Laicos Misioneros Combonianos

“Maestro, ten piedad”

Leproso
Leproso

Un comentario a  Lc 17, 11-19 (28º Domingo Ordinario, 13 de octubre de 2019)

En su camino hacia Jerusalén, Jesús se encuentra con diez leprosos, que, como sabemos, además de tener una muy seria enfermedad, vivían marginados de toda vida social. Les invito a imaginar esta escena y a reflexionar sobre su significado para nosotros hoy. De mi parte, se me ocurren las siguientes observaciones:

1.– El grito de los leprosos: “¡Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros!”

Es el grito de un grupo de personas desesperadas, que no tienen ninguna salida en la vida, pero que, al saber que el Rabí de Galilea pasaba cerca,  ven un rayo de luz, se le abre una ventana de esperanza. Es una experiencia humana de mucha profundidad. ¿Nos hemos sentido así alguna vez? Sólo desde la experiencia de pobreza y necesidad total surge una verdadera oración de súplica. Y en ese caso no hace falta alargarse mucho en palabrerías y frases bien hechas. En esos momentos de necesidad profunda basta abrir el corazón y decir simplemente: “Señor, ten piedad”.

2.- La respuesta de Jesús:”¡Vayan a mostrarse a los sacerdotes!”.

Es lo que mandaba la Ley. Cumplirlo era a la vez sencillo y difícil. Sólo requería obedecer, ponerse en camino y creer que Dios se puede manifestar en las cosas más pequeñas. Pero eso mismo se nos hace frecuentemente difícil, porque pensamos que la solución a nuestros problemas tiene que venir de alguna decisión extraordinaria, cuando la solución posible está a la mano: cumplir con los mandamientos, ponernos en camino, aceptar las humildes mediaciones que están a nuestro alcance…

Para curar nuestras heridas personales, se nos puede pedir algo aparentemente insignificante (una confesión, la visita a un santuario, una obra de caridad). Lo importante no es la pequeñez de ese gesto o de ese rito. Lo importante es la fe que me permite, a través de esa pequeñez, confiar en Dios y ponerme en marcha.

3.- La reacción del samaritano:  “Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano”.

El samaritano supo reconocer el don recibido, supo ver que la curación no era algo que él había merecido, sino un don gratuito. La gratitud es una virtud que diferencia al pobre del rico (orgulloso y pagado de sí mismo) . El rico (en dinero o en otros dones) piensa que todo le es debido, se lo merece; el rico nunca está contento con lo que tiene y piensa que todo debe girar en torno a él; como decimos vulgarmente, va como “perdonando la vida” a todos, incluso a Dios. Sin embargo, el pobre sincero, el que se reconoce creatura limitada y débil, como el samaritano, sabe que lo que tiene es don recibido. Por eso está siempre pronto a a agradecer y a vivir la vida como maravillado de tanto regalo.

4.- La observación final de Jesús: Vete, “tu fe te ha salvado”.

Como decíamos el domingo pasado, el leproso tuvo fe, es decir, supo “dar el corazón”, entrar en comunión con Jesús y esa comunión lo sanó, no sólo de su lepra, sino de su aislamiento, haciendo de él un “hijo amado”.

Señor, ten piedad de mí. Creo, pero aumenta mi fe.

P. Antonio Villarino

Bogotá

La fe que mueve montañas ¿Qué es la fe?

Montaña
Montaña

Un comentario a Lc 17, 5-10 (XXVI Domingo Ordinario, 6 de octubre de 2019)

Lucas sigue avanzando con Jesús y sus discípulos hacia Jerusalén. En ese viaje pasa de todo: curaciones, enseñanzas por medio de parábolas, polémicas con los fariseos y otros adversarios, liberación de espíritus malignos, etc. Entre otras cosas, Lucas recoge algunos dichos de Jesús que seguramente circulaban ya en la comunidade a la que él pertenecía, como recuerdos y “apuntes” de algunos  discípulos. Hoy leemos dos de estos “dichos”, uno sobre la fe y otro sobre el servicio humilde.

Para no alargarme, voy a concentrarme en el primero, que es bien conocido: “Si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este sicomoro: arráncate y plántate en el mar y les habría obedecido”. Comentemos un poquito este dicho.

En primer lugar, está claro, que a Jesús nos le interesa trasladar el árbol de lugar ni, como se dice en otro evangelio, mover las montañas. Evidentemente, el árbol de Lucas  o la montaña de Marcos son imágenes que representan algo más importante de nuestra vida. Preguntémonos, por ejemplo: ¿Cuál es el obstáculo más importante para que yo viva mi vida con plenitud, con libertad y con amor? ¿Qué me está deteniendo en mi camino hacia la madurez humana y espiritual?: ¿Será un rencor que no logro vencer? ¿Será un pecado que no quiero dejar atrás? ¿Será un temor que me paraliza? Ante estos obstáculos Jesús me dice: si tienes fe, nada te puede detener; no hay ninguna dificultad tan grande que te impida salir vencedor. ¿Lo crees? En esta y en otras muchas ocasiones, Jesús dice: “Si tienes fe, todo ee posible”; “tu fe te ha salvado”; “anda y que se haga conforme a tu fe”.

¿Qué quiere decir tener fe?

El teólogo italiano Bruno Forte, partiendo de la etimología italiana- credere, que viene de “cor dare”- dice: creer significaría “cor dare”, dar el corazón, ponerlo incodicionalmente en las manos de Otro… “Creer es fiarse de Alguno, asentir a su llamado, poner la propia vida en las manos de Otro”.

