Laicos Misioneros Combonianos

“Los zorros tienen guaridas y los pájaros tienen nidos. Pero el hijo del hombre no tiene dónde apoyar la cabeza. Sígueme”.

Querido pueblo de Dios

¡Paz y bien!

Habiendo escuchado esta llamada de Jesús, le he seguido. Y es con gran alegría que te lo digo. Estoy en África. El África tan amada por Comboni y tan soñada por nosotros, los combonianos.

El viaje fue muy bueno. Tuve algunos problemas de comunicación debido al idioma en los aeropuertos y en el avión, pero nada que me quitara el aliento.

En el primer vuelo se hablaba inglés y árabe. Y no entendía ninguno de los dos idiomas, lolrsrs. Pero Dios siempre pone ángeles en nuestro camino. Había muchos brasileños en el vuelo y tuve la ayuda de una mujer y un joven llamado Bruno, Bruno fue un ángel de Brasil a Maputo. Me ayudó mucho, especialmente en Qatar, me orientó en el aeropuerto, para llegar a la puerta de embarque que estaba lejos y era difícil de encontrar.

En el segundo vuelo conseguí comunicarme con el poco español que había aprendido.

Cuando llegué a Maputo sentí la presencia de Comboni con mucha fuerza, era como si estuviera allí, guiándome.

Hora de comer, hora de buscar comida. Uy, me faltan cinco meticais… añadió el asistente, otro ángel.

En la puerta de embarque, sorpresa, la maleta con sobrepeso, como varía según el país, pesaba 3 kg más. Resultado: una multa de cuatro mil meticais que el chico renuncia milagrosamente a cobrar. ¿Otro ángel? No hay duda de ello. Y Comboni seguro.

En el avión a Nampula, un niño se pone a jugar con nosotros, para mí la bienvenida estaba allí.

Finalmente aterrizamos en Nampula. Massimo nos estaba esperando en el aeropuerto. Otros dos misioneros, sacerdotes, estaban con nosotros.

Nos vamos a casa, cenamos y descansamos.

Estamos en el Centro Catequético Misionero, en Anchilo, tramitando los documentos mientras esperamos que comience el curso de inculturación.

Nos encontramos con muchos padres aquí, ya que están en asamblea. Fuimos muy bien recibidos por todos.

El primer domingo aquí, mientras los sacerdotes celebraban la misa en el centro, yo preferí ir a la celebración en la iglesia con la gente. Fue muy bueno ver la sonrisa, la alegría de la gente. El pueblo Macúa es muy alegre y acogedor.

Poco a poco empecé a conocerlos, a convivir con la gente, un buen día, una charla rápida, una sonrisa, y así vamos construyendo el día a día, lentamente para no asustar.

Consciente de la misión que tengo, de los retos ya conocidos y de los que surgirán, llego a la tierra de la misión. Soy consciente de la situación inicial. Ya es posible sentir que los desafíos serán grandes, pero confiando en el Señor seguiré, su palabra es mayor, y si la misión es de Dios, es santa, es segura.

Mi viaje acaba de empezar y me siento feliz de estar logrando lo que siempre quise.

Cada día me doy cuenta de que el trabajo de Comboni se concreta cada vez más. ” Yo muero, pero mi obra no morirá”.

Me gustaría compartir con vosotros un poco de lo que está pasando y una vez más agradeceros a todos vuestra ayuda, cariño y oraciones. Sin vosotros no sería posible.

Seguid rezando por la misión y por todos los misioneros. Desde aquí sigo en oración por cada uno de vosotros.

Estoy muy contenta y le pido a Jesús que bendiga esta nueva misión que se presenta.

Que Comboni, la Virgen y Jesús misionero os bendigan a todos.

Un cálido abrazo, directamente desde África.

Regimar

Laica Misionera Comboniano – Brasil/Mozambique

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