Laicos Misioneros Combonianos

Después de un año en Mozambique…

LMC Mozambique

LMC MozambiqueHace un año que llegué a la Misión de Carapira, en el norte de Mozambique. Pero a veces, a menudo, parece que acabo de llegar y que todavía estoy dando los primeros pasos, como si estuviera empezando. Hay momentos en los que siento que el viaje entre Portugal y Mozambique no fue el mayor viaje que hice, a pesar de que el número de kilómetros sugieren lo contrario. Los grandes y mayores viajes son aquellos en los que tengo que transitar entre mi mente y mi corazón; el salir de mí y ponerme en el lugar de quien está a mi lado y, a veces, me parece tan lejano. La verdad es que la misión no es un lugar físico. Es antes un lugar imposible de circunscribir y que pide esta actitud permanente de humildad, de audacia, de voluntad.
La misión es también una escuela de amor, un lugar donde se aprende o reaprende a amar. Aquí he conocido bastantes misioneros y voluntarios. Personas que vienen con el deseo de hacer el bien, y que descubren progresivamente su vulnerabilidad.

La experiencia más fuerte que podemos hacer pasa por amar y sentirnos amados. Pero cuando todo a nuestro alrededor parece extraño, este aprendizaje se vuelve agotador. Porque aprender a amar significa aprender a acoger lo que yo soy, con mis deseos, mi fe, pero también con mis dificultades, mis compulsiones, mi necesidad de tener razón. Ahora bien, en los encuentros y en la vida cotidiana, rápidamente se descubre la fragilidad de que somos tejidos. Sin embargo, tengo para mí que, en la medida en que lo descubrimos, tal vez seamos capaces de mirar la vulnerabilidad de Jesús y de amarle.

Es también una escuela donde se aprende que la proporción de las cosas es distinta. Pero no se aprende a medirlas (mucho menos la paciencia). El espacio es vasto, y es fácil perder el horizonte de vista.

El tiempo se dilata en el propio tiempo. Todo, y quiero decir todo, sucede con un ritmo bastante singular, a un suave (suavísimo) compás. Entonces, el tiempo llega siempre a todo lo que queremos, realmente, hacer, porque la lentitud enseña a superar nuestra rigidez y supera lo que sería sólo funcional y útil.

Sin embargo, es en estos momentos que germinan experiencias auténticas. No es necesario consultar boletines meteorológicos. No se abre el GPS para simular cuánto tiempo tarda un viaje de aquí para allá, hasta porque el “de aquí para allá” es de una inmensidad tan grande que no ha sido captada y descifrada por mapas de satélite – nos metemos dentro del coche y que sea como Dios quiera. Si el número de agujeros es razonable, y el coche no se avería, llegaremos más rápidos.

Y si es verdad que Mozambique tiene lugares deslumbrantes, es también verdad que aquellos que existen dentro de las personas son los más increíbles y preciosos. He tenido la delicia de conocer a personas que me enseñan mucho. Personas sencillas y capaces de mantener una actitud de confianza incluso en la escasez, en la pobreza. Que miran al día de mañana con la esperanza de que todo correrá bien, Inshallah [si Dios quiere, como es costumbre oír]. A veces me pregunto: confianza, ¿en qué? Confianza, ¿por qué? La confianza. Confianza en la vida. Son las personas que me enseñan sobre la fe. Confiantes en la protección de Dios y muy agradecidas. Dotadas de un cúmulo de confianza que me invita a mirar la vida con más serenidad.

Es una escuela donde se aprende también a mirar a los ojos de quien nos mira. Porque, en realidad, es cuando observamos que empezamos a ver. Muchas veces, cuando miro a mí alrededor, puedo sentir que no estoy preparada para ver todo lo que encuentro. Pero hasta en eso y para eso, Dios me ha capacitado.

