Laicos Misioneros Combonianos

Nueva comunidad LMC internacional en Cracovia

LMC en CracoviaEsto es ser misionera, ser capaz de aceptar los cambios con alegría e ilusión allá donde éstos nos lleven y con los hermanos que sea. Y es mucho más fácil cuando descubro con entusiasmo, que también en Cracovia me siento en familia y en casa. La comunidad me ha recibido con mucho cariño y el conocer a mis nuevas compañeras de aventura sólo ha hecho aumentar mis ganas de llegar a África. Comunidad internacional, tres polacas y una española hablando en inglés y con la intención y el deseo de aprender pronto el Acholi.

Somos Monika, Ewa, Asia y yo Carmen, y a pesar del frío del invierno polaco hay mucho calor en nuestros corazones y toda la voluntad de recorrer este camino juntas como comunidad. No sé si son las ganas que todas tenemos pero hemos conectado de maravilla y se respira muy buen ambiente.

Seguimos con el proceso de formación intentando asimilar e interiorizar cosas tan necesarias como saber quiénes somos (laicas combonianas) nuestra historia y lo que significa integrarse y entrar en una cultura desconocida, diferente y a la que queremos acercarnos con el mayor respeto posible.

Creo que somos un equipo que se va a complementar bastante bien, donde hay mucha frescura y esa alegría por vivir el Evangelio y la Misión, que el Papa Francisco nos está recordando y que nosotras trataremos de no olvidar en ningún momento de nuestra experiencia en Gulu (Uganda).

No podía haber sido más positivo este comienzo de año con mi familia, la familia comboniana, con las laicas polacas y los Padres combonianos de la comunidad de Cracovia. Juntos consiguen transmitir esa idea que todos soñamos de unidad y de entusiasmo por un mismo objetivo: seguir a Jesús al lado de los últimos.

Carmen Aranda Arnao. LMC

Somos una gran familia

encuentro LMC diciembre 2013Durante los días 6 al 8 de diciembre los LMC de España nos reunimos en Madrid para celebrar nuestro encuentro anual de diciembre. Ha sido una alegría poder juntarnos casi todos. Y es que, sin duda, somos UNA GRAN FAMILIA. Sin más papeles que la Biblia y las ganas de dejarnos interpelar por lo que la Palabra de Dios nos suscita e interpela para nuestra vida, hemos disfrutado de unos días de encuentro, de poder compartir desde el corazón, de escuchar a los demás y de dejarnos interpelar. Gracias a todos-as por haberlo hecho posible, por las ilusiones y sueños compartidos y por las ganas de seguir caminando y de seguir apostando por la misión.

Isidro Jiménez. LMC

***********************************

Querida familia, Quería darle muchas gracias a Dios por los días que hemos podido celebrar y compartir juntos como familia LMC. Han sido unos días hermosos, llenos de ENCUENTROS Y REENCUENTROS fruto del Espíritu que sigue soñando con nosotros, del trabajo silencioso y del buen hacer. En estos días recordaba, con mucho cariño, aquella cita con la que nuestro acompañante comunitario en Arequipa recibió a nuestra comunidad: “Subió a la montaña, fue llamando a los que él quiso y se fueron con él. Nombró a doce [a quienes llamó apóstoles] para que convivieran con él y para enviarlos a predicar con poder para expulsar demonios. [Nombró, pues, a los Doce]. A Simón lo llamó Pedro; a Santiago de Zebedeo y a su hermano Juan, a quienes llamó Boanerges, que significa: Hijos del trueno; a Andrés y Felipe; a Bartolomé y Mateo; a Tomás, Santiago de Alfeo y Tadeo; a Simón el zelota y a Judas Iscariote, el que incluso le traicionó.” Mc 3, 13 – 19 ¿Cómo se le ocurrió a Jesús llamar para trabajar JUNTOS a un pescador, a un recaudador o a un celote? ¿No hubiera sido más fácil que todos hubieran sido del mismo gremio o de la misma “zona”? Y de nuevo, doy gracias a Dios, por que nos llama a todos y a cada uno por nuestro nombre y sueña con nosotros individualmente y también como comunidad, de ahí brota siempre algo nuevo, distinto y mejor. Un abrazo de adviento,

