En Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, la marcha pacífica de los cristianos fue organizada el 19 de enero por el comité coordinador de los laicos católicos, para el domingo 21 de enero de 2018. En esta marcha, se exigió al gobierno la aplicación inmediata del acuerdo de San Silvestre, del 31 de diciembre de 2016, así como el respeto de la constitución, la estabilidad de la promesa y la cohesión nacional.
El domingo 21 de enero de 2018, cuando llegamos a nuestras parroquias, vimos una fuerte presencia de la Policía de Intervención Rápida (PIR) rodeando nuestras parroquias. Eran numerosos y fuertemente armados.
Al final de la Misa, alrededor de las 9:30 o 10, comenzamos nuestra marcha pacífica, trataron de dispersarnos desde los primeros pasos frente a la puerta de nuestras iglesias, usando gas lacrimógeno y balas reales… Hubo algunos heridos, una de las compañeras murió en el suelo después de recibir dos balas en el pecho. Estábamos en el suelo con rosarios, biblias, crucifijos y ramas. 15 minutos más tarde conseguimos levantarnos para llevar a los heridos a la sala de emergencias. Entre la gran multitud, frente a nuestros verdugos, quien pudo levantarse, se sacudió el polvo de la ropa y luego continuamos caminando.
Había bloqueos policiales por todas partes. En cada barrera, la violencia y la brutalidad eran más fuertes. Después de 45 minutos de caminata la policía hizo una barrera frente a nosotros forzándonos a dar marcha atrás. Cantamos himnos y el sacerdote que estaba al frente pidió a los fieles arrodillarse y rezar el Magníficat. En este preciso momento, cuando todos estábamos de rodillas en el suelo, la policía comenzó a disparar y a lanzar gases lacrimógenos, torrentes de humo que iban contra los sacerdotes, acólitos y los jóvenes que interferían con los arrestos.
Y durante este tiempo, en nuestras parroquias, los sacerdotes habían desaconsejado la participación en la marcha a ancianos o personas que estaban débiles por enfermedad u otra razón, así como a los niños. Se suponía que rezarían un momento para aquellos que iban a caminar y regresarían a casa. Sin embargo, la policía encerró a todas estas personas en la parroquia; cerraron desde el exterior todas las puertas de la parroquia obligando a los cristianos a quedarse hasta las 13:00. Todas estas personas débiles permanecieron más de 6 horas en el recinto de la parroquia sin agua ni comida.
Al regreso de los fieles a la parroquia para concluir la marcha, hemos encontrado a los cristianos encerrados en su propia parroquia. Cuando intentamos romper los candados colocados por la policía, no solo para liberar a los que estaban adentro sino también para entrar y hacer la oración final, los policías comenzaron a disparar y abusaron de los jóvenes, hubo un gran enfrentamiento durante casi 30 minutos. La gente corría en todas direcciones, siempre bajo fuego policial, tratando de saber hacer seguimiento de los que fueron arrestados, los que fueron llevados a casa lesionados, otros heridos y llevados a hospitales… El día fue inquieto hasta las 4 de la tarde y después frío y angustioso, alrededor de las 7 p.m. eliminaron las barreras.