Laicos Misioneros Combonianos

Más allá de la colaboración: bajo la mirada de Comboni

Familia Comboniana

Familia Comboniana“El todo es más que la parte, y también más que su mera suma” (EG 235).

Queridos hermanos y hermanas y laicos misioneros combonianos

La belleza y la alegría del encuentro nos empuja a abrir nuevas vías en la colaboración entre los Institutos fundados por Comboni o que se inspiran en él.

En un mundo donde se construyen muros que separan y dividen, un mundo cargado de preconceptos debido a las diferencias de razas, lenguas y naciones, y que hace difícil abrir la puerta a quien es diferente, sentimos con urgencia la invitación de Jesús a la unidad y la comunión : “que sean uno para que el mundo crea” (Jn 17,21). Esta unidad no es sólo una invitación a trabajar con otros (colaborar), sino también a profundizar en las relaciones y a buscar nuevas formas de encuentro basadas no en afinidades de carácter o interés, sino en el evangelio que nos llama a abrirnos a aceptar el otro con sus límites, sus debilidades, pero también con su riqueza y belleza, en vistas de una misión más fructífera y generativa.

Las últimas décadas han traído profundos cambios sociopolíticos que nos desafían y nos llaman a buscar nuevas estructuras para hacer nuestra misión más actual y significativa. Los movimientos populares piden una participación activa en los procesos de la toma de decisiones. Esto es cierto no sólo en la sociedad civil: esta ola de valores democráticos también ha entrado en la Iglesia. La realidad secular está cada vez más presente en varias áreas ministeriales que hace mucho tiempo eran el dominio exclusivo de los sacerdotes o religiosos y religiosas y contribuye a la misión ofreciendo un ángulo visual propio, que ayuda a hacer una lectura más profunda de la realidad. Junto a los laicos podemos llegar a las zonas donde se desea la presencia comboniana.

Reunidos como familia comboniana el 2 de junio de 2017, en el encuentro anual de los Consejos Generales, para un día de reflexión, oración e intercambios, nos sentimos cuestionados a confirmar y renovar nuestro deseo de emprender un camino de colaboración más profunda entre nosotros. Un camino que empezó hace mucho tiempo como una familia comboniana, pero que es necesario renovar y profundizar.

Hemos hecho memoria del documento sobre la “Colaboración para la misión”, del 17 de marzo de 2002, con motivo del aniversario de la beatificación de Daniel Comboni. En esta carta se desarrollan en profundidad no sólo el camino realizado y las “indicaciones operativas”, sino sobre todo los fundamentos evangélicos y combonianos de la colaboración. De hecho, el Espíritu de Jesús es el Espíritu de unidad que Comboni ha deseado desde el principio para su familia, “el pequeño cenáculo de apóstoles… que brillan y calientan juntos” revelando la naturaleza del Centro del que emanan, es decir, el Corazón del Buen Pastor (E 2648).

Familia CombonianaDurante nuestra reflexión, nos percatamos que se ha hecho un camino largo de colaboración y todavía lo hacemos en muchas maneras y situaciones de la vida de nuestros Institutos: basta pensar en la compartir a nivel de secretariados y de despachos generales, pero también de nivel de provincias a través de la participación en asambleas provinciales, retiros comunes, celebraciones combonianas, cursos de formación permanente. Hay también algunos hermosos ejemplos de la reflexión y de acción pastoral común en los sitios donde viven juntos los miembros de nuestros Institutos y LMC.

Sentimos intensamente que el deseo de revitalizar nuestro ser y hacer misión juntos está enraizado en la naturaleza de la persona humana – vivir en relación – en la Palabra de Dios y en la herencia dejada por nuestro fundador, Daniel Comboni. Él quería que toda la Iglesia se comprometiera como un solo cuerpo en la evangelización de África: “todas las obras de Dios, separadas unas de otras, producen frutos escasos e incompletos, y sin embargo juntas y dirigidas con el único propósito de plantar permanentemente la fe en África interior, tomarían mayor vigor, se desarrollarían más fácilmente y serían más efectivas para lograr el codiciado propósito” (E 1100). Son diferentes las apelaciones para esta colaboración y, mirando su ejemplo, sentimos resurgir en nosotros con más fuerza este espíritu de colaboración.

