Laicos Misioneros Combonianos

El Plan de Comboni

Plan de ComboniEn estos primeros días del año 2014 hemos iniciado las celebraciones por el 150º aniversario del “Plan de Comboni para la regeneración de África” con una propuesta de reflexión que el Consejo General ha enviado a todos los hermanos y están entre manos otras iniciativas que pretenden ayudarnos a vivir este acontecimiento como una ocasión para acercarnos más a las grandes intuiciones misioneras de san Daniel Comboni y hacerlas nuestras.

En Roma y en las provincias y delegaciones de todo el Instituto habrá celebraciones, encuentros de reflexión y de trabajo y momentos de animación misionera para conocer mejor no sólo el texto del Plan, sino sobre todo el espíritu que hay en esas páginas, escritas por Comboni de un jalón, con grande pasión y entusiasmo misionero.

Las mismas páginas han sido reescritas luego, no con el lápiz y la tinta, sino con la vida de tantos misioneros y misioneras que con gran generosidad han aceptado la herencia de la misión como era concebida por nuestro padre y fundador. Así que el Plan no es algo que pertenece sólo al pasado sino una linfa que nos acompaña en el presente.

Celebrar el aniversario será también una ocasión para entender mejor cuanto sea actual la propuesta misionera contenida en el Plan y cuánto sea urgente traducir en nuestro lenguaje y para nuestro tiempo las intuiciones descubiertas en un pasado que cumple 150 años.

Se trata de hacer memoria de un don recibido hace mucho tiempo, para descubrir la actualidad de un espíritu y de estrategias misionera que son válidas también para nuestra época y para nuestra humanidad necesitada siempre de encontrar al Señor.

En el intercambio de las propuestas para la celebración de este aniversario, surgió el deseo de favorecer un camino que ayude a superar la tentación de realizar un simple ejercicio de recordar un momento de nuestra historia para buscar ante todo lo que nos permite apropiarnos de cuanto el Espíritu Santo ha hecho entender a san Daniel Comboni como camino para una misión nueva que fuese una respuesta a las urgencias y desafíos de su tiempo.

A nosotros se nos confía la tarea de encontrar el modo de actualizar la propuesta de vida contenida en el Plan y que el Señor tiene hoy para nosotros y para los hermanos y hermanas que nos encomienda en el servicio misionero.

Este año tenemos una ocasión extraordinaria no sólo para redescubrir el Plan de Comboni, sino también para escribir nuestro plan, el plan que el Señor nos inspira hoy en la medida en que somos conscientes de la urgencia, de los desafíos y de la dramaticidad de nuestro tiempo y de la continua premura fiel de Dios hacia sus hijos.

No hace mucho, en el último Capítulo General, nos pusimos como tarea recorrer el camino que conduce del Plan de Comboni al plan de los combonianos. El año 2014 es quizá el momento para preguntarnos a qué punto estamos, a nivel personal, de provincia y de Instituto.

¿Qué es el Plan?

Hay distintos modos de acercarnos al Plan y de poder compartir con ustedes sólo una breve reflexión que pueda ayudarnos para intentar elaborar nuestro plan personal o, al menos, iniciar lo que podría ser un esbozo.

Todos somos conscientes del hecho que, cuanto tenemos en mano el texto del Plan escrito por Comboni, estamos ante el resultado de un trabajo que ha tenido un largo camino y que al final se plasmó en pocas páginas que no pueden expresar la fuerza, los sentimientos, el valor, la esperanza, la confianza, las alegrías y las dificultades que, aunque están contenidas en aquellas páginas aparentemente frías e inexpresivas, contienen un espíritu que revela la grandeza de lo ahí está escrito.

El Plan no es el texto, sino la vida escondida en las palabras, los pensamientos, las intuiciones, los sueños y los anhelos que fueron el motor capaz de mover las manos de Comboni para dejar huella de lo que el Espíritu quería expresar y que va mucho más allá de las ideas y de las estrategias que de algún modo serán la respuesta al grito que se eleva e inoportuna los oídos de Dios para suscitar su misericordia.

Me agrada decir que el Plan es la mediación ofrecida por Comboni que, impregnado por el Espíritu, permite a Dios realizar su proyecto misionero; es la puerta que se abre para dejar a Dios entrar en la historia de sus hijos que necesitan de él y se cumpla así su sueño misionero.

El Plan, antes que ser documento escrito, fue un sueño y una pasión, una fuerza incontenible en el corazón de Comboni.

Es la expresión del amor – fuente de la misión – hacia los más pobres y abandonados. Amor que se vuelve real y realizable. Es la respuesta concreta a una realidad que no puede ser ignorada ni olvidada porque está hecha por personas con nombre y apellido, de dramas y urgencias; de promesas y de dones que non han permitieron que Comboni se involucrara – en su tiempo – y que no permiten hoy, a cada uno de nosotros, posponerlo a un mañana que no llegue nunca.

Visto a través de la persona de Comboni, el Plan es la disponibilidad total a pagar de persona el no dar marcha atrás, aunque ello puede conducir a desquiciar continuamente nuestra vida, a donarla poco a poco, porque hacer causa común con los pobres no conlleva ganancias.

El Plan es la expresión de una pasión misionera que no puede ser contenida por muros de contención ni disminuida o desanimada por problemas y dificultades, porque se trata de la fuerza de Dios que se sirve de la fragilidad humana para manifestar su grande amor.

En las páginas del Plan nos encontramos ante el deseo de Dios y el sueño de Comboni que se entrelazan y se confunden convirtiéndose en una idéntica pasión, apagada sólo en el árbol de la cruz y el grito de: “África o muerte”.

