Laicos Misioneros Combonianos

La historia de Tarekegn, un niño que vivía en la calle

Etiopia
Etiopia

Me gustaría contaros la historia de Tarekegn, que era un niño de la calle. Tarekegn procede de una familia no acomodada. Tiene ambos padres y hasta siete hermanos. Tarekegn solía ir con su padre al barrio llamado Zero Amist. Su padre solía dar catequesis en una de las iglesias protestantes. Sin embargo, el niño empezó a juntarse con malas compañías. En la zona, conoció a niños de la calle que le animaban a consumir estimulantes, a salir con ellos y a mendigar.

Tarekegn se echó a perder tanto que una vez se escapó solo y se quedó en la calle. Empezó a pasar días y noches allí. Adquirió muy malos hábitos. Su familia lo sabía y tenía un contacto esporádico con él, ya que su casa está a las afueras de Awassa y su padre trabaja en la propia ciudad. Sin embargo, Tarekegn no escuchaba a nadie.

Un día acabó en el centro. Comenzó a asistir a las clases abiertas. Fue uno de los primeros chicos admitidos en el centro poco después de que comenzara la pandemia. El chico estaba contento de poder vivir con nosotros, pero debo admitir que no lo tuvimos fácil con él. Durante su rehabilitación, tuvimos varios problemas con él, que fueron relativamente mayores que con otros niños. Tarekegn ha cambiado mucho con el tiempo. Estuvo un año con nosotros. Al final, todo salió bien y se fue a casa. Vive con su familia y sigue estudiando. Creo que seguirá así y que nunca volverá a la calle.

Magdalena Soboka, LMC Etiopía

La montaña y el nombre de Dios

Trinidad

Comentario a Mt 28, 16-20, Solemnidad de la Santísima Trinidad, 30 de mayo del 2021

Trinidad

Este domingo dedicado a la Santísima Trinidad es, de alguna manera, el punto álgido del año litúrgico. Al discípulo misionero, que trata de identificarse con Jesucristo, se le ofrece en contemplación y adoración una aproximación al misterio de Dios, una realidad que le es la más íntima que su propia intimidad (como dice San Agustín) y, al mismo tiempo, le supera por todos los lados. La Iglesia nos ofrece hoy los últimos versículos del evangelio de Mateo, en los que, casi de pasada, se nombra al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Detengámonos un poco a meditar sobre algunos conceptos que aparecen en estos últimos versículos de Mateo:

  • Andar a la montaña:

Jesús encuentra a sus discípulos en una montaña de Galilea. Parece una anotación geográfica casi sin importancia, pero no creo que sea así. De hecho, todos nosotros estamos marcados por la geografía. En mi vida personal, hay muchas montañas que han dejado huella. Pienso, por ejemplo, en los majestuosos picos del Sinaí que me han ayudado a intuir como Moisés y Elías pudieron experimentar allí la presencia inefable de Dios (Ex 19, 20; 1Re 19,8); pienso en la montaña del Machu Pichu (Perú), donde tuve la impresión de estar en el centro de la Tierra y entrar en comunión con las tradiciones de los antiguos peruanos… Para muchas religiones y culturas, la montaña es el lugar de la manifestación de Dios. Y se entiende, porque la montaña me ayuda a ir más allá de mí mismo, a salir de la rutina y la superficialidad, a buscar el más alto nivel de la conciencia personal… Y es precisamente ahí, en el nivel más alto de mi conciencia, que Dios se me manifiesta, con una presencia que difícilmente se puede encerrar en palabras, pero que uno percibe como muy real y auténtica.

Por su parte, Jesús subía continuamente al monte, solo o con sus discípulos, logrando unos niveles de conciencia y comunión con el Amor Infinito, que son un regalo para nosotros, sus discípulos y seguidores. También nosotros necesitamos, más que grandes elucubraciones, subir constantemente la “montaña” de nuestra propia conciencia, con la ayuda de un lugar geográfico que nos invite a apartarnos del ruido y de la rutina superficial.

  • Adoración y duda

Ante un Jesús que se manifiesta en la “montaña”, en la que se identifica con la Divinidad, los discípulos experimentan un doble movimiento: de adoración y de duda. Por una parte, sienten la necesidad de postrarse y reconocer esta presencia de la Divinidad en el Maestro, porque sólo con la adoración uno puede acercarse al misterio de Dios. Las palabras sobran o casi parecen a veces como una “blasfemia”, ya que nunca las palabras pueden contener la realidad que uno apenas alcanza a vislumbrar desde lo hondo de su conciencia. Por eso los discípulos experimentan también la duda, porque, por una parte, parece casi imposible que Dios se nos manifieste en nuestra pequeñez y, por otra, somos conscientes que todas nuestras palabras y conceptos se quedan cortos y, en alguna medida, son falsos. Nuestros conceptos sobre Dios son siempre limitados y deben ser constantemente corregidos, con la ayuda de la duda, que nos obliga a no “sentarnos” en lo aparentemente ya comprendido.

