Laicos Misioneros Combonianos

¡Bienvenida Élia!

Elia

EliaEl 3 de julio llegó al aeropuerto de Lisboa la LMC Elia, que regresaba de la República Centroafricana después de cinco años de servicio misionero en la misión Mongoumba.

Después de la acogida en el aeropuerto con gran alegría por parte de los LMC Pedro, Liliana y Flávio y la hermana Carmen, fuimos a comer a la casa de las Combonianas en Olivais, donde se encontraban además de la comunidad de las Combonianas la familia de Pedro. Durante el almuerzo conversamos y compartimos aventuras de la misión. Fue un hermoso momento de convivencia. ¡Después del almuerzo todavía hubo espacio para unos deliciosos pasteles de Bienvenida! Por la tarde, Elia continuó viaje a su casa en el Algarve, donde se encuentra ahora con su familia.

Agradecemos la disponibilidad de las Combonianas y deseamos a Elia un buen retorno y una buena readaptación a la realidad de nuestro país.

¡Bienvenida Élia!

LMC Portugal

Cirugía en Mongoumba. 25 años de dedicación y disponibilidad

MongoumbaDurante más de 25 años que el profesor Michel Onimus, ortopedista francés, dedica parte de su tiempo libre para operar en la República Centroafricana, en particular en Mongoumba. Los pacientes que se tratan son especialmente niños, personas con malformaciones congénitas (luxación congénita en el pie, labio leporino), secuelas de la polio, quemaduras y fracturas. Debido a la inestabilidad del país su actividad se redujo durante los últimos tres años que trabajó casi exclusivamente en Bangui.

Antes de la “crisis” estaba con él un equipo de voluntarios jóvenes (anestesista, enfermera…); ahora sólo viaja acompañado de su esposa, Michele, que se ocupa de la logística. Por lo tanto, cada vez cuenta más con el apoyo de Barthelemy, anestesiólogo centroafricano del Centro pediátrico de Bangui que ¡siempre encuentra un “poco de tiempo” para trabajar con el profesor!

En su equipaje traen todo lo que necesitan para las intervenciones desde el material quirúrgico al esparadrapo… y cuando salen nos dejan lo que no se utiliza.

Desde que estoy en Mongoumba hemos recibido la visita del Dr. Onimus cuatro veces, la última el pasado febrero en el que 31 pacientes fueron atendidos, operados 15 y 4 los programaron para operarlos en Bangui en marzo.

Llegaron temprano, el 17 de febrero, porque pude ir a buscarlos… llegaron con el hermano Alberto, un misionero comboniano que vino a pasar unos días a Mongoumba. Así que tuvieron tiempo para un breve descanso antes de comenzar el maratón de consultas y preparación de los pacientes para operar. ¡Sólo tres días para consultas y operaciones!

MongoumbaLa rutina es la misma cada día, entramos en la sala de operaciones a las 8 am para salir alrededor de las 15hs, hora del almuerzo. Después de un breve descanso a las 16h continúan las consultas y las visitas a los pacientes operados.

Las operaciones se realizan en el Centro de Salud en una habitación vacía: con la mesa de operaciones, pero sin fuentes de luz, sin aspirador de secreciones, sin aire acondicionado, sin sala de recuperación… Una sala abierta a la calle por tres ventanas con redes que protegen de las moscas, pero no del polvo y las cortinas que proporcionan privacidad, pero quitan algo de luz. El único “lujo” es una botella de oxígeno que se utiliza sólo cuando viene el profesor.

A pesar de todas las deficiencias tenemos que agradecer la disponibilidad del jefe del Centro de Salud, que no sólo permite el uso de la sala como lugar de la cirugía sino que pone a nuestra disposición el autoclave para esterilizar el material.

MongoumbaLos pacientes antes y después de las operaciones están alojados en nuestro Centro de Reeducación “Da Ti Ndoye” bajo la responsabilidad de Bob, fisioterapeuta, quien trabaja en el Centro desde su creación.

El Dr. Onimus hace un trabajo difícil en condiciones difíciles, un trabajo de amor, que ha proporcionado una mejor calidad de vida a muchos niños y adultos.

“Todo lo que hagan al más pequeño de mis hermanos, es a mí a quien lo hacen” (Mt 25, 40).

