Un comentario a Mt 10, 26-33 (XII Domingo ordinario, 25 de junio de 2017)
Tres veces repite Jesús la expresión “no tengan miedo” ante sus discípulos misioneros que previsiblemente se van a enfrentar a grandes obstáculos y persecuciones en el curso de su testimonio misionero en el mundo.
Todos sabemos por experiencia que el miedo puede ser una experiencia paralizante que no nos deja vivir la vida con libertad y en plenitud. Sabemos también que el miedo es un mal consejero que no nos permite tomar las decisiones más adecuadas; por eso alguien ha dicho que “sólo hay que tener miedo al miedo”. Pero también se ha dicho que el “miedo es libre”, es decir, que no es fácil de controlar. La confianza en Dios, a la que nos invita Jesús hoy, puede ser la base para lograr esa actitud libre y liberadora.
Siguiendo el discurso de Jesús, confrontado con nuestra propia experiencia, podemos decir que tenemos tres tipos fundamentales de miedo: a perder la fama, a perder la vida, a no valer lo suficiente. A esos tres miedos Jesús responde con tres afirmaciones:
a) “Lo que escuchen al oído, proclámenlo desde las terrazas”. Yo entiendo esta frase de esta manera: no sean indebidamente vergonzosos, no escondan su fe ni sus valores, no escondan lo que consideran verdad, confíen en su corazón y exprésense con libertad, aunque haya gente que se ría, aunque algunos se les opongan, aunque parezca que hacen el ridículo. Quien es sincero y auténtico no tiene nada que temer. La vedad terminará triunfando.
b) “No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden quitar la vida”. Todos defendemos esta única vida que tenemos y tratamos de evitar los sufrimientos, los riesgos y las amenazas. Pero uno no puede vivir esclavizado a estos temores. Más importante que conservar la vida física es conservar la propia dignidad, el sentido de nuestro vivir, el amor a Dios y a nuestros semejantes. Si para eso nos toca sufrir o arriesgar algo, hay que hacerlo con valentía, sin echarnos atrás cobardemente; si no lo hacemos. nos perdemos a nosotros mismos como personas libres.
c) “Ustedes valen más que todos los pájaros”. Todos nosotros somos bastante frágiles física y psicológicamente. Tenemos miedo al hambre, a la enfermedad, a la falta de un techo bajo el que cobijarnos. También tenemos miedo a la falta de estima, a que los demás nos desprecien, no nos consideren en lo que valemos… Ante ese miedo Jesús nos invita a contemplar los pájaros del cielo y a tomar conciencia de que valemos más que ellos… a no preocuparnos demasiado por nuestra seguridad o por el aprecio de los demás. Si confiamos en Dios, todo esto “se nos dará por añadidura”.
Hoy, escuchando este pasaje del discurso misionero en el capítulo diez de Mateo, podemos preguntarnos: ¿De qué tengo miedo yo? Y escuchar la voz de Jesús: “No tengas miedo, tú vales mucho a mis ojos, ánimo, se valiente y confiado”.
P. Antonio Villarino
Bogotá