quince años en la República Democrática del Congo. Enrique nos cuenta su rica experiencia de aprendizaje de la liturgia africana y de su trabajo en el continente, que abarca, además del servicio pastoral, el terreno editorial, radiofónico y televisivo. Durante muchos años ha colaborado con los LMC en Congo, a nivel africano e incluso dentro del Comité Central de los LMC.

Reunión de los Consejos Generales de la Familia Comboniana junio 2021

Consejos Generales

El pasado sábado celebramos la reunión periódica de los Consejos Generales de la Familia Comboniana (Misioneras Combonianas, Misioneras Seculares Combonianas, Misioneros Combonianos del Corazón del Jesús y Laicos Misioneros Combonianos).

Consejos Generales

Como es propio en estas fechas tuvimos que hacerla de manera online. Ojalá dentro de poco podamos regresar a las reuniones presenciales que nos permiten convivir y conversar, a la vez de poder prolongar las mismas y abordar más temas. Los encuentros online nos han ayudado a estar en contacto en estos tiempos de pandemia, pero todos anhelamos poder encontrarnos presencialmente.

Comenzamos el encuentro con una sencilla bienvenida y una oración común que nos puso en situación.

Pudimos dedicar un primer momento para compartir las preocupaciones que actualmente vivimos en las diferentes ramas de la Familia y así ponernos al día.

El primer tema a trabajar fue el resultado del trabajo de la comisión de ministerialidad social. De manera particular, los miembros de dicha comisión, nos presentaron los resultados de la recogida de datos que se ha realizado a nivel internacional y que ya fueron presentados en el pasado webinar del 5 y 6 de marzo. Pudimos profundizar en algunos de los datos que se van extrayendo sobre los proyectos y presencias misioneras en los diferentes continentes. Igualmente pudimos conocer la propuesta de trabajo para el próximo webinar que se celebrará los próximos 25 y 26 de junio. Con este tercer encuentro se cerrará un primer ciclo de trabajo y esperamos surjan nuevas propuestas de colaboración y de profundización conjunta como Familia comboniana en nuestro servicio misionero.

Estamos muy satisfechos y agradecidos por el gran trabajo de la comisión de ministerialidad y la acogida y participación que está teniendo por parte de los miembros de la familia comboniana estos encuentros.

Intentaremos mantener un encuentro para estudiar en mayor profundidad estos resultados una vez termine el tercer encuentro y tengamos las propuestas de futuro sacadas por todos.

Tras un descanso estuvimos evaluando el trabajo de colaboración que venimos realizando como familia comboniana en los últimos años a raíz de las propuestas lanzadas en la carta conjunta del 2017 “Más allá de la colaboración: bajo la mirada de Comboni”.

Utilizamos una herramienta online para evaluar por tarjetas tanto los aspectos positivos, las dificultades encontradas y las propuestas de trabajo futuro.

Vemos que el sentimiento de familia que se respira en nuestras reuniones de consejos es muy bueno y el acompañamiento que mantenemos de la marcha de las diferentes ramas. Entendemos que no es solo debido a las personas que actualmente estamos, sino que es algo que se da y debe seguir dando independientemente de posibles cambios en los equipos.

En los próximos meses se celebrarán la asamblea general de las Misioneras Seculares Combonianas y posteriormente el capítulo de los MCCJ. Les deseamos lo mejor y acompañamos estos compromisos con oración y voluntad de colaboración como familia. Cómo seguir profundizando en esta colaboración es algo que continuaremos trabajando en futuros encuentros.

Un saludo a todos.

