Mi primer periodo en misión en el Orfanato de St. Jude en Gulu está llegando a su fin. Mi contrato termina en marzo. Durante estos casi 2 años trabajé entre los Acholi. Mi primer deber es trabajar en la administración. Pero a veces trato de hacer algo con los niños en la tarde cuando yo no tengo que estar en la oficina. Me gustaría contarles sobre una chica increíble con la que yo trabajo, que me ha hecho pensar mucho y que me muestra todos los días lo que es lo más importante en la vida.
Jacqueline es una niña autista de 16 años de edad, que apareció en St. Jude hace pocos años. Anteriormente vivía con su abuela, pero como ella no tenía tiempo para ella, Jackline pasaba días con las cabras que estaban alrededor. Cuando llegó a nuestro centro ni siquiera podía caminar, así que esta habilidad se la han enseñado aquí. Además, debido a su “compañía” Jackline en vez de hablar producía (y, a veces todavía lo hace) algo así como el grito de una cabra. Después de trabajar con ella durante un semestre, la frecuencia de emisión de este horrible sonido se ha reducido, pero sigue apareciendo, especialmente cuando ella no está satisfecha, tiene hambre o algo le crea malestar.
Mi trabajo con Jackline es una bonita y extraordinaria aventura. Ya he aprendido mucho de ella. Es increíble cómo cada día puedo descubrir algo nuevo en ella, un nuevo rasgo de su carácter, las cosas que le gustan y las que no le gustan, su color favorito, su comida. El comienzo de mi trabajo con Jackline fue bastante difícil, porque ella no habla. Además el autismo está vinculado con algún grado de discapacidad (retraso mental). Así, al principio tuve que aprender todo, su respuesta, por qué se comporta de esta manera, lo que significaba ese sonido que hace tan notorio, lo que significan sus expresiones. Pero poco a poco, he descubierto muchas cosas y he aprendido mucho. Como he mencionado anteriormente todavía estoy aprendiendo y es lo más bonito de este trabajo. Pero esto no fue lo más importante al principio. Lo más importante fue ganarse su confianza. Para los niños con autismo es difícil confiar en alguien nuevo. Jackline inicialmente no quería ni siquiera agarrar mi mano, ella tenía miedo cuando le daba la mano y quería dar un paseo, incluso no quería sonreír. Fue un momento difícil porque no sabía cómo debía reaccionar, cómo reaccionar y qué camino seguir para hacer frente de alguna manera a este problema. Yo conocía uno: el amor a una niña es lo más importante, si se le da amor sincero a alguien, entonces la niña sentirá que te preocupas por ella y, finalmente, va a confiar. Y esto ha sido de hecho la mejor solución. Por supuesto las clases, la estimulación que recibía, pero el amor debe estar siempre por encima de todo. Y la mayor expresión de su confianza fue uno de sus gestos cuando estaba enferma. Un día que la estaba buscando con el fin de llevarla a clase y por accidente la encontré en nuestra pequeña “clínica”. Allí la encontré débil y triste. Estaba enferma. Lo primero que hacemos es la prueba de la malaria. Así que tuvimos que hacerlo. Y en su caso, la enfermera sabía que sería lo peor, porque no permite que nadie la toque. Pero cuando entré en la habitación y nuestra vista se cruzó vi en sus ojos la paz. Aunque ella no dice nada, sencillamente con la mirada y su comportamiento pudo expresar todo de una manera muy hermosa. La consulta terminó con éxito. Pero cuando fui a salir, Jackline de repente puso su cabeza en mis rodillas y decidió simplemente tumbarse. Sí, nos pasamos toda la tarde así, en silencio. Ella acostada en mi regazo y yo con gran alegría y emoción de corazón observándola. Esta fue para mí la experiencia más maravillosa y la mejor prueba de su confianza. Por supuesto todavía continúo con mi trabajo con Jackline, porque todavía hay mucho por hacer, pero poco a poco, espero que todavía siga creciendo.
Joanna Owanek, LMC