Laicos Misioneros Combonianos

La Familia Comboniana presente en la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal

Jornada mundial de la juventud

Este verano el papa Francisco tiene una cita con los jóvenes católicos del mundo en Lisboa con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Grupos juveniles en todos los rincones del planeta llevan meses preparándose en sesiones formativas sobre los temas propuestos para la JMJ en torno a María: «María se levantó y partió sin demora» y también buscando la financiación necesaria que les permitirá pagarse el viaje hasta la capital portuguesa.

La Familia Comboniana estará presente en la JMJ a través del World Youth Comboni Gathering (WYCG), una iniciativa que reunirá en Portugal a jóvenes que siguen a Jesús al estilo de san Daniel Comboni. Se han inscrito 120 jóvenes de Europa, África y América de entre 14 y 30 años y del 26 al 31 de julio estarán en la ciudad portuguesa de Maia para escuchar testimonios misioneros y participar en actividades y dinámicas en torno a la interculturalidad y la fraternidad universal. En algunas actividades se unirán con otros jóvenes de las diócesis de Oporto y Braga.

El 31 de julio, antes de llegar a Lisboa para participar en la JMJ, visitarán el santuario de Fátima y el 7 de agosto se encontrarán en la ciudad de Santarém para evaluar la experiencia «fuerte» vivida en Lisboa y vislumbrar cómo darle continuidad a lo largo del año para que no se quede en «una experiencia más», sino que les ayude a un mayor compromiso.

Por intercesión de san Daniel Comboni oramos por todos los jóvenes que se preparan a participar en las JMJ de Lisboa, especialmente por lo jóvenes «combonianos» de la iniciativa World Youth Comboni Gathering, para que este encuentro internacional les anime a seguir a Jesús con estilo misionero.

[Hozana]

Solemnidad del Corazón de Jesús

Corazón de Jesús

Introducción

Compartimos este folleto como guía para ayudarnos a vivir más intensamente la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús (16 de junio), acogiendo la invitación que nos hace el XIX Capítulo General: profundizar y asumir nuestra espiritualidad, marcada por algunos elementos específicos que crean nuestra identidad de Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús.

Pedimos a los hermanos de cada comunidad que estudien y encuentren la mejor manera de prepararse para la Solemnidad: podríamos optar por un día de retiro, o una serie de encuentros de oración y/o convivencia…

El texto fundamental que debe guiarnos en esta reflexión es el nº 3 de la Regla de Vida:

El Fundador encontró en el misterio del Corazón de Jesús el impulso para su compromiso misionero. El amor incondicional de Comboni por los pueblos de África tuvo su origen y su modelo en el amor salvador del Buen Pastor, que ofreció su vida en la cruz por la humanidad: “Y confiando en ese Corazón sacratísimo… me siento tanto más dispuesto a sufrir… y a morir por Jesucristo y por la salud de los infelices pueblos del África Central” (Escritos, 4290).

Y he aquí las palabras del XIX Capítulo general sobre el tema:

12.     Soñamos con una espiritualidad que nos permita seguir creciendo como familia fraterna de consagrados enraizados en Jesús, en su Palabra y en su Corazón, y contemplarlo en el rostro de los pobres y en la experiencia vivida por San Daniel Comboni para ser misioneros.

14.3   Queremos sensibilizarnos con los aspectos fundamentales del carisma (por ejemplo, la Cruz, el Corazón de Jesús, la opción por los más pobres y abandonados) a través de la visión, el espíritu y la sensibilidad de Comboni, para ir a las raíces de su espiritualidad y reapropiarnos de ella.

Podemos pensar nuestra vida misionera como un “viaje” que parte del Corazón de Jesús y llega a nuestro propio corazón, para alcanzar después el corazón de las personas con las que compartimos la historia y el destino. Ser -o más bien llegar a ser- “personas consagradas enraizadas en Jesús, en su Corazón” significa llegar a ser lo que somos, realizando la identidad que recibimos del Señor, gracias a San Daniel Comboni. Misioneros del Corazón de Jesús es nuestro nombre.

El librito de nuestra Regla de Vida contiene, al final, una Carta sobre el nuevo nombre del Instituto, especificando lo que inspiró la nueva elección en 1979. Es bueno releer y meditar este texto, como un primer momento de profundización.

