Laicos Misioneros Combonianos

Proyecto Memoria de África: Antonio Guirao

P Antonio Guirao

Seguimos esta serie con el P Antonio Guirao Casanova, sacerdote y misionero comboniano, ha estado veintitrés años en Kenia. En esta ocasión, nos cuenta su acercamiento y convivencia con la tribu seminómada de los Pokots. Durante ese tiempo, lleva a cabo una labor esencial en el terreno de la educación tanto de zonas rurales, como urbanas, en la capital, Nairobi.

Proyecto memoria Casa África

Jesus Ruiz

Compartimos una serie de videos grabados por “Casa África” en España.  Una iniciativa de esta institución que pretende ser un homenaje a todos los que convirtieron África en el centro de sus vidas.

Muchos españoles han vivido la mayor parte de su vida en, por y para África. Dada la avanzada edad de muchos de ellos, el recuerdo, la memoria de sus vivencias podría perderse. Por eso nace el Proyecto Memoria, con la única intención de recoger y salvaguardar sus experiencias, sus aportaciones, sus triunfos y fracasos personales y profesionales, ofreciendo una ventana histórica y documental que nos permita conocer cómo era África hace medio siglo, algo que puede ayudarnos a comprender su situación actual”.

Recuperaremos algunas de las entrevistas realizadas a Misioneros Combonianos.

Comenzamos esta serie con la entrevista al Obispo Comboniano Jesús Ruiz que durante tanto tiempo ha trabajado y sigue trabajando con los LMC (ahora Obispo en República Centroafricana en la diócesis de nuestra comunidad internacional de Mongoumba).

¿Qué es África para ti?

AfricaAmani

Celebramos hoy el día internacional de África. Un día para celebrar la vida y esperanza que encierra este gran continente y sus pueblos.

Desde nuestra ONGD Amani-Laicos Combonianos por el Sur queremos dar voz a diferentes personas africanas por origen o corazón para que nos compartan qué supone África para ellos/as.

Haciendo click en cada imagen del árbol podrán escuchar el testimonio de cada una de las personas que participan.

AfricaAmani

Amani-Laicos Combonianos por el Sur

Laudato si’ y Ciranda potencian la agricultura familiar en Maranhão

Ciranda

Fuente: Vatican news

Ciranda
Cisterna completada con el trabajo en equipo

El Centro de Innovación rural y de Desarrollo agroecológico (Ciranda), ofrece formación teórica y técnica en agroecología a 70 familias de la ciudad de Açailândia como alternativa económica a la cadena minera y agroindustrial de la región, que se encuentra, precisamente, en medio del ferrocarril “Estrada de Ferro Carajás” (Efc). Según el coordinador Xoán Couto, el proyecto brasileño se inspira en la Laudato si’ porque sigue el mismo camino que une fe y ciencia, en “respuesta a las necesidades de las comunidades, valorando también los conocimientos tradicionales”.

Andressa Collet – Ciudad del Vaticano

La Ciranda forma parte del patrimonio cultural de la mayoría de los niños brasileños. Es una canción, con una danza en círculo, que recuerda a las esposas de los pescadores del noreste del país, que cantaban mientras esperaban que sus maridos volvieran del mar. Una danza comunitaria, siempre en espera “del otro”, precisamente como un proyecto desarrollado en la ciudad de Açailândia, en el Estado de Maranhão, en plena Amazonía brasileña.

Un juego tomado en serio desde el 2018. Ciranda, acrónimo de Centro de Innovación rural y de Desarrollo agroecológico, decidió apostar por la agroecología como alternativa económica a la cadena minera y a la agroindustria de la región, que se encuentra justo en medio del ferrocarril “Estrada de Ferro Carajás” (Efc), que conecta la mayor mina de hierro a cielo abierto del mundo, en Carajás, en el sureste de Pará, con el puerto de Ponta da Madeira, en San Luis, en Maranhão.

