Esta es la canción de la ciranda, bailada en círculo, cada miembro abrazando a sus compañeros y moviéndose al ritmo zapateando. Esta canción es una danza vinculada a la tradición folclórica brasileña.
Hola, somos Anna y Gabriele, y esto es ciranda, el podcast sobre nuestra experiencia misionera en Brasil. En el que intentamos acercaros a las experiencias cotidianas de quienes viven en esta parte del mundo.
Partimos de una pregunta que nos han hecho en varias ocasiones a lo largo del último año: ¿qué significa partir con los laicos misioneros combonianos? ¿Quiénes son ellos? ¿Y por qué precisamente a Brasil?
Conocimos la realidad de los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) después de algunos contactos de boca en boca en la zona de Venegono. Los LMC fueron creados siguiendo el carisma de San Daniel Comboni. Un sacerdote, de la primera mitad del siglo XIX, que dedicó su vida a la misión de una manera nueva para la época y probablemente también para hoy, con el objetivo, como él decía, de “salvar África con África”.
Los misioneros laicos combonianos continúan este espíritu en las diversas misiones del mundo, acompañando la presencia comboniana sobre el terreno.
Para comprender mejor esta nueva forma de hacer y ser misión, diferente de la que habíamos conocido en el pasado, emprendimos un camino de dos años de conocimiento de los LMC, al final del cual, junto con nuestro grupo de referencia, se nos propuso hacer un período de experiencia en una realidad internacional. Nos habíamos propuesto para las áreas de misión de América Latina, y al mismo tiempo en la misión de Brasil, había surgido la urgencia de encontrar un par de voluntarios que pudieran continuar la presencia de los Laicos, que ya estaban insertos desde hacía varios años en la realidad de Piquià. Así, en mayo de 2022, dejamos nuestra casita de Cuneo para ir a Brasil, en el estado de Maranhão, municipio de Acailândia, concretamente en el pequeño distrito de Piquià. Esta experiencia de 3 meses nos permitió experimentar el modo de vida comboniano, aprender portugués y observar la realidad de los diversos proyectos en los que la familia comboniana está implicada. Se trata principalmente de tres realidades: la casa familiar rural (una escuela para niños de zonas rurales), la realidad de Piquià de Baixo (una comunidad afectada por la contaminación de las industrias siderúrgicas) y las familias del interior que viven en el campo, aisladas y afectadas por el agronegocio (es decir, la deforestación y el monocultivo de soja y eucalipto).
El tiempo que pasamos en Piquià fue corto, pero suficiente para darnos cuenta de que ése sería nuestro hogar durante los tres años siguientes.
La particularidad de esta experiencia es también la elección de convivir con los combonianos, que viven en la casa contigua a la nuestra. Por lo tanto, no sólo estamos incluidos en la parroquia y participamos en las diversas actividades pastorales, sino que también compartimos con ellos los momentos de oración, las cenas y otros momentos de la vida cotidiana, tomando decisiones en común. Esta es la familia comboniana, donde laicos y padres combonianos hacen misión juntos.
El pasado 13, 14 y 15 de octubre en la Parroquia Nuestra Señora Madre del Buen Pastor, perteneciente a los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús(MCCJ), en la ciudad de Cali, Valle del Cauca; los Laicos Misioneros Combonianos de Colombia (LMC), vivimos momentos de encuentro muy especiales junto a la comunidad; en este encuentro teníamos previstos importantes acontecimientos; el primero fue conocer personalmente los integrantes de la comunidad que están en proceso de formación, en la etapa de discernimiento (debido a que todos nuestros encuentros de formación han sido virtuales), este encuentro presencial del año se nos prestó para compartir los sentires, conocer las personalidades y descubrir los anhelos de cada uno de los integrantes que hacen parte de este proceso laical. El segundo momento, fue para que a través de las experiencias de tres clases de misioneros en el mundo, nos diéramos una mejor idea de lo que fue el discernir en la vida de cada una de estas personas. Y último, pero más grandioso momento, fue el gran paso que dimos tres LMC, que nos hemos formado por más de 3 años en el servicio de la misión, eligiendo a los últimos y abandonados como primera opción; el Padre Franco Naschinbene, asesor espiritual designando por los MCCJ para acompañarnos a los LMC de Colombia, nos consagró a Yaneth Rocío Escobar, a Felipe Eugenio Mora Parra y a mí Patricia Rodríguez Cerquera, nos consagró como Laicos Misioneros Combonianos, para que desde nuestra vida laical nos comprometiéramos a enfocar nuestros esfuerzos y a dar razón del amor eterno, en el cual creemos, a través del servicio liberador o nuestros hermanos más pobres y abandonados.
Nuestro encuentro comenzó el día sábado; después de la oración, con el apoyo de Marco Farías, un hermano religioso MCCJ ad portas de tomar sus votos permanentes. Él nos compartió desde su historia de vida, su momento de discernimiento y nos mostró, cómo a través de la cotidianidad, Dios hace el llamado y siembra la semilla necesaria para seguirle; el hermano Marco, en este momento, se encuentra en su periodo de preparación hacia sus votos perpetuos, eso después de vivir dos años de misión en Sudáfrica, este hecho nos reveló que la formación y preparación, siempre deben acompañar nuestro camino hacia y desde la misión. Al final de la mañana del sábado, complementamos nuestra reflexión con un tiempo de meditación; estuvimos en un lindo parque en medio de la ciudad de Cali, allí nos “eclipsamos” procurando orientar nuestro discernimiento, ayudados de un instrumento de navegación, que fue una brújula, la cual simbolizó nuestro constante esfuerzo de la búsqueda de Dios, a través de la misión entre los últimos.