Somos conscientes de que en este camino también hay algunas dificultades que nos pueden llevar al desánimo, como una insuficiente madurez humana y afectiva, la autoreferrencialidad, el protagonismo, el individualismo, la falta de identidad, el compartir dinero. Sin embargo, estas situaciones son al mismo tiempo un reto para buscar juntos y con creatividad nuevas formas de colaboración. Mencionamos con gozo algunas de las ventajas de trabajar juntos como Institutos combonianos: la belleza inherente a la colaboración, la complementariedad, el enriquecimiento mutuo, la ministerialidad, el testimonio de vivir y trabajar en comunidad con géneros, nacionalidades y culturas diferentes… De esta manera no sólo nos convertimos en testigos de la unidad en la diversidad, sino que somos semilla de nuevas comunidades cristianas de hermanos y hermanas testigos de la Palabra que proclamamos.

Tenemos un hermoso carisma común que ha crecido y se ha desarrollado en diversas expresiones. Así, la inspiración de Comboni camina en la historia para convertirse en proclamación del Evangelio a cada generación allí donde los pueblos son marginados. El carisma crece y se renueva cuando se comparte con otros que lo recrean en la peculiaridad de cada estilo de vida cristiana. La diversidad no es una amenaza para la forma apropiada del ser combonianos, sino que fortalece el sentido de pertenencia cuando se vive con sencillez y dando espacio al otro.

Nos permitimos enfatizar humildemente algunos aspectos en los que sentimos que necesitamos un esfuerzo creativo y atrevido para mejorar la colaboración a nivel de personas, comunidades, provincias y Dirección General: “hay que ensanchar siempre nuestra mirada para reconocer un bien mayor que traerá beneficios a todos nosotros” (EG 235).

Nos comprometemos:

  • a conocer más la historia de nuestros Institutos, recordando con gratitud las maravillas de Dios;
  • a conocer las personas y la vida actual de nuestros Institutos, comunicando lo que somos y lo que hacemos, a través de los medios que tenemos para una mayor compartir de nuestras actividades y proyectos pastorales y misioneros, apreciando los esfuerzos que se realizan ya;
  • a reflexionar juntos sobre la misión comboniana hoy en el mundo: nuevos paradigmas de misión, ministerialidad (a través pastorales específicas) e interculturalidad. Más que dar respuestas a los problemas, hay que detenerse a reflexionar para ofrecer visiones a nuestros Institutos;
  • a iniciar comunidades ministeriales, intercongregacionales (o de la familia comboniana), donde se viva en el signo de la confianza mutua. Mirando al futuro, pensar cómo se puede reconfigurar a la Familia Comboniana para testimoniar mejor el trabajo común;
  • a trabajar juntos a nivel de formación en la iniciación de nuestros candidatos/as al carisma y espiritualidad comboniana, y compartiendo cursos y encuentros de formación permanente cuando sea posible (ya se ha escrito y distribuido una carta sobre el tema a todos formadores de mccj durante la Asamblea de la Formación de Maia, Portugal, en julio de 2017;
  • a profundizar nuestra espiritualidad comboniana y favorecer momentos de discernimiento y de oración, en la escucha de la Palabra y de los signos de los tiempos, en ocasiones especiales en la vida de nuestros Institutos, promoviendo encuentros sobre la espiritualidad comboniana;
  • a responder junto en situaciones de emergencia u otras que impliquen un esfuerzo común.

Con motivo del 150º de la fundación del Instituto de los Misioneros Combonianos y el 25º del inicio de la configuración de los Laicos Misioneros Combonianos, nos sentimos empujados por el Espíritu a reafirmar el esfuerzo de colaboración.

Con la certeza de que lo escrito arriba representa algunos de los caminos posibles en el camino de la colaboración, os invitamos a ser creativos y generosos, abriéndonos al soplo del Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas y nos urge a avanzar con confianza: “El espíritu es el viento que nos empuja hacia adelante, que nos mantiene en el camino, hace que nos sintamos peregrinos y extraños, y no permite que nos acomodemos y nos convirtamos en un pueblo ‘ sedentario’” (Papa Francisco, audiencia 31 de mayo de 2017).

