Laicos Misioneros Combonianos

Fiesta de la Familia, celebración del amor, vida compartida

LMC PortugalEs así mismo, tal como dice el título. Una experiencia de amor incondicional que nos une, que nos permite sincerarnos, compartir, en la oración, en comunidad…

Un nuevo fin de semana, un nuevo encuentro, un nuevo reencuentro. En este fin de semana, en que termina un nuevo año formativo, un año lleno de sonrisas, lágrimas, descubrimientos, de amor, de alegría, de amistad y de un descubrimiento profundo de nosotros mismos y de nuestra relación con Dios. Un año repleto de Dios y de su amor misericordioso para con todos nosotros.

En este eterno recomenzar hubo espacio para meditar, espacio para reflexionar los diferentes momentos, los diferentes instantes que construyeron cada uno de los fines de semana vividos. Tuvimos tiempo para compartir con aquellos que durante todo el año hacen lo mejor para nosotros y por nosotros, como la coordinadora, de aquello que ha supuesto la experiencia de Dios para cada uno de nosotros, vivida dentro del seno de la Familia Comboniana.

Fueron dos días para compartir lo mejor de nosotros, lo mejor de lo que Dios nos da gratuitamente como un don, la vida.

En este fin de semana como familia, rezamos, compartimos, fuimos y permitimos que el otro fuese, reímos innumerables veces, dimos abrazos de vida, deseamos paz, fuimos amor y testimonio vivo de la alegría del Evangelio.

Entre la risa de los niños y las arrugas de la experiencia, dimos Gracias a Dios por todos y cada uno de los allí presentes, por cada uno de los ausentes, aunque muy presentes en nuestro corazón, éramos más de los que estábamos presentes, éramos familia Comboniana, difundida por los cuatro rincones del globo…

Fue extraordinario ser testigos del amor de Cristo presente en cada uno de los familiares que iban llegando, en la mirada de padre y madre que nos hacía cercanos.

La familia reunida, para festejar uno de los infinitos dones que Dios nos da, la familia. Y así fue en familia que dimos espacio, tiempo para que Dios nos hablase a cada uno de nosotros a través de todos aquellos que compartían su alegría

Con el testimonio de Márcia Costa nos hicimos cercanos a los misioneros esparcidos por el mundo, que anuncian con su vida, el Evangelio de Jesucristo, y con el anuncio de la partida de Marisa Almeida todos fuimos tocados con la bendición que supone su vida entre nosotros, así como su abandono en los brazos de Dios y en la mirada materna de Nuestra Señora, madre de las misiones.

Ser Laico Misionero Comboniano es esto mismo, ser y hacerse familia, familia que acoge, que ayuda, que cuida, que planta las semillas concebidas por Dios, que ve germinar e ilumina, que da fruto. Familia que ora que comparte, que crece e ayuda a crecer, que alimenta y da vida. Es la mirada que no olvida, flor que se deshoja, es ser simplemente nosotros.

Ser Laico Misionero Comboniano es estar más cerca del amor de Dios y dar testimonio de la Vida con nuestra vida.

Es bonito ser familia con todos ustedes.

LMC Portugal

Neuza Francisco (Portugal)

 

Testigos de la esperanza

Emma

EmmaTestigos de la Esperanza es un grupo que se reúne, hace cinco años, en la casa comboniana Justicia y Paz.

Se trata de un grupo de autoayuda integrado por personas con problemas de adicción al alcohol, las drogas, la depresión o a cualquier adicción que aprisiona y no permite vivir bien. Es frecuentado en su mayoría por mujeres, madres, esposas, con hijos o esposos para hacer frente a la terrible adicción al alcohol y las drogas. La herramienta de este grupo es simplemente la palabra y compartir. Narrar, hablar de uno mismo, como una forma terapéutica para compartir el dolor, para encontrar fuerza y apoyo. Aprender a aceptarlo y aprender a escuchar. Porque al compartir una persona no se siente sola, las historias descritas son historias comunes como madres, mujeres, muchas familias que luchan con la dependencia física y emocional que esclaviza. La belleza de este grupo es que se trata de una “pequeña familia”, donde las personas están unidas por la confianza y las relaciones de amistad. Todo lo que viven es compartido en el grupo, la confianza y la credibilidad son los fundamentos que lo construyen. Hace más de dos años que participo como voluntaria y yo soy parte de “esta familia”, cada martes por la noche a las 19:30 voy a conocer y escuchar. Hay momentos en que muchas personas participan otros son pocas, pero cualquiera que sea el número cada martes por la noche la Casa Comboni permanece abierta para crear un espacio donde se puede acoger y compartir no sólo el dolor, sino también momentos de sonrisas y momentos de risa. Hay pesos que es difícil cargar solos, hay que superar la vergüenza de decirlo, para esto nació Testigos de Esperanza, para ayudar a las personas que caminan juntas y encontrar ayuda con gestos simples y concretos. Regina y yo (psicóloga y voluntaria) comenzamos desde la provocación de un tema, a partir del cual se puede empezar a pensar en los problemas que la gente vive y en su propia experiencia, un trabajo que lleva al auto-conocimiento, a reconocer la propia historia y en especial a valorar a las personas, para volver a tomar la vida en sus propias manos, con coraje y determinación.

