Laicos Misioneros Combonianos

La montaña

Un comentario a Lc 9, 28b-36 (II domingo de Cuaresma, 21 de febrero del 2015)

MTabor10 (1)Veamos el contexto de este texto que leemos hoy: el Maestro, a quien Pedro acaba de reconocer como “el Mesías de Dios”, comienza a decir que “es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho” y “el que quiere venir en pos de mí, que cargue con su cruz y me siga”. “Ocho días después”, es decir, cuando empieza una nueva semana (un nuevo tiempo), Jesús tomó a sus tres discípulos más íntimos y subió al monte con ellos.

Les propongo algunas reflexiones a propósito de esta experiencia tan singular de Jesús con Pedro, Santiago y Juan:
• el monte: lugar de teofanías en todas las religiones y, muy especialmente, en la historia de Israel. Implica alejamiento de la rutina diaria con lo que se rompe el ritmo de lo acostumbrado, de lo aceptado como norma de vida por todos; el contacto con la naturaleza, no manipulada por el hombre, un espacio físico que el ser humano no controla y que, por tanto, le ayuda a encontrarse con lo que está más allá de sí mismo o de la sociedad; un lugar donde es posible percibir cosas nuevas sobre uno mismo, la realidad que nos rodea, el misterio divino…

• intimidad: Jesús quiere compartir con sus discípulos el secreto más íntimo de su personalidad y de su experiencia religiosa. Va más allá de los tópicos y de los niveles exteriores de la personalidad y la convivencia (cómo vistes, qué comes, qué música te gusta, qué opinas del Papa…). Jesús va a compartir con los amigos lo más profundo de sí mismo: “A ustedes les considero amigos”; “todo lo que oí al Padre se lo he contado”…

• a solas: Jesús no quiere testigos extraños, ni medios de comunicación, ni propuestas revolucionarias. Incluso más tarde les dirá que no cuenten a nadie lo que han vivido. Hay experiencias que son incomunicables, que uno tiene que reservarse para sí mismo o para los íntimos. No son experiencias para vender a los periódicos, ni siquiera para anunciar en el púlpito de las Iglesias. “Entra en tu habitación y allí ora al Padre que te ve en el secreto de tu corazón”. Hay momentos para el testimonio, para la comunicación. Pero también hay momentos para la oración a solas. De lo contrario es muy fácil corromper hasta lo más sagrado.

• “transfiguración”: Rostro y vestidos brillantes. Con ello el evangelista parece querer decirnos que los discípulos vieron a Jesús desde otra perspectiva. Comprendieron que aquel hombre que caminaba con ellos, sudaba, comía y bebía y se comportaba como cualquier otro ser humano, era en realidad Alguien especial, la presencia divina habitaba en su carne. Es la experiencia que a veces tenemos nosotros hoy, gracias a la acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en nuestros corazones.

diálogo de Jesús con la Ley y los profetas: Moisés y Elías conversan con el Maestro. Nuevo y Viejo Testamento se dan la mano, dentro de un plan general de revelación y salvación. Para entender a Jesús es importante dialogar con la Ley y los profetas del A.T. Para entender a estos es importante volver la mirada a Jesús.

• el gozo del encuentro: “Qué bien se está aquí”. Una y otra vez los discípulos de Jesús, de entonces y de ahora, experimentan que la compañía de Jesús les calienta el corazón, les hace sentirse bien. Les pasó a los discípulos de Emaús, a Pablo que fue “llevado al quinto cielo”, a Ignacio de Loyola, a tantos santos. El encuentro con el Señor, también ahora, produce una sensación de plenitud, de que uno ha encontrado lo que más busca en la vida.

• la revelación del Padre: “Este es mi hijo, el elegido, escúchenlo”. Es la misma revelación del Bautismo de Jesús. Los discípulos comprendieron que en su amigo Jesús Dios se revelaba en su grandiosa misericordia. Y que, desde ahora, su palabra sería la que señalara el rumbo de su vida, lo que estaba bien y mal, las razones de vivir… Todos buscamos “a tientas” el rostro de Dios. Algunos lo buscan siguiendo las enseñanzas de Buda, de antiguos escritos, de nuevas teorías; o el placer material, el orgullo de sus propios éxitos… Los discípulos tuvieron la experiencia de Jesús como rostro del Padre. Nosotros somos herederos de esta experiencia y pedimos al Espíritu que la renueve en nosotros.