Nuestra Regla de Vida, en el n. 3, nos propone la experiencia de Comboni: su compromiso misionero y su amor incondicional a los pueblos de África Central tuvieron su origen y su modelo “en el amor salvífico del Buen Pastor” que se deja traspasar por el Corazón. El mismo Comboni, releyendo su experiencia cada vez con mayor conciencia, habla de sí mismo como de alguien que

“transportado por el ímpetu de aquella caridad encendida con llama divina en el Gólgota, y que surgía del costado del Crucificado para abrazar a toda la familia humana, sentía latir con más frecuencia los latidos de su corazón; y una fuerza divina parecía impulsarle hacia aquellas tierras…, para estrechar en sus brazos y dar el beso de paz y de amor a aquellos… sus hermanos” (Escritos, 2742).

El Corazón de Jesús es el alma de la misión y su motivación fundamental.

Ciertamente es bueno buscar y crear programas, estrategias, estructuras para la misión, pero no olvidemos que ante todo estamos llamados a “avivar el don” (2 Tim 1,6ss). La tentación podría ser el cansancio (acedia) que seca el alma y crea pesimismo, fatalismo, desconfianza y tibieza, o el deseo de convertirnos en “protagonistas”, como si fuéramos el fin de la misión.

A este respecto, podríamos tomar algunos textos de la Evangelii Gaudium: 26; 259; 264; 266-267

Contemplar y asumir

Para enraizarnos en los sentimientos del Corazón del Hijo de Dios, Jesús, el camino propuesto por nuestra Regla de Vida, como fruto de la experiencia consciente, se desarrolla en torno a dos palabras: contemplar y asumir.

Con otras palabras, que encontramos en los Evangelios, podemos decir: “acércate a Jesús”, “ve en Él al Hijo amado y consagrado por el Espíritu del Padre”, “cómelo para asimilar cada vez más sus sentimientos” …

Esto sucede, sobre todo, cuando dejamos que el Señor Jesús penetre en lo más profundo de nuestro corazón y saque a la luz sentimientos, pensamientos, actitudes y deseos que no son los de quien está consagrado al Señor.

Dejemos que Jesús nos sane, nos renueve y nos transforme. Entonces nos convertiremos en personas “conquistadas por Cristo” y animadas por el deseo de conquistar a los demás para Él (cf. Flp 3, 2).

Contemplar” y “asumir” no se convierten en acciones “voluntarias”, porque, en verdad, son “gracia” a la que respondemos con nuestra conciencia y disponibilidad.

a)    Podemos describir “contemplar” de la siguiente manera:

  • “tener los ojos fijos en Jesús”;
  • “estar a los pies de la Cruz”, como etapa importante de un largo camino, durante el cual hemos visto los gestos y escuchado las palabras de Jesús, aun sin captar plenamente su significado;
  • “estar a los pies del crucificado”, para recibir los dones que nos han venido de su Corazón: su Espíritu, el agua y la sangre; María
  • “revestirnos de Cristo”, haciendo nuestros sus “vestidos”, es decir, sus sentimientos;
  • “dejarnos traspasar el corazón”, para que los dones del Señor no se queden en la superficie de nuestro corazón, sino que penetren profundamente.

b)   “Asumir” sugiere:

  • hacer nuestros los sentimientos de Jesús, para que entren realmente en nosotros, dispuestos a asimilarlos progresivamente, para que determinen nuestras líneas de acción o conducta, toquen nuestros criterios de elección, modelen nuestros deseos y fortalezcan nuestras metas;
  • al asumir los sentimientos de Jesús, descubrimos en nosotros -o cerca de nosotros- obstáculos, trabas, fragilidades;
  • esto nos lleva a “contemplar” de nuevo y más profundamente a Jesús, dejándonos animar por la fuerza de atracción que ejerce, pidiendo su perdón, su fuerza y su gracia;
  • así, las dificultades que encontramos no apagan la vida espiritual, sino que la fortalecen y la hacen crecer;
  • “asumir los sentimientos de Jesús” se convierte en nosotros en una necesidad interior de “permanecer injertados en él”.

Algunos textos que pueden iluminarnos

“Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de consolación: mirarán al que traspasaron. Lo llorarán como se llora a un hijo único; lo llorarán como se llora al primogénito” (Zacarías 12,10).

“Otro pasaje de la Escritura dice de nuevo: Volverán sus ojos a aquel a quien traspasaron” (Juan 19:17).

