Laicos Misioneros Combonianos

La oración del humilde atraviesa las nubes

Un comentario a Lc 18, 1-8 ( XXIX Domingo ordinario, 16 de octubre de 20 de 2016)

De la mano de Lucasviuda, seguimos acompañando a Jesús en su camino hacia Jerusalén y seguimos recibiendo sus enseñanzas, con el objetivo de irnos transformando en verdaderos discípulos que quieren aprender de él y parecerse a él en pensamientos, palabras y acciones.

Lucas insiste en que uno de los rasgos de la vida de Jesús era su actitud orante, es decir, su constante y confiado diálogo con el Padre. En ese diálogo había escucha y silencio acogedor y respetuoso, alabanza gozosa, gratitud y también súplica perseverante.

De esto último es de lo que nos habla la parábola que leemos hoy sobre aquella viuda a la que un juez inicuo no quería escuchar, pero que al final se deja vencer por la sana “tozudez” y perseverancia
de la pobre viuda.
La actitud de esta viuda es muy propia de las personas que viven en una gran necesidad y que no tienen otro recurso que el grito y la súplica perseverante, como hemos visto el domingo pasado con los diez leprosos.

l grito de los leprosos y la tozudez de la viuda me recuerdan lo que dice el libro del Eclesiástico:


“El Señor es juez,

y para él el prestigio de las personas no cuenta.
No hace acepción de personas en perjuicio del pobre,
y escucha la oración del oprimido.
No desdeña la súplica del huérfano,
ni el lamento de la viuda.
¿No corren por su mejilla las lágrimas de la viuda
y su clamor contra el que las provocó?

La oración del humilde atraviesa las nubes
y su plegaria sube hasta las nubes,
Hasta que no llega a su término, él no se consuela.
No desiste hasta que el Altísimo lo atiende (Ecl 35, 12-21).

En esa misma línea se mueve el salmista cuando ora:

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
u guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel (Salmo 120).

Pienso que no hay que darle más vueltas. Si vivo la vida con un espíritu de auto-suficiencia orgullosa, estas palabras me parecerán ridículas. Pero si experimento algún tipo de pobreza y siento la necesidad de pedir ardientemente alguna gracia, la Biblia entera, Jesús mismo ( y mi propia experiencia) me dicen que mi grito perfora las “nubes” y que Dios no será sordo a mi súplica.

Dame, Señor, el espíritu de la viuda injustamente tratada, de Ana, la mujer de quien se reían todos por su esterilidad, de María y del mismo Jesús, para que, consciente de mi pobreza, sepa alzar mi corazón hacia Ti y confiar en tu amor y misericordia.
P. Antonio Villarino
Quito

2 comentarios en «La oración del humilde atraviesa las nubes»

  1. Benditas necesidades que nos hacen orar. Necesidad de auxilio, de perdón, de consuelo, de fe, de esperanza. No olvidemos la necesidad que yo considero más importante : la de dar gracias !!

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  2. Gracias P. Antonio, son reflexiones muy claras. Es cierto solo con el corazón humilde y necesitado podemos orar y a veces podemos caer en la tentación de la soberbia.

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