Laicos Misioneros Combonianos

Finalizó la VI Asamblea General de los LMC en Roma… ánimo en la Misión.

Asamblea LMC Roma

Asamblea LMC RomaAcaba de concluir nuestra VI Asamblea Internacional de los LMC en Roma. Durante estos días ha sido difícil poder escribir y compartir con todos como se iba desarrollando. Ha sido una semana intensa de trabajo en grupos, plenarios en múltiples idiomas y de consensuar acuerdos.

Una semana de encuentros personales, donde hemos hecho presencia en la vida de los demás, hemos entendido un poco mejor como cada uno vive nuestra común vocación LMC en cada país, en cada cultura. Donde nos hemos alegrado con los logros, preocupado por las dificultades, animado a acompañar y cuidar las heridas o a acompañar a los que caen enfermos. Pero todos y todas desde este espíritu de familia LMC internacional que quiere hacerse presente en el sostenimiento mutuo de esta vocación y en el apoyo al servicio que el Señor nos encomienda como movimiento LMC internacional.

Asamblea LMC RomaTambién ha sido un momento privilegiado de oración y celebración conjunta. De compartir desde nuestra fe, nuestra común vocación LMC. Cada uno llamado por Jesús a salir al camino de la humanidad, al encuentro personal con el más débil y excluido. Jesús que estamos esperando en este adviento y que sabemos no nace en un palacio o entre los poderosos, sino que pide posada en las periferias para terminar naciendo en un humilde pesebre. Jesús desde su nacimiento nos muestra donde debemos estar para encontrarnos con Él.

Un momento donde María ha estado muy presente. En nuestra pequeña cripta nos acompañaba un cuadro de la Virgen de Guadalupe. María que se hace cercana e intercesora de los últimos, de los pueblos indígenas de América, y posibilita la inculturación de la fe. Maestra en el camino. María que lleva a Jesús en este tiempo de adviento, tiempo de esperanza. Ella y las diferentes advocaciones de María han estado muy presentes durante esta semana, como madre que nos quiere acompañar.

Asamblea LMC RomaComboni a los pies del altar nos ha recordado en todo momento lo específico de nuestra vocación. Una vocación que busca ser “católica” (universal), porque solo si todos nos unimos será posible al regeneración de este Mundo.

Una bola del Mundo que también ha estado a los pies del altar, representando todas esas situaciones que debemos servir, partiendo de la propia madre tierra, maltratada por un sistema de sobreexplotación y ocupándonos de sus hijos e hijas que sufren las desigualdades de este mundo, el injusto reparto del acceso a las riquezas y de las maravillas que Dios colocó para todos, para que pudiéramos tener un vida plena.

Asamblea LMC RomaCon un camino donde hemos reconocido el camino recorrido en estos seis años desde cada rincón del mundo. Muchas han sido las realidades de nuestra humanidad que se han hecho presentes, recordando donde cada uno de nuestros LMC está presente. Queremos seguir siendo Iglesia en salida, iglesia desacomodada que parte con humildad a acompañar la vida de los empobrecidos, que reconoce en la diversidad riqueza, que necesita seguir aprendiendo con los demás a descubrir el rostro de Dios más completo posible, aquel leído y descubierto por cada una de las culturas de este mundo.

Comunidad de comunidades que quiere estar presente allá donde el Señor nos coloca. Que quiere mirar a su alrededor y no conformarse. Acercarse a estas realidades de frontera, allá donde los demás no quieren ir, y hacerse pueblo con el pueblo. Disponible a dejar su tierra o a acompañar en su propia tierra estas realidades de misión. Porque la misión no entiende de fronteras y geografías sino de personas. Un mundo globalizado que necesita una respuesta común.

Asamblea LMC RomaPor eso reconocemos, gritamos, rezamos: ¡Un mundo, una humanidad, una respuesta común!

Por eso hemos cantado una y otra vez que “Tudo está interligado, como se fôssemos um… tudo está interligado nesta casa común”.

Ahora se abre un tiempo de oración, de discernimiento para entender el paso de Señor por nuestras vidas, por nuestra asamblea. Para entender las conclusiones que entre todos y todas hemos conseguido consensuar.

