Los delegados combonianos de América/Asia al XVIII Capítulo General, reunidos en asamblea continental en la Ciudad de México de 11 a 15 de mayo, comparten su cercanía y reflexión por medio de una carta abierta que dirigieran a toda la Familia Comboniana con ocasión de la beatificación de Mons. Oscar Arnulfo Romero que se realizará el próximo sábado 23 de mayo, en El Salvador. A continuación publicamos la carta de los misioneros.
Carta abierta
de los Misioneros Combonianos de América-Asia
con motivo de la Beatificación de Mons. Oscar Romero
Estimados hermanos y hermanas,
Nosotros, delegados de América/Asia al XVIII Capítulo General, reunidos en la Ciudad de México, les saludamos fraternalmente. Queremos compartir con todos ustedes nuestra cercanía y nuestra reflexión con ocasión de la beatificación de Mons. Oscar Arnulfo Romero (sábado 23 mayo de 2015). Sin duda que nos encontramos ante un acontecimiento histórico muy importante para nuestra Iglesia. Por eso queremos compartir algunos aspectos:
- La solemne beatificación por parte de la Iglesia universal, confirma lo que ya nuestro pueblo creía y celebraba: Romero mártir. Con su beatificación celebramos también el don de la vida ofrendada por tantos otros mártires cuyas luchas quizá no hemos conocido. Admiramos la valentía y la fidelidad de aquellos que el próximo mes de diciembre 2015 serán beatificados en Perú: P. Zbigniew Strzalkowski, P. Michele Tomaszeck y P. Alessandro Dordi víctimas del terrorismo; de centenares de laicos comprometidos, catequistas, hombres y mujeres de rostros obstinados en la defensa de los derechos humanos; adultos, ancianos, jóvenes y niños inocentes; religiosos, religiosas, sacerdote martirizados por amor a Cristo, a la Iglesia y al pueblo en sociedades que se reconocen cristianas. El Reino de Dios es propuesta y compromiso para todos. Como ellos Mons. Romero ha sido víctima de las fuerzas del mal encarnadas en la alianza entre el poder económico, político y militar que se aferran a sus privilegios ilegítimos en contra de la lucha liberadora del pueblo oprimido.
- En una época de grandes mutaciones en la que estamos invitados a rencontrar el sentido profético de nuestra fe y consagración, queremos reafirmar que Mons. Oscar Arnulfo Romero es un modelo de profeta para nuestro tiempo. El sufrimiento del hermano desprotegido, la violencia en todas sus formas y por todas partes creciente, la criminalización de los derechos humanos desafían nuestro compromiso profético hoy.
- Un mártir no se improvisa. Con esta afirmación queremos resaltar la mística profunda forjada en la oración cotidiana con la que Mons. Romero vivió su ser cristiano, sacerdote y pastor. Su espiritualidad sacerdotal se inspiró en su lema episcopal: “Sentire cum Ecclesia”. Pero como la espiritualidad es un camino de crecimiento y docilidad al Espíritu, el acontecimiento martirial del P. Rutilio Grande (jesuita) y la violencia militar contra el pueblo, marcó en él un proceso de conversión: de la indiferencia/comodidad a la solidaridad con el más pobre y oprimido.
- En Mons. Romero descubrimos la imagen del Pastor Bueno que se identifica plenamente con su pueblo, que sufre en carne propia los atropellos en contra de la dignidad de las personas, que levanta su voz para condenar la injusticia y predicar la paz, que ora por sus hermanos y que ama hasta dar conscientemente su vida con la firme esperanza que su muerte será fuente de vida para el pueblo salvadoreño.
- ¿Qué significado tiene para nosotros hoy este acontecimiento eclesial? La beatificación de Mons. Romero nos lo presenta como modelo de vida y de misión:
- la lectura de la realidad a la luz de la fe nos debe llevar a la conversión personal y comunitaria;
- la evangelización se compromete en la liberación integral de las personas y de los pueblos;
- el evangelizador se identifica de una manera radical con la suerte del pueblo en sus sufrimientos y en sus esperanzas;
- los valores del Reino son siempre la utopía que ilumina el camino de nuestro servicio misionero;
- el dar la vida por las ovejas es la concretización de nuestra vocación al seguimiento del Corazón traspasado del Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas.
Seguros y confiados en la palabra del Evangelio: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto” (Jn. 12, 24), queremos invitarles a forjar un camino nuevo de renovación y de esperanza para nosotros y nuestros pueblos. En comunión con todos ustedes, en memoria de Mons. Romero y de todos los mártires en América, en particular P. Ezechiele Ramin, creemos firmemente que el XVIII Capitulo General que se acerca nos ofrece a todos una oportunidad para renovarnos en la fidelidad al carisma de san Daniel Comboni y en la imitación de los mártires de nuestra Iglesia en América.
Ciudad de México, 15 mayo de 2015