Se aprende también a ver a Dios en las cosas pequeñitas. Recuerdo muy bien que, antes de venir aquí, me había propuesto escribir más: tenía la idea de hacer un diario de a bordo o, al menos, registrar con más regularidad las cosas que iban a suceder, como me sentía, … En fin, de compartir sobre la misión a fin de sentirnos, también, más cercanos (sentir que “estamos juntos”, como aquí se dice). Muchas veces me pregunto: ¿pero sobre qué voy a escribir? Es mucho más fácil hacerlo sobre las cosas extraordinarias. Está claro que no he cumplido la intención que me propuse. Porque, de algún modo, cuando me lo propuse, tal vez ingenuamente pensé que en la misión habría un millón de cosas extraordinarias para contar. Y, en realidad, la misión se hace de momentos y días ordinarios. Los instantes extraordinarios pueden ser más coloridos y melódicos, pero son los cotidianos los que mejor rodean y sedimentan nuestra vida. Esos mismos, los momentos simples y ordinarios, aquellos que encontramos en el servicio y en la relación con las personas que llenan de sentido y hacen la misión especial, sin necesitar que vengan los días extraordinarios, pedir entrega y donación.

La misión es cada día un mapa por descifrar y por conocer. Por eso, a cada momento me siento comenzando un tiempo nuevo, no el del calendario, sino el de la oportunidad de la vida y el de la salvación que puede suceder siempre que Dios nos visita en las cosas más pequeñitas y aparentemente insignificantes.

Llegué a Mozambique hace un año. Pero continúo empezando y caminando hacia el Señor de las bendiciones cada día.

LMC Mozambique

Marisa Almeida, LMC

Ver, sentir, escuchar, tocar, experimentar y anunciar – el anuncio de la Buena Nueva por nuestra Cristina Sousa

LMC RCA

LMC RCAHola amigos.  🙂 ¡Espero que todos se encuentren bien!

Estoy en Bangui, ciudad de soldados y militares, donde el bien y el mal se mezclan.

La visita a la capital es siempre una aventura, que comienza al salir y termina a la llegada de Mongoumba.

En la confusión por la búsqueda del marche (mercado) más barato, en las visitas al hospital para ver a los niños que vinieron con nosotros – uno para operarse una hernia inguinal, otro por malnutrición -, pude parar un momento parar para reflexionar sobre lo que mis ojos realmente ven… o ¡tal vez no!

Mientras unos hacían las compras, otros, en este caso yo, me quedé en el coche a cuidar (sí, porque si no es así, pueden robar todo lo que compramos).

En el caminar de las personas que pasan, un niño orienta a un anciano hacia la ventana de nuestro coche, él me hace una señal con la mano para darle dinero. ¡No puedo resistirme y le ofrezco un envoltorio de monedas pequeñas que transportamos siempre en el cenicero del coche! Después de un singila (gracias), ellos se alejan… ¡Pasados ​​unos cinco minutos el mismo niño reaparece con otro viejito también este ciego!

En ese momento pienso ¡Si le doy algo, vuelve con otro viejito...! Me cuestiono de qué forma el envoltorio de las monedas en algo que se parece al anuncio de la Buena Nueva que me trajo aquí. Dice el proverbio “¡es más ciego quien ve y no quiere ver!”

En realidad esto me hizo reflexionar en ¡¡la forma que debemos ver, sentir, escuchar, tocar, experimentar y anunciar…!!

(Si tengo otra oportunidad, seguro que no me falta, voy a darles un abrazo y decir que soy del país de Cristiano Ronaldo)…! todos me conocen así! Incluso me llaman “Cristiano”. (LOL) ¡¡Estoy segura de que me ganaré una sonrisa…!!

Besos a todos

PS: Disculpen mi texto, pero escribir correos electrónicos por teléfono móvil es difícil…

Un gran abrazo en Jesús

Les quiero mucho…

Cristina LMC, Portugal

Mongoumba, RCA

Encuentro de los LMC alemanes en la casa de la misión en Nürnberg del 3 al 5 de agosto de 2018

CLM Alemania

CLM AlemaniaComo tantas veces fue un placer inmenso sentirse bienvenido y “en casa” en Nürnberg. El hermano Hans Eigner nos dio una introducción a la situación socio-política en el Sur Sudán. Nos ayudó a comprender mejor cómo y con qué objetivos el centro de la paz en Juba nació y lo que se hace ahora en este lugar para posibilitar reconciliación y paz, así como para ayudar en la superación de traumas.

Hemos visto, como nosotros -como grupo LMC- podemos apoyar concretamente el trabajo importantísimo de este centro y de las escuelas relacionadas. En el futuro esto va a ser un punto principal de nuestro trabajo misionero.