Tiempo de estudio, reflexión y oración en cada una de nuestras comunidades. Porque como la Palabra, estas conclusiones, leídas en comunidad tienen un sentido más pleno.

Que el Señor nos conceda la valentía para dar un paso adelante y la fidelidad para mantenernos junto a Él en este camino de servicio misionero.

¡Feliz Navidad a todos y cada uno!

Asamblea LMC Roma

Alberto de la Portilla, LMC

VI Asamblea Internacional de Laicos Misioneros Combonianos en Roma

Asamblea LMC

Asamblea LMCDel 11 al 17 de diciembre se está celebrando en la Casa General de los  Misioneros Combonianos en Roma, la VI Asamblea Internacional de Laicos Misioneros Combonianos (LMC), un evento que tiene lugar cada seis años. En total, son 51 participantes. Además de los representantes de los LMC y de los combonianos que los acompañan en sus respectivos países, venidos de 20 países de África, Europa y América, participan también la hermana Ida Colombo, del consejo general de las Misioneras Combonianas y Maria Pia Dal Zovo, del consejo central de las Seculares Misioneras Combonianas.

La Asamblea se inició con las palabras de bienvenida pronunciadas por el Alberto de la Portilla, coordinador del Comité Central de los LMC, y el P. Pietro Ciuciulla, en nombre del Consejo General de los misioneros Combonianos.

La mañana del primer día, 11 de diciembre, se dedicó a la oración, la reflexión y el compartir, guiados por los Gonzalo Violero García y María Carmen Polanco Delgado, ambos LMC de España. Por la tarde, los participantes estuvieron reunidos por continentes.

Asamblea LMCEl segundo día cada continente presentó el informe de las actividades realizadas durante los últimos seis años y presentaron sus principales desafíos en relación al futuro. En la misma línea, se siguió la presentación del informe del Comité Central y el informe económico de 2012 a 2018.

Por la tarde, se inició la reflexión del primer tema de la Asamblea, que está relacionado con la organización de los LMC (composición, estructura, comunidades internacionales y economía).

Hoy y en los próximos días, se debatirán otros tres grandes temas: formación y espiritualidad, la misión de los laicos y los documentos fundamentales de los LMC. Se dará tiempo para hablar de un modo especial sobre las comunidades internacionales para compartir las experiencias de la vida de los LMC en los diversos contextos continentales e informar sobre la actual relación de los LMC con la Familia Comboniana.

En los momentos de oración y en la Eucaristía también están presentes todas y todos los LMC y, en especial, los que se encuentran trabajando en contextos difíciles como, por ejemplo, en la República Centroafricana.

Que la luz del Espíritu Santo sea el faro que ilumine a los participantes en esta Asamblea y a los LMC en general, para que sean capaces de dar continuidad a la obra y al carisma iniciados por San Daniel Comboni.

Asamblea LMC

Erguidos, sobrios y vigilantes

adviento

Un comentario a Lc 21, 25-28.34-36 (I Domingo de adviento, 2 de diciembre del 2018)

advientoIniciamos el nuevo año litúrgico (I domingo de adviento), cuyas lecturas parecen enlazarse directamente con las lecturas de la última semana del año anterior. La primera parte del texto de Lucas que leemos hoy (versos 25 a 28) habla con lenguaje apocalíptico del “final de la historia” y de un tiempo en el que parece que “todo se derrumba”. “La angustia –dice Lucas- se apoderará de los pueblos, asustados por el estruendo del mar y de sus olas”.

No hay que olvidar que en la Biblia frecuentemente el mar es el lugar de una violencia incontrolada y una maldad que a veces parece amenazar a la humanidad, como en el caso del Diluvio o del Mar  Rojo que impedía la liberación el pueblo elegido. El mar es imagen de un tiempo de desazón, desorden y confusión que produce temor e inquietud.

En los museos capitolinos de Roma hay una sala dedicada a la “era de la angustia”, en referencia a los siglos de transición de la cultura romana antigua a la era de la cristiandad. Era un tiempo en el que un mundo viejo desaparecía y el nuevo no acababa de afirmarse. Algo así vivieron las primeras comunidades cristianas en el siglo Primero, con la destrucción del Templo, de Jerusalén y del Sistema judío al que pertenecían.