Carmen Martín. LMC

dsc04461

**************************************

Doy gracias por el “encuentro”, palabra que tanto se repitió en la dinámica de los globos y que se refería a nuestras expectativas de este tiempo juntos, no era la mía personal, que buscaba “apertura de corazón”, porque me sentía en este paso anterior para que sea posible el encuentro. Tenemos que dar gracias a Miquel que nos acompañó durante todo el viernes y sábado a reencontrarnos con nuestra fuente a través de la palabra de Dios, de una manera sencilla, despojándonos de lo anterior y dejándonos llevar por lo que así de primeras nos sugería y expresando cómo nos hacía sentir todo aquello. Tuvimos ocasiones para compartir expresarnos, conocernos, querernos, pedirnos lo que necesitábamos los unos de los otros, ser más comunidad, y ¡con qué gusto se ora y celebra luego! Tenemos que dar gracias a Tere, con la que pudimos hablar y nos contó de primera mano los sinvivires de República Centroafricana, también a Isabel y Gonzalo, este último tratando de recuperarse de su última desventura por Perú y ella tratando de sacar el trabajo de los dos, gracias a Xoancar también, aunque no hablamos con él. Gracias a Carmen, José y el pequeño Pablo, que se nos ha hecho mayorcito en Perú que nos hablaron desde el corazón, compartiendo con nosotros lo vivido en aquella tierra, a la que estarán eternamente unidos. Gracias a Carmen Aranda que se marcha en nuestro nombre a no sabe aún donde. Y a Palmira su compañera en este tiempo. Y a todos los LMC de otros países que Alberto siempre nos recuerda que son de los nuestros y nosotros los de ellos. Gracias a todos los que asististeis por no desistir, y a los que no fuisteis, que fuisteis pocos, mucho ánimo. Un abrazo, Fátima Verdejo. LMC

dsc04442

Actualizando el Plan de Comboni

Encuentro de la Familia Comboniana en España

150 plan de ComboniCon motivo del 150º Aniversario del Plan para la Regeneración de África escrito por San Daniel Comboni, la familia Comboniana en España (Misioneros Combonianos, Misioneras Combonianas, Misioneras Seculares Combonianas  y Laicos Misioneros Combonianos) nos reuniremos el fin de semana 5 y 6 de abril en Madrid.

Será un momento de reflexión, oración, convivencia  y trabajo en común en torno a los desafíos y las intuiciones que Comboni nos plantean para la realidad de hoy.

Este encuentro, a modo de talleres, estará animado por el Padre Joaquim Valente, responsable del Studium Comboniano.

Queremos reflexionar sobre los desafíos que nos plantea la misión a día de hoy releyendo el Plan de Comboni en clave de familia. Cada vocación específica aporta matices que enriquecen este análisis. Comboni ya nos creó como Cenáculo de Apóstoles por África, donde religiosos, religiosas, sacerdotes  y laicos trabajasen juntos creando una sinergia que involucrase a toda la Iglesia con el fin de ocuparse del continente más abandonado del mundo, África.

Actualmente como familia comboniana nos encontramos en África, America, Asia y Europa. Queremos todos juntos ser fieles y actualizar esta llamada misionera que recibimos de Jesús bajo el carisma de Comboni.

En la comunión de una misma vocación misionera y comboniana os saludamos con cariño, los miembros de la comisión: Pedro Andrés Miguel (MCCJ), Carmina Ballesteros (MC) y Alberto de la Portilla (LMC).

Una comunidad de formación especial

Comunidad de formaciónEl pasado fin de semana estuvimos en Madrid visitando a Palmira y Carmen.

Dentro de nuestra familia comboniana es normal que cada misionero y misionera se prepare a conciencia antes de partir a misión. Siempre intentamos dar lo mejor de nosotros mismos y para ello la formación es algo imprescindible.

En este caso estamos ante una experiencia de formación muy singular. Palmira Pinheiro es una Misionera Secular Comboniana portuguesa que ha venido a España para prepararse antes de partir a la República Centro Africana, esta preparación la hace junto a Carmen Aranda, Laica Misionera Comboniana española, que también se prepara para para partir a la misma misión. Sin duda es una experiencia singular en cuanto a que se trata de una comunidad de formación internacional y además entre miembros de distintas ramas de la familia comboniana. Esto aporta una riqueza singular a la experiencia y es un reto también para el equipo formador que acompaña la experiencia compuesto por LMC españoles (Mercedes, Luis e Isidro) y el misionero comboniano Antonio Guirao.

Aquí no queda la particularidad, en esta ocasión ellas dos hacen comunidad con otros tres laicos (un matrimonio y un soltero) de otra asociación de laicos misioneros españoles (OCASHA).