La ecología integral surge así como una posibilidad real para que las familias no dependan sólo de la extracción, sino que sean capaces de salvar la economía local, generando ingresos en casa, con un menor impacto en el medio ambiente. El coordinador de Ciranda, Xoán Carlos Sanches Couto, misionero laico comboniano, es quien explica la relación con la casa común, que puede adaptarse a la realidad de cada uno: “Ciranda promueve tecnologías adecuadas para los agricultores familiares y los campesinos. Aquí probamos y aplicamos tecnologías y formas de producción bien adaptadas al tamaño de las propiedades de los agricultores familiares, a sus conocimientos, a la mano de obra que encuentran en sus familias y al entorno que tenemos en esta región”.

Ciranda
Jóvenes del proyecto Ciranda en un estudio de campo

Agroecología inspirada en la Laudato si’

Xoán es un agrónomo español, que lleva 20 años en Brasil y trabaja con familias de la región amazónica de Maranhão. Al principio, creó la “Casa Familia Rural”, un tipo de escuela agrícola comunitaria para mejorar la vida y la educación de los jóvenes rurales. Hoy, junto con Ciranda, dirige dos proyectos que ayudan a 70 familias de la región con formación teórica y técnica.

En los cursos ofrecidos, los hijos de los agricultores aprenden a familiarizarse con las formas de producir cultivos agroecológicos, con la posibilidad de aplicarlos en sus propias propiedades. Se trata de tecnologías aptas para la agricultura familiar que, una vez aprendidas en la escuela, se transmiten a las familias y comunidades en un flujo permanente de incentivos para no abandonar el medio rural. Este es uno de los buenos ejemplos que llegan desde Brasil, una acción que no resuelve los problemas globales, pero que confirma “que el ser humano todavía es capaz de intervenir positivamente” para mejorar el medio ambiente (Papa Francisco, Laudato si’, 58).

Esta idea de trabajar con la agroecología dice Xoán, “está muy inspirada en la encíclica Laudato si’, un encuentro de ciencia y fe, que busca lo mejor que la ciencia ha producido para explicar la crisis ambiental, para dar una respuesta con la fe, pero también con una base científica. Así que el Centro Ciranda también toma el mismo camino. Utilizamos el conocimiento científico, tenemos asociaciones con institutos de investigación y universidades, pero al mismo tiempo nuestra respuesta se basa en las necesidades de las comunidades, valorando también el conocimiento tradicional”.

Xoán da ejemplos de las técnicas enseñadas, que van desde la construcción ecológica, una forma tradicional de construcción muy practicada en la región con arcilla y tejas hechas con material reciclado, hasta la producción de biogás y la recogida de agua de lluvia con cisternas. Pero también se practican la avicultura, la piscicultura y la apicultura; se crían cerdos al aire libre y se fomentan los sistemas agroforestales mediante la plantación de árboles madereros y frutales y también de cultivos anuales que son la base de la alimentación de los habitantes, “como el maíz, las judías y la mandioca. Todo esto se planta junto en una forma llamada policultivo, donde no hay monocultivo y una especie ayuda a la otra, por lo que se tiene un ambiente equilibrado: es muy difícil que una plaga o algún insecto ataque y cause daños económicos. Así que es una forma de inspirarse en la naturaleza, que también tiene su base científica”.

Ciranda
La técnica de construcción ecológica, con arcilla y tejas con material reciclado

Los retos de Ciranda: de los incendios a la agroindustria

A pesar de los buenos resultados, hay desafíos: es el caso de los incendios que provienen de otras propiedades vecinas. Xoán afirma que, en general, consiguen salvar los cultivos permanentes, pero las otras áreas, con sus experiencias de pastoreo ecológico y reservas forestales, se ven gravemente dañadas por el fuego, como ha ocurrido en los dos últimos años: “Este es un desafío que nos lleva a pensar en cómo, para los próximos años, superar este problema si podemos construir barreras forestales que sean menos susceptibles al fuego”. Incluso así, de todos modos, los resultados ya son prometedores: vemos en las familias un entusiasmo y una voluntad de seguir trabajando la tierra, sabiendo que se trata de una misión para proporcionar alimentos a la humanidad y que se puede hacer preservando nuestra casa común, sin degradar el medio ambiente”.

