Laicos Misioneros Combonianos

Una formación que nos habló al corazón

LMC PortugalCuando hablamos de lo que está lleno el corazón, somos capaces de tocar el corazón de los demás con una intensidad tal, que ni nos damos cuenta. De hecho, además de una gran formación sobre el voluntariado y la cooperación al desarrollo, La Salete, formadora del encuentro, nos fue contando historias sobre su vida en misión fantásticas, dejándonos, en mi opinión, un gran mensaje: es extremadamente importante ponernos en el lugar del otro, procurar comprender ciertas situaciones para que podamos relacionarnos con mayor apertura, respeto y amor por los pueblos con quienes nos cruzamos en misión.

El segundo encuentro de formación de la FEC se realizó en Fátima, los días 17 y 18 de febrero y fue bastante intenso. Durante la formación tuvimos la oportunidad de discutir sobre las desigualdades en el mundo; la riqueza y el desarrollo concentrados en pocos países; los conceptos de cooperación y desarrollo; los paradigmas del desarrollo; la educación para el desarrollo y la ciudadanía global y, además, tuvimos la oportunidad de tener una formación intensa sobre metodología y análisis de proyectos.

Comparto con vosotros algunos puntos que encontré curiosos: el concepto de Felicidad Interna Bruta que fue un concepto creado por el rey de Bután para contraponer al Producto Interno Bruto y que tuvo buenos resultados; el “fairphone”, un teléfono móvil fabricado sin perjudicar o esclavizar a todos los trabajadores que lo producen. La venta de este teléfono no pretende tener beneficios a costa de la explotación de muchos trabajadores, sino que su trabajo tiene una justa remuneración, como pasa en las tiendas de comercio justo.

Al final de la tarde del sábado vimos la película “Disparando a perros” y posteriormente hicimos un cine-forum donde analizamos varias conductas y actitudes de los personajes de la película, lo que se tradujo en un compartir muy bonito de ideas y sentimientos. Por la noche tuvimos el testimonio misionero de una pareja perteneciente a los Laicos de la Buena Nueva, que estuvo durante un año en la diócesis de Pemba, en Mozambique.

Es siempre una alegría participar en estos encuentros de formación, compartir con grandes personas el carisma misionero y sentir la diversidad de la Iglesia. El hecho de que el encuentro fuese en Fátima y de tener la oportunidad de ir a rezar en la capillita de las apariciones, ha hecho este encuentro aún más especial. Qué bueno es poder caminar y crecer en estas formaciones que nos ensanchan horizontes y nos ayudan a ir comprendiendo los caminos de la misión.

LMC Pedro Nacimiento

Visita a los LMC de Brasil

LMC BrasilUn saludo a todos y todas.

Como mucho sabéis me encuentro de visita por Brasil, os intentaré dejar por aquí (con un poco de retraso) algunas de mis experiencias por este maravilloso país conociendo de primera mano la entrega de nuestros LMC en Brasil.

A mi llegada a São Paulo me recogió Lourdes (la coordinadora LMC de Brasil). Pasamos la tarde visitando la avenida paulista, la catedral y los alrededores con el hermano João Paulo, con el que coincidí en Mozambique.

LMC BrasilAl día siguiente fuimos a casa de los padres de Flávio (otro LMC que visitaré en el nordeste).

Hicimos una pequeña parada para almorzar un plato de “bife, arroz e feijão” en casa de los padres de Flávio y continuamos camino. El padre nos acompañó a visitar el santuario de la Virgen de Aparecida. Parada obligatoria en Brasil para que nos acompañe en este viaje. Sin duda gran fuente espiritual y protectora del pueblo brasileño. Todo ello con la suerte de vivirlo a través de los ojos de Lourdes y Carlos (padre de Flávio).

LMC BrasilDespués de pasar varias horas de visita y participar en la misa en el santuario regresamos, dejamos a Lourdes en la estación de autobuses pues regresaba a Ipê Amarelo, donde más adelante me la encontraré, y nosotros descansamos un rato antes de salir en el autobús que de noche me llevará a Curitiba.

Unos primeros días de acogida en familia.