Esa colaboración es fruto de la interrelación que como familia comboniana tenemos en los distintos países y a nivel internacional, así como del trabajo de coordinación y colaboración que se realiza dentro de la CALM (coordinadora de asociaciones de Laicos misioneros de España). Todo esto me recuerda al sueño de Comboni que ya a mediados del S. XIX reclamaba al Concilio Vaticano I (a raíz de su plan para la Regeneración de África) que “la Obra debe ser católica, no sólo española o francesa o alemana o italiana. Todos los católicos deben ayudar a los pobres Negros… con nuestro plan aspiramos a abrir el camino a la entrada de la fe católica en todas las tribus en todo el territorio habitado por los Negros. Y para conseguir esto, creo, deberían unirse todas las iniciativas”.

En un lenguaje de su tiempo Comboni nos animaba a salir de nuestras limitaciones y particularismo. Nos animaba a poner las necesidades del continente más abandonado y sus gentes, como prioridad absoluta. Y que todo unidos nos pusiéramos al servicio de “los más pobres y abandonados” (como él decía).

Este sueño de Comboni de colaboración sin intereses entre todos se hace realidad en esta comunidad de formación tan internacional y tan variada. La Iglesia al servicio de los más necesitados.

El resto del fin de semana, Carlos y yo continuamos tratando algunos asuntos del Comité Central LMC. Contentos y  muy ilusionados de ver a estas compañera que con disponibilidad e ilusión se preparan para su servicio misionero en Centroáfrica.

Una vez terminen el curso de misionología de tres meses (donde ese preparan con otros misioneros españoles que van a partir este año) irán a completar su formación y perfeccionar la lengua a Francia. Allí estarán viviendo con las hermanas misioneras combonianas (un colaboración más dentro de la familia) pero esa historia la dejamos para más adelante y seguro que ellas se animan a contarla.

Un saludo a todos.

Alberto

#YoSoyDomund: los rostros de la misión

‘Encuentros Vida Nueva’ aborda los desafíos a los que se enfrenta la Iglesia en este campo

Carmen, Magdalena y AnastasioMagdalena, Anastasio y Carmen, ‘portavoces’ de los misioneros para Vida Nueva (revista española).

FRAN OTERO. Fotos: LUIS MEDINA |

Quizá se pregunte, si no lo ha escuchado ya, qué significa #YoSoyDomund. No será el único, también se lo han preguntado obispos. La respuesta es sencilla: es la campaña que, en lenguaje tuitero, ha lanzado Obras Misionales Pontificias-España para que seamos conscientes de que todos formamos parte de la Jornada Mundial de las Misiones, un día –este año se celebra el 20 de octubre– que fue descrito por el papa emérito Benedicto XVI como “un nuevo pentecostés”.

Vida Nueva, en su compromiso con los misioneros y con la misión, ha decidido sumarse a la campaña a través de una nueva edición de los Encuentros Vida Nueva, tal y como afirmó su redactor jefe, José Lorenzo, en la apertura del diálogo: “Desde Vida Nueva, hemos seguido siempre a la misión con muchísimo interés. Es un testimonio muy importante para el mundo de hoy y siempre nos encontrareis para ayudaros en esta labor tan necesaria”.

Participaron el director nacional de Obras Misionales Pontificias, Anastasio Gil (AG); la misionera comboniana con 35 años de trabajo misionero en Chad Magdalena Rivas (MR); y Carmen Aranda (CA), una joven Laica Misionera Comboniana, que se irá a República Centroafricana el próximo año.

 

PREGUNTA.- ¿Cómo vive la misión?

AG.- Desde mi dedicación, casi “profesional”, estoy descubriendo la hondura de fe, humanidad y generosidad en cada uno de los misioneros. No he encontrado a ninguno que me desdiga de esto. Los misioneros, independientemente de la edad, son gente joven porque no tienen nada que llevar en la mochila; no se cuestionan por qué ir a un sitio u otro. Además, cuando están en la misión son personas reposadas, tranquilas, que muestran la paciencia de Dios. Saben bien que la hierba crece de noche.