Un abrazo misionero

Elia Gomes. LMC RCA

¿Todavía no entienden?

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Abundancia – esto es lo que Dios nos ofrece siempre. La escasez – esta es la forma en que normalmente vemos el mundo.

El martes, la lectura del Evangelio de Marcos 8: 14-21 habló de un viaje en barco de Jesús y sus discípulos al otro lado del lago. Aquí está el contexto: Jesús acababa de realizar uno de sus milagros más impresionantes, la alimentación de cuatro mil con unos pocos panes. Los fariseos luego le solicitan una “señal del cielo para ponerle a prueba” (Mc 8:11) como si todas sus curaciones anteriores y la alimentación de los cuatro mil unas horas antes, no fue lo señal suficientemente. Saltando a la barca, Jesús hace un comentario a sus discípulos sobre el tener cuidado con las filosofías y mentalidades de los fariseos, su “levadura”, como él lo describe. Los discípulos, habiendo olvidado llevar pan para el viaje (sólo tenían una hogaza pan), supusieron que Jesús hizo este comentario porque no tenían pan. Lo superficial que a veces pueden ser los discípulos y nuestros pensamientos. Jesús sabe exactamente lo que están pensando y, esencialmente, clama: ¡Esto no tiene nada que ver con el pan! Jesús continúa diciéndoles que es como el que tiene ojos y no ve, tienen oídos y no oye. A continuación, les recuerda su milagrosa multiplicación de los panes para alimentar a los cinco mil algún tiempo antes y los cuatro mil pocas horas antes. Les pregunta ¿cuántos cestos de fragmentos sobraron?, trozos de pan que estos mismos discípulos habían recogido. Probablemente con timidez en los ojos de los discípulos y mirando a la parte inferior de la embarcación, contestan “doce” y “siete”. Jesús entonces lleva al clímax todo el momento con la más sencilla de las preguntas: “¿Todavía no entienden?”

Es como Jesús está diciendo: Te doy todo, te ofrezco la vida más abundante desde mi amor. Llenaré todas sus preocupaciones, depresiones, limitaciones y fracasos. Todo lo que necesitas hacer es creer en mí y confiar en mi propuesta de abundancia. Todo lo que necesita hacer es tener fe en mi fidelidad. Podemos llegar a estar tan cerrados en nosotros mismos, tontamente confiar en nuestros propios recursos diminutos – contando como inventario nuestros pocos panes – cuando Dios está dispuesto a llenar con una montaña de panes nuestro regazo. ¿Todavía no entienden? No sólo te daré lo que necesitas de acuerdo a sus limitados horizontes (como alimentar a los cuatro mil hombres), sino que te daré aún más de lo que puedas soñar (siete cestas de sobras).

Durante estos últimos meses he estado luchando con la enfermedad y la facilidad con la que me he encontrado abatido. Me he descubierto a mí mismo sintiendo como si estuviera luchando contra esto solo. Sin embargo, escuchando y luchando contra esta pregunta final tan profunda de la lectura del martes finalmente me sacó con fuerza de mi duda.

A veces podemos ser como los discípulos, donde tenemos una intención sincera de amar a Dios, sino por miedo, no estamos dispuestos a hacer el salto de fe necesario para verdaderamente abandonarnos en las manos de Dios confiando en que él traerá consigo todas las cosas buenas para aquellos que le aman. A veces también podemos ser como los fariseos, podemos ver de primera mano el amor de Dios, y aun así permanecer impasible, continuando por nuestros propios caminos egocéntricos, aislados y perdidos. En ambos casos, permanecemos en una mentalidad de escasez, con la ansiedad que conlleva. El mensaje de Jesús es claro: Mi Reino es uno de abundancia, donde tu vida está llena en la medida que tienes fe en mi amor. Si pides un pan con la fe de un niño, te lo daré… y mil más.