LMC Brasil

Un saludo Alberto

El “cuerpo” de Dios

Comentario a Jn 2, 13-25 (III Domingo de Curesma, 4 de marzo de 2018)

En este tercer domingo de cuaresma, y en los dos siguientes, dejamos Marcos y tomamos el evangelio de Juan, que, a diferencia de los sinópticos (Mateo, Marco y Lucas), nos presenta a Jesús en Jerusalén desde el capítulo segundo, del que hoy leemos la segunda parte sobre la “purificación” del Templo. A partir de esta lectura les comparto tres reflexiones:

1) Purificar la religión
El Templo de Jerusalén –y la ciudad misma– era lo más sagrado para Jesús, buen judío, y para sus discípulos. Templo y Ciudad eran como un “sacramento” de la maravillosa presencia de Dios en la vida de Israel y de todos sus habitantes. Jesús, con María y José, los visitó desde niño y los amaba de todo corazón, porque en ellos encontraba las huellas del paso de su Padre por la historia de su pueblo. En el templo se unían sus dos grandes amores: su Padre y su Pueblo. Por eso hace suyo el salmo que dice: “El celo de tu casa me devora”. Y es precisamente este celo lo que produce en él una rebeldía radical, al ver la degradación a que había sido sometido el templo a causa de la corrupción y el mercantilismo. Jesús se propone purificar el templo, sabiendo que Dios no se deja “atrapar” por ninguna institución, por muy sagrada que sea. De hecho, más adelante en el evangelio de Juan, dirá a la samaritana: “Ha llegado el momento en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre… los verdaderos adoradores lo adoraran en espíritu y en verdad”.
Una tentación de las personas religiosas es la manipulación o banalización de los ritos y lugares sagrados. Ciertamente, necesitamos ritos y lugares que nos ayuden a orar y a celebrar, pero, ojo con ponerlos al servicio de nuestros intereses personales o de grupo. Los discípulos de Jesús debemos estar siempre atentos a no caer en estos abusos y a purificar constantemente nuestras prácticas religiosas.

2) El signo del propio cuerpo
Cuando los judíos le preguntaron qué signo hacía para justificar su postura purificadora, Jesús respondió que el signo era su cuerpo, convertido en verdadero “templo”, lugar de encuentro entre Dios y la humanidad. La fe de los discípulos no tiene su centro en ningún lugar geográfico, sino en el cuerpo de Jesús, un cuerpo que aguantó el sufrimiento extremo y en el cual terminó por mostrase el triunfo de Dios.
Unido al de Cristo, también nuestro cuerpo (expresión concreta de nuestro espíritu) es lugar del encuentro con Dios: un cuerpo capaz de sufrir y amar de manera concreta y tangible, un cuerpo que se arrodilla y se postra para adorar, un cuerpo que se hace instrumento de servicio a los pobres y desheredados, un cuerpo que ve, escucha y abraza a los cuerpos martirizados de tantas personas. Como dice el papa Francisco, los enfermos y los pobres son el cuerpo de Cristo. Abusar de estos cuerpos o de nuestro propio cuerpo es profanar el templo de Dios. Servirlos es adorar a Dios.

3) La precariedad de la fe
El evangelista nos cuenta que, viendo los signos que hacía Jesús, muchos creyeron, pero él no se fiaba. Los evangelios nos cuentan la oposición y las traiciones a las que Jesús se enfrentó, hasta el punto que, al final, quedó prácticamente solo y abandonado de todos. En la vida de Jesús hubo momentos de entusiasmo, en los que las multitudes le seguían, pensando de haber encontrado a un gran rey del que se podrían aprovechar o un líder que les llevaría a la realización de su programa político o religioso. Pero Jesús no se dejaba atrapar en la trampa de este entusiasmo fácil, que podría apartarle de su verdadera misión en obediencia al Padre. Jesús permanece siempre confiado, realista, libre, abierto y fiel hasta la muerte, a pesar de la inconstancia de los que le rodean.