MR.- Creo que nos idealizas demasiado, porque somos humanas, pobres, pequeñas… y muchas veces tenemos una misión tan grande que nos absorbe. Cuando yo me fui en 1977 al Chad, creía que me tenía que comer el mundo. Trabajé siempre en el campo de la sanidad: allí enseñé las cosas más básicas, como lavarse las manos o filtrar el agua, y también dirigí un hospital de 130 camas. He trabajado en pueblos, debajo de un árbol, en un cobertizo, con niños malnutridos, poliomielíticos. Es un camino en el que creces, descubres y te sientes cada vez más pequeña. No he hecho catequesis nunca, pero me he sentido misionera al cien por cien sanando en el hospital. Intentaba ser un poco la sombra de ese Dios que pasa y deja un poco de amor en un país en permanente conflicto y en una situación de extrema pobreza.

CA.- Para mí, la misión es la vida en mayúsculas. Estuve tres meses en Etiopía y sentí que Dios me citó allí para quedar conmigo. A la vuelta, África salía por todas partes. Así que dejé mi trabajo, mi coche y mi casa. No pude hacer nada, porque lo que me está ofreciendo es algo mucho mejor. Necesitaba que Dios fuera mi prioridad, y en África lo he conseguido. Ha sido una llamada a estar con los últimos muy bonita. Dios lo hace muy bien: te cuida, te mima y te dice las cosas que sientes. En mi caso, no ha habido renuncias y, en ese sentido, ha sido muy fácil.

MR.- Vivir en misión es fácil y muy difícil. Es fácil si tienes vocación y si has encontrado tu sitio. No importa lo que hagas, porque serás feliz. Y es terriblemente difícil, porque no tienes medios y atiendes situaciones extremas. Pero podemos seguir viviendo porque hay gente en España, Italia o Francia que reza por nosotros, nos apoya, nos sostiene. Eso sí, he llorado muchísimo.

CA.- Yo también lo pasé fatal el último mes en Etiopía…

MR.- He llorado mucho. Te sientes hundida, destruida. Por ejemplo, el Hospital Sant Joseph, el único que hay en el sur del Chad y donde trabajaba, está a punto de cerrar porque no tenemos fondos. Te sientes pequeñita, pobre y que no puedes hacer lo que deberías. La providencia ha hecho que muchos médicos que vienen desde España se hayan enamorado de él y hagan campañas y fiestas para recoger fondos.

Grupo Vida Nueva
P.- ¿Y qué es el Domund para usted? ¿Cómo lo viven desde cada una de sus realidades?

MR.- En Chad lo vivimos de la misma manera. Celebramos una vigilia, se reza y se hace una colecta, porque los pobres pueden dar de su pobreza para ayudar a otros pobres y pueden rezar por otros pobres. El Domund lo vivimos con profundidad, son jornadas muy grandes para nosotros. En definitiva, es vivir para el otro, con el otro y ponernos en su piel. Otra cosa es que necesitamos medios y sustento, pues no hemos aprendido a vivir del aire. Tenemos necesidades materiales, pero creo que hay que dar más fuerza a la parte espiritual del Domund, a esa unión. A mí me ha ayudado muchísimo a no tirar la toalla que se celebrase en mi parroquia una Eucaristía por los misioneros en peligro. Me decía: “No aguanto más, pero no puedo tirar la toalla”.

AG.- Hay una comunión eclesial, de espíritu, de oración y de familia. Por razones obvias, nos deslizamos a identificar el Domund con la cooperación económica, pero es una consecuencia de la cooperación espiritual. Tenemos que abrir el horizonte y ver lo que pasa en otros países. El Domund es la mejor expresión de la universalidad de la Iglesia. El 20 de octubre se va a orar en todas las iglesias por las personas que han recibido la vocación misionera, nos vamos a sentir solidarios con ellos. La cooperación económica es imprescindible, pero no es lo más importante. El Domund es la fiesta de la universidad de la Iglesia, “el nuevo pentecostés”, que dijo Benedicto XVI.

CA.- La gente que está sufriendo son nuestros hermanos y yo no puedo vivir de espaldas a ellos. El Domund nos conecta a todos y nos recuerda que todos, como cristianos, somos responsables de nuestro hermano. Quiero sentir que aquellos que viven en otras partes del mundo son mis hermanos. Me voy pronto a la misión y nos están diciendo que nos desmontemos todo para no sentirnos abrumados en el lugar de destino. He nacido en una familia maravillosa y eso es gratis. Espero que todo mi bagaje lo pueda utilizar sabiendo que allí también tienen muchas cosas que ofrecer. Como dice Francisco, voy a llevar a Jesucristo.

