Esta Semana Santa hemos tenido la suerte de volver a juntarnos para celebrar el triduo Pascual los LMC de España.
Este año fuimos acogidos por la unidad parroquial de las cinco Villas en la Sierra de Gredos.
Tuvimos la suerte de “estrenar” la casa parroquial de Villarejo del Valle, recién reformada.
Como venimos haciendo los últimos años, hemos optado por celebrar la Pascua con alguna comunidad donde venga bien algo de animación y colaboración con el párroco local que debe atender varias comunidades distantes. En este sentido nosotros nos encargamos de animar alguna comunidad y junto con la misma comunidad celebrar juntos tanto los oficios como algunas actividades.
Este año solo hemos sido 11 porque por diversos motivos a última hora algunos no pudieron participar con lo que hemos vivido un ambiente más familiar si cabe.
Nos hemos sentido muy bien acogidos por la comunidad con la que hemos ido caminado en estos días y entablado muchas conversaciones y compartiendo nuestra fe, aprendiendo mucho de ellas y ellos.
La mayoría del tiempo hemos estado en San Esteban del Valle. El jueves comenzamos con la celebración del amor fraterno. Mucha participación y una eucaristía muy sencilla donde pudimos entrar en estos días tan importantes.
Después nos desplazamos al monumento que estaba en la ermita del centro del pueblo. Como en todos estos días, la bendita lluvia nos ha ido acompañando y no iba a ser menos, así que el traslado del Santísimo se hizo lo más rápidamente posible.
Después regresamos en la noche para la oración en el huerto de Getsemani. Un momento sencillo donde pudimos ir acompañando al Señor con los diferentes pasajes de Evangelio. Revisando momentos similares de nuestra vida. Pudiendo ahondar en ellos e incluso compartirlos entre todos.
El Viernes Santo fue también un día muy importante. Cada mañana comenzamos con un momento de oración en la iglesia de Villarejo, frente a la casa. De manera sencilla y con algunos vecinos con los que nos unimos cada mañana.
Después nos desplazamos a San Esteban para el Via Crucis organizado por la comunidad. Momento muy sencillo y emotivo, cargado de tradición con la carraca y un canto tradicional que iba contando cada estación. Acompañar al Señor en el camino de la Cruz…
Posteriormente, en la tarde, la celebración de la Pasión y Muerte. Austera y sencilla, que nos ayudó a entrar en esos momentos tan difíciles de asumir y entender.
La noche la terminamos en Santa Cruz, donde compartimos la adoración de la cruz con sus vecinos y con el grupo de jóvenes de las cinco Villas que estaba celebrado una pascua juvenil. Un momento que prepararon muy bien y a través de las canciones y los gestos de adoración nos ayudaron a acompañar la muerte del Señor.
El sábado por la mañana nos reservaba otro ratito de oración en Villarejo. Siempre bonito y que también nos permitió conversar sobre la realidad de la unidad pastoral que se está llevando en las cinco Villas, las dificultades y los retos que como Iglesia afrontan, los cambios y la responsabilidad de los laicos en este camino.
Inmediatamente nos desplazamos a San Esteban donde nos juntamos, además de la gente del pueblo, con otros dos grupos que estaban celebrado la pascua por la zona. Compartimos el Camino de Emaús. Escuchamos los testimonios de los discípulos de Emaús, de Pedro, Tomás o la Magdalena en esos primeros momentos de incertidumbre ante la resurrección. De alegría y casi de incredulidad…
Un momento intenso donde aprendimos los unos de los otros y nos enriquecimos compartiendo nuestra vida.
Al finalizar nos desplazamos a Monbeltrán donde nos invitaron a un magnífico arroz con pollo para terminar la mañana.
En la tarde del sábado organizamos un testimonio misionero. Tras varios días con la gente del pueblo muchos se preguntaban quiénes éramos los Laicos Misioneros Combonianos. Así que aprovechamos la tarde para compartir. Isabel y Gonzalo nos hablaron de sus años en Arequipa (Perú), y después tuvimos un bonito debate sobre la vocación laical misionera, y los desafíos de la misma.
Posteriormente volvimos corriendo para cenar temprano y salir a Monbeltrán donde celebramos la Pascua de Resurrección con personas de la cinco Villas. El párroco quiso hacer una única celebración esa noche tan importante para todos juntos celebrar la Resurrección del Señor.
Fue una celebración muy bonita. El momento del fuego tuvo que ser rápido pues la lluvia hizo acto de presencia como todos estos días, y después pasamos al templo donde cada una había preparado una parte de la celebración. Terminamos con una pequeña fiesta y un compartir.
La mañana del domingo algunos tuvimos que regresar y otros terminaron celebrando la misa de Resurrección con la comunidad de San Esteban. Esta vez la lluvia respetó y pudimos sacar al Señor Resucitado y a su madre.
Queremos agradecer a don Alvaro y a todas las comunidades de las cinco Villas por la acogida recibida. En todo momento nos hemos sentido muy bien acogidos. Cada cual hemos acompañado y animado momentos diferentes y entre todos hemos conseguido celebrar la Resurrección de Señor.
Que el Señor resucitado nos acompañe a todos siempre. Que sepamos ser testigos y llevar su luz a todos los pueblos de la Tierra. Aleluya, Aleluya
Alberto de la Portilla. LMC.