Hay muchas razones que lo hacen palpitar.
Pero es una, sólo una, la esencia de las razones, que marca el ritmo de todas las demás ¡”el amor”!
Es el que orienta toda nuestra vida.
Pero, como seres humanos que somos, y porque, cada vez vivimos más en un mundo de la razón y para la razón, vemos el amor como una fórmula química que podemos manejar de acuerdo a nuestra voluntad.
El corazón tiene sus límites, ¡lo sabemos!
Los derrumbamos, volvemos a levantarlos y volvemos a eliminarlos…
¡¿Pero tiene que ser así?! ¿No podemos aprender? ¿No podemos ser valientes? ¿no podemos creer?
¡Quizás, sólo necesitemos un poco de coraje, de esperanza y creer!
Tal vez no habrá límites si elegimos hacerle frente, curarlos, ¡acogerlos!
Tal vez el corazón después de todo pueda ser ilimitado si tenemos el valor para decidir que el Amor no tiene límites.
Y si se trata de la pasión de Cristo, en su dolor por nosotros, donde encontramos el bálsamo de la misericordia, ¡sanaremos nuestras heridas sumergiéndonos en su amor!
¡No basta pedir, agradecer, orar!
¡Es obligatorio experimentar el perdón en nosotros y para nosotros!
Para después vivir en el otro y para el otro la alegría del amor…
Seamos un buen legado de su Pasión de Corazón abierto, sano y lleno de razones para vivir…
Cristina Sousa
Maia, 27 de Mayo de 2016