MR.- En una ocasión, en el hospital, intentaba animar a un hombre que tenía allí a un hijo con meningitis, enfermedad por la que ya había perdido a otros dos, y con la mujer embarazada. Le decía que Dios le liberaría de aquel sufrimiento, porque Dios es padre. Me contestó: “Dios es el padre de los blancos. Mis niños han muerto porque no hay un hospital cerca, los que tengo en casa tienen que andar 15 kilómetros para ir a la escuela y sin desayunar… Vosotros tenéis hospitales, colegios, médicos y medicinas. Vosotros podéis llamar a Dios padre”. Te quedas tan chiquitita que no sabes lo que tienes que contestar. Yo digo que soy la escoba detrás de la puerta, que la gente va a buscar cuando la necesita. No está en un lugar visible, pero siempre está. Antes, los misioneros éramos los protagonistas; ahora lo es el clero nativo, que tiene que ser fuerte. Los misioneros hoy debemos ser los que los sostenemos a los nativos y nos retiramos como la escoba. Por la guerra, me ha tocado firmar tres veces en la embajada diciendo que renunciaba a salir del país bajo mi responsabilidad. No puedo ser un mercenario que, ante una situación de peligro, se va. Comparto el peligro con ellos.

“Estoy descubriendo la hondura de fe,
humanidad y generosidad
en cada uno de los misioneros.
No he encontrado a ninguno
que me desdiga de esto”.

Anastasio Gil, director de OMP España.

P.- ¿Cambia la vida?

MR.- A jóvenes que vinieron al Chad, la vida les cambió completamente. Una amiga de la infancia, tras hacer una experiencia conmigo en 1996, dejó su trabajo y un importante sueldo a la vuelta para trabajar por muchísimo menos en Cáritas. También tengo que decir que tras muchos años fuera, es muy difícil vivir aquí. Es otra vida, todo es diferente.

AG.- Cuando uno va a la misión también se da cuenta de su radical debilidad. Que no sabe comer, hablar, moverse. Por eso, uno tiene que entrenarse para ser la escoba detrás de la puerta. Eso sí, a la vuelta hay algunos problemas, uno tan importante como la falta de cobertura social de religiosos, religiosas y laicos. Cuando retornas, no tienes nada.

MR.- Hay que buscar una solución a ese problema. Una hermana ha venido de África con un dengue y ha tenido que estar ingresada 20 días en un hospital. Ahora tenemos que pagar la factura porque no tiene derecho a la asistencia sanitaria.

AG.- España no tiene, como otros países, una ley de voluntariado internacional. Además, a los misioneros se les excluyó del Estatuto del Cooperante por razones ideológicas. Ahora mismo hay problemas económicos, jurídicos y un vacío legal.

“No he hecho catequesis nunca,
pero me he sentido misionera al cien por cien
sanando en el hospital.
Intentaba ser un poco la sombra de
ese Dios que pasa y deja un poco de amor
en un país en permanente conflicto
y en situación de extrema pobreza”.

Magdalena Rivas, comboniana, 35 años en Chad.

P.- ¿Cómo ven el futuro de la misión?

AG.- Me gusta mucho esa idea esperanzada de Juan Pablo II en Redemptoris Missio de que estamos ante una primavera. El futuro de la misión está cargado de esperanza y vitalidad. Hay muchas nubes que oscurecen el panorama, pero la vitalidad de las iglesias en formación es tan grande y tan fuerte que en un futuro inmediato serán pujantes. Los datos siempre dan un cierto fundamento: la Iglesia ha crecido en los últimos 30 años un 150% en África, un 50% en América, un 30% en Asia, un 11% en Oceanía y un 5% en Europa. Estos datos nos vienen muy bien para caer en la cuenta de que los europeos no somos el ombligo del universo. Debemos quitarnos la boina y pensar que el futuro de la Iglesia pasa por esos territorios de misión. También es cierto que los misioneros españoles, por ejemplo, tienen edades avanzadas, pero es que de los territorios de misión están saliendo muchas vocaciones. De Vietnam, por ejemplo. El único peligro que veo es esa percepción de que la misión está aquí, de la nueva evangelización, que nos cerremos en nosotros mismos. Los problemas existen desde que existe el hombre. Hemos de ser universales y no poner puertas al campo. Los misioneros ahora están saliendo del sur: Vietnam, Laos, India, Brasil, Colombia, Nigeria…

MR.- En Chad hay japoneses, polacos, vietnamitas, indios, mexicanos, colombianos… Y en mi comunidad, que somos seis, hay una ugandesa, una etíope, una mexicana, una española y dos italianas. Por otra parte, en África los jóvenes no pueden entrar en el seminario hasta que terminen los que están dentro, pues no hay recursos para mantenerlos a todos. Si fuéramos conscientes de todo lo que supone esto, compartiríamos de otra manera; el Domund no sería solo una vez al año. No lo vivimos como algo nuestro, y son nuestros hermanos.

