Los días 20, 21 y 22 en la ciudad de Trujillo (norte del Perú) se llevó a cabo la convivencia 2015, este encuentro se realiza una vez al año y es a nivel nacional.
Es un espacio en el cual podemos todos los LMC, incluyendo extranjeros, compartir experiencias sobre nuestra labor misionera: ad-gente, campos de misión, pastoral y animación misionera.
Gracias a la acogida de la Comunidad MCCJ en Trujillo, los LMC pudimos compartir gratamente una parte de nuestras vidas con nuestros hermanos LMC de Trujillo y su asesor P. José Chinguel; no faltaron los espacios de oración, reflexión, debate y el compartir de las labores cotidianas de la vida laical misionera.
En esta ocasión trabajamos bajo el marco de “las conclusiones de Guatemala” a partir del cual pudimos hacer nuestra las propuestas integrándolas dentro de nuestras prioridades para este año y el siguiente. Acudimos al encuentro 8 Laicos de Lima más los 7 de Trujillo, lamentablemente algunos hermanos no pudieron asistir debido a diversas circunstancias, contamos también con la presencia de Anna, joven misionera alemana que presta su servicio en Arequipa; en esta reunión llegamos a conclusiones concretas para realizar en el presente año y dirigidos a lograr nuestros objetivos y metas juntos como una sola comunidad de Laicos Misioneros Combonianos del Perú.
¿Por qué convivencia?
Es mi tercera convivencia como LMC y una vez más se reafirma mi vocación misionera. Es una alegría saber que no estoy sola sino que conmigo hay otros que sienten el llamado para servir en la periferia. Cada testimonio ha sido para mí una convicción que vamos por buen camino y lo mejor que el Señor estuvo presente inspirando y dirigiendo nuestra labor.
Esta experiencia, en la que nos hemos reunidos para compartir nuestra vida, nuestras alegrías y porque no también nuestras dificultades, es la vivencia junto al hermano, dejarse oír y ser acogida gratamente, pero junto a Jesús que nos llama a compartirlo como comunidad que tiene un mismo corazón.
Este espacio donde cada uno se presenta como es, con sueños, ánimo, pero también débil y con temores, nos hemos podido ver a nosotros mismos reflejados en el otro. Fue un momento oportuno también para profundizar y reflexionar nuestro ser misionero.
Rocío Gamarra LMC – Lima