Yo salgo siempre, cada encuentro, emocionada, tanto al compartir momentos de alegría, como momentos intensos y profundos, hechos de heridas aún abiertas. Cada historia es una lectura del Evangelio del día, hecho que luchas, batallas, victorias, derrotas, decepciones, en busca del amor que cuida, ya que sólo el Amor salva: el amor a uno mismo, el amor a los demás, el amor por la vida.

En la periferia del mundo donde no hay servicios, es maravilloso ver como se organizan las personas, sin perder el corazón y simplemente en busca de soluciones, tales como dar a luz a un grupo de auto-ayuda para encontrar la fuerza y el deseo de cambiar. ¡Juntos, nosotros podemos!

Emma, LMC

Primera semana en Etiopia

CLM-Community-in-Awassa

CLM-Community-in-AwassaYa llevamos una semana en Etiopía y parece que fue ayer cuando tomábamos el vuelo.

De momento ha sido una semana de bienvenidas y para comenzar a conocer.

Un primer día en Addis Ababa donde conocer la casa provincial, encontrarnos con el P Julio Ocaña con el que compartimos nuestro tiempo de preparación en comunidad cuando salíamos a Mozambique. Lo recordábamos como unos momentos muy especiales donde nosotros partíamos por primera vez a África y él también se preparaba de cara a la misión. Ahora tras casi 18 años nos volvemos a encontrar, en Etiopía, cada uno de nosotros con un poco más de historia.

También un momento especial para saludar el P Juan Núñez. Tras muchos años. Cuando le conocimos él era provincial de España y nosotros comenzábamos como LMC. Hasta ahí los viejos conocidos, a partir de ese momento muchos otros combonianos de la provincia que nos han acogido con mucho cariño.

Nuestro viaje a Awassa fue muy bueno, con parada en un precioso lugar junto a uno de los grandes lagos de la zona. Siempre es bueno viajar en coche pues te da una perspectiva del estado del país, sus carreteras, pueblos, cultivos. Inevitable comparar con nuestra experiencia en Mozambique o en otros países. Descubrir tantos campos arados con bueyes o la infinidad de burros que tiran de las carretas con las que muchos transportan el agua, las patatas y demás.

Por fin llegar a Awassa, capital de los estados del Sur. Conocer al P Mansueto, superior de la casa, que nos acoge muy bien, atento a las distintas necesidades, y el resto de la comunidad. Ésta es casa de paso para las diferentes comunidades del sur, así que de vez en cuando llega algún misionero para hacer compras, arreglar el coche o recoger correo.

Y cómo no, por fin encontrarnos con nuestra querida comunidad LMC. Mark fue el primero en llegar a casa de los combonianos al saber de nuestra llegada y sin deshacer maletas fuimos a saludar al resto de la comunidad (a poco más de 5 minutos de la casa). Allá nos encontramos con Maggie y sus tres hijos, Emebet, Isayas y Teibe, así como con Magda y Madzia. También con un bonito cartel de bienvenida que habían hecho los pequeños de la casa y una buena cena donde ir entablando conversación.

Es lo bonito de la internacionalidad, donde canadienses, polacas y españoles compartimos y nos encontramos como miembros de la misma familia.

Cada día vamos teniendo una actividad diferente. Cada miembro de la comunidad nos va acompañando y mostrando los lugares y actividades donde están empeñados y sacan tiempo para ir mostrándonos la ciudad y sus diferentes lugares (pero esto lo dejaremos para la siguiente entrada).

Siempre atentos a nosotros, con un nuevo plan cada día, y algo nuevo por descubrir en cada momento.

Una experiencia que como familia agradecemos y esperamos sacar el máximo provecho.