Este segundo domingo de cuaresma estamos llamados a “subir a la montaña” y buscar un espacio de encuentro con Dios y con su Hijo Jesucristo, de modo que así podamos comprender el sentido profundo de nuestra vocación humana, que a veces, entre tantas dificultades y pecados, podemos perder de vista.

P. Antonio Villarino
Madrid

Entre el Jordán y el desierto

Un comentario a Lucas 9, 1-13 (Primer Domingo de Cuaresma, 14 de febrero de 2016)

Río-JordánLa Cuaresma es una oportunidad de oro para todos nosotros. No se trata, como algunos pueden pensar, de un tiempo para estar tristes o para hacer sacrificios, como una obligación ancestral, sin saber muy bien porqué y para qué.
La cuaresma nos puede ayudar, si queremos, a renovar nuestra decisión de seguir caminando hacia una vida plena, llena de amor y de bendición, superando los obstáculos, errores y fracasos que experimentamos. En ese camino seguimos los pasos de Jesús y del pueblo de Israel en su marcha hacia la libertad.
El evangelio de Lucas, que leemos en la Eucaristía de hoy, es la palabra luminosa que, como una lámpara, ilumina nuestra andadura. Ustedes lo leerán con calma y sacarán sus propios rayos de luz. Por mi parte, me voy a fijar, en primer lugar, en el primer versículo del capítulo cuarto de Lucas, que tiene como eje al Espíritu Santo y dos anotaciones geográficas, el Jordán y el desierto. Veamos.
a) “Jesús regresó del Jordán lleno del Espíritu”
El Jordán es el río que hace de frontera. Para el pueblo de Israel atravesarlo (con un milagro parecido al paso del Mar Rojo), significó entrar en la “tierra prometida” e iniciar su andadura histórica como nación libre, soberana, sobre una tierra propia. El paso del Jordán confirmó el paso del Mar Rojo.
A ese mismo río acudió el Bautista para proponer a su pueblo, en tiempos de crisis moral y social, una regeneración a fondo, purificándose de sus pecados mediante un bautismo-lavatorio en aquellas aguas tan significativas. Muchas buenas personas pecadoras, pero básicamente honestas, aceptaron el llamado de Juan. Otros lo rechazaron. Jesús estuvo entre los primeros; se hizo solidario con los pecadores, entró en el agua de la renovación y allí experimentó la revelación del Padre, que le dijo: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”.
b) “El Espíritu lo condujo al desierto”
La experiencia del río Jordán, como la del Mar Rojo para Israel, fue luminosa para Jesús: la revelación del Padre fue como un fogonazo, una gran intuición que señalaba su identidad más profunda: ser HIJO AMADO, no hijo que escapa de la casa paterna (hijo pródigo), no esclavo como los judíos en Egipto, ni falsos aspirantes a “dioses” como Adán y Eva.
Ahora sabe cuál es el sentido y la meta de su existencia terrena. Hacia ahí debe caminar. Pero en ese camino, como le sucedió al pueblo de Israel, el Espíritu lo conduce al desierto, a un tiempo y lugar de purificación y lucha, de discernimiento y de fortaleza en la decisión tomada.
También para nosotros aceptar la gran revelación de ser hijo amado, comprender que estamos llamados a algún cambio importante en nuestra vida, es un gran paso adelante. Es el comienzo de un camino, pero no todo está hecho ni mucho menos. Hay que pasar por un período largo de prueba y consolidación. En el desierto, Jesús se enfrenta a las tres consabidas tentaciones con las tres respuestas, sacadas de la Palabra de Dios:
-“No solo de pan vive el hombre”. No se puede reducir la vida a pura materialidad: comer, beber, tener dinero… El Hijo no olvida la Palabra de Dios como alimento cotidiano.
-“Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto”. Ojo con hartarse de poder y capacidad de mando, como si nosotros fuésemos dioses. Sólo Dios es Dios. No nos dejemos emborrachar por el afán de poder o de ser más que los otros.
“No tentarás al Señor tu Dios”. Todos estamos expuestos al error, a la enfermedad, a la muerte. No aceptar nuestros límites es tentar a Dios. No estemos demasiado preocupados de nuestra propia seguridad, como si fuéramos eternos.
Ahora sí, con los principios claros, Jesús, y nosotros con él, emprendemos nuestra marcha por el mundo con una convicción profunda: SOY HIJO AMADO.