Además, concretamos nuestras reflexiones sobre nuestra contribución en Alemania. Se percibe que la fe a menudo no es algo relevante y raramente un tema para conversar. ¿Cómo podemos conversar con personas sobre la fe y cómo animar a la gente a hablar de su fe? También esto será un punto principal para nosotros.

Tuvimos, durante el fin de semana, bastante posibilidad de rezar y conversar juntos. Muy agradable fue también la visita del concierto clásico al aire libre en Luitpoldhain.

Fortalecidos y con “tareas de casa” en la mochila volvemos a nuestros “campos diarios” de misión.

Bárbara, LMC Alemania

Maria Augusta ya está entre nosotros

LMC RCA

LMC RCALa Laica Misionera Comboniana Maria Augusta Pires ya está en Janeiro de Baixo, para pasar algún tiempo del verano entre nosotros, al igual que el año pasado, para luego regresar a la Misión de Mongoumba.

Pero, antes de llegar, envió un mensaje que nos hace bien leer: Llegué ayer por la tarde a Bangui, para mañana proseguir viaje hasta allí. Doy muchas gracias a María y a su Hijo Jesús, que estuvieron a mi lado, cada día, en las alegrías y en las tristezas, sobre todo en los momentos de mayores dificultades.
Agradezco a toda mi familia, a todos los que oraron por mí y por todos los misioneros que trabajan conmigo. ¡Muchas gracias! ¡Pido mucho al Señor por la Paz en nuestro país y también por los demás países, que tanto la anhela también! Que Nuestra Señora de Fátima interceda por todos a fin de terminar las guerras. El Señor toque los corazones de aquellos que atacan a los inocentes, que destruyen todo lo que aparece frente a ellos.
En el domingo [1 de julio] celebramos la fiesta del 50 aniversario de la parroquia de San Jorge de Mongoumba, y se realizaron 249 confirmaciones. Gracias a Dios que eran dos obispos: Monseñor Rhino, nuestro Obispo (Obispo de Mbaiki); y Monseñor Jesús [Obispo auxiliar de Bangassou, y que, antes, fue sacerdote en Mongoumba]. Estaba la Iglesia repleta de gente y fuera de ella casi que había otras tantas personas. Fue una celebración muy larga (casi 6 horas) pero vivida con mucha alegría y entusiasmo. Los fieles no salieron de la Iglesia hasta que todo terminó. Estuvieron presentes representantes de todas las autoridades y también de las diferentes iglesias cristianas. Al final de la Santa Misa, Mons. Rhino habló sobre la muerte del enfermero acusado de “likundu” (hechicería) y leyó los artículos de la constitución que defienden la Vida. Espero que las autoridades y todos los cristianos hayan escuchado y guardado dentro de sus corazones sus palabras para que vivamos todos como hermanos, verdaderos hijos de Dios. Los confirmados de Mongoumba recorrieron los barrios de la villa, cantando cánticos, y al atardecer vinieron a la iglesia rezar y cantar en Acción de Gracias por este día. Pido al Señor que les ayude a todos a ser anunciadores del Evangelio, a seguir a Jesús fielmente y a que no se dejan engañar por las “sectas”, que hay muchas aquí.

El año escolar terminó el día 27 con la proclamación de los resultados. Gracias a Dios, este año fueron un poquito mejores que el año pasado.

Cristina empezó a visitar los campamentos pigmeos, acompañada por el señor Bob, para hacer animación (prevención de enfermedades, higiene…) y tratar a aquellos que están enfermos y tardan en ir al hospital. Muchas veces, sólo van al hospital cuando ya están muy mal y algunos acaban por fallecer. Ana volvió de vacaciones el 8 de junio bien animada, llena de fuerza para continuar la misión. Simone y el Padre Samuel están bien, pero el Padre Fernando vino ayer y tiene malaria resistente… Se quedará en la parroquia de Fátima hasta agosto, mes en que va de vacaciones. ¡Que el Señor le ayude!
Me voy mañana y llegaremos a Lisboa el jueves [5 de julio] a las 15:35. Siempre unidos por la oración.

Un abrazo para todos de la LMC Maria Augusta
– en el Astrolabio
AÑO V – Nº 124 – 22 de julio de 2018