Hoy no usamos ese lenguaje, pero sí hablamos de una época de crisis, en la que parece que ya no vivimos los valores de la Tradición, en la que abunda la confusión y una cierta violencia que nos hace perder la confianza en nosotros mismos y en Dios.

Ante tal situación, la conclusión del evangelista es: cuando suceda todo esto, no se asusten, levántense, alcen la cabeza, manténganse vigilantes y orantes. Quien está con Dios no tiene por qué temer ante las convulsiones dela historia. Como dice San Pablo, ¿quién nos separará del amor de Dios?

Vivir el adviento es renovar esta actitud de esperanza y de orante vigilancia. No se trata de ponernos nerviosos ante los males de nuestro tiempo, sino de mantenernos erguidos, sobrios y vigilantes para ver las nuevas oportunidades que se nos ofrecen.

¡Buen Adviento! ¡Buena preparación de la Navidad!

Antonio Villarino. Bogotá

 

 

 

Nuestra llegada a Brasil

Familia LMC a Brasil

Familia LMC a Brasil¡Nuestro corazón hinchado de amor, se llena hasta desbordar de felicidad!

El jueves 22 salimos de Guatemala, muy entusiasmados, con mucha alegría y esperanza,  Nos despedimos con nostalgia de nuestra familia y amigos y emprendimos el viaje tan esperado de venida a Brasil, un tanto cansado por el largo trayecto, pero los niños felices de subirse al avión.  También con sentimientos encontrados más con una dicha de poder venir.

Al llegar nos recibió Lourdes, con mucha alegría y nosotros nos sentimos muy felices de verla, asombrados por el panorama e inquietos por llegar a casa. Subimos a un bus y luego los MCCJ nos recogieron en la central de buses para traernos a casa, toda una odisea, ¡3 vehículos para tantos! Al llegar nos sentimos como en casa.  Yo meditaba que pudo haber sido mucho lo que dejamos en Guatemala, pero aquí estábamos recibiendo el doble de todo.  Sencillamente el Señor no se queda con nada.

Descansamos unos días del viaje y nos preparamos para la misa del domingo, Hermosa celebración que llenó nuestros corazones de un gozo que no se puede describir, ese día, día de Cristo Rey del Universo, nos recordó nuestras pequeñas experiencias de misión en San Luis Peten, donde el Señor nos conquistó de una manera profunda y donde logramos descubrir nuestro deseo de ser Laicos Misioneros Combonianos, ya que las veces que fuimos, culminábamos nuestro tiempo de misión con el domingo de Cristo Rey; ¡qué alegría saber que El Señor todo lo piensa para conquistar los corazones!  Es ahí en la intimidad donde nace el fuego del amor y hace brotar una fuerza que no se puede callar, es el purísimo amor que penetra hasta los huesos y te hace salir de donde estás.  En esa hermosa eucaristía nos recibieron muy bien, los niños hicieron un baile que representaba a Brasil, nos sentimos bienvenidos por toda la comunidad en donde la providencia y generosidad de las personas no se quedaron atrás.

Al terminar la eucaristía regresamos a la casa para el almuerzo, Lourdes tenía un banquete preparado, compartimos con Alejo, Tere y su familia con quienes compartimos muchos anhelos y deseos de ser misioneros desde nuestra realidad, ser familia. También compartimos con Neuza una vecina del barrio, reímos y nos empezamos a conocer, ¡que cercana se siente la gente! Es muy impresionante la apertura de los brasileños y más en este pequeño rincón de Brasil.

Ya estamos aquí desde hace una semana y la verdad la hemos sentido muy corta, entre largos viajes para cambiar el dinero, conocer el barrio y hacer compras de casi 3 horas, ha sido toda una experiencia. Mucha gente se acerca a hablarnos porque los niños llaman mucho la atención y también nuestro pobre portugués, que va mejorando con los días. Lourdes ha sido nuestra fuerza y alegría, nos lleva de aquí a allá, enseñándonos, explicándonos y mostrándonos todo, resolviendo nuestras dudas y amando a nuestros hijos ¡ya es oficialmente la abuela brasileña: Vovó! Sin realmente conocerla nos ha abierto las puertas de su casa y de su corazón, es reconfortante saber que los LMC somos todos uno, uno en Cristo, uno en el amor.