P. Antonio Villarino
Madrid

Recordando el pasado…

Emma Brasil LMC

Emma Brasil LMCHan pasado cinco meses desde mi llegada a Brasil, llegué el 1 de diciembre de 2013 en Nova Contagem, en la periferia de Belo Horizonte, Minas Gerais.

Los primeros meses no fueron fáciles, como todos los comienzos, a causa de la nueva cultura, el idioma, las costumbres, la forma de hacer las cosas muy diferentes de la mía, en un lugar que no conocía. Tienes que ir a misión para volver a aprender y tener paciencia con uno mismo y los demás, darte tiempo para entrar, encontrar, conocer, oír, relacionarse, escuchar, comprender. Hay que saber cómo crear la cultura del encuentro con el otro y su diferencia, su tiempo, sus pensamientos que nos permita identificar las coordenadas donde el Tú y el Yo se encuentran para comenzar un camino compartido. No debemos simplemente relacionarnos superficialmente, sino que hay que “tocar-encontrar” y hacerse “tocar y encontrar” estando dispuestos a cambiar. No es fácil cuando somos adultos, cuando tenemos nuestra propia formación, nuestra propia forma de pensar, a veces es doloroso, difícil, pero es importante y enriquecedor. Re-aprender a saber aceptar, re-aprender a esperar, para saber cómo volver a aprender a crecer y, sobre todo, saber amar. En misión tienes que estar con la cabeza, los pies y el corazón, de lo contrario vives en una forma parcial y limitada la experiencia. En estos cinco meses he aprendido a hacer esto y sigo haciéndolo, todos los días, con las dificultades y los problemas que ello conlleva.

Me di cuenta que yo estoy encontrando a Dios de una manera diferente, estoy viviendo de una manera diferente. La profundidad de los gestos, encuentros, situaciones, lugares, permite crear un diálogo con Él, mucho más intenso y profundo. Compartir la Palabra de Dios en una pequeña casa de ladrillo, sencilla y pobre, tiene una sensación completamente diferente y un punto de vista completamente diferente.

Aquí en Nova Contagem comencé a participar en la Pastoral penitenciaria, con visitas a la prisión. La prisión es un entorno, duro, difícil, con muchos desafíos. Los primeros son aquellos burocráticos y el tiempo que lleva para entrar con la identificación y revisión. La mayoría de las veces realmente consigo relacionarse con los presos de pie, detrás de una verja de hierro, en un pequeño espacio donde tienes que estirar el brazo para llegar a dar un apretón de manos, superar el obstáculo de los barrotes. Son importantes momentos de encuentro, tiempos de escucha, para saludar, para promover los derechos humanos (la pastoral penitenciaria también tiene como objetivo denunciar las situaciones inhumanas e injustas) y compartir la Palabra de Dios. Es un momento “intenso” rezar el Padre Nuestro mano a mano con todas las dificultades de los barrotes y luego concluir con una salva de aplausos para agradecer a todos.

Además de la pastoral penitenciaria, estoy empezando a aprender el sistema APAC (Asociación de Protección y Asistencia a los Condenados). Es una alternativa al sistema penitenciario, donde hay respeto por la persona y su dignidad. No hay policía en estas estructuras, no hay revisiones humillantes, todo es dirigido por voluntarios y por los propios presos. Un innovador sistema que no castiga, sino que educa y se educan juntos. Vivir las dos experiencias: la cárcel y la APAC, me permiten ver las diferencias, ver cómo en la APAC se recuperan las personas y en el sistema penitenciario no, ya que por un lado está el respeto por el individuo y la importancia de la persona, en la cárcel, por el contrario el encarcelado se considera como un desecho de la sociedad, sin valor.

Son dos mundos completamente diferentes.

