Ya estoy en Açailândia (Maranhão). Aquí estoy con Xoancar, Liliana y Flávio.
Todo el día de hoy lo hemos dedicado al trabajo de “justiça nos trilhos”. Desde donde se apoya a las comunidades afectadas por las empresas mineras (sobre todo la Vale).
Sólo para dar una idea de las dimensiones: en la zona está ubicada la mina de hierro más grande del mundo a cielo abierto (con 500mt de profundidad). Sacan el metal en tren hasta el mar. Trenes de más de 300 vagones.
Ahora han doblado la línea férrea y pretenden tener trenes de hasta 600 vagones. Unos trenes que circulan día y noche. Una mina que podría durar más de 2 siglos pretenden agotarla en 60 años. Y para eso pasan por encima de todo y de todos.
Los trenes y camiones pasan por medio de las comunidades o las dividen. La contaminación es tan grande que las cosas y casas siempre tienen una capa de polvo de hierro encima, por más que limpies. Así que imaginar los pulmones, ojos y pieles de las personas. Muchos han tenido que dejar sus casas por enfermedades. Por no hablar de la contaminación acústica. El patio de sus casas da a la siderúrgica. Los desechos del hierro candentes se acumulan detrás de la casas y muchos niños suben a las montañas que forman y a veces se rompe la capa de arriba que ya se ha enfriado y se queman pues abajo el hierro sigue ardiendo, como lava.
Nos han contado la lucha de la comunidad por buscar un lugar donde reubicarse. Donde cada paso por este derecho a una vivienda digna se convierte en una lucha a ganar en la calle. Una comunidad organizada y concienciada gracias, entre otras cosas, al trabajo y apoyo de laicos y religiosos Combonianos que han dado formación, apoyo jurídico, estructuración… Acompañando paso a paso esta lucha.
Aquí los LMC como educadores populares visitan las comunidades (muchas son asentamientos de reforma agraria, gente que ocupa la tierras para poder cultivar y reivindicar el derecho a la tierra que le reconoce la Constitución), forman a los líderes, apoyan las reivindicaciones, hacen grupos de presión a nivel internacional (la Vale es una gran multinacional).
Para conocer mejor este trabajo por la tarde hemos visitado dos comunidades a pie de la vía (ahora vías) del tren.
Ese tren de 300 vagones que pasa cada 30-40 minutos día y noche. Soltando polvo de hierro, tocando la bocina cada vez que pasa (día y noche). Que no permite a la gente ir libremente a las tierras que cultivan, o a los niños a la escuela, o salir de su poblado si hay una urgencia… Porque no quieren construir pasarelas en cada poblado y las comunidades deben pelear cada una de ellas. Peor está la cosa ahora que hicieron la segunda vía del tren y están doblando el número de trenes. Varias son las personas que han muerto al cruzar o han tenido accidentes graves.
Continuando con mi visita en Maranhão, el otro día estuve de visita por lugares emblemáticos para nosotros como el Centro de Defensa de la Vida y los DDHH y la Casa Familia Rural.
El Centro de defensa continua con múltiples actividades para la comunidad y los jóvenes (teatro, danza, capoeira…), abierto a la comunidad y a sus luchas sociales pero sobre todo sigue con su principal actividad de lucha contra el trabajo esclavo. Una práctica que sigue adelante en pleno siglo XXI.
Después nos desplazamos a la CFR, con Xoancar y Dida. Siguen llegando los jóvenes a estudiar durante una semana (de mañana, tarde y noche) y la semana siguiente vuelven a sus comunidades para poner en práctica lo aprendido. Nos atendió el actual director, ex-alumno de la CFR y que tras pasar por la universidad está a cargo del programa.
Xoancar ahora trabaja en Justiça nos Trilhos (donde también están Flávio y Liliana). Está comenzando un nuevo proyecto de agricultura ecológica experimental, construcciones sostenibles y demás. En los terrenos que están junto a la CFR creará un centro de experimentación y buenas prácticas (tanto agrícolas como de construcción) que ayude a las comunidades campesinas de la zona. Un lugar donde la gente pueda aprender modelos más sostenibles.
Proyectos nacidos después de mucho trabajo y reflexión con la comunidad, asumidos por personal allá (la mayoría se han ido formando en la Universidad a partir de implicarse en ellos y gracias al apoyo de los proyectos). Siempre han buscado capacitar a las personas implicadas y dejar un trabajo de calidad en sus manos. Con ciertos problemas de financiación pero con mucha ilusión siguen adelante tras 18 años.
Aquí termina mi visita a los diferentes lugares donde estamos presentes en Brasil como LMC. Ha sido una experiencia maravillosa.
De aquí parto a participar en el Foro Social Mundial y el Foro Comboniano que se celebrará en Salvador de Bahía.
Un saludo
Alberto