Ya hace quince días que llegamos a Etiopía, quince días intensos en emociones, sensaciones, colores,…
Viajar como familia, con dos hijas de 14 y 15 años, es más complicado que cuando hace ya tantos años estuvimos en Mozambique, pues para ellas es su primer contacto con África (al menos que se acuerden), con lo que ello implica de diferente en todo, ya no sólo en la fisionomía de las ciudades, los puestos de fruta ambulantes, una circulación que es una locura, la sensación de ir llamando la atención vayas por donde vayas, sino sobre todo la dificultad para comunicarte con la gente, el no poder hablar su lengua y por tanto no poder conocer su visión del mundo, de la vida, de su propia realidad.
Aquí en Awassa hay bastantes edificios de tres y cuatro plantas, y se está construyendo mucho, es un país que nos cuentan en los últimos años ha cambiado mucho, con amplias avenidas asfaltadas, numerosos hoteles, pues esta es la segunda o tercera ciudad del país, y quizás la más bonita, pues se encuentra situada junto a un lago bastante grande y tiene una flora y una fauna increíbles, lo cual hace que sea uno de los lugares turísticos preferidos por los propios etíopes. Y a pesar de ello el contraste con nuestras ciudades españolas es enorme, a nuestras hijas les llama mucho la atención las calles de tierra, los montoncitos de leña para cocinar, las cabras, ovejas, e incluso vacas, andando sueltas por las calles, que cuando llueve la vida no se para y nadie usa paraguas… pero sobre todo les llama mucho la atención la amabilidad de la gente, que todo el mundo te sonría y te salude, que la gente no vaya corriendo a todas partes, que la misa dure una hora y tres cuartos y la gente esté contenta… espero que aprendan mucho de este pueblo y que esta experiencia les enseñe otros valores distintos de los de nuestro primer mundo.
Tanto la comunidad de los MCCJ como la de los LMC nos cuidan mucho y están pendientes de acompañarnos e intentar explicarnos la realidad de este hermoso país, un país de más de 80 millones de habitantes, de los que más de 6 viven en la capital, de los que sólo un 0.9% son católicos, y el resto son 45% ortodoxos y 45% musulmanes. Un país en el que las misiones católicas son en muchos casos lugares de primera evangelización, con una gran necesidad de vocaciones nativas, y dónde a la vez desde la pequeñez del número que representan están ayudando tanto a este pueblo a nivel social y de desarrollo humano. Estamos teniendo la oportunidad de conocer el trabajo que otras congregaciones religiosas están haciendo aquí en Awassa, gestionando hospitales, escuelas de primaria y secundaria, guarderías, escuelas profesionales… El campo de trabajo es mucho en la promoción de la mujer, en educación, en salud… posibilitar un desarrollo real en este pueblo.
La comunidad de los LMC nos han ido contando los diversos trabajos tanto apostólicos como sociales que llevan aquí, y en la medida de lo posible los estamos acompañando para conocer de primera mano la labor que llevan a cabo, y sobre todo ver el amor que ponen al hacerlo. La dulzura y el cariño con el que se ocupan de los niños con dificultades especiales, el trabajo con los jóvenes en la parroquia, la responsabilidad en sus trabajos, el testimonio de familia, su compromiso con los más necesitados, … y todo desde el carisma de S. Daniel Comboni, intentando salvar África con África, cediendo el protagonismo al otro, acompañando, no dirigiendo, desde la sencillez y la humildad de saberse extranjeros, enviados en comunidad a anunciar el Amor del Padre y a construir su Reino.
Agradecidos al Padre por esta vocación, y por la posibilidad de vivir esta experiencia en familia.
Maricarmen, LMC España en visita a Etiopía