Véase también: Apocalipsis 1:1-48; Juan 15.

De las Reglas del Instituto de las Misiones para la Nigrizia – 1871:

“[Los alumnos del Instituto] formarán esta disposición esencialísima teniendo siempre los ojos fijos en Jesucristo, amándole tiernamente y esforzándose por comprender cada vez mejor lo que significa un Dios muerto en la cruz por la salvación de las almas” (Escritos 2721).

Nuestra Regla de Vida, en el n. 3.2, enumera tres actitudes interiores de Cristo, que el comboniano está llamado, en virtud de la misma vocación de Jesús y de Comboni, a contemplar y asumir:

  1. su donación incondicional al Padre;
  2. la universalidad de su amor al mundo;
  3. su implicación en el sufrimiento humano y en la pobreza.[1]
  1. La entrega incondicional de Jesús al Padre

Podríamos rezar con estos textos, tomados de Juan:

“Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. En cambio, el asalariado, que no es pastor y a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona a las ovejas y huye, y el lobo las rapta y las dispersa; es un asalariado y no le importan las ovejas.

Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y doy mi vida por las ovejas. Y tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también debo conducir; oirán mi voz y serán un solo rebaño y un solo pastor. Por eso me ama el Padre: porque ofrezco mi vida, para volver a tomarla. Nadie me la quita, sino que yo la ofrezco de mí mismo, porque tengo el poder de ofrecerla y el poder de volverla a tomar. Este mandato lo he recibido de mi Padre” (Jn 10,11-18).

“El mundo debe saber que amo al Padre y que hago lo que el Padre me ha mandado” (Jn 14,31).

“Yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre, que me ha enviado, me ha mandado lo que debo hablar y lo que debo decir. Y yo sé que su mandamiento es vida eterna. Por tanto, lo que yo digo, os lo digo a vosotros como el Padre me lo ha dicho a mí” (Jn 12, 49-50).

Contemplamos a Jesús como el Hijo que vive y obra según el designio del Padre, al que ha visto, oído (Jn 5) y asumido en la libertad del amor de su Hijo amado. Jesús puede decir que el Padre actúa en él:

“Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Las palabras que yo os digo, no las hablo por mí mismo, sino que el Padre que está conmigo hace sus obras” (Jn 14,10).

Su vida es una respuesta de amor al amor del Padre (cf. Jn 13,1-4).

2.    La universalidad del amor de Cristo por el mundo

“Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16)

“El amor de Cristo nos impulsa a pensar que uno murió por todos y por eso todos murieron. Y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Co 5,14-15).

Pensemos en el testimonio que el Evangelio nos da de Jesús como peregrino, recorriendo pueblos y aldeas. Allí donde viven hombres y mujeres, Jesús se hace presente:

«Les dijo: “Vayamos a las aldeas vecinas, para que predique también allí, pues para eso he venido”» (Mc 1,38).

Jesús se encuentra con la gente en todas partes: en las sinagogas y en las casas, en las plazas y a lo largo de los caminos, en la montaña y junto al lago… Se encuentra con hombres y mujeres, adultos y niños, judíos y prosélitos, sirofenicios y griegos. No se mueve sólo por Palestina, sino que va más allá de las fronteras de la Tierra Prometida. Lo encontramos en Jerusalén y en la Decápolis.

Habla y discute con fariseos, saduceos, publicanos, pecadores… Todo lo hace con gran amor, amor que da a todos, sin exclusión. Aunque tiene una clara preferencia por los últimos y los excluidos.

3.    La implicación de Jesús en el dolor y la pobreza de hombres y mujeres

He aquí otros textos bíblicos que pueden inspirarnos en nuestra oración:

“Cuando llegó la noche, le trajeron muchos endemoniados, y él expulsó los espíritus con su palabra y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera lo que había sido dicho por el profeta Isaías:

Él tomó nuestras dolencias

y cargó con nuestras enfermedades” (Mt 8,16-17).[2]

Los textos bíblicos que muestran la implicación de Jesús en los sufrimientos de la gente son diversos. Es importante captar el “movimiento de Jesús” que asume el sufrimiento de la gente, sin juzgar ni condenar. Jesús se implica tanto que es herido por todas esas heridas. Las “heridas de Jesús” son nuestra salvación, porque son nuestras heridas asumidas por el Resucitado.

