Laicos Misioneros Combonianos

Experiencia Comunitaria en Guatemala

LMC Guatemala

San Daniel Comboni tenía un AMOR INMENSO POR LAS ALMAS DE LOS MAS POBRES Y ABANDONADOS y esto solo se puede vivir desde una EXPERIENCIA DE MISIÓN.

Para los LMC de Guatemala, haber acompañado a Maximina y Mercedes en su proceso de Experiencia Comunitaria, es hoy una escuela de aprendizaje llena de AMOR Y ESPERANZA MISIONERA; por qué, se pueden preguntar muchos; porque cada miembro de la comunidad tiene participación; todos en la oración, en la economía, en el acompañamiento personal, en la formación en tantas actividades que una experiencia misionera necesita y nadie dijo no, estamos en el mismo barco todos subidos en donde DIOS PADRE nos guía bajo la intercesión de SAN DANIEL COMBONI, Nuestra Madre la Virgen María y SANTO DOMINGO DE GUZMAN Patrono de la Comunidad de Xenacoj que abrió las puertas de su casa y de su corazón, para que ellas realizaran esta experiencia durante 6 meses.

En estos 6 meses hubieron puertas tan amplias que con facilidad se pasaban, pero también tan angostas que requerían para ellas y la comunidad estar llenos de oración, sabiduría, comprensión, tolerancia, cansancio y llenos de FE para poderlas pasar.

Gracias Merceditas y Maxi por su disponibilidad y abandonarse a los más pobres y necesitados a quienes estamos seguros llevan en su corazón y fueron para ellos su primera escuela de AMOR FRATERNO y UNIÓN COMUNITARIA.

Miriam Herrador

LMC Guatemala

Obras son amores y no buenas razones

Corazon

Un comentario a Jn 14, 23-29B(VI Domingo de Pascua, 22 de mayo de 2022)

Corazon

El texto que leemos hoy forma parte de los discursos de despedida de Jesús en el evangelio de Juan. El texto, que hay que leer como un gran testamento de amor que Jesús deja a sus amigos y discípulos, se presta a muchas reflexiones. Yo me detengo apenas en una de sus frases: “El que me ama guardará mi palabra… El que no me ama no guarda mis palabras”.

Todos estamos de acuerdo en que el amor, en todas sus dimensiones, es la esencia de la vida. Pero, mi modo de ver, el amor puede estar falseado por dos actitudes contradictorias: un “eficientismo”, que todo lo cifra en “obras”, sin tener en cuenta los sentimientos, las palabras, las sonrisas, la mirada…; y un “espiritualismo” o “sentimentalismo”, que todo lo cifra en palabras bonitas, arrumacos o apariencias, sin hacer nada concreto.

Sin embargo, el amor tiene que tener estas dos dimensiones complementarias:

1.-El amor debe ser concreto, hecho de obras y actitudes concretas, que buscan el bien de la persona amada (sea Dios mismo, sea mi esposo o esposa, sea mi comunidad o cualquier persona). Jesús dice: “El que me ama, guarda mi palabra, cumple mis mandatos”. San Pablo concreta aún más:

“El amor es paciente y bondadoso: no tiene envidia, ni orgullo ni jactancia. No es grosero, ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal” (1Cor 13,4-5).

Y Santiago es mucho más concreto y “tierra-tierra”:

Si un hermano o una hermana están desnudos y faltos del alimento cotidiano, y uno de vosotros le dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les da los necesario para su cuerpo, ¿de qué le sirve?” (Sant 2,15-16).

En esta línea de pensamiento, podríamos concluir: Tú dices que amas a tu esposa o esposo (o tu comunidad), pero no le ayudas en su vida concreta o no la comprendes en su manera de ser, ¿de qué le sirve tu amor? Tú dices que amas a Dios, pero no le haces caso a sus mandamientos, no haces nada por los pobres, no ayudas en la Iglesia, ¿es verdadero tu amor?