Familia Comboniana

Roma, 10 octubre 2017

 

Madre Luigia Coccia (Sup. Gen.)

Hna. Rosa Matilde Tellez Soto

Hna. Kudusan Debesai Tesfamicael

Hna. Eulalia Capdevila Enriquez

Hna. Ida Colombo

 

Dalessandro Isabella (Resp. Gen.)

Dal Zovo Maria Pia

Galli Mariella

Rodrigues Pascoal Adilia Maria

Ziliotto Lucia

 

Sr. Alberto de la Portilla (Coordinador Comité Central LMC)

 

Tesfaye Tadesse Gebresilasie (Sup. Gen.)

Jeremias dos Santos Martins

Ciuciulla Pietro

Bustos Juárez Rogelio

Hno. Lamana Cónsola Alberto

Edición alemana de los Escritos (Schriften) de San Daniel Comboni

Escritos Comboni en Alemán

Escritos Comboni en AlemánFue un parto particularmente difícil, pero valió la pena. El último de los hijos de una familia se convierte, a veces, en el hijo predilecto de todos. Así, con ocasión de la fiesta de San Daniel Comboni, celebrada el 10 de octubre de 2017, sus escritos y sus cartas aparecen publicados en alemán. Esta obra, publicada en dos volúmenes, fue presentada a los cohermanos y amigos, durante el Simposio misionero de 7 y 8 de octubre de 2017, en Ellwangen, Alemania. Los superiores provinciales o los cohermanos que deseen un ejemplar de estos Escritos, deben dirigirse al P. Anton Schneider, viceprovincial.
Un agradecimiento muy especial a todos los que contribuyeron y trabajaron incansablemente para que esta edición se convirtiera en una realidad y en particular a los padres Georg Klose y Alois Eder por la traducción y a la Sra. Andrea Fuchs y al Sr. Anton Schneider por la redacción final.
Esperamos que este esfuerzo de la DSP produzca frutos abundantes, es decir, que leyendo y meditando las cartas de Comboni, su figura se haga más viva y presente en cada uno de nosotros y entre nosotros, y se fortalezca de esta manera nuestra identidad comboniana.

Escritos Comboni en Alemán

En la foto, desde la izquierda: P. Georg Klose, P. Alois Eder y P. Karl Peinhopf, superior provincial de la provincia de lengua alemana (Deutschsprachige Provinz – DSP).

comboni.org

La misión al otro lado del atlántico

LMC Peru

LMC PeruTener fe es firmar una hoja en blanco y dejar que Dios en ella escriba lo que quiera (San Agustín).
Así también la misión es dejarnos guiar por el Espíritu Santo que nos acompaña y espera.
Llegamos a este camino con todo lo que somos y así también partimos. Hemos traído en el corazón a todos los que amamos y nos completan, nos han enviado aquí y nos acompañarán toda la vida, así dicta el amor. Salimos al amanecer y también en un amanecer llegamos al Perú. Conscientes de la duración del viaje encontramos las fuerzas en los abrazos apretados que nos dijeron hasta pronto. Llegamos a la tierra a la que llamaremos casa en los próximos años.
A la puerta del aeropuerto ya nos esperaban, entre sonrisas y alegría nos recibieron. Compartimos nuestro nombre y nuestro carisma.
A la salida, fuimos recibidos por la lluvia menuda que se hacía sentir, y en este torbellino de sensaciones recorrimos por primera vez suelo peruano. LMC PeruUn primer período de puro conocimiento, despojadas de nosotras damos los primeros pasos junto a este pueblo que nos acogió de forma tan amable. Somos nosotras del otro lado del atlántico viviendo la misión al estilo de S. Daniel Comboni.
Conocer a los Laicos Misioneros Combonianos fue a conocer a nuestra familia LMC Peruana. Cada uno de ellos compartió con nosotros un poco de sí y de su testimonio de vida y de fe. Pudimos conocer también a los postulantes con quienes convivimos y compartimos buenos momentos. Entre conversaciones, bebidas, comidas y carcajadas recibimos un poco de ellos y dimos un poco de nosotras, alegres, con la certeza de saber que todas estas vidas convergen hacia Dios.
Con la certeza de que fue y es Dios quien nos llama a esta misión. Caminamos juntas con la seguridad de que llegaremos adonde nos esperan.