  • El nombre de Dios

Los pueblos, culturas y religiones intentan acercarse, como pueden, al misterio de Dios, dándole nombres según sus propias experiencias culturales. Israel ha preferido abstenerse de darle nombre, porque comprendió que es innombrable. Cuando uno da nombre a una cosa, de alguna manera, toma posesión de ella y la manipula. Pero de Dios no se puede tomar posesión ni se lo puede manipular. De hecho, Jesús tampoco le da un nombre. Lo que Jesús hace es hablarnos del Padre, de su experiencia de identificación y comunión con Él y del Espíritu que ambos comparten. Y manda a sus discípulos bautizar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu”. Al bautizar, no damos nombre a Dios, sino que somos nosotros quienes, en su nombre, somos consagrados, para ser parte de esta “familia” divina. Nosotros –y toda la humanidad–estamos llamados a ser parte de este misterio divino, uno y múltiple.

  • Dios-Comunión

Las religiones más importantes se han esforzado por llegar a la elaboración del concepto de un Dios único. Y ese es un dato importante. Pero Jesús, desde su experiencia en la “montaña” de su conciencia, nos manifiesta que Dios, siendo único, no es “monolítico” sino plural; no es “individualista” sino comunitario. De la misma manera nosotros, creados a imagen de Dios, somos llamados a vivir en comunidad. Ninguno de nosotros es completo en sí mismo, sino que necesita de los otros para parecerse a Dios Padre, Hijo y Espíritu. Cuando uno niega a un miembro de su comunidad está negando a Dios. Por eso adorar a Dios es acogerlo, al mismo tiempo, en el santuario de la propia conciencia y en la realidad concreta de cada ser humano, en su maravillosa singularidad y diversidad.

Antonio Villarino

Bogotá

Proyecto memoria Casa África

Jesus Ruiz

Compartimos una serie de videos grabados por “Casa África” en España.  Una iniciativa de esta institución que pretende ser un homenaje a todos los que convirtieron África en el centro de sus vidas.

Muchos españoles han vivido la mayor parte de su vida en, por y para África. Dada la avanzada edad de muchos de ellos, el recuerdo, la memoria de sus vivencias podría perderse. Por eso nace el Proyecto Memoria, con la única intención de recoger y salvaguardar sus experiencias, sus aportaciones, sus triunfos y fracasos personales y profesionales, ofreciendo una ventana histórica y documental que nos permita conocer cómo era África hace medio siglo, algo que puede ayudarnos a comprender su situación actual”.

Recuperaremos algunas de las entrevistas realizadas a Misioneros Combonianos.

Comenzamos esta serie con la entrevista al Obispo Comboniano Jesús Ruiz que durante tanto tiempo ha trabajado y sigue trabajando con los LMC (ahora Obispo en República Centroafricana en la diócesis de nuestra comunidad internacional de Mongoumba).

¿Qué es África para ti?

AfricaAmani

Celebramos hoy el día internacional de África. Un día para celebrar la vida y esperanza que encierra este gran continente y sus pueblos.

Desde nuestra ONGD Amani-Laicos Combonianos por el Sur queremos dar voz a diferentes personas africanas por origen o corazón para que nos compartan qué supone África para ellos/as.

Haciendo click en cada imagen del árbol podrán escuchar el testimonio de cada una de las personas que participan.

AfricaAmani

Amani-Laicos Combonianos por el Sur

Dios salva a los niños con nuestras manos

Barkot children

Desde que nuestro centro para niños de la calle comenzó a funcionar, Dios ha ayudado a muchos niños con nuestras manos. Creo que nuestro trabajo tiene sentido, aunque cambiemos la vida de un solo niño. Mientras tanto, conté todos los niños que enviamos a la escuela, proporcionándoles la ropa más necesaria, los uniformes, los cuadernos y el material escolar y a los que proporcionamos pensión completa o a cuyas familias ofrecimos comida y productos de limpieza cada mes. Resultó que son exactamente 30. ¡Cambiamos el destino de 30 niños! 30 niños comenzaron o volvieron a la educación formal.

Barkot children

En general, ayudamos a más niños. Hubo muchos más niños que acudieron a nosotros, pudieron comer una comida caliente, asearse, lavar su ropa y participar en actividades. Esto no es el final, porque nuestra misión sigue adelante y es cada vez más activa. Muchos chicos acuden a nosotros y seguimos esforzándonos por encontrar la mejor solución para ellos, para que tengan una infancia y un futuro relativamente felices. Al fin y al cabo, Dios tiene hermosos planes para ellos…  “Porque yo sé los planes que tengo para vosotros, dice Yahveh, planes de bienestar y no de maldad, para daros un futuro y una esperanza“. Jr 29,11

Magdalena Soboka, LMC Etiopía