Alberto de la Portilla, Comité Central LMC

“No me olviden”

Corpus

Comentario a Mc 14, 12-16.22-26: Solemnidad del Cuerpo de Cristo, 6 de junio 2021

Corpus

La fiesta del Cuerpo de Cristo (o Cuerpo del Señor) se celebra en algunas partes en jueves, pero en otras muchas en domingo. Lo importante es que es una excelente ocasión para tomar conciencia de lo que con ello celebramos. Después de leer la narración de Marcos, que la liturgia nos ofrece hoy, comparto con ustedes las siguientes reflexiones:

  • Recordar a una persona amada

Pienso que a todos ustedes les pasa. A medida que vamos creciendo, hacemos colección de recuerdos de personas que amamos. Estos recuerdos toman cuerpo a veces en una foto, otras en algunos objetos particularmente entrañables, que representan mucho más de lo que son en sí mismos y que, cada vez que los vemos, remueven nuestras entrañas y nos hacen sentir especiales, porque sabemos que hemos sido amados, que hemos amado y que, de alguna manera, ese amor sigue vivo en nosotros. Yo, por ejemplo, conservo como algo muy valioso una gorra de mi papá y, cuando, me la pongo, me siento unido a él, me siento parte de una familia, de una saga de amor. No soy una persona aislada, sino una persona que vive en comunión con tantas otras, cuya memoria y presencia me enriquecen y me hacen ser más y mejor.

Algo así es lo que ha ocurrido con los discípulos, a parir de aquella última cena, en la que Jesús, antes de afrontar la muerte con gallardía, cenó con los suyos, partió el pan (imagen real de su propio cuerpo), repartió el vino (imagen de su propia sangre) y les dijo unas palabras que suenan así: “No me olviden nunca, permanezcan unidos, ámense unos a otros, continúen con la obra del Reino. Yo sigo siempre con ustedes”. Y los sucesivos discípulos, desde hace 2.000 años, se han mantenido fieles a este recuerdo, a este compromiso de amor. A esto le llamamos “memorial eucarístico”, “cuerpo y sangre del Señor”.

No sé por qué la Eucaristía se nos volvió a veces como una “obligación pesada”, como una “cosa de curas”, como un rito mágico o tantas otras cosas. La Eucaristía es hacer memoria del Amigo y Maestro Jesús, es gozar de su presencia, es entrar en comunión con Él, es sentirse alimentado y fortalecido por un amor que no falla nunca, es jurar cada domingo que no le olvidaremos ni a Él ni a su proyecto para la humanidad, ni a sus preferidos, los pobres.

  • Lo mejor está por venir

La cena de Jesús se inserta en una tradición de siglos que tenía el pueblo de Israel. Los judíos lo tenían muy claro: por su historia había pasado Dios de una manera tangible y extraordinaria: en la liberación de la esclavitud, en la difícil travesía de un desierto estéril e incapaz de sostener la vida, en la victoria sobre enemigos que lo querían destruir, en la superación del trauma del exilio… Todo eso lo celebraban –y lo celebran– cada año en la Pascua, como una fiesta de la Memoria, pero también de la esperanza. Si Dios ha sido grande con nosotros en el pasado, lo será también ahora y en el futuro.

Con ese mismo sentido celebramos los cristianos la Eucaristía: celebramos la memoria de Jesús y, haciendo eso, reafirmamos la esperanza (a pesar de nuestros límites, fracasos y pecados) y el compromiso con un futuro más acorde con el mensaje de Jesús: en nuestra vida personal, en nuestra comunidad, en el mundo.  Lo mejor de nuestra vida, en cierto sentido, está por venir.

  • La habitación del piso superior: el cenáculo

Para celebrar la Pascua, Jesús mandó a sus discípulos buscar una habitación. Casi parece recordarnos como José buscó un lugar en Belén para que María diese a luz a su Hijo. Es que Dios para “nacer”, para “hacerse pan y vino”, para mostrarse presente necesita un espacio humano que lo acoja. De hecho, es difícil que una comunidad pueda reunirse si no tiene un espacio, un cenáculo, para ello: puede ser la sombra de un árbol, un salón comunal, una vivienda familiar, un templo rural o una catedral… Pero más que ese “lugar” geográfico, Dios necesita una vida, un corazón, una persona, una comunidad abierta, una familia disponible.  Sólo así puede repetirse el milagro de su presencia en las personas, en las familias, en la sociedad. ¿Soy yo un lugar abierto para Dios o me encierro en mi propio orgullo y aislamiento?

P. Antonio Villarino

Bogotá