LMC Peru
Neuza y Paula, LMC Perú

Política y religión

Un comentario a Mt 22, 15-22 (XXIX Domingo ordinario, 22 de octubre del 2017)

Todos conocemos la famosa frase de Jesús “dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”. Es una frase que se ha hecho muy popular para hablar de la separación entre religión y política y que muchos repiten con razón o sin ella.

Hoy la leemos en su contexto original: el de una disputa entre los fariseos y Jesús a propósito de una situación conflictiva que había en la Palestina del siglo I. Los romanos, que eran invasores y ejercían un poder dictatorial sobre los judíos, se financiaban con los impuestos que los mismos judíos pagaban al Imperio. Era una situación de injusticia institucionalizada, como muchas de las que tenemos hoy en casi todos los países, aunque en medidas distintas.

Ante esa situación injusta que se les imponía por la fuerza, algunos reaccionaban “con realismo”, pagando los impuestos a regañadientes porque no tenían más remedio. Otros, no sólo pagaban a regañadientes, sino que sacaban su propio provecho, aunque “de labios para fuera” la criticaran: el sistema imperial les facilitaba una vida cómoda y, aunque fuese tapándose la nariz para no oler la corrupción, se aprovechaban de ella. Otros decían que no había que pagar impuestos como una forma de rebelión contra aquel poder opresor e impío, contrario a las leyes de Dios, aunque pocos eran realmente coherentes, ya que al final dependían del sistema imperial para el comercio y para toda la vida económica.

La cuestión, que era muy debatida, se la presentan a Jesús, no para conocer su opinión, sino como una trampa, como tantas veces ocurre en la política. Muchas veces los políticos hacen declaraciones sobre cuestiones del momento, pero su intención no es solucionar los problemas sino atacar al adversario, aprovechando una situación compleja que ellos piensan que pueden aprovechar en su favor.

En este caso que comentamos, la respuesta de Jesús se ha vuelto, como decía, emblemática y mucha gente cita la frase para decir algo así como “no mezclemos religión y política”, aunque esa citación es muchas veces interesada.

A mí se me ocurren a este propósito tres ideas que les comparto por si les sirven:
-Por una parte, es imposible separar religión y política, ya que todo lo humano tiene que ver con la “polis”, es decir, con la organización política de una sociedad; al mismo tiempo, todo lo humano tiene que ver con la religión, ya que cualquier acto humano (personal, político, económico, artístico), precisamente en cuanto humano, tiene una dimensión religiosa y ética que no se puede soslayar. El ser humano es único y no puede dividirse: el político no deja de ser religioso y el religioso no deja de tener una dimensión política.

-Pero, por otra parte, es verdad que lo religioso y lo político son dimensiones diferenciadas, cada una con su propia responsabilidad, de tal manera que personas con la misma fe pueden adoptar decisiones políticas diferentes, según sus conocimientos o percepciones de la realidad y de lo que es necesario hacer. Las decisiones políticas pueden y deben tener una fundamentación religiosa (por ejemplo, las motivaciones de fondo o los objetivos de justicia a alcanzar), pero, en la toma de decisiones, hay además otras dimensiones (económicas, sociales, culturales, etc.) que yo debo discernir desde mi propia libertad y responsabilidad, sin escudarme en alguna instancia religiosa.

-Por eso la respuesta de Jesús se plantea a un nivel más hondo: el de la coherencia humana y la verdad, frente a la hipocresía y la mentira. El verdadero debate, viene a decir Jesús, no se plantea entre pagar impuestos a un Imperio o no, sino entre sinceridad e hipocresía, autenticidad y manipulación, verdad y mentira, lenguaje “políticamente correcto” y lenguaje verdadero y realista. Lo que Jesús nos pide es esta actitud de verdad, autenticidad y libertad.
Estos principios valen a la hora de tomar decisiones sencillas o complicadas, como a quien votar, qué negocios emprender, cómo usar el dinero público, etc.