Familia LMC a BrasilCon muchas ansias tuvimos nuestra primera formación con Alejo, ¡dichosos los ojos y oídos que escuchan la palabra del Señor!, fue un oasis en medio del barullo, una pausa que reconfortó el alma, cantamos cantos misioneros- ¡y como vibra el alma cuando cantas el llamado que Dios te ha hecho! – y escudriñamos la palabra, Gen 12,1-4 Sal de tu tierra, deja a tu padre, a tu madre, a tu familia, tu país y anda a la tierra que yo te mostraré…  yo haré de ti una fuente de bendición… Otra vez el Señor se hace presente en lo pequeño, en lo grande, en lo sencillo, en lo personal. Esta lectura- que fue el tema principal de un retiro impartido por el MCCJ P. Victor Hugo Castillo- nos recordó el instante que definió nuestro discernimiento hace casi 3 años, cuando decidimos dejar todo y ser LMC, ese momento en que nos dispusimos como familia a la misión y hoy, en este día que iniciamos, el Señor nos vuelve a decir: “te conozco, te amo y estas aquí porque es mi voluntad”

¡Cuán grande es el amor de Dios! No tenemos medida, nuestra mente es tan pequeña que solo podemos dejarnos amar.

Hoy tenemos el corazón hinchado de amor y queremos compartir con todos esos detalles que Él ha tenido con nosotros.  No se puede negar a Dios y ¿cómo podemos ser tan ciegos ante sus expresiones dulces de amor?, solo viviéndolo se puede conocer y solo entregándose se puede sentir.

Nuestra esperanza esta puesta en Él, y porque nos sentimos muy amados estamos aquí. Esperamos que nuestra vida pueda ser ánimo y esperanza para la desolación, purificación para nuestras almas y luz para tantos que no conocen el verdadero amor.

Oren por nosotros, para que seamos instrumentos útiles de Dios.

Saludos desde Ipê Amarelo, Brasil

Ana Cris de Camey

Erguidos, sobrios y vigilantes

Adviento

Un comentario a Lc 21, 25-28.34-36 (I Domingo de adviento, 2 de diciembre del 2018)

AdvientoIniciamos el nuevo año litúrgico (I domingo de adviento), cuyas lecturas parecen enlazarse directamente con las lecturas de la última semana del año anterior. La primera parte del texto de Lucas que leemos hoy (versos 25 a 28) habla con lenguaje apocalíptico del “final de la historia” y de un tiempo en el que parece que “todo se derrumba”. “La angustia –dice Lucas- se apoderará de los pueblos, asustados por el estruendo del mar y de sus olas”.

No hay que olvidar que en la Biblia frecuentemente el mar es el lugar de una violencia incontrolada y una maldad que a veces parece amenazar a la humanidad, como en el caso del Diluvio o del Mar  Rojo que impedía la liberación el pueblo elegido. El mar es imagen de un tiempo de desazón, desorden y confusión que produce temor e inquietud.

En los museos capitolinos de Roma hay una sala dedicada a la “era de la angustia”, en referencia a los siglos de transición de la cultura romana antigua a la era de la cristiandad. Era un tiempo en el que un mundo viejo desaparecía y el nuevo no acababa de afirmarse. Algo así vivieron las primeras comunidades cristianas en el siglo Primero, con la destrucción del Templo, de Jerusalén y del Sistema judío al que pertenecían.

Hoy no usamos ese lenguaje, pero sí hablamos de una época de crisis, en la que parece que ya no vivimos los valores de la Tradición, en la que abunda la confusión y una cierta violencia que nos hace perder la confianza en nosotros mismos y en Dios.

Ante tal situación, la conclusión del evangelista es: cuando suceda todo esto, no se asusten, levántense, alcen la cabeza, manténganse vigilantes y orantes. Quien está con Dios no tiene por qué temer ante las convulsiones dela historia. Como dice San Pablo, ¿quién nos separará del amor de Dios?

Vivir el adviento es renovar esta actitud de esperanza y de orante vigilancia. No se trata de ponernos nerviosos ante los males de nuestro tiempo, sino de mantenernos erguidos, sobrios y vigilantes para ver las nuevas oportunidades que se nos ofrecen.

¡Buen Adviento! ¡Buena preparación de la Navidad!

Antonio Villarino. Bogotá