2.-Por otra parte, el amor es mucho más que sus manifestaciones concretas. Sin hechos no hay amor, pero los hechos no bastan, porque pueden estar contaminados de orgullo, egoísmo, afán de ser importantes, afán de dominio… El amor es algo más, quizá intangible, pero muy real. Es una implicación de vida, es una cercanía incondicional a la otra persona, incluso cuando uno no puede hacer nada por el otro, por las circunstancias en las que vive. Por eso San Pablo dice también:

“Aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada mi sirve” (1Cor 13,3).

En este sentido, Jesús alaba a aquella mujer que hace un gesto totalmente “inútil” derramando un frasco de perfume caro para honrar a Jesús. Es que el amor no siempre es eficiente, no siempre es calculador, no siempre es “lo más útil”. El amor es un gran don que no puede “comprarse ni venderse”. El amor es, en buena parte, un don del Espíritu Santo que Jesús prometió a los suyos.

Como decía el abbé Pierre, “la vida es un poco de tiempo que Dios nos ha regalado para aprender a amar”.  A vivir se aprende viviendo y a amar se aprende amando. Y en la medida que aprendemos a amar, no de palabra sino de verdad, hacemos experiencia del Padre que “habita en nosotros”, de Jesucristo que nos ilumina con su Palabra y del Espíritu que nos hace crecer continuamente en ese amor.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Vivencia LMC Ecuador en Semana Santa 2022

LMC Ecuador

Luego de haberse superado gran parte la pandemia y abrirse la oportunidad de poder compartir de manera presencial con las comunidades, se compartió esta cuaresma y Semana Santa, con comunidades de la Provincia de Esmeraldas.

Pero veamos las imágenes que dicen más que las palabras:

En Cuaresma y Semana Santa los LMC y acompañados por una candidata y amigos de la misión; hicimos presencia una vez más en la comunidad de San Lorenzo en Esmeraldas norte de Ecuador visitando y animando a varias comunidades rurales de esa región del país, durante ese período de tiempo realizamos actividades tales como:

Recorrido por las comunidades, en compañía de grupos de jóvenes:

Visita a familias de las poblaciones visitadas.

Charlas y rezos del Vía Crucis durante la Cuaresma.

Procesión del Domingo de Ramos

Con el acompañamiento de los grupos musicales afros del lugar

Santo Vía Crucis personificado en Viernes Santos

Adicionalmente adjunto video que fue preparado por el grupo juvenil, con las gráficas obtenidas durante el recorrido con ellos durante el tiempo litúrgico mencionado.

Mientras tanto, otros LMC en Guayaquil participaron activamente en las parroquias, en la que hacen apostolado o acompañamiento, en las actividades que se desarrollaron durante los días de la Semana Santa.

Damos gracias a Dios por estos momentos en que pudimos una vez más vivir la experiencia del contacto personal y caminar juntos a las personas de los lugares periféricos de nuestro país

LMC Ecuador

Carta a la Familia Comboniana

Familia Comboniana Limone

“Trabajemos todos sin otro afán de emulación que el de ganar más almas para Cristo, ayudándonos mutuamente. Compartan un mismo deseo, un mismo fin, un mismo empeño todos los que aman a Jesucristo”

(Escritos 2182)

Queridas/os todas/os:

Nosotros los miembros de los Consejos generales y el Coordinador de lo LMC, nos reunimos desde el 22 al 24 del pasado mes de abril, en la casa natal de San Daniel Comboni en Limone, movidos por el deseo de hacerles partícipes, aunque sea en parte, de lo que vivimos y compartimos, les escribimos esta carta esperando que la comunión que experimentamos llegue también a cada uno de ustedes, allá donde la Providencia los ha puesto, para servir y dar su vida por el anuncio del Señor Jesús, crucificado y resucitado.

Esta ha sido la primera reunión que se pudo realizar de manera presencial, después del largo tiempo de aislamiento causado por la pandemia, con todo lo que ello ha significado, por el alto precio pagado, hasta con la vida, por muchos cohermanos y cohermanas. Una pandemia que ha obligado a posponer la Asamblea General de las MSC y también el Capítulo General de los MCCJ que se celebrará el próximo mes de junio. En este año en el que las SMC están celebrando el 150° aniversario de su fundación y en el mes octubre también tendrán su Capitulo General. Todas estas razones han motivado esta reunión, no menos importante, la sinodalidad a la que nos invita la Iglesia universal, y nuestro ser Familia Comboniana que es, de por sí, expresión de una Iglesia sinodal. Nuestro caminar como Familia Comboniana no es algo opcional, no se limita al encuentro entre responsables, más bien se hace vida en las comunidades, en las misiones concretas donde se vive y se trabaja con objetivos compartidos.