La tentación del entusiasmo fácil y de la superficialidad se nos presenta también a nosotros como personas o como grupos. Cada uno de nosotros, nuestra comunidad o la Iglesia en su conjunto, puede contentarse con una religiosidad superficial, hacer algún tipo de “trampa” para ganar las masas y atraer seguidores, aunque solo sea en apariencia… Ese no es el camino de Jesús. El ni se escandaliza por aquellos de los suyos que le abandonan ni confunde los aplausos fáciles con una fe auténtica; sabe, sin embargo, reconocer una sincera, una fe “encarnada” en un cuerpo, en una vida que “se desvive”, se entrega en adoración y en servicio al “cuerpo de Cristo” en la Eucaristía y en los Pobres.
Pedimos al Espíritu de Jesús que nos abra a esta fe firme, concreta y constante, a pesar de nuestras dudas y debilidades.
P. Antonio Villarino
Bogotá

La experiencia del encuentro con Jesús

Un comentario a Mc 9, 2-10) (II Domingo de Cuaresma, 25 de febrero de 2018)

Conviene que recordemos brevemente este texto, paralelo del de Mateo y Lucas, en su contexto. El Maestro, a quien Pedro acaba de reconocer como “el Hijo del Dios vivo”, comienza “a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y que tenía que sufrir mucho”. Los discípulos, por boca de Pedro –el vocero de los Doce– se muestran reticentes ante esta decisión de Jesús.

“Seis días después”, dice el evangelista, es decir, una semana después, Jesús tomó a sus tres discípulos más íntimos y los llevó al monte a solas. Allí Jesús se transfigura y los discípulos tienen una experiencia muy especial. En este relato yo resalto los siguientes elementos:

-El monte: Implica alejamiento de la rutina diaria con lo que se rompe el ritmo de lo acostumbrado, de lo aceptado como norma de vida por todos; el contacto con la naturaleza, no manipulada por el hombre, un espacio físico que el ser humano no controla y que, por tanto, le ayuda a encontrarse con lo que está más allá de sí mismo o de la sociedad; un lugar donde es posible percibir cosas nuevas sobre uno mismo, la realidad que nos rodea, el misterio divino…

-Rostro y vestidos brillantes. Con ello el evangelista parece querer decirnos que los discípulos vieron a Jesús desde otra perspectiva. Los discípulos tienen una experiencia de Jesús que va más allá de su apariencia física de hijo de María, vecino de Nazaret y predicador ambulante. Es una experiencia que han tenido después muchos santos, empezando por San Pablo. Es la experiencia pascual que ayudó a los discípulos a poner en su lugar la cruz y el duro trabajo del Reino.
-La Ley y los profetas: Moisés y Elías conversan con el Maestro. Nuevo y Viejo Testamento se dan la mano, dentro de un plan general de revelación y salvación. Para entender a Jesús es importante dialogar con la Ley y los profetas del A.T. Para entender a estos es importante volver la mirada a Jesús.

-El gozo del encuentro: “Qué bien se está aquí”. Una y otra vez los discípulos de Jesús, de entonces y de ahora, experimentan que la compañía de Jesús les calienta el corazón, les hace sentirse bien. Les pasó a los discípulos de Emaús, a Pablo que fue “llevado al quinto cielo”, a Simone Weil, a Paul Claudel y a tantos santos. El encuentro con el Señor, también ahora, produce una sensación de plenitud, de que uno ha encontrado lo que más busca en la vida.

-La revelación del Padre: “Este es mi hijo amado. Escuchadlo”. Los discípulos comprendieron que en su amigo Jesús Dios se revelaba en su grandiosa misericordia. Y que, desde ahora, su palabra sería la que señalara el rumbo de su vida, lo que estaba bien y mal, las razones de vivir… Todos buscamos “a tientas” el rostro de Dios. Algunos lo buscan siguiendo las enseñanzas de Buda, o de antiguos escritos, o de nuevas teorías (New Age), o del placer material, del orgullo de sus propios éxitos… Los discípulos tuvieron la sensación de que Jesús es el rostro del Padre. Nosotros somos herederos de esta experiencia y pedimos al Espíritu que la renueve en nosotros.

-El temor ante la grandeza de esta experiencia: Los que tienen una experiencia del misterio divino no se vuelven orgullosos, sino temerosos, como Pedro ante la pesca milagrosa: “Aléjate de mí que soy pecador”. Es como quien descubre un gran amor, le da alegría, pero teme no ser digno o no estar a la altura.