La implicación de Comboni

“Aunque débil de cuerpo, por la gracia del Corazón de Jesús, mi espíritu es firme y vigoroso; y estoy resuelto… a sufrirlo todo y a dar mi vida mil veces por la Redención de África Central, y de Nigeria” (Escritos 5523).

“Estoy dispuesto a sacrificar mil veces mi vida por los cien y más millones de africanos que viven en esas ardientes regiones” (Escritos 2409).

En su homilía programática pronunciada en Jartum el 11 de mayo de 1873, sus palabras son una profecía:

“El primer amor de mi juventud fue para el infeliz Níger, y dejando todo lo que me era más querido en el mundo, vine, ya con dieciséis años, a estas tierras a ofrecer mi trabajo para el alivio de sus seculares desgracias. Más tarde, la obediencia me devolvió a mi patria, a causa de mi mala salud… pero mis pensamientos y mis pasos fueron siempre para vosotros.

Y hoy, por fin, recupero mi corazón volviendo entre vosotros para abrirlo en vuestra presencia al sentimiento sublime y religioso de la paternidad espiritual… Sí, ya soy vuestro Padre, y vosotros sois mis hijos, y como tales, la primera vez que os abrazo y os estrecho contra mi corazón…

Tened la seguridad de que mi alma os corresponde con un amor sin límites para todos los tiempos y para todas las personas. Vuelvo entre vosotros para nunca más dejar de ser vuestro, y todo a vuestro mayor bien consagrado para siempre. El día y la noche, el sol y la lluvia, me encontrarán igualmente y siempre dispuesto para vuestras necesidades espirituales: el rico y el pobre, el sano y el enfermo, el joven y el viejo, el amo y el siervo tendrán siempre igual acceso a mi corazón. Vuestro bien será el mío, y vuestras penas también …. Hago causa común con cada uno de vosotros, y el más feliz de mis días será aquel en que pueda dar mi vida por vosotros” (Escritos 3156-3159).

… y la nuestra

A través de estas actitudes, contempladas y asumidas, el Espíritu de Jesús nos consagra hasta lo más profundo de nuestro corazón.

Es posible reinterpretar los tres votos en estas actitudes:

  • la obediencia, como donación incondicional al Padre;
  • la castidad, en la universalidad del amor;
  • la pobreza, haciendo causa común con los más pobres y abandonados.

En el día de la Solemnidad, podemos renovar con mayor conciencia nuestra consagración misionera.

Estas tres actitudes no pueden separarse, ni podemos hacer de ellas compartimentos estancos. Una actitud remite a la otra; un voto requiere del otro. El crecimiento en un voto también se traduce en crecimiento en los otros dos.

Sin embargo, podemos preguntarnos cuál de los tres votos desafía más nuestro crecimiento personal y nuestra respuesta.

¡Feliz celebración de la Solemnidad del Corazón de Jesús!

Por el Secretariado General de Formación
P. Fermo Bernasconi, mccj
P. P. Alberto de Oliveira Silva, mccj
P. David Kinnear Glenday, mccj

Original: https://www.comboni.org/es/contenuti/115443


[1] En el nº 3.3, la Regla de Vida añade: “la contemplación del Corazón traspasado de Cristo […]

  • es un estímulo para la acción misionera como compromiso para la liberación integral del hombre
  • y para la caridad fraterna, que debe ser signo distintivo de la comunidad comboniana”.

Queremos, sin embargo, dejar estos dos puntos para otro momento.

[2] Este “resumen” evoca una serie de curaciones realizadas por Cristo; Mateo las interpreta a la luz de Is 53,4. También es significativo el cuarto himno del Siervo de Yahvé, en Is 52,13-53,12.

Encuentro de los Consejos de la Familia Comboniana en Roma 2023

Consejos Generales de la Familia Comboniana

Como cada año, los Consejos Generales de la Familia Comboniana nos hemos encontrado para seguir creciendo como familia. Este año nos han acogido las misioneras combonianas en Roma, donde nos hemos sentido como en casa. Gracias por vuestra atención y el de toda la comunidad.

Durante este año han habido muchos cambios en los equipos pues las religiosas y religiosos combonianos han celebrado su capítulo y elegido un nuevo consejo general. Por ello, la primera parte del encuentro la dedicamos a un rato de presentación personal.

El resto de la tarde tuvimos la oportunidad de profundizar sobre la homilía de Comboni en Jartum. Partir de cómo nos resuena en nuestro corazón y a la vez cómo nos desafía como familia misionera. Un bonito momento para reconocer como el carisma nos sigue uniendo y animando conjuntamente.