La tarde del sábado la completamos con dos testimonios maravillosos, que a pesar de ser distintos, se complementaron a la perfección; Tito y Regimar una pareja de esposos LMC de origen Brasilero que se encuentran en Mozambique, en una de las misiones internacionales de los LMC, nos compartieron su cotidianidad y su alegría de servir en medio del pueblo, nos mostraron el cómo se puede sobrevivir al “huracán” (literal y simbólico) que es el cambio de vida en una misión, el cómo, día a día Dios nos va mostrando el camino y que a pesar de nosotros tener presupuestado y planeado nuestro destino, es él quien nos va dando las pautas para seguirlo; esta pareja de esposos nos compartieron su alegría de la opción que han tomado y que después de dos años en misión, planean renovar por otros dos años más.
Por último, ya cerrando la tarde del sábado, recibimos el testimonio de Xoan Carlos, un LMC Español que vive hace 24 años en Brasil acompañando a las comunidades indígenas del amazonas y al pueblo campesino del Estado de Maranhão al noreste de Brasil; él aquí hace una misión desde otro punto del “combate”, el de la justicia y la paz, defendiendo los derechos de los pueblos marginados, especialmente en la zona minera de Açailândia y reconstruyendo el sector rural desde el mismo pueblo, a través de los hogares campesinos. Este testimonio nos hizo ver la importancia de la integralidad de la misión y que, pese a que él llegó a Brasil para una misión de tres años, Dios en su infinita sabiduría, la expendió un poco más, la extendió a toda su vida.
El testimonio del Hno. Marco nos focalizo en la capacidad de decidir por una opción de vida en medio de tantas posibilidades que ofrece el mundo y el testimonio de Vladimir y Regimar y el de Xoan Carlos nos focalizaron en dos de los diferentes servicios que como LMC tenemos por las misiones que alrededor del mundo. Para cerrar el día el Padre Franco, nos hizo una retrospectiva del proceso de discernimiento de Jesús, eso desde el contexto bíblico, donde identificó claramente la humanidad de Jesús, el hijo de Dios en medio del mundo y la opción que tomó de hacer la voluntad del padre al servicio de los pobres y olvidados.
El domingo en la mañana durante la Eucaristía principal realizamos el acto de consagración como LMC en Colombia, consagración que nos ha generado un compromiso serio y responsable que además, nos “atizó el fuego y el ardor” de los anhelos hacia una salida misionera. A través del hecho de la consagración, nosotros como fuimos reconocidos oficialmente como parte de la gran familia Comboniana y nos convirtió en Laicos Misioneros Combonianos de Colombia consagrados al servicio de los últimos y abandonados.
Al finalizar la eucaristía salimos en grupos de dos para realizar algunas visitas a familias de la comunidad, en estos recorridos encontramos historias maravillosas de la comunidad, que tratar de resumirlas aquí sería un desafío casi imposible de cumplir; en estas visitas la comunidad nos trasmitió principalmente la alegría del encuentro personal, pero también nos dio a conocer sus propias y diferentes realidades y como, a pesar de tantas situaciones de dificultad, viven la experiencia de la comunidad sirviendo a sus vecinos, a su familia, a la parroquia o simplemente a quien lo requiera.
En la noche del domingo vivimos un momento para el esparcimiento, gracias a la animación de un trio de música andina, brindado como detalle de los laicos anfitriones de Cali y de la comunidad; este momento fue para el encuentro con nosotros mismos, un momento de evaluación y de compartir los sentires de toda la experiencia.
Este tipo de encuentros y el hecho de compartir personalmente con la totalidad de los Laicos Misioneros Combonianos, nos sirven para seguir haciendo el camino, para seguir preparándonos hacia el momento que nos lleve a vivir nuestra experiencia de misión, bien sea aquí en el país, en África o en donde Dios nos tenga preparado nuestro trasegar misionero.
Foto. Eucaristía de consagración.
Foto: Momento de la consagración como LMC.
Foto. LMC consagrados en 2023
De izquierda a derecha en orden, Patricia Rodríguez, Felipe Mora y Yaneth Escobar
Foto. Asistentes al retiro
De izquierda a derecha en orden, Padre Franco Naschinbene, Jenny Trujillo, Padre Alfred Mbaidjide, Hermano Marco Farías, Yaneth Escobar, Luz Elena Silva, Héctor Vela Patricia Rodríguez y Felipe Mora.
Por Patricia Rodríguez Cerquera, LMC consagrada de Colombia.
Para que el recuerdo de nuestros hermanos, antepasados, amigos y familiares difuntos nos haga más conscientes de lo atractivo de la comunión de los santos, como anticipo de la alegría que nos espera. Oremos.
La Parroquia de San Daniel Comboni, en Guriri, Diócesis de São Mateus, en el estado de Espírito Santo, comenzó la fiesta de San Daniel Comboni el domingo 1 de octubre. La celebración comenzó con la bendición de la imagen del santo patrón que contiene la reliquia de San Daniel Comboni, seguida de una procesión desde la residencia del obispo emérito Aldo Gerna hasta la iglesia parroquial. La imagen de San Daniel Comboni fue tallada en madera especialmente para la primera parroquia comboniana del mundo por el escultor Werner Thaler, de la ciudad de Treze Tílias, en Santa Catarina.
P. Raimundo Rocha
Provincial de los Misioneros Combonianos de Brasil
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