El “encontrarse” para compartir como familia nació discretamente pero ha evolucionado, más que como resultado de una programación, movido por el deseo percibido y la conciencia de pertenecer a una raíz común. Encontrarse siempre es una ocasión para crecer en la conciencia de ser parte de una misma Familia carismática, porque así nos ha pensado San Daniel Comboni, para fortalecer el compromiso de seguir sintiéndonos parte de ella y los frutos, que han crecido con el tiempo, nos confirman que este es el camino correcto.

Nuestro anuncio y testimonio, más allá de los ministerios y servicios que estamos llamados a realizar, es ante todo vivir como hermanos y hermanas, miembros de la misma Familia: sin este testimonio, incluso las actividades más bellas pierden valor. Todos aquellos que han experimentado la colaboración y el trabajo en conjunto como Familia Comboniana, saben que no es fácil y que incluso algunos no entienden este valor de la colaboración, sin embargo, nosotros creemos sinceramente en ella y les invitamos a mantener este horizonte como una meta deseable.

Un encuentro fijado también para evaluar el camino hasta aquí recorrido, tomando como base la carta sobre la colaboración escrita en 2017 y el trabajo sobre ministerialidad en el que participaron un gran número de miembros de la FC, gracias al compromiso y dedicación de la Comisión designada y otros colaboradores capacitados y cualificados. Damos gracias al Señor que nos ha sorprendido con lo que hemos podido conseguir y sobre todo por quienes han participado y disfrutado de este camino.

El Hno. Antonio Soffientini, compartiendo la reflexión sobre este tema, realizada por la provincia italiana del MCCJ, nos invitó a no poner un adjetivo, una “etiqueta” limitante a la ministerialidad, porque la ministerialidad tiene muchas expresiones y no es solo hacia “el exterior, ad extra”, sino también hacia “el interior, ad intra” y esta última a menudo escapa a cualquier mapeo. Todos los servicios que requiere la vida de la FC son ministerialidad: formación, autoridad, administración, coordinación y acompañamiento en cada etapa de la vida de los miembros, desde el inicio del camino hasta la ancianidad.

Un signo que permanece

Los generales y coordinadores de las cuatro expresiones de la Familia Comboniana han querido expresar su unidad y el deseo de ver crecer la semilla, que el reconocimiento del Carisma de San Daniel Comboni ha generado en ellos en estos años y que estos dos días de encuentro han reavivado, confiándolo a un arbolito de olivo plantado todos juntos, en los terrenos de la casa natal de San Daniel Comboni. Así, cerca de otros olivos, muy antiguos, dedicados a varios miembros de la familia de San Daniel Comboni, crecerá uno nuevo dedicado a la Familia Comboniana.

Queda ahora el desafío de continuar el camino y por eso deseamos pasar “el relevo” a los nuevos Consejos Generales del MCCJ y SMC que serán elegidos en los próximos Capítulos Generales, pidiendo a las MSC y al LMC que actúen como “puente” y enlace, para nuestro camino futuro, juntos.

El Buen Pastor, con el Corazón traspasado, nos muestra el camino y, como prometió, camina con nosotros hasta el fin de los tiempos.

El Consejo general de las Hermanas Misioneras Combonianas

El Consejo general de las Misioneras Seculares Combonianas

El Consejo General de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús

EI Coordinador del Comité Central de los Laicos Misioneros Combonianos

 ”Este Instituto se vuelve por ello como un pequeño Cenáculo de Apóstoles para África, un punto luminoso que envía hasta el centro de la Nigricia tantos rayos como solícitos y virtuosos Misioneros salen de su seno. Y estos rayos, que juntos resplandecen y calientan, necesariamente revelan la naturaleza del Centro del que proceden”. (E 2648)