AG.- Esto es importante, porque podemos creernos el ombligo del mundo.

CA.- Aspiro a que la misión sea también fuente, que de allí venga lo mucho que se ha perdido aquí, que ellos sean misión aquí. Europa no es el centro. Entre otras cosas, volver a la familia, como espacio para el crecimiento de los niños, de modo que puedan ser capaces de todo. La cooperación no es solamente asegurar la comida y la salud, es garantizar una calidad de vida. Y en esto, ellos tienen mucho que decirnos.

MR.- En África dan mucho valor a la vida. De hecho, cuando una persona se muere, no se destaca el patrimonio, sino los hijos, nietos y bisnietos que deja.

“Aspiro a que la misión sea
también fuente, que de allí venga
lo mucho que se ha perdido aquí,
que ellos sean misión aquí.
Europa no es el centro”.

Carmen Aranda, Laica Misionera Comboniana, el año que viene a Rep.Centroafricana.

Grupo Vida Nueva

P.- Volviendo a las vocaciones, ¿cómo perciben la situación desde aquí?

CA.- Hay que promover otros modelos entre los niños. Hoy se muestra al cristiano como el que no sabe vivir, como un pánfilo. Eso no es así. Debemos proponer otro modelo para que el niño pueda elegir.

MR.- Son muchos los que no tienen el valor para cortar el cordón umbilical. Es más difícil hoy, pues es menor el número de hijos.

AG.- Desde las OMP realizamos encuentros con los jóvenes que han vivido o viven una experiencia temporal en la misión. A lo largo del año, pero sobre todo en verano, hay unos 10.000 jóvenes que viven una experiencia misionera. Descubren la figura del misionero, la gratitud con la que son acogidos y, finalmente, se interpelan. Esto es lo que se está suscitando hoy. Las vocaciones no son tan numerosas como hace 30 años, pero van surgiendo. Por ejemplo, ahora aparecen en la vida laical, con el mismo compromiso que una religiosa o un sacerdote. El laico tiene su singularidad y particularidad. Va a la misión como laico, no como un sacerdote de segunda división o como un auxiliar. Va con su propia responsabilidad laical. Tiene que tener un trabajo profesional, voluntario, no remunerado, garantizando su sostenimiento, y misionero, que es el adjetivo que cualifica el sustantivo. No es un cooperante; va a construir el Reino de Dios. En este contexto, están surgiendo vocaciones y estamos muy satisfechos.

P.- ¿Qué puede aportar Francisco a la misión?

AG.- El papa Francisco habla mucho de la misión. Hay dos documentos importantes: uno del pasado 17 de mayo, a los directores nacionales de las OMP, y el mensaje con motivo del Domund. Además, en la semana del 14 al 18 de octubre decidió invitar a la Eucaristía diaria en Santa Marta a los grupos que trabajan en Propaganda Fidei. De sus palabras, me llaman la atención dos cosas: que la actividad misionera es el paradigma de cualquier actividad pastoral, esto es, tener a los misioneros como referencia; y que el compromiso misionero no es algo facultativo, sino algo que está en la esencia del ser cristiano.

CA.- Me gustó mucho cuando dijo que la Iglesia no es una ONG y esa idea de que, siguiendo a Jesús, lo demás sobra. Es decir, eres más rico cuanto más capaz eres de empobrecerte.

MR.- Solo la sencillez y sus gestos nos invitan a despojarnos de nuestros entornos e ir hacia los pobres, los necesitados. Él, que viene de los territorios de misión, lo siente, lo ha vivido y ha crecido con ello.

Con Francisco concluyó un diálogo abierto y sincero, un diálogo que pone rostro al Domund, un rostro que es presente y futuro. José Lorenzo cerraba así el encuentro: “Os damos la gracias. Vuestros testimonios son muy elocuentes. En este campo, estáis en primera línea, ofreciendo un ejemplo que revitaliza”.

En el nº 2.867 de Vida Nueva.