P. Antonio Villarino
Bogotá
P.D.
Hoy se celebra en todo el mundo el DOMUND (Domingo Mundial de la Misión). Es una buena ocasión para sentirnos miembros de una Iglesia misionera, sin fronteras, abierta al mundo como testimonio del Reino anunciado por Jesús: Un Reino de amor y de paz, de verdad y justicia.

Gracias, San Daniel Comboni, por fundar el Instituto

Comboni

ComboniQueridos hermanos:
Feliz Fiesta de San Daniel Comboni.

Este año, en el que celebramos el 150 aniversario de la Fundación de nuestro Instituto, una de las bellas cosas que contemplamos es la celebración de la santidad de Comboni en las comunidades cristianas de las Iglesias locales en las que vivimos y a las que participamos.

Comboni, bendito é Deus em teu nome”, “Comboni, bendito es Dios en tu nombre”: así cantaban, queridos hermanos, los feligreses de Curitiba que encontré durante mi visita a la provincia y a los hermanos de Brasil. Sí, una Iglesia local de Brasil, muy lejos de África, bendiciendo a Dios y alabando a San Daniel Comboni. Qué lindo que San Daniel Comboni, nuestro Padre y Fundador, se haya convertido en una figura tan atractiva, gracias al compartir realizado por los combonianos, las combonianas, las seculares combonianas y laicos combonianos. Sí, los santos y las santas hablan para todos, en todas partes. En Mozambique, donde se celebra, junto con los 150 años del Instituto, los 70 años de presencia y servicio generoso de los Combonianos, en la parroquia de Benfica-Maputo, los valientes jóvenes del coro cantaban: “Continente africano, alegrémonos y cantemos, el mundo entero alégrese y caiga dando gracias al Señor. Fue un Profeta en su tiempo. Denuncio la esclavitud. Los de grito alternativo o africanos”, “el continente africano, se regocija y se regocija el mundo y canta, canta, dando gracias al Señor, Comboni fue un Profeta en su tiempo. Denuncio la esclavitud y ha sido oído el grito de los africanos”.

¡Gracias Comboni! Gracias África porque has modelado a Comboni y lo has hecho un santo y generoso hombre de Dios.

Queridos hermanos, en este año en el que celebramos los 150 años de la Fundación de nuestro Instituto misionero, queremos agradecer a Dios por el regalo de San Daniel Comboni y el regalo de los hermanos que han consumido y dado totalmente al pueblo de Dios en la misión. Agradecemos a nuestros hermanos asesinados mientras se dedicaban al servicio del Evangelio y la misión. Queremos decirles GRACIAS: se han convertido en “Santos y capaces”. Santos y capaces. Lo uno sin lo otro vale poco para el que sigue la carrera apostólica. El misionero y la misionera no pueden ir solos al paraíso. Solos irán al infierno. El misionero y la misionera deben ir al cielo acompañados de las almas salvadas. Y aunque ante todo han de ser santos, o sea, completamente ajenos al pecado y a la ofensa a Dios, y humildes, eso no basta: necesitan tener caridad, que es la que los hace capaces” (E 6655).

En el marco de los 150 años de nuestro Instituto, sería muy bueno dedicar un momento de oración de acción de gracias por estos hermanos nuestros “santos y capaces”, que se consumieron por el Reino de Dios entre los pueblos a los que fueron enviados. ¿Contemplar a estos hermanos nuestros santos y capaces, nos provoca a preguntarnos: y yo, tengo la misma disponibilidad para hacer un camino de vida en continua conversión? ¿Aspiro a la santidad misionera y a la capacidad evangélica que contribuye a la vida de mis hermanos y hermanas con los que construimos el Reino de Dios en nuestro mundo tan necesitado y herido?