-El ánimo de Jesús: “No teman. Levántense”. Vamos a bajar del monte. Volvamos a la vida ordinaria. Sigamos trabajando como siempre, gastando nuestras energías en las mil y una peripecias de la vida, con éxitos y fracasos, con alegrías y penas, pero con el corazón caliente, animado, consolado, fortalecido para acoger la misión que el Padre nos encomienda y realizarla sin temor.

P. Antonio Villarino
Bogotá

Una historia hecha de nombres

PalermoEl trabajo que estamos haciendo como Misioneros Combonianos y Laicos Misioneros Combonianos en la situación concreta de la migración se logra esencialmente estableciendo redes con asociaciones, organizaciones y movimientos, tanto eclesiales como sociales, involucradas en esta área, en el reconocimiento y la defensa de los derechos de los inmigrantes y refugiados.
Desde septiembre de 2013, el puerto de Palermo, Sicilia, se ha convertido en lugar de donde llegan migrantes de África y otras partes que cruzan el Mediterráneo. A su llegada, estamos presentes para repartir kits de ropa, zapatos, una bolsa con un sándwich, una manzana y una botella de agua, tratando de establecer un contacto con los recién llegados. No queremos ser simplemente una presencia material, sino que también tratamos de recopilar información sobre cómo se trata a las personas que llegan, ya que están cargadas de experiencias indescriptibles, sufridas antes o durante el viaje, y no tienen ni idea de lo que les espera en Italia.
Junto con los vivos, desafortunadamente, en muchas ocasiones, los cuerpos de aquellos que murieron en el mar también llegan. Desde el principio, nuestra preocupación ha sido hacer un seguimiento de estos cuerpos hasta que tengan un entierro digno en el cementerio de Palermo. PalermoCada año en noviembre, en el Día de Todos los Santos, la sociedad civil se une a los representantes de varias religiones para celebrar un servicio interreligioso en su memoria. Es un acto de solidaridad con las víctimas donde denunciar las causas de su muerte, entre ellas los desagradables acuerdos de Italia, y detrás de Italia, de Europa con Libia y otras terceras partes que trabajan para bloquear o rechazar a los migrantes.
Reconocemos la difusión de una cultura de exclusión. Hoy, las personas se sienten libres de cualquier responsabilidad social, de cualquier vínculo con los demás, de cualquier objetivo común. Es urgente centrarse de nuevo en las historias y las vidas de los migrantes para hacer frente al racismo y la xenofobia, que se basan en suposiciones falsas y en informaciones controladas y manipuladas por los medios. A través de actividades que promovemos en las escuelas y en las parroquias, presentamos las historias de los migrantes haciendo historia de las distintas fases de sus viajes: las razones por las que se fueron, su estancia en Libia, que les cuesta la vida, cruzar el Mediterráneo y su llegada a Italia donde terminan siendo meros números. Ir más allá de las mentiras, reconocer y defender los derechos de los migrantes como personas, son todos pasos muy importantes en la construcción de una sociedad multicultural e intercultural.
En cooperación con organizaciones sociales y eclesiales, compartimos espacios de alojamiento para los migrantes y proyectos de acogida con la idea de producir reuniones de base y una relación con el territorio donde ocurre todo esto. En el proceso de aceptación hay etapas críticas ligadas sobre todo al tiempo excesivo que permanecen en los centros de primera acogida y al pequeño número de estructuras especiales o lugares en el SPRAR. En muchos casos, las inserciones de migrantes se convierten en una verdadera “lotería”. Reflexionar sobre los migrantes significa repensar nuestras estructuras sociales, políticas y eclesiales. Significa tener el coraje de cambiar el orden actual de las cosas.
PalermoFinalmente, el elemento constante de nuestra presencia es la denuncia profética de personas e instituciones que especulan con la desesperanza de los migrantes, que explotan su trabajo, o de aquellos, en la pobreza política, que acaparan los fondos destinados al proceso de llegada.
Calvin escribió: “Cada vez que construyes un muro, piensa en lo que dejas afuera“. Lo que hoy parece una estructura de protección, mañana podría convertirse en una prisión. La vida se desarrolla y crece más allá del muro. Pero, si el miedo es contagioso, también lo son el coraje y la esperanza.
P. Domenico Guarino
Palermo, febrero de 2018