Tras la cena y algo de conversación nos retiramos a descansar para recuperar fuerzas tras el viaje realizado durante la mañana.

El día siguiente lo dedicamos a ponernos al día de dónde estamos cada una de las ramas de la familia. Una presentación pausada y con tiempo de preguntas que nos ayuda a conocernos mejor y entrar en la actualidad de cada uno. Un momento importante sin duda, especialmente para los nuevos equipos y que nos ayuda a todos a entrar en conocimiento y situación de las realidades que estamos viviendo.

Comenzaron las misioneras seculares compartiéndonos la ilusión de unos primeros votos en África, del camino recorrido hasta llegar a ellos y de la ilusión que supone para todos estas nuevas vocaciones, aun sabiendo que están en un primer estadio. También compartieron el devenir de sus compromisos tras su asamblea de hace dos años y cómo están empeñándose en los diferentes países donde están presentes. Mención especial a la reflexión que están teniendo sobe la animación misionera, el replanteamiento de la misma conforme a los nuevos tiempos es algo que nos desafía a todos como Familia comboniana y que nos interpeló bastante.

Luego fue el turno para los Laicos Misioneros Combonianos. En este tiempo nos centramos en lo que han supuesto los encuentros continentales de América en Lima-Perú y África en Cotonou-Benín, el trabajo realizado durante esas semanas y la marcha de los diferentes grupos y comunidades misioneras en los continentes. Han sido momentos de refortalecimiento, tras los años más duros de la pandemia, el poder reencontrarnos. Muy importante para los nuevos grupos, que les permite de primera mano contrastar su camino con el de los demás, pero también para los más antiguos que seguimos enriqueciéndonos con las experiencias que desarrollamos en los otros países, intentando dar finalmente algunas pistas de trabajo dentro del propio continente.

También hubo tiempo para presentar los objetivos de la futura asamblea europea de octubre, que se desarrollará en Polonia y de compartir las prioridades que como Comité Central tenemos para el próximo año antes de volcarnos en la preparación de la futura asamblea LMC internacional de finales del 2024.

Ya en la tarde escuchamos a los misioneros combonianos que nos compartieron sobre su capítulo. Partiendo de una nueva metodología que han seguido en el mismo que les anima a soñar sobre donde es su lugar y las prioridades para 2028. También delimitar varias líneas principales de trabajo y sobre ellas trabajar planes operativos que les permitan desarrollarlas. Este es un trabajo que deberá ser desarrollado a todos los niveles, partiendo de cada mccj, pasando por cada una de las comunidades y llegando a nivel provincial. Todo ello confirmará el plan sexenal que les permita llevar adelante los sueños expuestos en el capítulo.

También ha sido un momento importante los votos religiosos este año de 50 nuevos combonianos que anima al instituto en este caminar misionero.

En último lugar, las hermanas combonianas nos compartieron su pasado capítulo y lo que han supuesto estos meses de poner en marcha todo. Cabe destacar la valentía en la reestructuración que les hará pasar de 19 a 7 circunscripciones; así como la reconfiguración de la dirección general con el apoyo de cuatro coordinaciones que ayudarán a desarrollar las propuestas capitulares.

Todos estos cambios son un gran reto y una valiente apuesta de su parte para adaptar la organización a la realidad del instituto y las necesidades de la misión, que sigue cambiando y necesita de respuestas nuevas.

Ya el domingo nos adentramos en la toma de determinadas decisiones y de comenzar a pensar en el futuro. Por un lado el hermano Alberto Lamana nos ayudó a recopilar el camino realizado por la comisión de la ministerialidad, las propuestas de trabajo futuro y demás, y por nuestra parte corroboramos lo dicho en anteriores reuniones. Lo importante del trabajo realizado en estos años y el ejemplo de colaboración que supone este trabajo de ministerialidad como familia comboniana nos hace estar contentos.

También estuvimos reflexionando sobre el trabajo realizado como equipo de familia comboniana que conformamos como Consejos y reforzamos la idea de que esto no se debe a que las personas presentes estemos más conscientes de ello sino que es algo por lo que apostamos desde las diferentes ramas, por ello nos marcamos la tarea de elaborar un pequeño directorio que nos ayude a trabajar mejor en estas reuniones. Y es algo que trabajaremos de aquí al próximo año.