Y una nota de la Biblia de Jerusalén, comentando Lc 1,20 (Zacarías que no cree) y Lc 2, 45 (María que sí cree), define la fe como “un movimiento de confianza y abandono por el cual el ser humano renuncia a fiarse de sus propios pensamientos y de sus propias fuerzas para confiar en la palabra y en el poder de aquel en el que cree”. 

Teniendo en cuenta estos aportes y, a partir de mi pequeña experiencia, yo definiría la fe como una actitud vital (que incluye pensamiento/emociones/voluntad/acción) de adhesión tal a Alguien que la persona que cree termina por pensar, sentir y actuar en comunión con la persona en la que cree. La fe me hace entrar en comunión con otra persona, me libera de mi aislamiento y me hace fecundo. De la misma manera, y en el más alto grado, la fe me hace entrar en comunión con Dios, fundamento y meta de toda mi existencia, liberándome de mi pequeñez, de mi angustia, de mi propio pecado. Por eso la fe no es nunca una “obligación”, sino un don que me sana, me libera y me hace fecundo, capaz de “mover montañas”.

CREER, abrir el corazón desde la realidad de la propia vida, es desnudarse delante de Dios, ponerse en sus manos y decir: AMÉN, ENTRA EN MI VIDA.

Es un acto humilde y arriesgado. Podría equivocarme, pero la experiencia me dice que, lejos de  equivocarme, he encontrado el gran sentido de mi vida. Los frutos de liberación y sanación, de sentido profundo que experimento muestran que no me he equivocado al creer. Pero, como los discípulos, a veces el viento de las dificultades es tan fuerte que dudo. Por eso repito con ellos: Señor, creo, pero aumenta mi fe.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Nuevos Laicos Misioneros Combonianos

LMC México
LMC Mexico

El pasado 17 y 18 de agosto se llevó a cabo el retiro de información para que nuevas personas conocieran el carisma Comboniano como Laicos Misioneros. Tuvimos la participación de aproximadamente 30 personas, quienes venían de Tabasco, Michoacán, Jalisco y Guanajuato. Dimos inicio con una dinámica de integración y con un poco de animación, después pasamos a vivir nuestro primer taller impartido por el LMC José Dolores (Lolo) quien nos dió 7 tips para conseguir nuestra paz interior, después vivimos con gran alegría una hora santa en donde experimentamos fuertemente la presencia de Dios, para finalizar la primer etapa proseguimos con la cena y finalmente realizamos una fogata para convivir en comunidad y contar algunas experiencias de misión que han marcado nuestra vida y nuestro corazón como misioneros. Al día siguiente iniciamos una oración en comunidad para ofrecer a Dios nuestra familia y nuestra misión, después tuvimos un taller impartido por el LMC Juan José, quien nos habló sobre la Espiritualidad Comboniana, proseguimos con la celebración eucarística quien nos llenó de emoción y alegría, celebrada por el Pbro. Lalo quien actualmente trabaja en República Democrática del Congo, África, dentro de la homilía él nos contó un poco sobre su experiencia en este lugar y nos dejó muy emocionados con el mensaje que nos dio, después, tuvimos una pequeña presentación sobre el trabajo, formación, promoción, misión, etc. como Laicos Misioneros Combonianos a nivel mundial a cargo de la LMC Daniela Becerra quien también se encargó de darnos un pequeño tour por Kenya, África. Después los Laicos Lolo y Maricruz nos contaron un poco sobre su experiencia en este lugar y nos enseñaron sobre el idioma suajili, delante de esto, la LMC Verito Arenas (coordinadora de los LMC en San Fco. del Rincón.) nos compartió sobre el trabajo que se realiza a nivel local como LMC.

LMC Mexico

Posteriormente, el grupo se dividió en dos partes para escribir su carta compromiso, un grupo acompañado por LMC Beatriz (Formación Nacional) este grupo lo integraron los LMC que ya han cumplido con la formación básica de dos años, escribieron su petición a la coordinación de los LMC de México para poder trabajar permanentemente un año más al servicio de la comunidad; y el otro grupo, integrado por los nuevos invitados a ser LMC recibieron un testimonio misionero impartido por la LMC Adriana (Coordinadora Nacional) quien dio su experiencia de vida del tiempo que estuvo trabajando en Perú. Después de realizar su carta se volvieron a reunir los dos grupos para que los de nuevo ingreso pudieran ser testigos del compromiso que cada LMC hizo, la alegría y emoción que invadía en ese momento fue tanto que hasta algunos se conmovieron mucho por este acto. Después de abrazos y felicitaciones por los nuevos Laicos Misioneros Combonianos dimos por terminado nuestro retiro con una pequeña convivencia donde compartimos la alegría de lo experimentado en estos dos días.

LMC Mexico

Agradecemos a todas las personas que participaron en este grupo y el apoyo recibido por algunos bienhechores, seguimos orando por todos ustedes, por los nuevos Laicos y por las vocaciones para las misiones…

LMC México

“Yo muero, pero mi obra no morirá”

S. Daniel Comboni

Vídeos Mes Misionero Extraordinario (II). La oración

MME

Compartimos el segundo de los vídeos correspondiente a la 1ª semana del Mes Misionero Extraordinario dedicada a la ORACIÓN como centro de nuestra vida.

El encuentro con Jesús es lo que nos impulsa a los cristianos a salir al encuentro con el otro. Es en esta oración personal y comunitaria donde el misionero/a se siente interpelado por las distintas realidades del mundo.