Un saludo a todos.

¿Qué quiero ser: salteador, indiferente o samaritano?

Un comentario a Lc 10, 25-37 (XV Domingo ordinario, 10 de julio de 2016)

buen-samaritano

¿Qué tengo que hacer para ser feliz?: Una pregunta importante

La Parábola del Buen Samaritano, que hoy leemos en Lucas, es respuesta a un maestro de la Ley que presenta una inquietud común de su tiempo: ¿Qué hacer para alcanzar la vida eterna? La pregunta era muy importante entonces. Hoy quizá la formularíamos de otra manera. Por ejemplo: ¿Cómo puedo ser feliz? ¿Cómo puedo encontrar la plenitud de mi vida? ¿Cómo puedo vivir una vida llena de entusiasmo y amor?

El maestro de la Ley
El maestro de la ley nos representa a muchos de nosotros que, como aquel maestro, corremos el riesgo de:
-pretender “saberlo todo”: hemos estudiado; hablamos con facilidad de Dios o de las cosas de la vida… ¿Qué nos va a enseñar nadie? No tenemos nada que aprender.
-ser un poco escépticos: Ya hemos visto muchas cosas, ya hemos experimentado los fracasos y la corrupción que existe en casi todos los ámbitos de la sociedad; como se dice, “estamos de vuelta” de todo y nos cuesta creer que las cosas puedan ser limpias o que pueda haber un cambio.
-no querer cambiar y justificarnos con muchos ardices teóricos y palabras de “sabiduría” y “prudencia”; en nuestros discernimientos familiares o comunitarios, no faltan “maestros de la ley” que ponen siempre los “peros” supuestamente “sabios” y prudentes; pero que en realidad son una manera de evitar la conversión, el cambio al que nos llama el Espíritu.

¿Qué está escrito en la Ley?
La respuesta la sabemos. Lo dice la Biblia, lo dice nuestra conciencia: ama a Dios y ama al prójimo. ¿Cómo se concreta eso? También los sabemos: mira a tu alrededor y haz el bien a quien lo necesita. Pero también nosotros, como el maestro de la Ley, seguimos preguntando.

¿Quién es mi prójimo?
He aquí la pregunta clave. ¿Cuáles son las personas que encuentro a mi alrededor y que me exigen un amor concreto, el mismo amor que Dios me da y que yo le debo a él? La cuestión no es teórica, sino práctica. La parábola nos presenta tres protagonistas, que representan otros tantas maneras de vivir y de relacionarse con el prójimo:
a) los salteadores: personas que viven manipulando y abusando a los demás según sus propios intereses, sin preocuparse para nada por el bien del otro.
b) el sacerdote y el levita: viven indiferentes a los demás, encerrados en sus supuesta “santidad ritual”, ignorando lo que pasa a su alrededor.
c) el samaritano: que sale de su propio camino para atender a la persona que encuentra herida, aunque eso suponga molestias para su programa y disminución de su dinero.

A nosotros se nos da la misma indicación que al “maestro de la Ley”: Vete y haz tú lo mismo. En nuestro proyecto de vida personal, en nuestras circunstancias concretas, en este momento de nuestra historia, ¿quiénes son las personas que nos están pidiendo una actitud de prójimo? ¿Serán mis familiares? ¿Serán los pobres de mi parroquia? ¿Serán los necesitados del bario, aunque no vayan a la parroquia?
Decide qué quieres ser: salteador, indiferente o samaritano.

P. Antonio Villarino
Quito

¡Bienvenida Élia!

Elia

EliaEl 3 de julio llegó al aeropuerto de Lisboa la LMC Elia, que regresaba de la República Centroafricana después de cinco años de servicio misionero en la misión Mongoumba.

Después de la acogida en el aeropuerto con gran alegría por parte de los LMC Pedro, Liliana y Flávio y la hermana Carmen, fuimos a comer a la casa de las Combonianas en Olivais, donde se encontraban además de la comunidad de las Combonianas la familia de Pedro. Durante el almuerzo conversamos y compartimos aventuras de la misión. Fue un hermoso momento de convivencia. ¡Después del almuerzo todavía hubo espacio para unos deliciosos pasteles de Bienvenida! Por la tarde, Elia continuó viaje a su casa en el Algarve, donde se encuentra ahora con su familia.

Agradecemos la disponibilidad de las Combonianas y deseamos a Elia un buen retorno y una buena readaptación a la realidad de nuestro país.

¡Bienvenida Élia!

LMC Portugal