Es la experiencia de encuentro, de comunión profunda, de intimidad tan fuerte que las palabras pueden diluirse o el escrito desaparecer, pero el don total de sí permanece como testigo de una alianza que tiene a la misión y a los pobres como única pasión.

En la profundidad del Plan se halla el sueño de Comboni de un África abierta a Dios y a su proyecto redentor. El sueño de ver los pueblos africanos reconocidos y respetados en sus derechos y en su dignidad. El augurio de poder contemplar un continente iluminado por la luz del Evangelio que no tolera el engaño ni la injusticia ni festeja con la violencia ni con la muerte.

 ¿Que se nos pide hoy?

315_ES_Plan_ComboniAcercándonos a la herencia del plan,  ninguno de nosotros puede ignorar algunas preguntas que parecen evidentes cuando queremos tomar en serio nuestro ser misioneros y combonianos. ¿Pueden ayudarnos a imaginar un plan nuestro? Es más que un buen augurio. ¿Cuáles son nuestras pasiones? ¿Qué se mueve en nuestro corazón cuando contemplamos la realidad misionera de nuestro tiempo? ¿Dónde se concentra nuestro entusiasmo y dónde gastamos hoy nuestras energías? ¿Dónde encontramos los deseos de Dios por la humanidad y dónde nuestra disponibilidad a vivir sólo para la misión? ¿Cuánto el amor de Dios por los más pobres y abandonados es la energía que nos vuelve disponibles a todo por el Reino? ¿Dónde están los sueños que pueden ayudarnos a inventar el Plan que Dios se espera de nosotros para esta humanidad donde la misión sigue siendo el gran desafío para todos los que se dicen discípulos de Cristo y con mayor razón para nosotros que hemos recibido la vocación misionera?

Sería muy bello que al final de este año de celebraciones llegásemos a formular un nuevo plan, aunque sea modesto, para la misión que nos desafía como combonianos. Un plan que demuestre cuánto el carisma de Comboni sea actual todavía, vivo y fecundo.

Un plan que nos ayude a crecer en la confianza y en la certeza de que el Señor sigue trabajando junto con nosotros y nos prepara nuevos tiempos que nos harán vivir aún la alegría de la misión, a pesar de nuestra pobreza y fragilidad.

¿Cómo soñamos la misión en nuestro tiempo y qué estamos dispuestos a hacer para colaborar con el Señor en la realización de su proyecto para quienes él ama con todo el corazón? Seguramente que el grito y el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas en todos los rincones de nuestro mundo nos ayudarán grandemente para tratar de dar nuestra respuesta, aunque sea modesta.

San Daniel Comboni nos acompañe en este sueño.
P. Enrique Sánchez G., mccj
Superior General

¡Otro año termina!

Muchas cosas buenas sucedieron a lo largo de 2013.

El envío de Scharliman para la comunidad internacional de Rondós en Perú.

Llegada de la LMC Emma, ​​que viene de Italia para un período de 3 años en Ipê Amarillo, Contagem-Minas Gerais.

La constante comunicación y el apoyo del Comité Central y con los Combonianos.

El encuentro anual de los LMC, momentos para revisar el camino y encontrar a los LMC esparcidos por la tierras de misión de este inmenso Brasil.

La renovación de Flavio por 2 años más en tierras africanas, y por supuesto su presencia con nosotros en sus vacaciones y su disponibilidad, que incluso estando de vacaciones, no escatimó esfuerzos para atender tantas invitaciones para hablar de su experiencia misionera en estos dos años en Mozambique.

Tiempo para saciar nuestras nostalgias, compartir alegrías y tristezas y recomponer las fuerzas para seguir el plan de Dios en nuestro compromiso misionero para el año 2014. Los dolores, que no faltan en la vida de nadie, pero pasan, porque su promesa es real y fiel: Yo estaré con vosotros hasta el fin.

Así pues, amigos y compañeros de caminada LMC de todo el mundo, queremos empezar este 2014 con mucha fuerza y ​​valor para todos.

Que nuestra Señora de Aparecida y de todos las santas en cada país nos animen en este precioso camino de nuestro sí a Dios y Comboni.

Por Maria Lourdes Vieira.

Reunión de la familia comboniana en Roma

Consejos familia comboniana

El pasado 14 de diciembre nos reunimos los consejos generales de la familia comboniana.

Misioneros combonianos, combonianas, seculares y laicos para reflexionar juntos y juntos ver caminos de colaboración.

La reunión la realizamos en casa de las misioneras combonianas en Roma donde fuimos muy bien acogidos por la comunidad.

En la mañana, animada por las combonianas, estuvimos reflexionando sobre Comboni y rezando en torno a ¿qué nos inspira para un camino de colaboración como familia comboniana?

Cada uno de los participantes hablamos de esta reflexión. A nivel personal, acuerdos que en los diferentes institutos se han tomado en este sentido, líneas y experiencias actuales de colaboración.

Este es un reto que miramos en positivo y reconocemos como propio del carisma que nos une, de la intuición de Comboni en la promoción de la misión y de la catolicidad en la responsabilidad de la misma, uniendo y facilitando la colaboración de los distintos carismas y estados dentro de los mismos.

Tuvimos también un tiempo para compartir el camino que vamos haciendo a lo largo del año, preocupaciones comunes y vías de colaboración.

Terminamos esta bonita jornada celebrando la eucaristía, rezando por todos los misioneros combonianos (sacerdotes, hermanos, hermanas, seculares y laicos) que extendidos por todo el mundo dan su vida por “los más pobres y abandonados” como quería Comboni.

Cada paso que damos como familia por el bien de la misión nos acerca y mantiene fieles al sueño de Comboni.