La alianza con la naturaleza está ya muy presente en la vida de la mayoría de los agricultores. Sin embargo, no todo el mundo tiene esta conciencia, porque la agroindustria está muy presente a nivel local, “transformando economías, paisajes y mentes”. Como confirma el Papa en la Laudato si’ (54), “muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común” y “cualquier intento de las organizaciones sociales por modificar las cosas será visto como una molestia provocada por ilusos románticos”.

Ciranda
Xoancar, en el centro, con un grupo de agricultores familiares

Xoán es plenamente consciente de que Ciranda es una experiencia que “contradice profundamente los fundamentos del mercado capitalista, donde vale más quien más tiene y quien más gana”. Por eso, muchas veces, explica, “se tiende a ridiculizar a las familias, a minimizarlas, a decir que esto no funciona, que esto no puede alimentar a la humanidad, cuando ya tenemos varios estudios que dicen que, por ejemplo, una hectárea agroforestal – que es el método con el que trabajamos, el sistema agroforestal – es más productiva que una hectárea de monocultivo de soja”. Esto es en términos monetarios, pero también en términos ecológicos. Por tanto, desmontar esta `racionalidad monetaria’ es uno de los retos que tenemos y en los que trabajaremos en los próximos años”.

Ciranda
Jóvenes del proyecto Ciranda en un estudio de campo

*Fotos y vídeos realizados antes de las últimas medidas tomadas para hacer frente a la emergencia de la Covid-19

A las puertas de una Semana Santa diferente

David Gumuz Situation
David Gumuz Situation

Etiopía es un país muy diferente al resto, en muchos aspectos. Entre ellos, el calendario propio, tanto el civil como el religioso. Los cristianos siguen el calendario Ortodoxo (tanto los ortodoxos como los católicos), en el cual, la Semana Santa comenzó ayer domingo 25 de abril (día 17 del mes Miaziah para los etíopes).

En estos días hemos estado en la Cuaresma, periodo que se caracteriza por el ayuno y por el compromiso personal y voluntario de abstinencia para hacer un replanteamiento de nuestro modo de vida.

Sin embargo, nuestra gente lleva padeciendo un ayuno forzado desde hace semanas. Desde que el conflicto se radicalizó y las negociaciones para llegar a un acuerdo de paz en nuestra región se rompieron, miles de familias de todas las etnias tuvieron que abandonar sus hogares, y fue entonces cuando comenzó este periodo impuesto de verdadera penitencia y abstinencia.

Abstinencia de comida, porque huyeron con lo puesto, pensando que sería temporal; y estuvieron días, sino semanas, sin poder entrar en ninguna aldea, deambulando por los bosques, sin comer durante largos periodos, para poder alimentar con lo escaso que tenían a los bebés y a los niños y niñas de menos edad. Ese ayuno obligado les ha mantenido sin apenas fuerza durante más de una semana, y la malnutrición ha aflorado, así como problemas de salud relacionados.

Abstinencia de refugio, porque no les dio tiempo ni a coger con qué taparse. Sin mantas para protegerse de la fría y húmeda noche de los bosques, ni del calor sofocante de los días bajo el sol. Además, forzados a dormir sobre el suelo, sin nada sobre lo que reposar y sin nada que los cubra; expuestos a todo tipo de animales e insectos, especialmente el mosquito, que ha causado estragos, dando lugar a un rebrote importante de malaria, que está manifestándose ahora.