Igualmente tuvimos un tiempo para reflexionar sobre el camino como familia que comparte el carisma, compartiendo la experiencia de los encuentros que se están celebrando en Roma por parte de diferentes familias, donde religiosos, religiosa, institutos seculares y movimientos laicales que comparten carisma se empiezan a reunir e intercambiar experiencias. Creemos que escuchar estas experiencias y compartir la nuestra nos puede ayudar a seguir creciendo. También compartimos la idea de identificar los diferentes grupos de laicos que están cercanos a la familia comboniana o a alguna de sus ramas. La importancia de acompañar a estos laicos que quieren compartir el carisma de diferentes maneras, ayudarles a crecer en esta vocación, ayudar que estas propuestas de vocaciones no se solapen, las unas con las otras, para que así en el futuro podamos seguir ayudando a tantas personas que ven en Comboni una inspiración para sus vidas.

Terminamos nuestro encuentro con la celebración de la eucaristía con toda la comunidad de hermanas. Sin duda los momentos de oración y esta eucaristía final nos han ido ayudando mucho durante este encuentro. Han sido momentos significativos de testimonios de vidas combonianas y de búsqueda de lo que el Señor nos va pidiendo como familia comboniana.

Nos volveremos a encontrar el próximo mes de junio en Verona, pero mientras y a lo largo del año seguiremos en contacto y trabajando los retos que nos hemos marcado.

Un saludo a todos y todas

Alberto de la Portilla, coordinador Comité Central LMC.

25 años de presencia de Laicos Misioneros Combonianos en Centroáfrica

RCA LMC

“Ser con la gente y estar para la gente”

1 de junio de 2023. Misión de Mongoumba, Centroáfrica

El 1 de junio de 1998 llegaron a la misión de Mongoumba, Centroáfrica, las Laicas Misioneras Combonianas (LMC) Teresa Monzón y Montserrat Benajes, procedentes de España. Ellas vinieron a reemplazar a las laicas Italianas Marisa Caira, quien realizó 21 años de generoso servicio, y Lucia Belloti. Desde entonces han pasado por esta misión más laicos y laicas, incluyendo un matrimonio, provenientes de los países España, Portugal, Italia y Polonia. Y muy pronto llegará una laica de Brasil.

Actualmente son tres las LMC que desarrollan su labor misionera en Mongoumba: Marcelina (Polonia), Cristina (Portugal) y Teresa (España). Ésta última es la misma laica que inició aquí mismo la misión de LMC hace 25 años, y que esta vez vino a servir por una temporada.

El grupo de LMC, que junto con los padres combonianos conforman la comunidad apostólica de la misión, en todo este tiempo se han encargado de diversas tareas, como la atención a la salud, a la rehabilitación física, a la educación escolar y al pueblo aka (pigmeos). También han venido acompañando a grupos de pastoral de la parroquia. Su presencia y desempeño misionero buscan ser un testimonio para que los fieles de la parroquia se motiven a vivir su fe con mayor entusiasmo y dedicación.

A los LMC momentos de prueba no les han faltado, como cuando en el año 2000 tuvieron que atender, en unión con Médicos Sin Fronteras, a numerosos refugiados provenientes de República Democrática del Congo, a donde pertenece un pueblo vecino a la misión de Mongoumba que sufría de bombardeos. También cuando tuvieron que asumir la labor pastoral, ya que por dos años se quedaron sin la presencia de un sacerdote en la misión. Y cuando a la víspera del golpe de Estado del 2003 les tocó vivir el saqueo que de la misión hicieron soldados congoleses que apoyaban al presidente que fue depuesto. Sin olvidar el siguiente golpe del 2013, donde fueron testigos de la inseguridad y desolación en que se hallaba la población.

No obstante, esas mismas pruebas, como otros tantos desafíos, lejos de debilitar su ánimo misionero, les ha dado el valor y el coraje para resistir y hacerle frente a una misión que aún sigue en sus inicios, con la firme esperanza que el Señor es que el hará fructificar la semilla que ahora les toca sembrar. Una misión que la laica Cristina sintetiza en estas palabras: “Más allá de las actividades, lo más importante es ser con la gente y estar para la gente”.

Enhorabuena a LMC por sus 25 años de presencia en Centroáfrica.

P. Fernando Cortés Barbosa, Misionero Comboniano

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