En la comunidad de Ipê Amarelo, donde vivo, ayudo en la pastoral de los niños. Por ahora estoy tratando con familias que visito e invito a pesar cada mes, como una forma de control para combatir y prevenir situaciones de malnutrición, desnutrición y obesidad. Al entrar en algunas de las casas, que se abre para uno una realidad hecha de tanta pobreza y privaciones.

Por último, otro momento importante en mi experiencia misionera es el grupo familiar y de toxicómanos (drogas y alcohol). Las personas que participan son gente sencilla, a menudo mujeres, madres o esposas que comparten historias de penurias y dolor (que han perdido un hijo porque él mató, que tienen un hijo que está usando drogas, un marido con problemas de alcohol). El instrumento de este grupo es simplemente compartir y escuchar, nos dicen cómo hacer un cambio. Y encaminar a las personas que solicitan una recuperación, ofreciendo ayuda, asistencia, pistas. Hay mucha fuerza y ​​mucha fe en estas personas, es un grupo que “me convierte” cada vez que participo. Todos los martes tengo el placer de participar y volver a casa transformada.

Significativa para mí es la vida en comunidad, planeando un camino común con los demás, aceptando las diferencias, la reflexión y la vivencia de la espiritualidad comboniana, el amor por Dios y por la Vida. Es un camino de crecimiento y descubrimiento de mí misma y de los demás.

Muy importante son los momentos de oración juntos, donde a través de la Palabra de Dios compartimos nuestra propia vivencia misionera y de grupo, un momento de desahogo personal y comunitario.

Aquí, por ahora, mi caminar misionero parte de estas reuniones, de estos momentos, de estos caminos. Todavía tengo mucho que descubrir, pero estoy en camino y, con valor y fe, para seguir este camino, recordándome que una misión no es hacer grandes cosas, sino pequeñas cosas que tienen un gran valor.

Hoy 02.10.2016…

Parece ayer mi llegada a Brasil, pero ya pasaron dos años y ya estoy en el tercero.

Siento un poco de ternura al leer estas palabras de los primeros momentos. Recuerdo, todavía, los primeros pasos inseguros y tímidos. Hoy, mirando hacia atrás, veo el camino que hice y todavía estoy haciendo, un hermoso camino, a veces difícil, a veces con caídas, pero siempre a pie y en subida. La misión te cambia si uno deja cambiar. No es cierto que no tenemos expectativas cuando salimos fuera de nuestro país, las tenemos y estas caen cuando empezamos a despojarnos de nuestra mentalidad y tratamos de entrar en el modo de pensar de los demás, dejando caer nuestras barreras.

La vida comunitaria enseña mucho sobre esto. La convivencia es un continuo mediar y mediar-se, descubrir y descubrir-se, a veces luchando, a veces a través de tiempos difíciles, pero siempre tratando de encontrarse. Cada uno tiene su manera de ser, su temperamento y también sus heridas que llevan consigo y las peleas no son tanto con los otros como con tus propias heridas.

Se necesita ser testigo, ser palabra que se encarna en la acción justo donde vivimos y este lugar es, en primer lugar la Comunidad.

“Comunidad, lugar de perdón y de fiesta”, un lugar para compartir y de comunión.

Hoy mis pasos son fuertes y seguros, pero siempre en un andar de descubrimiento y aprendizaje… con los pies descalzos.

Emma Chiolini, Laica Misionera Comboniana

Encuentro de formación de los LMC de Portugal

ComboniEn los días 22, 23 y 24 de enero 2016 se realizó otra formación de los Laicos Misioneros Combonianos, la primera del año 2016 en la casa de los MCCJ en Viseu. Formación a cargo del LMC Pedro Moreira que se centró en el papel de los laicos en la evangelización, a la luz de los documentos de la Iglesia.

