(Abrimos un testimonio que enviaremos en tres momentos diferentes)
Muchas veces tomamos decisiones inspiradas por un sueño, un impulso, por necesidad o porque deseamos encontrarnos con nosotros mismos, para definir nuevas metas. Así inicio mi deseo de hacer misión; al principio lo vi como un requisito para hacer misión en el continente Africano, un continente que siempre me ha inspirado a conocerlo desde que termine mi carrera como psicóloga.
Mi experiencia de misión me permitió encontrarme con Dios en diferentes caras, en diferentes acciones, en diferente detalles, conocer niños, jóvenes, adultos, mujeres y hacer parte de un equipo, una fraternidad, la unidad de mujeres de diferentes edades y con diferentes personalidades hacen parte de los hermosos momentos que contiene este año de misión.
Novenas De Navidad En Bajito Vaquería
El 16 de Diciembre del 2019, conocí al famoso Padre Danielle (todos hablan muy bien de él) de Tumaco, un hombre carismático, amoroso con su gente, proactivo, divertido, intelectual y respetuoso, que me permitió llegar a su casa y me dio la oportunidad de conocer Bajito Vaqueria (una isla cerca al pueblo de Tumaco). Allí estuve durante ocho días con mi compañero Alejandro en la casa de la Sra Marta, que nos acogió junto con su Hijo Jorge y su Nuera “Dianita”, conocí a niños, jóvenes, mujeres pescadoras de conchas y hombres que se ausentan entre semana porque están mar a dentro con sus lanchas.
Bajito Vaqueria es una isla que te recibe con un puerto en cemento súper largo, que te conecta con el mar y con sus casas lindas de colores en madera, con una capilla en el centro, un jardín infantil que tiene a su alrededor unas escaleras y son estas las que permiten que las mujeres se siente a su alrededor en las tardes para jugar bingo, una institución educativa en la que sus escaleras fueron el espacio perfecto para ensayar los arruyos o villancicos que se tocaban cada noche de la novena, una cancha de futbol y al costado un brazo del rio que se une con el mar.
Este lugar tenía algo perfecto para mí, no había casi señal de telefonía, esto le dio un toque encantador a mi misión de navidad, porque me permitió desconectarme y valorar los tiempos, el paisaje, las conversaciones con las mujeres que me contaban acerca de la historia de este lugar, me enseñaron a preparar algunos platos típicos y también a extraer el producto de la concha. Adicional también nos permitía jugar con los niños y aunque la estadía fue corta realizamos diversas actividades como:
- El montaje del pesebre en la iglesia con ayuda de los niños y niñas.
- Un coro acompañado por instrumentos reciclables como botellas y baldes rotos, donde por primera vez en mi vida conocía los famosos arruyos.
- Limpieza a las calles principales del corregimiento para que el niño Dios llegara y se sintiera en un lugar limpio ¡porque bonito ya era!
- Juegos en las tardes donde se hacían acrossport, carreras, repaso de la biblia, trabajo en equipo y juegos con agua.
- El compartir un poco de mi cultura llanera y hacer un montaje coreográfico de un Joropo con bailarines hermosos del pacifico.
- Realizar una rifa para que Dianita pudiera ir a visitar a su familia al ecuador en esa navidad.
Fueron ocho días que me abrieron la puerta a mi año de misión con los Combonianos, ocho días de risas, de tener la capilla llena en las noches haciendo la novena, de ver bailar a los niños de forma extraordinaria, ocho días donde Dios estaba encariñándome a esta decisión que yo había tomado.
Altos de Cazucá- Donde Los Niños Te Permiten Conocer Un Poco El Reino De Dios
En enero llegue al Barrio el Oasis (Municipio de Soacha), este sería el lugar donde permanecería el resto de los días y meses para hacer una experiencia un poco más apasionante y constante. Inicie con una semana de limpieza a la casa del Padre Franco que me acogía durante un mes y medio, mientras conseguía un trabajo que me permitiera pagar un arriendo. Admito que las primeras semanas estuvieron cargadas de emociones no tan positivas, pues mis padres cuestionaban mi decisión al dejar a un lado los estudios que tengo y el estilo de vida al que estaba acostumbrada, no fue fácil (lo admito) tener llamadas donde escuchas que tus padres están llorando y que pedían a Dios que yo replanteara mi decisión. Yo también le pedía a mi Dios que ellos me apoyaran y que su actitud cambiara.
Me recibió un equipo de misión conformado por Marisol (laica de la fraternidad de Carlos de Foucauld), la Hermana Yolanda (religiosa Juanista), Padre Franco (Misioneros Combonianos) y Vane (Laica Comboniana que se mudaría a vivir conmigo en los siguientes meses). Con ellos se fueron tejiendo lazos y me iban compartiendo un poco las realidades del barrio. Iniciaba mi misión con unos ahorros y con la esperanza de conseguir un trabajo pronto que me permitiera sostenerme o cubrir mis gastos necesarios (arriendo, alimentación, plan del celular y medicamentos).
Gracias a la Hna. Yolanda logre contactarme con el Pbro. Julio Castillo de la parroquia de Santa María de Cana y él me dio la oportunidad de trabajar desde el mes de febrero medio tiempo, ganando la mitad del salario mínimo (fue perfecto ese trabajo), allí realizaba funciones de secretaria y sacristán durante tres meses. El tener un trabajo ayudaba a la idea que teníamos con Vane de sacar un apartamento arrendado, tener nuestro propio espacio y poder desde allí sentirnos cómodas, así que para el mes de marzo ya nos mudamos a un apartamento una cuadra arriba de la casa de Padre Franco.
Alexandra Garcia, Grupo LMC Colombia