Abstinencia de salud, puesto que las situaciones antes mencionadas, así como el estrés, la preocupación, el miedo y la angustia están provocando el florecimiento de todo tipo de enfermedades físicas, así como empeoramiento de la salud psicológica, sobre todo de los más vulnerables. La desesperanza tiene un efecto negativo que ni podía imaginar, y que se materializa también en el cuerpo.

Abstinencia de seguridad, puesto que no sólo están expuestos a las inclemencias del tiempo, sino a los ataques de las milicias de las diferentes etnias, de los que por desesperación se dedican al pillaje, de los que quieren sacar beneficio del conflicto. Es tan frágil la vida en esta tesitura, que parece que ha perdido todo su valor.

David Gumuz Situation

Mañana comenzará la Semana Santa con el Domingo de Ramos. Con la ausencia de casi toda nuestra gente, con la inseguridad de si volveremos a ver a muchos de ellos, y con el sufrimiento que se está padeciendo enquistado en nuestro corazón. La Pasión y Muerte de Jesús tiene más sentido que nunca en estos momentos en los que, para cientos o miles de personas, cada día es un Calvario.

Por eso, la Última Cena tiene que recobrar todo el sentido, cuando Jesús, antes de comenzar, se puso a servir a los suyos y les lavó los pies, un gesto entendido en su época como una humillación del que debe reverenciar al que está por encima. Sin embargo, Él le dio un significado nuevo, escenificando una de las mayores obras de misericordia que existen: sirva nuestra fe en Dios para buscar servir y no ser servidos. No podemos quedar impasibles ante el sufrimiento del hermano, de la hermana. Que no nos sea ajeno, sino “prójimo” el padecer de nuestra gente (entendido desde la fraternidad universal).

Desde nuestra misión en Gilgel Beles, desde el principio abrimos nuestras puertas a los miles de refugiados que hay por los bosques alrededor de nuestra zona. Con los escasos medios que teníamos, buscando hasta debajo de las piedras, y con la colaboración de nuestra diócesis en Etiopía, así como del gobierno local (colaboración escasa por el número de necesidades que hay) intentamos aliviar en los poco a los que alcanzamos, centrándonos principalmente en los más vulnerables.

Para los enfermos y enfermas y para las embarazadas creamos un puesto médico de emergencia, que se ve siempre desbordado por los numerosísimos casos de malaria, tifus y tifoidea, problemas graves de piel, neumonías, malnutrición severa, etc. Para los niños y niñas creamos un comedor diario, que por desgracia se ve casi siempre superado por las necesidades.

Los medios son insuficientes, las fuerzas flaquean, el número de personas que llega a diario aumenta, las necesidades se multiplican, los días pasan y las situaciones se agravan. Pero al final del día, cuando nuestra esperanza está a punto de ser superada, nos percatamos de que todos los niños y niñas han recibido al menos una comida, los enfermos han sido medicados y como mínimo, reconocidos, las mujeres han recibido atención, y el reparto de ropa y medios para protegerse ha concluido. Que donde no había comida para todos llegó, y donde no había plan la solución surgió.

Como decía San Agustín, “trabaja como si todo dependiera de ti, confía como si todo dependiera de Dios”. Esos sencillos milagros del día a día son los que me hacen reconocer que a pesar de lo encabezonados que estamos de estropear su obra, Dios nos sigue cuidando y protegiendo, sobre todo cuando nada queda, “sólo Dios basta”.

Con ese sentimiento agridulce, de confianza por un lado, y de desaliento por la situación por otro, comenzamos la Semana Santa; con la vista siempre puesta en la Resurrección, es decir, en la confirmación de que a pesar de todo, la bondad y el perdón deben de tener siempre la última palabra. Y es difícil creérselo con lo que la gente está viviendo, pero, ¿era caso esperada la resurrección?

David Gumuz Situation

Porque, si esos “milagros inesperados del día a día” no son señal de que hay un Dios que desborda Amor, “que venga Dios y lo vea”.

David Aguilera Pérez, Laico Misionero Comboniano en Etiopía