El sábado por la mañana comenzamos el día con la celebración de la Eucaristía con la comunidad de Viseu. Por la mañana, después del desayuno, comenzamos con la encíclica Lumen Gentium, Cristifidelis Laici y Redemptoris Missio. El objetivo era profundizar en el verdadero papel de los laicos en la Iglesia. Los laicos incorporados a la Iglesia por el bautismo, debe ser siempre testigos de Cristo vivo en la familia, en el trabajo, con los amigos, en fin, en todas las situaciones de la vida. Todavía durante la mañana fuimos invitados a meditar individualmente algunos de los textos que se habían propuesto. El silencio fue muy productivo y nos permitió escuchar a Dios que deseaba hablar con nosotros. De hecho, la vida del cristiano, del misionero, tiene que pasar a través del árido desierto para que Jesús nos vuelva productivos. Como nos insistieron en la reunión, la fe es un encuentro personal, es una experiencia de encuentro personal.

Por la tarde avanzamos en nuestra formación como laicos, con un carisma misionero. Como LMC fuimos invitados a reflexionar sobre diversos escritos de Comboni, profundizar en la espiritualidad de Comboni, que tiene como características esenciales: la Cruz, el Buen Pastor, el Corazón de Jesús y la vida en los cenáculos (de oración). Antes de la cena tuvimos un momento de oración con la exposición del Santísimo Sacramento. En este encuentro con Jesús, cara a cara, entre la meditación de un texto y el silencio, dejamos que Jesús nos mirase, como nos pide el Papa Francisco.

Después de la cena pudimos escuchar el testimonio emocionante de Bárbara, LMC italiana que se prepara para ir a Carapira, Mozambique. Oímos un testimonio de vida rico en Evangelio, donde Barbara nos fundamentó claramente la opción de dejar un empleo estable y que se concretó en hogar, coche, vida familiar y social, “es Él que nos dice que dejemos todo y le sigamos”. Un testimonio muy interesante.

El 24 comenzó a las 08:00 con la oración de Laudes. Por la mañana se nos pidió formar cuatro grupos y luego ir a meditar algunos de los textos que se habían propuesto. Durante el tiempo en grupo tuvimos la oportunidad de intercambiar nuestros puntos de vista con los compañeros, un diálogo muy interesante. Al mediodía celebramos la Eucaristía, que siempre es momento de unidad, de intercambio y alegría. Después del almuerzo los candidatos comenzamos a seguir el viaje de regreso a casa, porque era el día de las elecciones presidenciales y la mayoría todavía debíamos cumplir nuestro deber ciudadano.

Considero que este encuentro fue muy importante e intenso. Nos desafió a crecer espiritualmente, para tener conocimiento de lo que la Iglesia pide y quiere de los laicos, además de buscar a Dios en el silencio. Agradezco el magnífico encuentro que los LMC, a través de Pedro Moreira, nos ofrecieron con la certeza de que somos una verdadera familia que es encuentra apasionada por Cristo y la misión a la manera de Comboni.

por Pedro Nascimento (candidato a LMC)

Proyecto de Navidad en Rayampampa, Perú.

LMC PeruCada Navidad, las damas de Theodokis María visitan el pequeño pueblo de Raymipampa, Perú. Raymipampa está fuera de la ciudad de Otusco donde la Virgen de la Puerta, el más famoso icono religioso de esta región, reside.

El grupo lleva regalos para los niños de la aldea. Cuando empezaron hace unos 15 años o así, sólo había 10 niños en su lista. Este año, había más de 100. También llevan ropa y artículos para el hogar necesarios para los adultos.

En un principio, el pueblo tampoco tenía iglesia. En los últimos años, las mujeres han trabajado con los habitantes del pueblo para construir su hermosa iglesia de una habitación. ¡Tuve el honor este año de ser invitada a participar en este proyecto!

Las celebraciones comenzaron con la oración, el canto e historias de la Biblia. Los niños bailaron, rieron y lo pasamos de maravilla. Después se repartieron los regalos, todo el mundo fue invitado a chocolate caliente y Panetton… la versión peruana de pastel de frutas. ¡Ninguna celebración de la Navidad en el Perú está completa sin ellos!

Cuando la mayoría de la aldea había comenzado su caminata de regreso a casa con sus golosinas, una de las familias cocinó el almuerzo para nuestro grupo. Gallina asada, arroz y frijoles cocidos sobre una llama abierta. ¡Fue maravilloso y ciertamente siempre recordaré la amabilidad y generosidad de espíritu de esta gente maravillosa!

Melissa White, LMC en Perú