– Mark y Maggie Banga

Laicos Misioneros Combonianos sirviendo en Awassa, Etiopía

Lévantate, no te dejes derrotar

Un comentario a Lc 7, 11-17 (X Domigo ordinario, 5 de junio del 2016)

viuda-de-naimLa liturgia nos presenta hoy un texto del capítulo séptimo de Lucas, en el que se nos narra la historia de como Jesús encuentra al hijo de una viuda que llevaban a enterrar. Se trata de una escena bastante común entonces y ahora. Como dirían en Costa Rica, ¡pura vida!
Quisiera compartir alguna reflexiones que me provoca la lectura de este texto:

1.- Jesús vive en medio de las personas, compartiendo la vida con sus gozos y con sus penas, con sus triunfos y fracasos, sus manifestaciones de vitalidad y su experiencia de la muerte. La espiritualidad “jesuánica” no es una espiritualidad, si me permiten la expresión, “espiritual”, en el sentido de “etérea”, abstracta, alejada de los problemas de la vida. La espiritualidad de Jesús está muy ligada a la vida concreta, que afronta el hambre y el exceso de comida, el amor de la familia y los conflictos que genera, la vida que nace y la vida que muere.
Para ser discípulo de Jesús, no tengo que alejarme de la realidad y de sus luchas; no tengo que aislarme en una especie de mundo “perfecto” e “ideal”, pero irreal, que solo existe en la imaginación. Tengo que asumir la realidad con todas sus consecuencias, positivas y negativas, aceptando, por ejemplo, las imperfecciones de mi familia o comunidad; reconociendo mis propios fallos o los límites de los demás; confrontando realísticamente las injusticias de la sociedad o el pecado de la Iglesia.

2.- Jesús se interesa y se involucra. Ante la realidad del sufrimiento y la muerte que amenazan la vida de aquella viuda de Naín, la reacción de Jesús es, en primer lugar, de acercarse (no mirar para otro lado ni desentenderse, como hicieron el sacerdote y el levita ante el herido en el camino de Jerusalén).
Un discípulo de Jesús se involucra, no permanece indiferente ante los problemas que ve en la sociedad, en la Iglesia o en las personas que le son vecinas. Ciertamente, Jesús no invade la esfera privada de la viuda, pero tampoco permanece indiferente: “¿Por qué lloras?”, pregunta. “¿Qué te pasa?”, podemos decir nosotros ante alguien que sufre.

3.- Jesús se com-padece. Jesús hace suyo el problema de la mujer. Como en el caso del Buen Samaritano, que encuentra a aquel herido en el camino, lo monta sobre su animal, lo lleva a adonde lo pueden ayudar y se hace cargo de su curación.
El discípulo de Jesús es una persona de corazón abierto, que ayuda cuando puede. Gracias a Dios, la Iglesia de Jesús ha transformado esta compasión en miles de estructuras de ayuda a los pobres, a los ancianos, a los enfermos, a los necesitados. La pregunta para mí puede ser: ¿Participo en alguna de estas iniciativas de ayuda a los necesitados o prefiero vivir tranquilo en mi propia comodidad?

4.- Jesús dice al muchacho: “Levántate”. Me impresiona mucho la de veces que Jesús usa en los evangelios esta expresión: “Levántate”, ponte en pie y camina; no dejes que la muerte se apodere de ti. Ciertamente, sabemos que, al final, todos tenemos que morir y ésa es una realidad que debemos asumir. Pero no se trata tanto de la muerte física cuanto de la “personal”. Aquella muerte que nos destruye como personas, que nos hace sentirnos derrotados y desconfiados, que nos lleva a perder la fe y la seguridad de ser hijos amados del Padre. ¡Cuántas personas circulan por la vida como si fueran muertos vivientes!: sin fe, sin esperanza, sin amor. Jesús les dice: “Levántate, no te dejes dominar por la muerte”.

El discípulo no es alguien que ha aprendido algunas verdades o conceptos. El discípulo es aquel que ha escuchado la palabra de Jesús que le dice: “Levántate”. Y con fe se levanta, deja atrás sus fracasos, sus enfermedades y sus pecados; se pone en pie y camina con confianza sabiendo que “Dios ha visitado a su pueblo”, que Dios camina con él en las duras y en las maduras, en los éxitos y en los fracasos, en los momentos de entusiasmo espiritual y en los de pecado.

En este domingo, me quiero levantar una vez más y ser para otros portavoz de la palabra de Jesús: “Levántate”, no te dejes derrotar.

P. Antonio Villarino
Quito