Pensando en nuestros hermanos “santos y capaces” notamos que tenemos un profundo y rico pozo de espiritualidad misionera e comboniana al cual beber. Tenemos muchos hermanos de todas las edades, de todas las culturas y de todas las razas que ayer y hoy han vivido y viven imbuidos con esta gran espiritualidad y se han convertido en ejemplos. “Son muchos los misioneros combonianos identificados, generosos y dispuestos a dar la vida por Cristo y por la misión; sin hacer ruido, se gastan cada día en los diversos servicios a ellos confiados” (AC 2015, n. 14).

Este año en el que celebramos los 150 años de nuestro Instituto, me gustaría recordar cuatro hermanos y una hermana cuyo proceso de beatificación y de canonización, dentro de las comunidades cristianas y de la Iglesia, ya ha iniciado.

“Santos y capaces” en la evangelización: “De mi vida depende la salvación de muchas almas; cuanto más santo sea yo, más salvaré… Mucho hace quien mucho ama y mucho obtiene quien mucho sufre. Ante la Virgen de Lourdes he pedido la gracia del martirio”, “O Sacratísimo Corazón de Jesús, yo me encierro en la herida de tu dulcísimo costado y entrego las llaves a mi querida madre a María y le ruego de no abrirme si no para ir a gozaros toda la eternidad” (Mons. Antonio María Roveggio, del diario personal).

“Santos y capaces” en la vida de la comunidad: “Entre yo y mis hermanos recuerdo haber insistido dos veces, y con algo de fuego, en mi opinión, así que durante dos minutos, puede ser que la armonía no haya sido de lo más delicioso, pero Deo gratias; ambas veces, en el mismo istante, les he pedido perdón por mi furia, y me dijeron, sí, sí, va bien. Si alguna vez sucede echar agua al fuego de los otros lo haces con gusto, sobre todo porque es más barato” (Hno. Giosuè dei Cas, 13.1.1927, carta al Sup. General, carta desp.).

“Santos y capaces” en la caridad: “La santidad es el árbol y el amor su fruto. Más nos esforzamos por amar, conocer, servir a Dios y más nos sentimos atraídos, como del imán, para servirle en la persona de todos los necesitados, especialmente de los más lejanos y de los que más sufren” (P. Bernardo Sartori, carta de Otumbari, 19.1.1979).

“Santos y capaces” en el deseo de vivir el Evangelio: “Tengo que seguir esforzándome por vivir la presencia de Jesús en mi corazón y me pregunto con frecuencia qué haría él en mi lugar. Me ha conmovido la idea de escuchar la palabra de Dios sin defensas, y hablar con Jesús en el tabernáculo sin defensas. Por lo tanto no defenderme con tantas disculpas si mi vida no se adecua a la palabra de Dios y no hablar de Jesús imponiendo mi punto de vista humano, mezquino. Lamentablemente debo hacer todavía más o menos los mismos propósitos del pasado” (P. Giuseppe Ambrosoli, extracto de los ejercicios espirituales, 9-15.1.1981).

“Santos y capaces” en la profecía: “Os quiero mucho a todos y amo la justicia y por la justicia basta simplemente la voluntad de cada persona, basta la voluntad como Iglesia, como comunidad, antes que la rebelión pueda dar lugar a brutalidad impredecible en nuestro entorno social. No aprobamos la violencia, aunque recibimos violencia. El sacerdote que os habla ha recibido amenazas de muerte. Estimado hermano, si mi vida te pertenece, también te pertenecerá mi muerte” (P. Ezechiele Ramin, homilía en Cacoal, 17.2.1985).

“Santos y capaces” en la colaboración: Hna. Maria Giuseppa Scandola, enferma, envía el mensaje al joven misionero P. Giuseppe Beduschi, enfermo, diciendo: “Los Shilluk necesitan de Vd…, Vd no morirá, yo moriré en su lugar…” y por él ofrece la vida y muere después de pocos días (1.9.1903), mientras que el P. José vivirá todavía muchos años (morirá en 10.11.1924).

Comboni

Aquí están los hijos e hijas de San Daniel Comboni. ¡FELIZ FIESTA!
P. Tesfaye Tadesse Gebresilasie MCCJ
en nombre del Consejo General