Este pasado sábado 24 de enero nos hemos vuelto a reunir como Familia comboniana a nivel de Consejos Generales en Roma.
Hemos dedicado la mañana a reflexionar sobre los retos que presenta la vida misionera en los contextos en que estamos presentes. Cada una de las ramas hemos compartido los desafíos que estamos afrontando en la misión.
Una reflexión que ha tocado puntos como la necesidad de vivir la misión desde la cercanía a la gente, con una presencia cercana a las necesidades de las personas, caminando según el ritmo de las comunidades y acompañando a cada uno según su ritmo. Guardando el necesario equilibrio entre la promoción humana y ayuda a las necesidades más inmediatas. Cuidando que los proyectos no tapen a las personas y nosotros como misioneros no seamos vistos sólo como agentes de desarrollo sino sobre todo como portadores de una alegría, la alegría del evangelio y del deseo de una vida mejor para todos que brota del amor del Padre. Salvar África con África, como decía Comboni, buscando siempre el protagonismo de la gente y nunca el del misionero. Confiando en las capacidades del otro, potenciando sus fortalezas y descubriendo nuevas maneras de hacer las cosas, abiertos a que la gente nos enseñe nuevas formas.
También reflexionamos sobre el hecho de ser un número menor de misioneros y misioneras hace unos años; a la vez la mayor diversidad de nuestros miembros, cada vez menos europeos y más americanos y africanos, nos lleva a constatar una gran diversidad y un nuevo estilo de misión. También esta disminución nos exige redoblar esfuerzos para seguir pidiendo la ayuda de otros y otras a que salgan al camino a servir junto a nosotros a los hermanos más necesitados.
Profundizar en el desafío de la espiritualidad, que nos permita tener un fundamento sólido de la acción que desarrollamos y nos impulse a anunciar el amor de Dios que, transformando nuestra vida, nos envió al mundo para que lo compartamos con los pueblos más necesitados. La necesidad de hacernos agentes de reconciliación, especialmente en las situaciones de guerra y posguerra en las que seguimos presentes, ser capaces de hablar de paz, amor y perdón como base para un futuro mejor.
Junto con esto la necesidad de repensar los ministerios que llevamos adelante, adecuarlos y formarnos para servir mejor a las necesidades de los hombres y mujeres de hoy en los diferentes continentes donde estamos presentes. Ser misioneros en el contexto en que cada uno se encuentra. Actualizando nuestra especificidad carismática, que al fin y al cabo es la única manera de mantenernos fieles a él. Con un lenguaje nuevo que llegue a las personas de hoy. Permanecer abiertos a los jóvenes y ofrecer una vida que vale la pena vivir, encarnada, no exenta de esfuerzo y sacrificio, pero sobre todo llena de felicidad y gozo. Ofreciendo también a nuestros miembros una formación que ayude a crecer desde el corazón, que no se quede en lo superficial o lo utilitarista sino que igualmente nos ayude a crecer como personas de manera individual y como comunidad cristiana.
Y por último reflexionar sobre nuestra realidad de Familia carismática, nuestro estilo de presencia y sobre todo nuestra apuesta como Familia por ser semilla de una Iglesia más comunitaria donde sacerdotes, religiosos, religiosas, seculares y laicos podamos compartir responsabilidades y en función de nuestras capacidades y especificidades servir a la gente, siendo germen de un nuevo tipo de relaciones como hermanos y hermanas de nuestra comunidad cristiana.
Finalizamos la mañana con la eucaristía, poniendo a los pies del altar todas estas reflexiones y la vida de todos los misioneros y misioneras esparcidos por el mundo y la de los pueblos que acompañan.
En la tarde pudimos tener un rato para compartir los acontecimientos más relevantes de este pasado año 2014 para cada una de las ramas. Nos informaron desde la comisión que prepara el evento celebrativo del 150 aniversario del Plan de Comboni que tendrá lugar del 13 al 15 de marzo en Roma.
Terminamos la jornada con un momento de oración y nos citamos para finales de año. Esperamos que estos encuentros y cada pequeño encuentro que tengamos en nuestras comunidades nos ayuden a seguir caminando y sirviendo a la misión como Familia comboniana.